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Final

—¿¡Tu y yo qué?!—Pregunto desesperado por no poder recordarlo, pero Yeonjun le dio una sonrisa, una malévola sonrisa de lado tan increíblemente sexy que le habría hecho temblar las piernas si no lo hubiese enojado tanto.—¡Dime!

—Ah, ahora ya no te quieres ir, ¿no?—Se burlo.—Ibas a dejarme, ibas a irte sin decir nada...

—L-lo siento.—Dijo sinceramente.—Entiendo que eso te hubiese lastimado.

—Estoy lastimado, estoy profundamente herido.—Yeonjun se cruzó de brazos, haciendo que la mirada de Beomgyu se desvíe hacia ellos. No podía decir si el mayor hablaba en serio.—Vas a tener que compensarme.

—¿Con qué?

—Algo como un beso.

¿Había escuchado bien?

¿Yeonjun dijo que quería besarlo?

Pero antes de que pudiera terminar de tener un aneurisma, las manos de su amigo atrajeron su -en comparación- pequeño cuerpo hacia él y los labios de Yeonjun estaban devorando los suyos.

El shock no le dejó responder por un segundo, pero siguiente estaba totalmente metido en ello, llevando sus manos al cabello de su "amigo" para atraerlo incluso más hacia si mismo, dejándose llevar por él tan caliente beso que lo estaba haciendo derretirse. El fuerte agarra que tenía Yeonjun en sus caderas lo prendía aún más, la gran necesidad que le estaba demostrando casi lo hacia saltar de felicidad.

Alguien aclarándose la garganta los hizo separarse.

Un hombre en un auto negro, su Uber, estaba justo enfrente a ellos.

Claro, ya habían pasado tres minutos.

—Um, creo que no voy a ir a ningún lado.—Dijo Beomgyu con las mejillas sonrojadas. El hombre simplemente suspiró.

—Claro, solo cancela el viaje en la aplicación.—Beomgyu lo hizo rápidamente antes de ver al conductor alejarse. De pronto Yeonjun estalló en risas.

—¡No es gracioso!

—Eso te pasa porque ibas a dejarme sin avisar.—Arqueo las cejas.—Y creo que ese beso no fue suficiente disculpa, voy a necesitar un poco más.—Estaba a punto de volver a besarlo cuando Beomgyu retrocedió.

—Alto, grandulón, necesito saber que está pasando aquí.—Dijo levantando las manos y podándolas en su pecho.—Ayer gustaban las mujeres.

—Me gustan las mujeres.—Dijo él.—Es una larga historia.

—Tengo tiempo.—Dijo.—Pero hablemos de esto adentro.—Yeonjun asintió.

Un silencio un tanto incómodo se instaló entre los mientras ingresaban a su hogar, Beomgyu se tocaba discretamente los labios pensando qué tal vez todo había sido un sueño y estaba a punto de despertar.

Se sentaron en el sofá, uno al lado del otro como siempre, pero entonces la intensa mirada de Yeonjun sobre sus labios le hizo cortar la respiración. Se levantó y corrió hasta el sofá de enfrente mientras el otro reía.

—Voy a quedarme aquí hasta que me expliques.—Dijo Beomgyu tomando una almohada y abrazándola.

—Bien.—Suspiró su amigo.—Surgió como pequeñas cosas como quedarme mirando tus labios y fue escalando hasta tener una ereccion cada vez que salías en esos pantalones cortos.—Las mejillas de Beomgyu se volvieron a calentar, pero intento prestar atención.—Y no es que no haya estado siempre consiente de que eras precioso, solo no pensaba mucho en eso más allá de que los tipos que estaban contigo eran afortunados. Siempre ame su personalidad y tu forma de ser, pero luego descubrí otros pequeños detalles de ti que me hicieron amarte más, y para cuando me di cuenta esta tremendamente confundido.

—¿Por qué no me dijiste?

—Por la misma razón que tú no lo hiciste.

—No es una comparación justa, siempre supiste que era gay.—Protesto.

—Dices que te daba miedo mi rechazo, pero, ¿qué hay del tuyo?, te he visto rechazar cruelmente a los tipos que querían más de un acoston contigo o que se atrevían a pedirte una cita real.—Beomgyu quedó callado.—No lo se, tenía miedo, ¿y si te acostabas conmigo y después me desechabas?

