༊*· Cruel aceptación
Jeongin jamás se imaginó diciendo a sí mismo 'Yo acepto'. Pero ahora, que lo ha dicho, se siente extrañamente bien.
Bang Chan es una persona muy amable y sociable. Jeongin trata de esconderse entre los invitados, pero siempre es arrastrado por su esposo hacia las personas que desean dar sus buenos deseos. Jeongin frunció el ceño al ver a su tía Sohyun venir en su dirección.
La jodida idiota de su tía.
Ella nunca quiso a Jeongin, pero ama a Jeongyu. Siempre se lo hizo saber. Está estresado, con dolor de espaldas y pie, no necesita a la mugrosa de Sohyun para terminar su día.
—¡Mi Gyu!
«Tu trasero gordo», pensó siendo presionado por los grandes senos. Jeongin arrugó la nariz y trató de que sus arcadas sean disimuladas. El perfume barato inundó sus fosas nasales. Gracias a Dios, su tía Sohyun lo dejó respirar al verlo morado. Jeongin la vio abrazar y coquetear a Chan. Qué jodidos está mal con esta mujer.
—Tía Sohyun —dijo. Sus ojos se alternaron entre Chan y su tía. Chan frunció el ceño con elegancia, hasta cuando hacía eso era extremadamente lindo—. Siempre es un gusto verte —mintió. Jamás lo es.
—Oh, mi pequeño creció tanto. Me duele tanto verte casado, al menos sé que estarás con un buen hombre —murmuró. Su mano acariciando el brazo de Chan con sutilidad—. Sabes, Chan, te llevaste al niño bueno de la familia. Dios escuchó tus plegarias, déjame decirte que tienes una suerte de haber elegido al querido Gyu y no a Jeongin. Oh Dios, ese chico sólo es un dolor de cabeza, un atrae problemas —ella sacudió la cabeza cómo si con sólo imaginar a Jeongin le diera jaquecas.
Jeongin aplanó los labios, aspiró con fuerza y enseñó una sonrisa tan falsa como los senos de su tía Sohyun.
—Es bueno saber lo que piensas de mi hermano, tía.
Sohyun asintió.
—Sí, siempre tuviste razón sobre tu hermano, Gyu. Jeongin nunca tendrá futuro de no ser por tu madre, mi hermosa Boyoung. Lidiando con los problemas de su hijo, ella nunca tomó buenas decisiones, pero agradezco a tu padre que te haya elegido a ti para heredar la empresa familiar, si hubiera sido Jeongin habría vendido todas mis acciones. Ese niño nunca me gustó.
«Bueno, gracias».
Es que tanto odio tenía su tía Sohyun contra él. Jeongin estaba sorprendiéndose con cada palabra que salía de su venenosa boca roja. ¿Jeongyu hablaba mal de él? ¿Su hermano en verdad lo acuchillaba por la espalda?
Su corazón dolió, pero la esperanza de que su mentirosa tía esté engañándolo era una posibilidad que quería mantener. Chan bajó los ojos hasta él y pareció comprender su incomodidad por lo que se disculpó con su tía.
—¿Te sientes bien? —preguntó.
—Sí.
—No pareces estarlo —Chan sonó preocupado.
—Si sabes la respuesta para qué jodidos preguntas —Jeongin se exaltó. Chan lo miró sorprendido por su arrebato, pero Jeongin estaba demasiado cabreado con el mundo como para darse cuenta de que lastimó a Chan. Soltándose del brazo de Chan, se alejó del jardín, yendo a ninguna parte.
Una vez lejos de todo el alboroto de la fiesta, cubrió sus ojos. En verdad, le lástima que su propia familia esté diciendo esas estupideces. Para la familia entera, Jeongin y su madre, Boyoung, siempre fueron los rebeldes. Las ovejas negras.
Jeongyu y su padre Hyunsik eran los justos y nobles. La familia nunca quiso a su madre por no bajar la cabeza y seguir las órdenes de la abuela. Jeongin heredó su espíritu libre por lo que cuando algo le parecía injusto lo hacía saber.
¿Es tan malo ser lo que quieres ser?
A una edad temprana, su carácter fue moldeándose, siendo curioso, aventurero, apasionado y demasiado divertido para la estricta familia. Su abuela era una de las personas que no estaba conforme con el chico que se había convertido, pero ella al menos respetaba sus gustos. En cambio, sus tíos y tías, primos, primas, desaprobaban toda idea que fluía de su cabeza.
Es por eso una de las razones que declinó unirse a la corporación familiar. Jeongin era muy bueno dibujando y diseñando. Pero la familia no parecía pensar igual, así que renunció.
Eso sí hizo feliz a la familia. Excepto a sus padres, a su abuela y a Gyu. Ahora, no sabe qué pensar de su hermano gemelo.
—Lo siento.
