Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

• CAPÍTULO 6

____________________

THE BLACK SISTERS
CRUCIO
VI. Oh, dulce Cissy.
_____________________


Habían cualidades de sobra por las que Narcissa había destacado a lo largo de su vida y una de ellas había sido su suave manera de ser y fingida sumisión.

No todos conocían los manipuladores y calculadores atributos de la rubia; conseguía que los hombres fueran cayendo a sus pies con sólo una risa emitida de sus labios.

Había que admitir que no sólo era una cara bonita. Desde que comenzó con sus pasantías en Gringotts, había demostrado que su inteligencia y desplante podían conseguir que ascenderiera a un puesto de planta en el banco mágico. Su carácter y su belleza la convertían en un elemento invaluable; sobre todo a ojos de Frank McMillian, quien curiosamente se había dado el tiempo de enseñarle personalmente todo lo que debía saber a cerca del funcionamiento del lugar.

Ella aprendía rápido y demostró que no necesitaba que nadie le dijera que y cómo debía hacer su trabajo. Eso generó confianza y un sentimiento de eficacia que jamás había experimentado.

Cissy estaba acostumbrada a que todos fueran detrás de ella para suplir sus necesidades y cumplir sus deseos.

Ahora estaba haciendo las cosas por sí misma y se sentía diferente, se sentía capaz de hacer lo que fuera sin tener la necesidad de que alguno de sus elfos, que sus padres, sus hermanas, alguno de los chicos que querían conquistarla o su prometido lo hicieran por ella.

Su potencial fue creciendo cada día y era inevitable que el interés en ella fuera incrementándose cada día más.

—Señorita Black— comentó Frank a su lado, a una distancia que cualquier persona encontraría cuestionable —, de verdad estoy maravillado de sus capacidades— le aduló—. En tan poco tiempo ha conseguido atraer muchos nuevos interesados en las bóvedas, ha podido organizarse con los clientes de una forma estructurada y disciplinada que me tiene totalmente satisfecho.

Narcissa acomodó un mechón de su cabello rubio que voló muy cerca del rostro de su jefe. Notaba como este hombre la observaba embelesado– algo a lo que estaba acostumbrada, en cualquier sitio al que fuera esto sucedía– y cómo su sonrisa no desaparecía al estar cerca de ella; Cissy era muy consciente de lo que provocaba en el mago y si debía ser sincera, le encantaba recibir esa atención.

—Señor McMillian la verdad me siento muy feliz de estar haciendo bien mi trabajo— acotó mirando directamente a su rostro.

—Puedes decirme Frank, ya lo hemos conversado muchas veces—. En esta ocasión la voz del mago fue profunda y sentida, sus ojos transmitieron seducción y calidez; Narcissa se vió algo confundida pues estaba cayendo bajo los encantos de su jefe y si continuaba mirándola así probablemente no resistiría por mucho el impulso de besarle.

¿Por qué se había propiciado esta situación entre ellos?

Frank no era el único que había admirado a Narcissa desde lejos. Ella también lo había hecho para con él y había determinado que era un hombre encantador, muy masculino y usaba un perfume que conseguía que sus hormonas se alborotaran.

En muchas ocasiones se vió observando su perfil, deteniéndose en su mentón definido y en la barba que lo decoraba. Su rostro tenía ya algunas líneas de expresión que venían de la mano con la edad que este tenía, pero lejos de hacerlo menos atractivo, le daban un toque de misterio, lo hacían ver interesante, al igual que las canas que pintaban su cabello cuidadosamente cortado.

—Creo que no me acostumbro a decirle Frank —susurró abrumada, pues su corazón había dado un vuelco—, usted es mi jefe y todos le llaman señor McMillian. Creo que se debe a eso.

—Bueno, yo soy quien decide darle o no confianza a las personas. Y créeme que me gustaría mucho que tú me llamaras por mi nombre— siseó, mientras rozaba su mano con la de ella.

Estaban lado a lado en la oficina que él mismo había pedido para la chica. Sin cometer ningún movimiento brusco, él había llevado sus dedos hasta otro de los mechones de cabello que escapaban del moño que ella llevaba en el pelo.