—¡Yo jamás te hubiese tratado así a ti!, a todos los demás los rechacé porque...no eran tú.—Confesó.—Demonios, Yeonjun.

—No lo sabía, Beomie. Además no estaba seguro de mi sexualidad y tenía miedo de lastimarte.

—¿Y ahora estás seguro?

—Ayer no fui mi primera vez en un bar gay.—Beomgyu abrió la boca sorprendido.—Tenía que saberlo, tenía que saber si realmente me gustaban los hombres o si...

—¿Hace cuanto?

—Unos dos meses.

—¿Qué tan lejos fuiste?—Yeonjun hundió sus hombros en el sofá.

—Resulta que soy bisexual.

Sabía lo que significaba.

Se había acostado con otro hombre, uno que no era él. Y por alguna razón eso se sentía como una traición más grande que cuando lo hacía con mujeres.

Beomgyu se levantó, dirigiendo sus pasos a su habitación.

—¿A donde vas?—Lo siguió Yeonjun.

—Lejos de ti.—El otro rodó los ojos.

—No puedes molestarte por eso, ¡tu te acuestas con tipos todo el tiempo!—Sabía que era verdad, pero eso no significaba que no le doliera.

Algún inútil en un bar gay le había robado una primera vez que le pertenecía.

—Estoy molesto ahora mismo y no se que hacer con eso.—Dijo deteniéndose en el marco de la puerta.—No quiero pelear contigo pero no puedo simplemente fingir que no me molesta, ¿que hago?.

—Puedes escucharme.—Dijo Yeonjun acercándose, atrayendo de nuevo a Beomgyu hacia si mismo, pegando sus frentes mientras el más bajo cerraba lo ojos.—No significó nada, ni con las mujeres antes de eso, no eran tú, no estaba enamorado. También se que lo tuyo no significó nada para ti, cuando estés conmigo yo voy a ser el primero en hacerte el amor.—Sintió como las palabras lograban calmarlo y calentarlo al mismo tiempo.

El temblor en sus piernas acompañaba la calidez de su corazón. Ah, el amor.

—Házmelo ahora.—Dijo él rozando sus labios.

—Estas molesto conmigo y sinceramente sigo un poco molesto contigo.—Respondió Yeonjun, pero sus manos seguían su camino explorando su cuerpo.

—Aún mejor.—Cerró la distancia entre ellos y estuvo extasiado al darse cuenta de que Yeonjun realmente no se podía negar a él.

Caminaron torpemente hasta la cama sobre la que tropezaron torpemente mientras intentaban arrancarse la ropa sin dejar de besarse. Era tan intenso, su piel quedaba ardiendo por donde Yeonjun pasara sus manos y unos pequeños sonidos de placer empezaron a salir de su boca.

El pelinegro logró dejarlo desnudo, tomaba posesivamente su cintura para ubicarlo en la cama, sus besos bajaron hasta su mandíbula y cuello, dejando mordidas y chupones.

—Quiero marcar cada centímetro de tu piel.—La voz tan cargada de deseo hizo a Beomgyu gemir más fuerte.—Estoy tan obsesionado con tu piel, Beomgyu.

Se estremeció, abriendo las piernas para que él pudiera colocarse entre ellas. Su respiración se descontroló cuando lamió su plano abdomen, negándole la atención que necesitaba en su goteante erección.

—Date la vuelta.—Ordenó con la voz ronca. Y por supuesto, Beomgyu lo hizo.

La visión de Yeonjun casi lo hizo correrse al instante. El hermoso trasero de Beomgyu estaba finalmente y gloriosamente desnudo y dispuesto para él. Nunca había estado tan duro en toda su vida. Le constaba un poco entender como alguien tan delgado tenía un culo tan prominente, casi se había asesinado la polla a pajas pensando en esa pequeña cintura y la sensual curva que llevaba a su perdición.

—Mierda, lubricante, donde.

—En el baño, en el espejo.—Respondió Beomgyu con la misma urgencia. Yeonjun se apresuró a traerlo, dándose cuenta en el proceso que era un lubricante con sabor y sonrió.

