Capitulo 1
—No puedo creer que te hayas enfermado un día después de llegar a tu casa —La tranquila voz de Levi, su amigo, salió del altavoz de su teléfono—. Definitivamente tu sistema inmune es un desastre.
—Ey, no es mi culpa —Mara se quejó, su voz sonaba cansada y algo ronca—. El aire acondicionado en el avión estaba muy bajo. Además cuando bajé hacía mucho calor y para colmo decidí darme un baño porque estaba toda sudada.
—Entonces fuiste una idiota —Comentó el chico—. Sabes que debes esperar a que tu temperatura baje para darte un baño.
—Bueno, lamento no poder recordar tus excelentes recomendaciones —Se sentó sobre su cama y soltó un pequeño suspiro—. Al menos me sigues regañando, es casi como seguir en Londres —Mara se rascó la nuca—. Nunca pensé que me sentiría rara en mi propia casa, como si no fuera de aquí.
—Solo te acostumbraste a un lugar nuevo y a unos individuos extraños —Comentó Levi—. Deja de sentirte mal por extrañar Londres y disfruta de las bellas playas de tu ciudad.
—Si, soy un poco tonta por sentir tanta nostalgia —Dijo la joven y luego soltó un suspiro—. O tal vez solo los extraño a ustedes.
—Yo no te extraño —Mara rodó los ojos y sonrió—. Además no es que no volverás, nos veremos luego de las vacaciones. Así que te repito, disfruta del verano.
—Tienes razón —Miró la hora del teléfono y se sorprendió al ver que eran casi las diez de la mañana ¿Cuántas horas habían estado hablando?—. Mierda, es muy tarde.
—Si, aquí son las tres de la mañana —Dijo Levi y soltó un pequeño quejido—. Honestamente tengo sueño, podemos seguir hablando mañana. En un horario más decente.
—Esta bien, gruñón, ve a perderte en tus colchas —Dijo Mara—. Hablamos mañana.
Su amigo de despidió y corto la llamada. Se sentó sobre la cama y estiro su cuerpo con cansancio. Había perdido la noción del tiempo charlando con él, pero necesitaba eso. Se había acostumbrado tanto a convivir con ellos casi todo el día que sentía que ahora le faltaba algo. Se sentía un poco tonta por pensar así, pero su corazón de pollo no le permitía pensar de esa forma.
—Tal vez solo necesito salir de esta cueva —Se dijo a si misma mientras se ponía de pie.
Ya era el cuarto día que estaba en cama por culpa de una neumonía, ya había perdido casi una semana de sus vacaciones. Estaba molesta y cansada, pero ya necesita hacer algo más que mirar televisión. Estiró los brazos hacia atrás y soltó un pequeño gemido para lograr despabilarse, entonces puso de pie y salió de la habitación rumbo al baño. Tardó varios minutos en salir, ya con el rostro más fresco y menos somnolienta que antes, y bajó por las escaleras.
Sonrió al ver a su hermano y madre desayunando. Como había extrañado esos desayunos.
—Buenos días —Los saludó.
—Oh, finalmente ese chico te dejó ir —Comentó Jean y su hermana rodó los ojos—. Podrías hablarme un poco más sobre ese muchacho.
—Ni en sueños, Jean.
—Buen día, cielo —La joven le sonrió y se acercó a su madre y le dio un pequeño beso—. Desayuna todo lo que quieras, solo falta que te prepares lo que desees tomar.
—Gracias mamá, creo que me haré un té.
Se acercó a la mesada, tomó una taza limpia y luego sacó un sobrecito de té que había en una caja de madera. Regresó y coloco todo sobre la mesa mientras tomaba asiento frente a su hermano, llenó la taza con agua caliente y luego lo mezclo con un poco de leche tibia.
— ¿Desde cuando tomas té con leche? —Le preguntó el mayor mientras arqueada una ceja.
—Desde que me tocó convivir con dos personas obsesionadas con el té —Le respondió con simpleza—. Es bastante delicioso de hecho, deberías probarlo.