Ella no pudo evitar sentir pensamientos poco adecuados para una señorita de alta cuna y que encima estaba comprometida, pero la imagen de ella besando a Frank sobre la mesa de su oficina fue una que no quería desechar de sus pensamientos tan pronto.

Frank comenzó a acercarse suavemente a ella y la mano que tenía su cabello poco a poco fue descendiendo por su cuello, para quedar fija en su barbilla; acariciando la suavidad de la piel del mentón de la joven que en ese instante estaba extasiada por la cercanía del hombre.

Probablemente ese tacto hubiera terminado con ellos devorando sus labios de manera apasionada y sin ningún tipo de pudor. Sin embargo alguien tocó a la puerta de la oficina de Narcissa y esta salió de forma rauda de ese pequeño extasis del que había sido presa.

Se alejó con prisa y los nervios a flor de piel. Frank también alisó su corbata, como si con ese gesto estuviera intentando guardar la compostura.

—Señorita Black ¿puedo pasar?

—Adelante— habló ella unos tonos más altos del que había estado usando de manera tan íntima con Frank hacía apenas unos segundos atrás.

Un duende entró de forma silenciosa y les entregó una sonrisa cordial. Llevaba un enorme ramo de rosas rojas en sus manos. Narcissa abrió los ojos de par en par y una sonrisa escapó de sus labios inmediatamente.

—Han sido enviadas para usted, señorita Black.

—¿Quién las envía? —preguntó totalmente contenta por ser quien recibe flores en el trabajo.

—Llegaron con el correo, pero me fijé que tienen una tarjeta— respondió antes de preguntar si necesitaba algo más. Ante la negativa de esta salió.

Narcissa se apresuró a olfatearlas y buscar la tarjeta que reposaba sobre una de las hojas del ramo que a simple vista se veía costoso y elegante. Sus dedos pillaron el sobre blanco y dentro una tarjeta de papel brillante.

—De saber que te colocarías tan contenta por recibir un ramo de rosas, lo habría intentado antes que alguien usará la idea —señaló —¿tu prometido? —consultó Frank con la voz marcada por la ironía.

No obstante las flores no provenían de parte de Lucius Malfoy.

«Me alegra saber que te está yendo bien en tu nuevo empleo. Siempre brillarás porque tienes el don, eres hermosa y brillante. Oh, dulce Cissy no sabes como extraño tu presencia y tu cálida forma de ser conmigo.
R. A. B»

Cissy no sabía qué responder al respecto. Pues antes ya había estado en una situación bastante comprometedora con Frank, ahora recibía flores y estas no eran de su novio. No quería causar una mala impresión, por lo que decidió regalarle una mitada suave a Frank, además de un silencio que no desmentía ni confirmaba nada.

—Oh, vaya vaya ¿Esas flores no son de tu prometido? —declaró el hombre, afirmando algo que había sido capaz de visualizar.

La bruja cogió las flores y las colocó en un florero, no sin antes hacer un encantamiento de duración sobre ellas. Eran sus favoritas y quería que se conservaran la mayor cantidad de tiempo posible frescas para que decoraran en lugar.

—El enviar flores no tiene porqué ser un símbolo de coqueteo, señor McMillian— refutó —, puede ser un gesto de agradecimiento y de caballerosidad— murmuró para poder zafar de la situación.

Él rió levemente ante la contestación de la bruja. Se estaba percatando que ella tenía mucjos trucos para salirse con la suya; acto que la volvía mucho más atractiva a sus ojos de hombre maduro que desea jugar con una jovencita que aún supuestamente puede ser inexperta.

—Cuando un hombre le envía flores a una mujer, sólo es indicador de una cosa— susurró siendo totalmente osado en su comentario.

—¿Y cuál sería esta intención? —terció usando el mismo tono sensual.

—Los hombres regalamos flores en dos ocasiones. Cuando queremos que una mujer nos perdone por algún error cometido que nos ha llevado a una situación fatal.  .  .

—¿O cuándo.  .  . ?

—O cuando queremos llevarnos a esa mujer a la cama— confesó sin ningún pudor—,osea que este hombre puede tener cualquiera de los dos motivos ¿vas a contarme cuál es el caso?

