4. still a believer
𖡼.𖤣𖥧𖡼.𖤣𖥧
capítulo cuatro. ☄︎. *. ⋆
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Después de que el chico, delgado y molesto, fuera declarado territorio de Poseidón, uno pensaría que la gente se estaba reuniendo a su lado en gemidos de disculpa por la forma en que lo subestimaron a él y sus poderes (al menos, tal vez Percy había estado esperando que la gente hiciera eso), pero no hubo tanta suerte. De hecho, el chico se convirtió en un paria más que nunca. Vivía solo en la cabaña tres, comía solo en la mesa tres, hacia actividades solo (ya que era el consejero principal de la cabaña tres).
No tenía ni una pizca de empatía por él. Nada. Si quería mi compasión, no debería haber sido un idiota conmigo.
Y no estoy diciendo que sea su culpa que sea el hijo de Poseidón, pero lo culpo totalmente por ser tan insufriblemente molesto.
Para mi placer, pasaron unos días hasta que vi a Percy después del juego de capturar la bandera. O bien me las arreglé para esquivarlo y evitarlo cuando él aparecía, o él se tomó la libertad de no estar presente donde yo estaba; pero de cualquier manera, volví a pasar el tiempo como me gustaba: con Annabeth, Will o cualquiera de mis otros hermanos, entrenando y haciendo actividades normales del campamento.
Sin embargo, no pasó mucho desde que Percy fue reclamado. Era como si Poseidón hubiera tomado la gran decisión de anunciar que Percy era su hijo, y ahora que los dioses se habían quedados en silencio preparándose para la respuesta de Zeus.
Y por lo que parecía, estaba apunto de desatar algo. Los cielos sobre el campamento eran de un gris oscuro (un poco como el color de los ojos de Annabeth cuando está molesta) y los vientos estaban aumentando. Si no lo supiera, diría que se estaba formando una tormenta; pero este era el Campamento Mestizo, y las tormentas literales no pueden formarse aquí.
Cuatro días después de captura la bandera, Annabeth corrió hacia mí con la alegría de un niño en una tienda de dulces. Estaba sin aliento (tal vez por haber corrido todo el camino desde donde había bebido cuatro galones de café), pero todavía sonreía de oreja a oreja. Podría jurar que estaba temblando. Tal vez era la electricidad de la creciente tormenta en el aire, pero su cabello también parecía estar de punta.
―¿Algo... anda mal?―pregunté, a falta de una mejor palabra, mientras bajaba mi arco. Había interrumpido mi lección de tiro de arco con Cass, una campista de segundo año de Apolo. Le hice un gesto a Cass para que esperara un segundo, luego llevé a Annabeth a un lugar donde pudiéramos hablar en privado.
―Percy va a emprender una misión.―sus ojos literalmente brillaron. Al principio, no estaba segura de haberla escuchado bien, peor tragó saliva y repitió (muy rápido).―¡Él va a emprender una misión y creo que voy a ir con él y vamos a recuperar el rayo de Zeus!
Me burlé de la sorpresa. ¿Percy en una misión? Era demasiado tonto y Quirón debía saber que sería demasiado estúpido enviarlo tan rápido después de haber sido reclamado como hijo de los Tres Grandes. Percy debía haberle estado gastando una broma a Annabeth.
―Annabeth.―dije.―Tu madre es la diosa de la sabiduría. Se supone que eres inteligente.
Su sonrisa despareció y me puso los ojos en blanco.―No me está engañando.―dijo, mirando por encima del hombro. Seguí su mirada para ver a Quirón y Percy en el porche de la gran casa, ambos mirando fijamente a Annabeth. Incliné la cabeza hacia un lado, con la intención de preguntar, pero Annabeth leyó mi mente.
―Quirón lo aprobó. Puede llevar a dos compañeros.
Asentí, asimilando todo.―Tú y Grover, supongo. Vaya trío poderoso.
Ella puso los ojos en blanco, miró por encima de hombro y se agachó como si Percy pudiera escuchar sus próximas palabras desde lo alto de la colina.―Mira, no es como si yo hubiera elegido ir en una misión con él, ¡pero la profecía, Theo! Se supone que soy yo.
Extendí mis manos con inocencia. No estaba a punto de estar en desacuerdo con ella, pero no podía decir si eran las nubes de tormenta que colgaban sobre mi cabeza o algún dios menor de las malas decisiones lo que le dio esta idea.