Tomó la taza con delicadeza y bebió un poco de aquel liquido caliente. Hizo una mueca de disgusto.
—No gracias, sigo prefiriendo el café —Mara sonrió y volvió a tomar la taza— ¿Qué harás hoy?
—Supongo que nada —Le respondió para luego tomar su teléfono—. Muchas de mis amigas están de viaje, y aun no estoy recuperada del todo, así que no hay nada interesante que hacer por el momento.
—Ya veo —Bebió un poco de café y continuo—. Pues te tocará soportarme, porque hoy no planeo salir a ningún lado.
—Solo admite que quieres pasar tiempo con tu adorable y resfriada hermana.
—De adorable no tienes ni los ojos —Comentó de manera divertida—. Pero puede ser que sea esa la razón.
Su hermana amplió su sonrisa de manera triunfal y acomodó detrás su oreja algunas hebras doradas que caían sobre su rostro. Estiró el brazo para alcanzar una tostada y le untó un poco de manteca con mermelada.
—Mis niños, ¿Alguno podría ir a buscar el correo afuera de la casa? —Les preguntó su madre.
—Le toca a Mara, ella no estuvo por tres años —Se apresuró en decir el mayor de los hermanos.
La nombrada soltó un quejido y le dio una mordida a la tostada para luego ponerse de pie con desgano, caminando hacia la entrada de la casa. Una vez afuera, saludó al vecino del frente y se acercó de manera rápida al buzón de correos, sacando todas las cartas que había en su interior.
Luego de un par de segundos, empezó a volver en sus pasos al tiempo que leía los remitentes de las diferentes cartas. Sin embargo alzó de nuevo la cabeza cuando sintió pasar a toda velocidad una motocicleta. Siguió a la motocicleta con la mirada y le sorprendió ver como la persona se detenía de golpe y retrocedía hasta quedar frente a su casa, o frente a ella mejor dicho.
Frunció el ceño algo confundida y retrocedió un poco, después de todo no sabia quien era ese chico ni mucho menos que quería. Por un momento pensó que podía ser algún amigo de Jean, pero cuando abrió la boca para decir algo las palabras murieron en su boca al ver que la persona levantó la visera del casco que llevaba puesto, dejando ver unos intensos ojos verdes esmeralda.
Lo miró con sorpresa al tiempo que soltaba el aire de sus pulmones de forma sutil, sintiéndose algo intimidada por la forma en que la miraban esos brillantes ojos. Hizo dos pasos hacia adelante para acercarse, sin embargo el joven se bajó la visera y arrancó la moto, alejándose del lugar con rapidez.
Se quedó con las ganas decirle algo y quedó mirando en silencio por donde se había ido.
—Bonitos ojos…
— ¿Estas bien? —La voz de su hermano la sacó de sus pensamientos, obligando a que se girara para verlo—. Demoraste demasiado....
—S-Si, estoy bien —Se apresuró en decir con algo de torpeza —. Solo me quede pensando…
—Oh dios, uno de estos días me matarás con tus distracciones —Dijo Jean y tomó las cartas—. Vamos, entremos.
El ojimiel lo miró en silencio y luego regresó su mirada hacia la calle antes de entrar a la casa. Le había llamado la atención ese chico al punto de que estuvo tentanda en preguntarle a su hermano si podía conocerlo, pero sabía que eso significaría soportar las preguntas de él. Prefirió restarle importancia. Solo habían sido cinco segundos, posiblemente no lo volvería a ver más. ¿Qué importaba?
Regresaron a la cocina y se volvieron a sentar. Mara continuó comiendo su tostada mientras revisaba sus redes. Su madre se sentó a su lado y se aclaró la garganta.
—Oye, hijo, ¿Qué sucedió con Mikasa? —Le preguntó su madre mientras dejaba el correo de lado—. Hace mucho que no viene.
— ¿Mikasa? —Repitió Mara para luego sonreír con picardía—. ¿Acaso ya son novios oficiales?
