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• EPÍLOGO

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THE BLACK SISTERS
CRUCIO
Él volverá.
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—¡Cálmate! ¡Cálmate! —Narcissa no encontró otra manera de hacer que volviera del shock más que dándole una bofetada fuerte en el rostro. Algo que para Bellatrix era sumamente ofensivo.

—¡Qué crees que haces, Cissy! —le gritó fuera de sí, zarandeandola —¡no creas que voy a tener consideración contigo por el hecho de que estás embarazada! Si me haces perder la paciencia, te acabo —amenazó.

Desde que Bellatrix supo que Voldemort había desaparecido, toda su mente sufrió de una especie de colapso. No era capaz de entenderlo, no había forma de que aceptara lo que sucedió.

Por eso lanzaba platos, por eso destruía a su paso todo lo que estorbaba en su camino. Bellatrix Lestrange estaba inmersa en una sensación de vacío que estaba acabando con ella en sentido literal de la palabra.

—Ni siquiera me dejó una pista, ni siquiera me dijo que se sentía débil —masculló para sí misma —, él no se pudo haber ido sin avisar.

—¡Ya basta, Bellatrix! —vociferó su hermana, nuevamente —, Lord Voldemort fue derrotado, fue vencido por el insignificante bebé de una sangre sucia —murmuró de la manera más hiriente que pudo para lograr que ella entrara en razón —. Si un simple bebé sin magia ni talento pudo vencerlo, significa que no era ni la mitad de poderoso que se vanagloriaba de ser, significa que era un maldito fraude que se aprovechó del dinero y la pureza de la sangre de las familias respetables como nosotros.

—¡No! ¡Algo debió de haber pasado con ese maldito crio! ¡La profecía, la profecía tiene que ver en su desaparición!

—¡Da igual, Bella! ¡Él ya no está! ¡Tú no serás la señora de la oscuridad como tanto habías fantaseado! —le escupió con burla e ironía —, tienes que aceptarlo, Voldemort murió y no se puede hacer nada, ni siquiera quedó su cuerpo. Era una débil cáscara que desapareció en el aire, se hizo humo, se convirtió en nada.

—No, no lo entiendes —volvió a decir Bellatrix, con las lágrimas causadas por la ira resbalándose por las mejillas de su rostro —, si hay algo que pueda hacer para traerlo de vuelta, para que vuelva a ser fuerte, para que vuelva en gloria y majestad.

—¡Basta, no seas ridícula! —señaló —. Lo que ahora debes hacer es irte, irte del Reino Unido, jamás usaste la máscara, eres el blanco de los aurores porque todos van a señalarte como la mano derecha del señor oscuro —replicó —, si quieres mantenerte a salvo debes abandonar Londres cuanto antes.

—¿E irme sin saber qué es lo que le sucedió al señor tenebroso? —replicó ofendida—, lo siento Cissy; habemos personas que no somos unas cobardes, yo debo saber qué es lo que sucedió con Lord Voldemort aunque sea lo último que haga, aunque este destinada a morir, pues me uní a su causa porque era lo que me hacía sentido, lo que para mí es correcto y no voy a permitir que una tropa de inútiles hagan como que aquí no sucedió nada.

—Bella, estás loca.

—Quizás, pero no soy desleal, no soy una hipócrita. Jamás podría ser como todos los mortífagos que ahora buscar tener coartadas o contar una versión irreal de lo que sucedió —gruñó —. No creas que no te he escuchado hablar con Lucius a escondidas, no creas que no te he oído decirle que huyan o que usen sus influencias —replicó —, no temas no te delataré, pero todo cae por su propio peso Cissy, quizás ahora no vayas a caer, pero más temprano que tarde, tu amado esposo será conocida como la rata cobarde e inmunda que fue y cuando él vuelva lo va a relegar a donde la mierda y la escoria van.

Tras decir estas palabras se colocó la capucha negra, mediante un hechizo se comunicó con Rodolphus y con Barty y se reunieron en un tejado. Sin lugar a dudas, Barty era el hombre que más devoción tenía para con Lord Voldemort después de Bellatrix, Rodolphus hacía sin duda lo que su esposa decía y se dejaba llevar por ella; de lo contrario no habría permitido que esta los guiara a realizar un plan tan ridículo que les llevaría directo a la ruina.

Frank y Alice Longbottom habían desafiado y peleado contra el señor tenebroso en muchas ocasiones, eran miembros honorables de la orden del Fénix y habían estado en la mira de los mortífagos, pues muchos creían que su hijo Neville podría haber sido el protagonista de la profecía del señor tenebroso.

No obstante ellos siempre continuaron adelante, siempre lucharon, batallaron contra las fuerzas oscuras y no tenían problema en ofrecer sus vidas con tal que el mundo mágico estuviera en calma. El honor y la gloria de su profesión también conllevaba peligros inimaginables.

El matrimonio Longbottom jamás imaginó que después que el señor tenebroso desapareciera serían acechados por mortífagos. Jamás pensaron que la lealtad de estos llegara a tanto, pues según el departamento de seguridad, estos se esconderían para evitar a toda costa el juicio por crímenes contra la humanidad y el mundo mágico.

