༊*· Cruel temor
Chan no cree que los clubes sean para él.
Es decir, se siente tan fuera de lugar. No sabe cómo moverse o dónde demonios ir. En cambio, Jeongyu parece estar en su segundo hogar.
Él anda por la pista esquivando a las personas tan fácilmente. Chan no puede dar más de un paso sin estar chocando con alguien borracho o diciendo: 'Permiso, disculpa'. Tal vez sea porque Gyu es pequeño a comparación de sus uno con ochenta y cinco.
Pero saber que Gyu está feliz y disfrutando de su luna de miel realmente le hace sentir bien.
—Hey, chico flor —Gyu le llama. Chan trata de ver su rostro a través de las luces led. Gyu está sonriendo para él. Su sonrisa siempre fue hermosa, pero desde hace un tiempo ha cambiado un poco, no puede decir qué exactamente, pero está ahí. Es como si fuera tan natural en él sonreír siempre. Antes la notaba tensa y cansada.
¿Él hace feliz a Jeongyu?
Quiere preguntar, pero le parece fuera de lugar.
Siente la pequeña mano de Gyu poner algo en la suya. Chan frunce el ceño al notar que es un vaso de tiro lleno de licor ámbar.
—Bébelo. Nos pondrá felices.
—Ya soy feliz —comentó.
Gyu se le quedó viendo por un momento antes de ampliar su sonrisa. Él se acercó a Chan aún más, poniendo las manos en los hombros y quedando a pocos centímetros de la boca de Chan.
—¿Qué te pone feliz? —Sonrió.
—Tú.
—Joder, Chico flor, debes dejar de decir esas cursilerías en lugares como este —murmuró bajando los ojos.
Chan junto las cejas aún más.
—¿Por qué?
Jeongyu pareció notar el rastro de molestia en su voz. Él expandió sus hermosos ojos, una lenta sonrisa extendiéndose en sus labios.
Gyu se puso de puntillas para alcanzar su oído y susurrar:
—Porque me pones mal.
Chan parpadeó repetidas veces. Su corazón se aceleró dentro de su caja torácica. Cosas como estás hacían arder sus mejillas.
—Gyu...
—No querrás que nuestra primera vez sea en un baño público después de todo —se encogió de hombros.
—No, no queremos eso —tragó duro de sólo imaginar a Jeongyu sentado sobre el lavamanos con las piernas abiertas para él.
«Oh bendito Dios».
—Vamos, quiero bailar.
—Oh no, Gyu, sabes que no bailo.
—¿Por qué no?
Chan encogió sus anchos hombros, imitando a Gyu.
—No es lo mío.
Jeongyu lo vio con reprobación. Rodó los ojos.
—Toma el tequila. Bailaremos... ¡Escúchame! Bailarás conmigo quieras o no, eres mi esposo y quiero bailar contigo. En las buenas y en las malas, ¿no?
—¡Te avergonzaré! —trató de razonar.
Él sacudió la cabeza.
—No lo harás. Si es el caso, nos avergonzaremos juntos —Jeongyu le enseñó su meñique como si fueran niños pequeños—. Lo prometo.
Cómo no complacerlo cuando hace estas lindas tonterías.
Chan aseguró su meñique con el suyo. Sacudió la cabeza de un lado a otro sin borrar su sonrisa.
—Está bien...
Dejaron los vasos sobre una mesa de metal cualquiera. Gyu sonrió todo el camino hasta el centro de la pista de baile. Volteó dando la espalda a Chan, tiró de sus manos hacia atrás y tomó las de Chan. Su trasero presionando contra la entrepierna de Chan. Chan apretó la mandíbula tratando de enfocarse en otra cosa que no sea el hermoso culo de Jeongyu.
(...)
Es ahora cuando Jeongin agradece su estatura.
Desde que conoció a Chan ha querido follar con él. Es este magnetismo que lo enloquece. El hombre está haciendo suspirar a Jeongin. Hoy lo tendrá.
Quizá sacará a Chan de su sistema luego de una follada. Porque luego Gyu volverá y tomará su lugar.
Porque Jeongin sólo está fingiendo.
Está no es su vida.
Chan no es su esposo.
Empujando el pesimismo fuera de su mente comienza a moverse contra Chan. Lo quiere excitado y listo para la acción. Planea calentar al hombre tanto que lo volverá loco. Al menos, Jeongin planea darle el mejor sexo de su vida como un souvenir.