—Ya arruinaste la sorpresa mamá, gracias —Dijo Jean de manera sarcástica y soltó un bufido—. No ha venido porque está de viaje, regresa mañana por la mañana —Desvió su mirada hacia su hermana—. Y si, formalizamos hace dos meses.
—Y de todas las cosas que hemos hablado en nuestras video llamadas, ¿De verdad pensaste que el hecho de que ya seas novio de esa chica no era importante para contarme?
—En mi defensa, quería decírtelo de frente —Le explicó con simpleza.
—Solo bromeo, tonto, me alegra que finalmente tengas una novia —Dijo entre risas, disfrutando del rostro molesto de su hermano—. Pero vamos, muéstrame una foto.
—De acuerdo, ansiosa —Agarró su teléfono y luego de varios segundos de buscar se lo acercó—. Es ella.
Mara tomó el teléfono y empezó a ver las fotos que la joven había subido a su Instagram; era bastante hermosa, de rasgos asiáticos, cabello negro y corto y ojos igual de oscuros. Parecía bastante sería y misteriosa, aunque sea veía más feliz en las fotos que se sacaba con su querido hermanito.
—Vaya, vaya, vaya, Jean-boy —Empezó a hablar la ojimiel—. No sabía que ahora te gustaran…
—No te atrevas a terminar esa frase.
—Las góticas…
—Mara, lo digo enserio —Le advirtió.
—Me gustaría conocerla —Le dijo sin rodeos—, ya sabes…para ver si es merecedora de estar con mi hermanito.
—Bueno, como dije hace cinco minutos, regresa mañana. Debo buscarla de hecho —Le dijo. Mara sonrió, se veía bastante emocionado—. Y ella también quiere conocerte —Terminó su café y continuó—. El sábado por la noche Marco hará una fiesta por su cumpleaños, y por supuesto que sabe de tu regreso. ¿quieres ir?
Los ojos de la menor se iluminaron ante esa pregunta. Sabía que las famosas fiestas que realizaban los amigos de su hermano siempre eran divertidas, llenas de adrenalina y locura. Desde que tenía catorce años que deseaba ir, pero por obvias razones su madre nunca le permitió. Incluso una vez le dijo a Jean que no era demasiado bueno que se metiera en esos lugares.
En ese momento había agachado la cabeza y acatado las órdenes de su madre, era una niña después de todo. Pero ahora ya no era tan ingenua e indefensa.
Se giró a su madre y la miró con los mejores ojos de cachorro abandonado que pudo poner, entrelazando sus manos en son de plegaria.
—Por favor, por favor, déjame ir —Le pidió con voz dulce—. Prometo que no haré nada.
La mujer desvió su mirada desde la menor hasta el hijo mayor.
— ¿cuidarás de ella? —Le preguntó con seriedad.
—Oh vamos mamá, ya tengo diecisiete años —Comentó Mara con algo de molestia—. Sé cuidarme sola, no necesito que mi hermano me ande escoltado.
—Mamá, te aseguro de que tendrán que pasar por mi cadáver para hacerle algo —Le aseguró con firmeza. Mara la sonrió a su hermano y este último le guiñó el ojo con complicidad—. No necesitas ni preguntarlo.
La mujer los observó en silencio por varios segundos y luego soltó y suave suspiro, negando con la cabeza con diversión.
—Esta bien, puedes ir con Jean —Mara soltó un pequeño grito de emoción, celebrando su victoria—. Solo espero que ninguno regrese borracho al día siguiente.
—Prometemos que no —Le dijeron ambos.
—Entonces, supongo que necesitarás salir para comprar ropa, ¿No es así? —Le preguntó su hermano.
—Supones bien —Terminó de comer una tostada y continuó— ¿Iras conmigo?
—No me queda otra opción —Fingió tristeza, bastante exagera debía añadir—. De seguro ya te acostumbraste tanto a las calles oscuras de Londres que ya te olvidaste de las direcciones de esta bonita ciudad.