El pequeño Neville había salido de paseo con su abuela, Frank y Alice tenían mucho papeleo por resolver y preferían terminarlo en casa debido a que en el ministerio sentían que estaban más expuestos a ataques de posibles réplicas. Sabían y conocían hechizos de protección por lo que no sintieron la necesidad de tomar mayores precauciones a la hora de mantenerse ocultos.

Sin embargo un ruido en el techo les alarmó.

—Quizás sólo sea el gato de la vecina quien anda corriendo por los tejados —siseó Frank al notar la cara de preocupación de Alice —iré a ver.

No obstante una explosión consiguió que ambos tomaran sus varitas y salieran de inmediato al jardín trasero. Mientras la niebla se dispersaba, Alice pudo notar vestiduras negras y figuras encapuchadas que cada vez se hacían más nítidas a sus ojos.

—Creo que ha llegado tu turno, querida Alice. Creo que ha llegado tu turno de jugar conmigo —murmuró Bellatrix entre risitas.

Le encantaba despreciar y hacerle comentarios sarcásticos a quienes serían sus oponentes.

Los aurores sin darle tiempo a que continuara con su teatro, de inmediato comenzaron una lucha sin piedad entre hechizos y maldiciones. Todos los magos que se encontraban en el sitio, eran sumamente poderosos, todos tenían una gran habilidad para los duelos.

—¡Ríndete, Bellatrix! —gruñó Frank —, no sigas con esta tontería. Es momento de hacer las cosas bien, es momento de hacer lo correcto.

Las risas hilarantes de la Bruja resonaron haciendo eco a pesar de estar en un espacio exterior. Esos comentarios, esos valores no los compartía para nada, es más, le parecían ridículos.

—¿Con quién crees que estás hablando, Frank? ¿Con una estudiante de primer año? ¿Con una adolescente manipulable? ¡Mírame! Mira lo que soy y la grandeza de ello.

—No hay ninguna grandeza en asesinar personas, en ser la marioneta de un mago que quiso introducir al mundo en tinieblas —recalcó Alice.

—Ese mago hizo más por nosotros que cualquier ministro, que cualquier persona que hable sobre el amor y la paz ¡No somos así, todos quieren poder! ¡Todos quieren ser poderosos y estar sobre los demás!

—¡Rictumsempra!

—¡Desmaius!

—¡Incancerous!

—¡Expelliarmus!

La respiración de todos los oponentes era agitada y el polvo comenzaba a ahogar las vías respiratorias de los contendientes.

—¿Enserio no te arrepientes de tus crímenes? ¿De todo lo que han hecho los mortífagos en nombre de un mago que murió?

Oír que ellos se burlaban de la muerte, desaparición o lo que fuera que pasó con Voldemort, le provocaba una ira tal, que era capaz de cualquier cosa, era capaz incluso de cometer locuras que una parte de su subconsciente reprimía.

—Pues sólo tienes que observar en lo que me he convertido. La grandeza de la que ahora soy poseedora es gracias a Lord Voldemort, es gracias al señor tenebroso y pelearé contra todos quienes mencionen o vayan en su contra.

De pronto, desde el techo apareció Rodolphus y Barty, lanzando hechizos aturdidores en contra de los aurores, sin que éstos pudieran darse cuenta antes para defenderse o repelerlos. Les habían caído encima de repente y ahora yacían atados sin poder moverse por completo. Tenían la fe y la esperanza de que vendrían a ayudarles, pero los mortífagos no planeaban darles tregua, no hasta saber qué sucedió con el señor tenebroso.

—Ahora, preciosa —susurró Barty muy cerca del rostro de Alice —, vas a hablar y decirme qué es lo que pasó con él.

—No lo sé y si lo supiera no te lo diría —exclamó con la cara roja.

Barty le hizo un gesto a Rodolphus y este realizó un ligero corte en el rostro de Frank. Bellatrix empezó a reír nuevamente y veía la escena con gracia.

—Voy a preguntarte denuevo, ¿qué sabes de la desaparición de Voldemort? —siseó, ahora pasando su lengua por la mejilla de la bruja.

—¡Apártate de ella, animal inmundo! —bramó Frank, iracundo —, Alice no sabe nada, soy yo quien llevaba el caso junto a otro grupo de aurores, sólo pierdes el tiempo.

—¿Crees que puedes engañarnos? ¿De verdad que lo crees? ¡Sabemos que eran parte de la orden del Fénix! Sabemos que ambos eran la mano derecha de Moody y que son funcionarios de alto rango— respondió Lestrange —, y de verdad, aprovechen de hablar antes de que ya no tengamos opción y recurramos a ella —indicó apuntando a Bellatrix, quien bailaba alrededor de los maceteros y objetos destrozados —. Mi esposa tiene fama de sádica.

—No te diré nada, no voy a hablar.

—Bella...

—¡Frank, diles lo que sabes! —gritó Alice, presa de la desesperación —, después de todo sabemos lo mismo que sabe todo el mundo.

Bellatrix se dirigió a la mujer y le pateó el vientre con un puntapié.

