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2

"Nos enamoramos hasta que duele o sangra, o se desvanece en el tiempo."

-State of grace.

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Beomgyu despertó, pero al momento deseó no haberlo hecho por el terrible dolor de cabeza que le hizo lanzar un grito ahogado. Sus extremidades se sentían entumecidas, puedo abrir sus ojos ligeramente pero reconoció las paredes de su habitación.

Confundido, intentó alcanzar su teléfono en la mesita de noche, pero al rozarlo no hizo más que empujarlo y terminó cayendo al piso. Con un gemido de fastidio, extendió el brazo hasta abajo para tomarlo, sin embargo había quedado lejos, así que terminó cayendo también.

El estruendoso sonido de su cuerpo estrellándose contra el piso y los quejidos de dolor alertaron a Yeonjun en la otra habitación.

El pelinegro se encontraba preparando panqueques de avena en la cocina, pero el piso que compartían era lo suficientemente pequeño como para que lo hubiese escuchado hasta allí, así que corrió a ver a Beomgyu. Abrió la puerta y se quedó en la puerta, viendo el cuerpo de su amigo tendido en el piso mientras se quejaba. Le dió un poco de risa, pero decidió ayudarlo.

—A ver, levántate.—Llego hasta donde había caído Beomgyu, lo tomo los hombros y la cadera, impulsándolo. El chico de mechones platinados simplemente se dejó hacer.—Ya, estás siendo exagerado.—Dijo Yeonjun por la forma en que el se habia hecho un peso muerto, sin poner de su parte para levantarse.

—¿Como diablos llegue aquí anoche?—Pregunto Beomgyu con la voz ronca mientras se sentaba en la cama. Yeonjun río.

—Yo te traje, obvio.—Beomgyu le saco la lengua en un gesto infantil.—Al menos di gracias.

—¿Por qué me dejaste tomar tanto?—Se quejo en vez de eso.

—Te descuido un segundo y ya estás bailando sobre una mesa, ¿crees que puedo ver todo lo que tomas?, no soy tu niñera, Choi.—Le apuntó con la espátula que recién se había dado cuenta traía en su mano todavía.—¡Mis panqueques!—Salió disparado a la cocina, sacándole una risa a Beomgyu.

—¡No quiero desayunar panqueques de avena por quinta vez en la semana!—Gritó una vez su amigo había salido de la habitación.

—¡Entonces pon tu culo a cocinar, maldito holgazán!—Escucho que le respondió, pero Beomgyu simplemente se acosto de nuevo.—¡Si te vuelves a dormir voy a lanzarte una cubeta con agua!

Conocía a Yeonjun como para saber que esa no era una amenaza de dientes para afuera, él hablaba muy en serio, Beomgyu lo había comprobado unas cuantas veces. Pensó que estaba vistiendo una camiseta vieja color blanco y shorts bastante cortos. Su ropa se iba a transparentar si lo bañaban en agua. Río pensando qué tal vez así lograría que Yeonjun lo mirara con deseo, pero le parecía igualmente gracioso y absurdo. Casi parecía el guion inicial cutre de una película porno barata, pero el solo poner a Yeonjun en el escenario hacia que su cuerpo se sintiera caliente.

No quería fantasear de esa forma con su mejor amigo, ni sabía cuando había empezado a hacerlo, pero ya no podía evitarlo. Sus malévolos pensamientos se descarriaban cuando lo veía. Es que Yeonjun era un sueño hecho realidad, maldijo el haberse dado cuenta tan tarde, o más el haberse dado cuenta en lo absoluto.

Con un suspiro, se levantó. Con los pies descalzos, avanzó los pocos pasos que debía dar hasta la cocina y ahí estaba. El mayor objeto de sus fantasías, el mejor amigo que había tenido en la vida.

—Voy a hacer café.—Dijo nada más llegar.

—¿No puedes estar un día sin café?—Protesto su amigo.

—¿Sin café?, muy gracioso, Junnie.—Se burló, parándose a su lado para calentar el agua. El reloj en la pared marcaba que ya eran las once de la mañana.—¿No es un poco tarde para desayunar?—Yeonjun lo miro de lado y detestó el vuelco que había dado su corazón.