La noche transcurrió entre jugueteos y miradas sugestivas. Sus dedos cepillando sutilmente la entrepierna de Chan. Charlar y mantener el doble sentido era su especialidad. La mayor parte del tiempo en el club, Chan se mantenía colorado y apenado por las sucias palabras que su boca borracha soltaba.
Había bebido bastante.
El alcohol le ponía acaramelado y enérgico.
De vuelta en la cabaña de playa. Jeongin estaba de cabeza. El hambre por Chan por fin sería saciada. Empujando a Chan dentro, va por su boca, lo besa con fuerza y devoción, sorprendiendo a Chan y a sí mismo.
Esta necesidad es absurda. Pero existe.
—Gyu...
No, no quiere escuchar el nombre de su hermano salir de esa boca que siente, le pertenece. Cubriendo la boca de Chan con su mano, sacude la cabeza.
—No hablemos.
Chan asiente aún con la mano de Jeongin cubriéndole.
Jeongin está un poquito mareado. Eso no detiene su necesidad por follar al hombre. Sus dedos se mueven ágilmente por la camisa de botones. Los desprende uno a uno, besando cada rastro de piel descubierta.
Chan descansa la cabeza contra la pared, suspirando por la suave lengua resbalando por su abdomen y bajando por su entrepierna.
Jeongin llega al botón de los jeans, sus ojos ascienden hasta los de Chan. Ambos se quedan mirando hasta que Jeongin abre los pantalones y tira de los elásticos de los boxers.
Jeongin jadea al ver la larga y gruesa polla apuntar arriba, descansando contra el vientre de Chan.
—Lindo... —susurra acompañado de una traviesa risilla.
Chan volvió a ruborizarse. Él respira hondo, sintiendo a Jeongin dar una curiosa lamida a la esponjosa cabeza purpura.
Sí, Jeongin acertó. La polla de Chan era tan perfecta como él. Sus ojos admiraron la pequeña gota emerger de la ranura. Su codiciosa lengua saborea la agridulce sustancia. Sus labios envuelven la bulbosa cabeza.
Chan se estremece.
Jeongin cierra los ojos, las manos en las caderas de Chan. Relaja la garganta y toma centímetro a centímetro. Sus labios estirándose, tratando de tomar todo lo que puede. Logrando ir más de la mitad retira la cabeza, absorbiendo la dulce polla.
Ver a Chan golpear la cabeza contra la pared con las manos empuñadas, le hace hinchar su pecho de orgullo. Sonriendo entre pequeñas lamidas. Toma la mano de Chan y la coloca en la parte posterior de su cabeza. Chan abre los ojos y mira hacia abajo.
—Escoge el ritmo —le dice. Chan parece vacilar—. No me harás daño, sólo hazlo. Si no me agrada te detendré. Confía en mí.
Confiando en él, Chan empuña los ondulados cabellos castaños. Jeongin envuelve la polla de Chan, sus dedos apenas cerrándose alrededor. Incentivando al hombre, desliza su pequeña lengua rosada fuera descansando el glande allí viendo directo a los oscuros ojos de Chan.
Chan gruñe. De pronto, él empuja sus caderas contra la boca de Jeongin. Jeongin trata de tomar el pene sin ahogarse. Jeongin le sorprende con cada embestida contra su boca. Su garganta cerrándose deliciosamente contra la dura carne.
Chan lo obliga a inclinar la cabeza mirando hacia arriba, su pene entrando y saliendo de su boca lentamente. Sus caderas empujando suavemente dentro, sus ojos parecen hipnotizados. Jeongin sonríe morbosamente.
Bueno, no conocía este lado violento de Chan. Sólo sabe que le gusta.
«El Chico flor ya no lo es tanto».
El pene de Jeongin está apretándose dolorosamente contra su cremallera. Bajando el cierre, deja libre a su polla. La toma y comienza a masajearla lentamente gimiendo alrededor de la polla saliendo y entrando en su boca.
Jeongin, de pronto es levantado. Chan besa su boca con adoración. Jeongin responde el beso atontado.
—Vamos a nuestra habitación.
A Jeongin le enternece la palabra 'nosotros' en esa oración. Soñando despierto es empujando por el pasillo hacia la habitación. Al entrar al cuarto el viento rompe contra su piel. Las puertas francesas que daban a la playa estaban abiertas provocando que las cortinas de gaza serpentearan en el aire. Esto era patéticamente cursi, la luz de la luna entrando por las puertas, el sonido del mar de fondo y un hermoso hombre desvistiéndolo.
Jeongin jamás se imaginó en esta posición.
Romántico y cursi no existían en su diccionario.