— ¿Sabes que si? —Le dijo con diversión—. O me acuerdo como llegar a casa allá o recuerdo los nombres de las calles de aquí. Mi cerebro no puede con tanto.
—Y pensar que aún así te dieron esa beca, son Idiotas los del comité.
Ambos se miraron en silencio por varios segundos y luego estallaron a carcajadas. Compartían el mismo humor, ese de denigrarse el uno al otro y burlarse de los defectos del otro, sin rebasar los limites por supuesto.
Pasaron el resto del la mañana poniéndose al día sobre sus vidas y cuando se dieron cuenta ya se había hecho hora para que saliera con su hermano. Durante el camino hacia el centro comercial, Mara le siguió contando sobre sus aventuras por Londres pero se percató en cierto momento de que su hermano no la estaba escuchando. Frunció el ceño y le jaló un mechón de cabello.
—Oye, deja de pensar en las tetas de tu novia y escúchame —Exclamó la menor con molestia—. Se ve que son bonitas pero mínimo finge que me prestas atención.
—Primero, no estoy pensando en las tetas de mi novia —Le dijo algo avergonzado—. Segundo, estoy hablando con Marco sobre cómo conseguirle alcohol más barato.
— ¿Puedo tomar?
— ¿Puedes aguantar? —Inquirió para luego arquear una ceja con escepticismo.
—Ya no tengo doce años, Jean, puedo aguantar un poco de alcohol en mi sistema —Le respondió con un poco de molestia, ofendida que dudará de su resistencia—. Además no es que tomaré mucho, solo un par de copas.
—Mmm…supongo que no pasará nada si te dejó beber un poco con nosotros —Dijo luego de varios segundos—. Pero se responsable, lo que menos quiero es que mamá me castigue a mi porque te emborrachaste.
—Esta bien, esta bien —Bufó con molestia y continuó— ¿Desde cuando eres tan responsable?
—Siempre he sido responsable, solo que sé disimularlo bien—Le respondió para luego rodearla por los hombros con su brazo.
Mara amplió su sonrisa e ingresaron al centro comercial.
—Oye, ¿Seguro que puedo ir mañana? —Insistió la joven—. No los he visto hace mucho y…bueno…
—Oye, todos crecimos juntos, básicamente esperan los veranos para que regreses a casa —Le aseguró el mayor para luego sonreírle—. Además tienes que conocer a los nuevos chicos.
— ¿”Los nuevos chicos”? —Repitió con curiosidad.
—Los amigos de mi novia, el “trio dorado”—Le respondió y se encogió de hombros—. Armin es genial, un chico muy inteligente y divertido. Te caerá bien.
— ¿Y el otro?
Jean bufó y puso los ojos en blanco.
—Eren Jeager —Mara arqueo la ceja y luego sonrió al ver lo rápido que había cambiado su estado de ánimo—. Es el hermano adoptivo de Mikasa, y ese no es mi amigo. Solo mantenemos una silenciosa tregua por Mikasa. Pero es un egocéntrico de lo peor, sé cree la gran cosa.
—Ya veo… —Murmuró algo sorprendida. Era raro que su hermano odiara a alguien, ahora quería saber el porqué— ¿Los dos estarán en la fiesta de mañana?
—Es lo más probable, Marco se lleva bien con los dos —Soltó un suspiro—. Mejor ni te acerques a él, lo menos que me gustaría es que coquetee descaradamente contigo. Es mujeriego de lo peor.
—Créeme, lo menos que quiero es estar cerca de un mujeriego empedernido, como tu lo llamas —Le sonrió de manera divertida—. Te prometo que no me acercaré a Eren Jeager.
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Hola gentecilla bella, ¿Cómo están?
Espero que estén pasando una mañana/tarde/noche genial
Aquí regresó con una nueva novelaaaaa
Si les gustó dejen estrellita y comenten, se lo agradecería de corazón ❤️❤️
Sin más que decir...
Bye Bye
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