Jeongin se sobresaltó al oír la profunda voz. Mirando por sobre su hombro, encontró a Chan mirando el suelo, con las manos en los bolsillos de sus pantalones negros. Su mirada expresando arrepentimiento.
Se sintió como una mierda.
—¿Por qué te disculpas, tonto? —bromeó.
—Porque te lastimé. No debí preguntar.
—No seas tonto, Chico flor —Jeongin caminó hasta Chan, extendió sus manos y abrazó el rostro de Chan—. Soy un poco temperamental, tendrás que tenerme mucha paciencia.
—No quiero que estés enojado el día de nuestra boda.
—¡No lo estoy! —rio dulcemente.
—No me mientas. Sé que estás enojado con algo o alguien, si es conmigo, lo siento.
Jeongin no respondió. Colocándose de puntitas, besó los labios de Chan. Bang sonrió tímidamente, pero aceptó el beso.
—No eres tú, nunca me enfadarás.
Jeongin no sabe eso. Puede que haya cosas de Chan que lo hará enfadar. Se prometió tratar de disimularlo. Jeongin es un hombre dulce. Lo conoce de muy poco tiempo, pero de ese poco tiempo aprendió que Chan jamás lo lastimaría, no apropósito.
—Vamos, es hora de despedirnos. Debemos ir a nuestra luna de miel —susurró Chan. Los cabellos castaños de su nuca se erizaron.
Sí, había olvidado esa parte.
—Está bien, vamos.
Jeongin no quería sonar tan emocionado, no pudo evitarlo. En verdad quería ser follado por alguien tan dulce como Chan.
(...)
—Gyu...
«Maldita sea».
—¿Sí, tía Sohyun? —su falsa tía le sonrió entre dientes. Odia los pintalabios rojos en su asquerosa boca.
Jeongin había estado esperando a Chan. Él fue a despedirse de sus padres, intercambiando algunos penosos consejos que Chan no quería que fuera testigo. Así que decidió esperarlo en la cera junto al auto para dirigirse al aeropuerto y comenzar su excitante luna de miel.
—De ese pequeño tema que hemos estado hablando, acepto la propuesta. Sabes que siempre fuiste mi preferido, cariño —Jeongin no estaba entendiendo muy bien lo que su tía estaba tratando de decirle—. Cuando vuelvas, visita mi oficina y cerraremos el trato —Sohyun se acercó hasta Jeongin, besó la comisura de su labio y acarició su entrepierna sutilmente antes de irse.
Qué jodidos infiernos acaba de suceder.
—¿Gyu? —Chan llamó. Volviendo hacia él, tomó su mano sin poder creer que su tía lo había tocado de esa manera—. Hoy empieza nuestra vida juntos —Chan susurró antes de besar sus labios suavemente. Suspirando, abrió los ojos lentamente. Bajó y subió la cabeza, un poco, abrumado por toda la información que su cerebro recibió ese día.
(...)
—¿Por qué Busan? —Chan le preguntó. Jeongin sonrió.
Tal vez la razón era porque cuando Jeongyu y él eran pequeños iban de vacaciones allí. Le gustaba la cabaña cerca del mar. Podían jugar muchas horas allí, podían ir a bucear con su madre o sentarse en el porche a leer con su padre. Jeongin sonrió a Chan, y entrelazó sus dedos con los de él.
—Porque me trae buenos recuerdos.
—Eso es bueno, espero poder hacer otros recuerdos buenos para ti allí.
Jeongin rodó los ojos, riendo.
—Deja de ser tan dulce, Chico flor —le dijo.
—Me gusta ser dulce contigo. Sabes que sólo me comporto de esta manera cuando estoy contigo. Te amo, estamos casados, déjame ser —pidió. Jeongin asintió.
En el momento en el que el chofer se estacionó, Jeongin saltó del auto y se quedó parado observando la cabaña que una vez fue un segundo hogar. Chan lo abrazó por detrás, besó su mejilla.
—Es una cabaña muy hermosa.
—Es de mis padres —murmuró. Los recuerdos de su madre saliendo al porche y sentándose en la hamaca de madera. Recuerda a su padre salir y sentarse con Boyoung y besar su cabeza. Aún no comprende cómo fue que sus padres terminaron divorciándose.
Sacudió la cabeza. Hoy debía estar feliz por Chan. El hombre se lo merece. Girándose con una sonrisa brillante, señaló a Chan.
—Ve adentro, toma un baño rápido.
—¿Tenemos algo que hacer? —cuestionó, ingresando a la cabaña.
Asintió.
—Hoy iremos a un club, quiero bailar —Chan parpadeó, estático en su lugar en la sala de estar.
—Nunca he ido a esos lugares —confesó.
—¿En serio nunca has ido a un club? —gritó, sorprendido. El chofer bajó las maletas y salió, despidiéndose con un cabeceo.
Chan afirmó.
—Esta noche seremos compañeros de crimen —Jeongin expresó con malicia. Chan lo miró confundido y eso provocó que riera con fuerza.
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