SuYeon solloza, su cabeza es golpeada contra la ventanilla del taxi, no puede creer que hace solo veinte minutos atrás haya acabado definitivamente su matrimonio. Aunque, si es honesta, hay algo dentro suyo que se siente más libre después de haber roto las cadenas que la mantenían aferrada a NamJoon, la depresión de su marido no era tratada del todo, y él ni siquiera se hacía cargo de sus propias emociones. ¿Cuál era su propósito? ¿Mantenerla a su lado siendo infeliz? Era demasiado cruel, mucho más tiendo en cuenta todos los intentos de ella por ayudarlo.

Pero, ya no desgastaría más de su juventud restante en un hombre que no sabía valorarla. No duda de que el amor entre ambos fue hermoso, y es que, ellos se amaron con locura. Todo tiene un final, y él de ellos era ahora.

Los años que se prohibido viajar, los que no rió, todos esos que fue infeli, pueden valer la pena.

Pues se iba a divorciar, estaba decidida a eso.

Apenas bajó del taxi, las puertas de la enorme casa de su hermana menor se abrieron, la misma salió de estas, había recibido su mensaje. Rápidamente se abalanzó en un fuerte abrazo, atrás de ella, su madre también se asomo, parecía angustiada.

—Todo estará bien. —le dijo— Tú puedes.