―Déjame hablar con Quirón.―decidí después de pensarlo por un momento, sacudiendo la cabeza para aclarar mi mente.―Ve tú... empaca, o lo que sea, Estaré devuelta en un momento.
Parecía estar esperando mi llegada. Lo cual era justo, en realidad, porque me había estado viendo subir toda la colina. Aún así, despidió a Percy tan pronto como puse un pie en el porche, y el hijo de Poseidón se fue, mirándome de reojo. Me ericé y sacudí la cabeza como para decirle que se fuera.
―Quirón.―hablé tan pronto como Percy estuvo fuera de alcance auditivo.―¿Estás loco?
Él simplemente me dio una sonrisa con los labios apretados, inclinando la cabeza como si estuviera pensando.―Dime, Theodosia. ¿Estoy loco por enviar a Percy en la misión de encontrar y devolver el rayo robado de Zeus.
Lo miré sin comprender.―Sabes que odio cuando habas con acertijos.
Quirón se rio entre dientes, luego se dio la vuelta y regresó a la casa grande. Yo lo seguí, cerrando la puerta detrás de mí. El leve aroma a uvas fermentadas trazó el aire. Arrugué la nariz.―¿No vi al señor D?
―Probablemente es para mejor.―me aconsejó Quirón, asintiendo.―Estaba de un humor de perros.
―¿Cuándo no lo está?―murmuré, sentándome frente a Quirón. Se había compactado de nuevo en su silla de ruedas. Esperé a que me explicará por qué, en nombre de Hades, acababa de permitir una misión para Percy Jackson, peor simplemente me miró fijamente. Parpadeé lentamente, sacudiendo la cabeza.―Quirón, no puedes dejar que...
―Dime, niña, ¿sabes qué es el rayo maestro de Zeus?
Me moví en mi asiento, sorprendida por el repentino cambio de tema.―Sí, he oído hablar de el.
―Entonces, supongo que sabes de su importancia.
Confundida, me devané los sesos y luego me encogí de hombros.―Seguro, es... es muy importante.
―El rayo de Zeus ha sido robado.―explicó Quirón pacientemente, con las manos cruzadas sobre su regazo cubierto de mantas.
―¿Quién podría haber hecho eso?―pregunté, con el ceño fruncido. Sólo alguien con deseos de morir le robaría algo a Zeus. Ni siquiera mi padre tenía las agallas de hacer algo así.―¿Lo sabes?
―Poseidón.―respondió. Se me secó la boca. Me resultó bastante fácil unir los puntos y lo hice muy rápido, como probablemente esperaba Quirón.―Eres sabia, Theodosia. Haz los cálculos.
―Percy va a emprender la misión para enmendar el robo del rayo de Zeus por parte de su padre.―supuse. Casi me reí de la locura de dejar el riesgo de una guerra entre los dioses en manos de Percy Jackson, quien, hasta hace una semana, era solo un niño cualquiera.―Bueno, ¿lo robó Poseidón? ¿O es Zeus especulando otra vez?
Un trueno se escuchó como respuesta. Puse los ojos en blanco. Cierto, el dios de los cielos era una reina del drama. A veces es fácil olvidar detalles como ese cuando tu propio padre es básicamente el dios del teatro.
―No lo diría con tanta dureza.―admitió Quirón.―Pero, en esencia, sí. Zeus cree que Poseidón fue quien tomó el rayo, pero el Oráculo acaba de decirle a Percy que se enfrente al dios del oeste. Este dios, como puedes imaginar, es...
―Hades.―interrumpí, levantado una ceja.―¿Tiene el rayo?
Quirón asintió.―Es la única posibilidad.
Dejé que sus palabras se asimilaran por un momento, mis dedos jugueteaban con las borlas que colgaban de mantel frente a mí. Lo último que necesitaba este mundo era una guerra de los dioses, y si el Oráculo estaba hablando de Hades como el dios de oeste, entonces Quirón tenía que haber tenido razón. Hades, el dios de la muerte literal, se beneficiaría absolutamente de una gran guerra. La gran cantidad de almas que terminarían en sus garras era un pensamiento lo suficientemente sombría como para hacerme estremecer.
Tragué saliva y miré a Quirón, sintiéndome mucho más solemne que antes, y le hice la pregunta que efectivamente arruinaría mi vida.―¿Y por qué me estás contando esto?
―Porque.―dijo.―Me gustaría que acompañaras a Percy en su misión.
Y ahí, amigos míos, es donde realmente comienza nuestra historia.
+5 COMENTARIOS PARA PRÓXIMO CAPÍTULO :)
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