—Siempre desayunamos tarde los fines de semana.—Para distraerse, agarro rápidamente el café para agregarlo.

—Eso no es muy rey del fitness de tu parte.—Yeonjun rodó los ojos.

—No eres ni la mitad de gracioso de lo que piensas.—Sus miradas se encontraron esta vez, creando una tensión de la cual ambos eran casi inconscientes.

—Eso es mentira, la gente siempre me dice que soy gracioso.—Dice inocentemente.

—¿"La gente" o los tipos que quieren follarte?—Preguntó Yeonjun volviendo su atención a la sartén y dando la vuelta un panqueque.

—¿Estas diciendo que solo me quieren por mi cuerpo?—Saco su labio inferior en un lindo puchero.

—No, solo digo que no es porque seas "gracioso".—Aclaro Yeonjun.—No me hagas pucheros, y come algo aparte de ese maldito café que vas a desaparecer.

—No todos podemos tener físico de físicoculturista.—Su café ya estaba listo, así que lo sirvió en una taza, junto con 5 terrones de azúcar ante la mirada asqueada de Yeonjun.

—No tengo cuerpo de fisicoculturista, tendría que ser mucho más grande y musculoso para eso, ¿no es mucha azúcar?—Beomgyu frunció el ceño.

—No me gustaría que fueras más grande o musculoso, y si, es mucha azúcar.—Le dio un sorbo grande a su café, con un sonido de exagerado al degustarlo.—Delicioso.

—Asqueroso.—Beomgyu río y vio el plato donde estaban los panqueques de Yeonjun y partió uno a la mitad para llevárselo a la boca.—Agarra un plato y sírvete.

—Nah, no tengo mucha hambre, ya tengo que irme.—Masticó rápidamente. En realidad estaba delicioso.

—¿Irte?, ¿a dónde?—Pregunto sorprendido volteando hacia Beomgyu.

La repuesta era: A cualquier lado.

Los sábados eran antes días que pasaba casi por completo con Yeonjun, pero últimamente eso era una tarea muy difícil.

No podía salir por ahí con él sin imaginar cómo sería tomar su mano y caminar por allí viéndose tontamente enamorados. No podía quedarse allí sabiendo que los fines Yeonjun y el solían hacer maratones de película tapados con una sola manta, lo cual hacía que su corazón estuviera al borde de explotar.

Simplemente era difícil estar cerca de Yeonjun desde que se había dado cuenta de lo que sentía por él. Y se sentía culpable, porque probablemente él se preguntaba si había hecho algo malo, pero era como si hubiese olvidado como ser su amigo, solamente su amigo.

Además, a veces Yeonjun traía chicas a la casa los sábados.

Nunca le había molestado, pero ahora era diferente.

La presión en su pecho, la garganta tapada y las inmensas ganas de llorar eran señales muy claras, había querido lanzarse de puente cuando se dio cuenta de lo que significaban, pero ya era muy tarde.

Tenía que superarlo, y si pasaba todo ese tiempo con Yeonjun jamás lo haría.

—Volveré más tarde, esta noche voy a salir otra vez, pero no tienes que venir.

—¿Salir?, ¿de nuevo?—El tono de voz de Yeonjun sonaba molesto.

—Es sábado, Yeonjun, siempre salgo los sábados.

Un silencio incómodo se apoderó de la cocina mientras Yeonjun le daba la espalda. Tragó saliva y contuvo las ganas de tocar su hombro y explicarle, tenía que ser fuerte. Dejo la taza en la mesa para volver a su habitación.

—¿A qué hora?—La voz firme lo hizo detenerse.

—Dije que no tienes que...

—¿A qué hora, Beomgyu?—Está vez la voz sonó más suave, incluso un poco dulce.

—Como a las nueve.—Respondió casi en un susurro.

—Bien.—Yeonjun volvió a su cometido con los panqueques que estaba por terminar, mientras Beomgyu dejaba la cocina apretando los puños, luchando contra las ganas de quedarse a su lado.

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