Cissy sonrió ante la perspectiva tan curiosa que los hombres le otorgaban a algo tan gentil como un ramo de rosas.

—Digamos que esto no es de su incumbencia, señor— recitó como si de un poema se tratase —. Mi vida personal la mantengo fuera del trabajo para evitar malos entendidos.—señaló coquetamente —Ahora voy a pedirle que se retire, pues debo continuar trabajando.

El hombre giró sobre sus talones y sonrió derrotado ante el carácter y la avalancha de sentimientos que Narcissa le provocaba. Antes había tenido amoríos y amantes, no obstante la joven Black conseguía hacerlo parecer muy evidente, como si un adolescente estuviera hablando por él.

—Una cosa más —farfulló—, si fuera yo quien te regalase flores ¿Qué pensarías sobre mí?

Ella sonrió, sabía que ambos habían sentido la conexión y el coqueteo que había surgido desde que se conocieron en ese evento y fueron presentados.

—Pues pensaría que está agradecido y me felicita por mi trabajo—contestó, dejando de lado los comentarios que antes este había hecho sobre el acto en sí.

Este se terminó por retirar, no sin darle una mirada pícara, como si algo quedase pendiente entre ellos, como si tuviesen que resolver algo más.

Los ojos de Narcissa fueron nuevamente a la tarjeta y releyó la caligrafía elegante y ordenada. Hace tanto que no veía a Regulus, había dejado de tener contacto con él por los motivos evidentes que habían acontecido.

Ella no quería problemas, menos que su nombre y reputación se vieran empañadas por algún comentario que pudiera lanzar Saoirse. Esta había quedado muy molesta y sabía que querría vengarse de una y otra forma por el hecho de haberse enterado de ella y de Regulus.

Pero a todas luces este seguía buscándola, no había olvidado lo que habían vivido y extrañaba lo que ambos habían tenido.

Lo de Cissy era algo más allá que un impulso, iba más allá que un simple deseo oscuro que salía de ella. Esta era su modo de vida, su forma de sobrevivir en un mundo donde la belleza determinaba quien eras, quien llegabas a ser y las puertas que se abrían para tí.

Por eso que cada vez que un hombre se fijaba en ella, recordaba las palabras de su madre.

«Hasta no haberte casado definitivamente, puedes analizar quién es el mejor partido para tí»

Sabía que las veces que se acostó con Regulus habían sido una especie de práctica para ella. Algo así como una iniciación, nadie sabía de ellos salvo Saoirse y esta no quería que ninguna persona se enterase, por lo que estaba segura ella y su reputación; obviamente mientras se mantuviera lejos del esposo en cuestión.

Pero Regulus Black tenía algo que le encantaba. Al igual que Rodolphus, al igual que Lucius y ahora Frank.

Suspiró y dejó que la tarjeta fuera consumida por las brazas. Explicarle a Lucius la procedencia de las flores sería mucho más sencillo sin la comprometedora frase que acompañaba el ramo de por sí muy comprometedor.

Los días siguientes pasaron hasta que decidió enviarle una carta a su primo para agradecer las flores. Nada muy provocador, nada muy frío; allí expresaba lo mucho que le extrañaba y la falta enorme que le hacían las pláticas que ambos tenían hasta la madrugada cuando eran unos niños.

Sin duda alguna Narcissa era hábil y sabía cómo mantener vivo el interés de un hombre en ella, aunque este no fuera su primera elección.

Pasó una semana y otro ramo de flores yacía en su escritorio un día al volver de unos trámites. Estaba atardeciendo y ya estaba a punto de volver a casa, cuando el ramo de orquídeas fue visto por ella.

Se acercó con cuidado y quitó el sobre con nerviosismo. Lucius estaba por llegar a por ella y por lo general subía a su oficina para darle tiempo de alistarse.

«Te aseguro que estas flores tienen un sólo motivo. ¿Recuerdas nuestra plática del otro día? Pues no tengo ningún motivo para pedirte perdón, por lo que mis intenciones son muy claras »

Las intenciones de Frank eran las mismas que tenía ella.

No podía negarlo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro