Era una de esas tardes donde SuYeon prefería olvidarse del resto del mundo y reír a carcajadas junto a él, con una taza de café –escrito allí mismo: 'La mejor esposa del mundo.' Su primer regalo de mes de casados– mientras charlan, fingiendo que no había preocupaciones de la puerta de su oficina para afuera. Como una de las principales encargadas del Hospital de su padre, tenía el deber de marcar una distancia entre ambos, más allá de su edad, ellos no eran para nada compatibles ante el resto de la sociedad.

Tal como fue con NamJoon.

—¿Usted... está casada? –dice al leer las letras en la taza, luego, ve el anillo en su dedo. Pero cuando nota su mirada incomoda se arrepiente de haber preguntado— Oh, lo siento, no era mi intención... podemos hablar de otra cosa si lo prefiere.

—No, no. —niega, ¿Por qué ocultarlo? ¿A qué le temía?— Sí, estoy casada hace un par de años.

—Su marido debe ser muy afortunado.

—Ojalá él lo viera de la misma forma. —atina a decir.

—Sí no lo ve es porque no merece una mujer como usted.