Volvió a comenzar su pequeña tortura, pasando su boca por el cuello de Beomgyu mientras este se arqueaba bajo su toque. Siguió bajando por su espalda, cintura y caderas. Vacío una buena cantidad de lubricante en su trasero, abriendo las mejillas para esparcirlo.

—Ya, por favor.—Rogó Beomgyu.—Follame, por favor.

—Todavía no he comenzado, nene.

La sorpresa hizo gritar al más bajo al sentir la lengua de Yeonjun tantear su entrada. Obviamente él no iba a desperdiciar la oportunidad de probarlo por completo, no cuando lo había estado soñando por tanto tiempo. Otros chicos habían intentando en Beomgyu el arte del beso negro, pero nunca se sintió tan placentero como cuando el pelinegro hundió completamente su lengua en él.

—¡Junnie!—Gimiteo.

El apretado agujero de Beomgyu ponía resistencia, pero Yeonjun presionaba más duro dentro suyo, sacándose lloriqueos de placer. Su interior era tan suave y cálido, moría por sentirlo con su polla. Pronto, dos de sus largos dedos se unieron al asalto, haciendo a alcanzar un estado desconocido de extasis. No es que no hubiese tenido buenas folladas antes, pero era diferente saber que Yeonjun, a quien amaba, era quien lo estaba haciendo gritar de placer.

—¿Me quieres dentro tuyo, bebé?—Preguntó Yeonjun, inclinándose sobre él y susurrando en su oído.—¿Vas a dejarme follarte hasta que te vengas llorando por mi polla?—Sus dedos alcanzaron un lugar clave dentro de Beomgyu mientras dejaba besos en su cuello.

—¡Si!, ¡por favor!

Sintió como los dedos abandonaban su agujero y rápidamente se coloco en una posición apoyada en sus brazos con el trasero apuntando hacia arriba.

—No, quiero mirarte.—Beomgyu, aturdido por el placer no sabía a qué se refería y volteó a verlo.—Acuéstate y abre las piernas, bebé. Quiero mirarte.—De nuevo, obedeció.

Su hermoso rostro sonrojado pero feliz, sus ojos dilatados, su precioso cabello que caía suavemente en las sábanas. ¿Como demonios era Yeonjun tan suertudo?

No hubo tiempo de pensarlo cuando ya estaba besando a Beomgyu y este cortaba su respiración por la gran intromisión dentro suyo. Era grande, sus muslos se pusieron rígidos hasta que Yeonjun los tomó en sus manos y los separó, logrando meter hasta el último centímetro.

—¡Ah!—Grito en una mezcla de dolor de placer. Un ritmo devastador se hizo presente desde el primer momento. Sus labios se tocaban en besos desordenados que no podían completarse por los gemidos altos que abandonaban los labios de Beomgyu y que Yeonjun no quería tapar.

El pelinegro soltaba maldiciones mientras golpeaba dentro de él, estaba tan increíblemente apretado y él estaba tan caliente que sabía que no podría aguantar mucho y quería llevar a Beomgyu con él.

—Bebé, me tomas tan bien.—Gruño.—Quiero verte venirte por mi, precioso.—El castaño sintió un nudo en su estómago por las palabras sucias de Yeonjun, su propia erección goteaba contra su abdomen. Casi sintió que iba a desmayarse de placer cuando Yeonjun empezó a prestarle atención y a masturbarlo mientras llevaba la otra mano a un lado de su cuerpo y empezaba a moverse más rápido.

Iba a venirse, tan duro.

Sus ojos lagrimeaban y pedían ser cerrados, pero no quería perderse de nada de la cara de placer de Yeonjun y la forma en que su boca parecía soltar jadeos silenciosos, así que hizo un esfuerzo por mantenerlo abiertos. Era tan abrumador, tan intenso. Lo que siempre le había faltado a sus acostones casuales era esa mirada de adoración que Yeonjun le daba, esa conexión entre ambos que lo hacía sentirse en el séptimo cielo.

Pensó en lo afortunado que era, mientras su cuerpo temblaba y gritaba el mejor orgasmo de su vida.

-Fin

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