Ahora, fueron implementadas.
«Bueno, joder».
Jeongin fue empujando contra la cama, cayendo sobre su espalda. Chan montó encima suyo con ojos negros como la noche. Su mirada centrada totalmente en él. De alguna manera, se siente intimidado por este Chan.
Desnudo y nervioso.
Jeongin desarrolló una nueva faceta.
La timidez.
Ahora, se siente tan contrariado. Él siempre fue decidido y directo, pero con Chan se vuelve un idiota con rodillas temblorosas. Jeongin brinca de la impresión cuando sus manos fueron unidas y plantadas sobre su cabeza. Una caliente boca cerrándose en uno de sus pezones. Un estremecimiento corrió por su cuerpo. Olas de placer arrasaban cada parte suya.
«Qué jodidos está pasando», piensa.
No puede buscar respuestas porque siente algo mojado y frío deslizarse dentro de su culo. Bajando los ojos por el excitante cuerpo de Chan ve un tubo de lubricante a un lado de su tembloroso cuerpo y a Chan viendo concentradamente su agujero.
Sus piernas tratan de cerrarse, pero las fuertes manos no se lo permiten. Chan se levanta y besa su boca.
—Seré bueno, bebé.
No parece que lo será. Chan parece fuera de sí. Él siempre está bajo control, pero ahora está siendo liberal y demandante. Jeongin traga duro, no se esperaba esto.
Él realmente pensaba que sería el que lideraría. No, él está abajo, sintiéndose como una virgen. Inseguridad y duda llenan su mente. Trata de empujar esos absurdos sentimientos y hacer volver a su puñetera seguridad, pero la cosa está escondida.
La fea cabeza del miedo emerge su cabeza y sonríe a Jeongin.
Por primera vez en su maldita vida, Jeongin no puede controlar la situación.
Él está siendo controlado.
Chan desliza dos dedos más, estirando a Jeongin. Besa su nariz y luego su boca.
—Quiero hacerte el amor, bebé.
«¡Qué alguien le dispare!».
Chan siempre perfecto, hasta cuando lo folla sigue siéndolo. Es absurdamente perfecto. Maldito Chico flor.
Jeongin asiente embobado. Su garganta parece reseca. Su pecho subiendo y bajando acompasado. No sabe que vendrá.
Chan desliza los dedos afuera. Oh Dios, esta es la hora de la verdad.
Y la verdad sea dicha.
Tiene miedo.
No sabe a qué o a quién. Sólo sabe que lo tiene.
Y no le gusta.
Sentir a Chan entrar en él es sentir estar en el cielo. No. Ni siquiera eso se compara con lo que está experimentado. Chan empuja centímetro a centímetro suavemente como lo prometió.
Oír como silba entre dientes hace que se sienta irónicamente orgulloso. Chan disfruta de su apretado culo, bueno. Jeongin jadea al sentir a Chan totalmente dentro de él.
Cuando comienza a moverse pequeños gemidos emergen de sus hinchados labios. Las caderas cada vez golpeando con más fuerza, encontrándose con su propio impulso. Escuchar la piel chocar, los gruñidos venir de él lo están mandando a un pozo sin fondo.
Chan murmura suaves palabras, ironizando el hecho de estar partiéndolo por la mitad con cada golpe. Su cuerpo tiembla, una de sus manos enterrada en el siempre prolijo cabello de Chan mientras que la otra está aferrada a su cadera. Jeongin ancla una de sus piernas y trata de controlar la situación por primera vez.
Impulsándose, derrumba a Chan sobre su espalda. Ahora está montándolo, es su oportunidad de controlar al hombre, pero esa puta oportunidad muere cuando las grandes manos de Chan abrazan su culo y marca el ritmo de sus caderas.
Cayendo con fuerza y levantándose con lentitud.
Sentir cada pulgada de aquella gloriosa polla hace que su mente vuele lejos. Su cabeza cae sobre su hombro, sus ojos se vuelven vidriosos y su polla explotará.
Chan envuelve una mano en su goteante pene. Masturba a Jeongin al ritmo de sus embestidas. Jeongin desenfoca la vista y su orgasmo golpea con fuerza.
Jeongin se corre duramente, gritando el nombre de Chan. Termina derrumbándose sobre el agitado pecho de Chan. Él aun moviéndose. Chan abre sus nalgas y lo azota grandes golpes de su polla antes de correrse dentro de Jeongin consagrando su unión.
—Te quiero... —Chan susurra.
Jeongin no contesta.