—¡Y qué es lo que sabe todo el mundo! —chilló molesta —¿O vas a contarme el cuento de la profecía otra vez?

—Aunque te duela asumirlo —inquirió Alice, recobrando la compostura —, aunque ustedes crean que hemos capturado a Voldemort y pueden tener opciones de rescatarlo de nuestros calabozos, los aurores no lo tenemos, para nuestra desgracia, no sabemos qué fue de él. Sólo podemos agradecerle a ese bebé que acabó con todos sus poderes, él fue quien lo redujo a cenizas.

—¡Crucio! —volvió a gritar Bellatrix —¡hablarás ahora si no quieres que te mate!

Recibir el impacto de la maldición torturadora era inexplicable, unos segundos y los magos pedían la muerte a gritos, sin embargo Alice no lo hizo. Y eso fue motivo para que Bellatrix fuera mucho más tenaz en su tarea, que fuese mucho más letal en el arte de torturar.

—¡Dime dónde está el señor oscuro, maldita perra!

—¡No por favor, basta. Basta! —gritó Frank pidiendo clemencia —, de verdad, ella no sabe nada, te lo imploro, déjala ir, déjala ir y yo te diré todo lo que quieras.

Frank y Alice intercambiaron una mirada de complicidad. Era lo único que tendrían, pues ambos sabían que no sobrevivirían a esa historia, sabían que no podrían vencerlos estando allí, desprotegidos, desarmados y a la espera de que alguien fuera a por ellos.

Bellatrix se acercó a Frank y se arrodilló a su lado. Sonrió y le tocó el cabello.

—Vaya, que alegría ver muestras de caballerosidad en el mundo. Rodolphus, si fueras la mitad de caballero que él, quizás nuestro matrimonio podría ir mejor —dijo de forma burlona —. Frank, tan apuesto, tan guapo ¿Quieres salvar a tu linda y dulce esposa? ¿Quieres que se salve para que pueda acunar en sus brazos al pequeño Neville? Iugh, qué nombre tan feo ¿A quién se le ocurrió? Debió haber sido a ella, se nota que tú eres de otro estilo —siseó acariciando su barbilla —, lástima que yo preferiría salvarte a ti, pero ya que insistes.

Se levantó y se dirigió hacia Alice nuevamente.

—Te lo preguntaré por última vez, considerando las peticiones de tu esposo —amenazó —¿Dónde está el señor tenebroso?

—Huye, Bellatrix. Huye mientras puedas o te espera una larga estadía en Azkaban, a ti y a tu tropa de mediocres magos, creyentes en un todopoderoso que jamás lo fue.

En ese momento el rayo rojo de la maldición Cruciatus salió de la varita de Bellatrix y no se detuvo, no se detuvo más a pesar de los gritos de Alice, a pesar de oír las súplicas de Frank, quien imploraba por ella.

Ambas brujas tenían pensamientos diferentes. Bellatrix ardía en rabia, recordaba a quien había sido su maestro, su amo, su guía, su amante, el hombre que amaba –de una manera retorcida y extraña–, Voldemort era la motivación que hacía fuerte su magia. En cambio Alice pensaba en los ojos, en la risa y el rostro de Neville, en la suavidad de su tacto; sabía que no sobreviviría, sabía que cuando le dio el último beso, sería la última vez que le vería y se aferró a ello.

Bella no se percató en qué momento sus acompañantes comenzaron a torturar a Frank, sólo salió del trance de la tortura cuando los aurores llegaron y la apresaron junto a Rodolphus, Barty logró huir rápidamente usando la máscara de los mortífagos.

Bellatrix comenzó a reír, a reír de forma loca y desesperada.

Cuando yacía sentada en medio del tribunal a la espera de su sentencia, logró divisar los ojos de su hermana, Narcissa en un lado de la galería y en el fondo, prácticamente tratando de parecer imperceptible, estaba Andrómeda. En el instante en que ambas intercambiaron una mirada, Bellatrix interrumpió a Bartemius Crouch, quien dictaba su sentencia.

—Bellatrix Lestrange, de soltera Black. Es sentenciada a cadena perpetua en una celda de máxima seguridad en la prisión de Azkaban —habló con severidad —, está decisión es inapelable y no existe posibilidad de un nuevo juicio que busque disminuir su sentencia...

—¡El Señor Tenebroso se alzará de nuevo, Crouch! ¡Tírenos a Azkaban!, esperaremos a que resucite y vendrá para nosotros, él nos recompensará más allá que cualquiera de sus otros partidarios. Nosotros, los fieles, ¡Sólo nosotros tratamos de encontrarlo! —gritó antes de que los aurores le lanzarán un hechizo silenciador —¡Él regresará! ¡Él renacerá de entre las sombras! ¡Él volverá y suplicarán piedad!

Las hermanas Black se observaron por última vez.

Desconociendo que en muchas partes del mundo, a escondidas, miles de magos brindaban por Harry Potter, el niño que vivió.

Sin embargo conocían su realidad.

Nunca volverían a ser hermanas.

Al menos no como cuando vivieron en la casa de sus padres.

Sus caminos se habían dividido de manera inquebrantable.

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