Ahora Jeongin sabe a qué le tiene miedo.
Le tiene miedo al amor. A que Chan descubra la verdad. A que le rompan el corazón.
Tan simple y llano como eso.
Jeongin cubre su rostro con las manos, gime de impotencia.
—Estoy tan jodido.
(...)
—Buenos días, bebé.
Chan lo saluda con su habitual beso.
No es que le molestara. Lo que le molesta es ese ardor en su vientre cada vez que Chan hace algo lindo como eso. Gruñendo bebió de su café.
Han pasado cuatro días desde que llegaron a Busan. Han hecho demasiado, exploraron, fueron a distintos lugares, practicaron deportes extremos y tuvieron cenas románticas.
Chan siempre lo despierta con el desayuno listo. Hecho por él. Bueno, agradece el gesto. El Chico flor no es tan diferente pero cuando las cosas se vuelven calientes, Chan lo sorprende totalmente.
—Esperé mucho por tenerte.
Él había contestado a Jeongin en alguna ocasión.
Chan siempre está abrazándolo o sonriéndole. Jeongin ha empezado a ponerse nervioso. No es que odiara pasar el tiempo con él. Si no las emociones que desarrolla al compartir tiempo con el esposo de su hermano.
Porque esa es la realidad.
Chan no es suyo.
Jeongin pone mala cara. Chan está a punto de preguntar qué sucede cuando el teléfono suena por toda la cabaña. Jeongin se levanta para contestar con su taza de café en sus labios.
—Hey, Gyui.
Jeongin gime, lo que le faltaba. Su madre.
—¡Hey má!
Trata de imitar a Jeongyu, pero no le está funcionando tan bien. Su madre carraspea al otro lado de la línea.
—Estoy visitando Corea, estoy hospedándome en un hotel cerca de tu casa.
—Madre, estoy en mi... luna de miel —sonó tan fuera de lugar que hasta su madre murmuró algo al respecto—. Estoy un poco agotado.
—¿Mucho sexo?
Jeongin se aguantó la risa. Si fuera él hubiera contestado que sí, pero estaba siendo Jeongyu así que optó por sonar avergonzado.
—¡Madre!
—Niño, no digas madre como si no sé lo que hacen en las lunas de miel. Deberías ser más abierto y receptivo como Jeongin. Él sí me cuenta sus aventuras.
—Pero no soy él.
Eso es lo que Gyu contestaría. Sí, él lo haría. Aunque ahora, Jeongin desconoce a su hermano. Ya ni siquiera sabe qué es verdad y qué no.
—Bueno, ¿cuándo volverás?
—El viernes.
—Estaré esperando por ti.
—Bien.
(...)
Su madre siempre fue una mujer escandalosa. Le gusta llamar la atención y siempre ser la preferida de todos. Era divertida y siempre positiva al igual que él.
Aparentar ser serio cada vez que ella bromeaba era duro.
Jeongin ama bromear y criticar a todos junto a su madre.
—¿Estás saciado?
Abriendo la boca, Jeongin mira en dirección de Chan. Él está totalmente sonrojado. Su madre se encoge de hombros manteniendo esa tierna mirada.
—Madre, no deberías hacer esas preguntas.
—Cierto. Debo recordar no hacerlas cuando tu esposo está aquí.
Entonces, Chan se levantó y abotonó su camisa con su característica elegancia. Jeongin lo siguió con la mirada, sonriendo al hombre.
—Tengo pendientes de la empresa que resolver. Sra. Yang fue un placer finalmente conocerla. Espero tenerla presente en el futuro.
—Llámame Boyoung. Jamás hagas sentir a una mujer vieja —su madre guiñó su ojo a Chan. Él la miró por un momento, asintiendo antes de acercarse hasta Jeongin y besarlo en la comisura y desaparecer por la puerta—. Ahora...
—¿Sí, madre?
Su madre bajó la taza de té y le miró fijamente. Ella recostó su espalda contra el respaldo del sofá y extendió sus manos a cada lado del sofá.
—¿Cuándo dejaremos la actuación?
Jeongin parpadeó hacia su madre.
—¿Perdón?
Ella se relamió los labios y cabeceó hacia él.
—Me refiero a ti. Quiero saber en este mismo momento por qué estás suplantando a tu hermano, Yang Jeongin.
Jeongin logró sentir como su corazón se congelaba. Estaba experimentando algo así como un mini infarto. Su madre le vio con severidad, esperando a que diga la jodida verdad.
¿Por qué nada podía salir bien con él?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro