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• CAPÍTULO 3

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THE BLACK SISTERS
CRUCIO
III. La nueva joya de Gringotts.
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Narcissa Black se había graduado de Hogwarts con los honores correspondientes; no por nada logró ser prefecta y premio anual en su generación. Después de eso se le abrieron un mundo de posibilidades que tomaría hasta que contrajera matrimonio con su prometido, Lucius Malfoy; antes de casarse debía esperar a realizar sus pasantías correspondientes y también que su prometido fuera acreedor oficial de los bienes de la familia Malfoy, por ende gozaría de mucho tiempo para explorar el mundo que no había llegado a conocer del todo.

Asistir a las reuniones con los conocidos de sus padres era uno de sus pasatiempos favoritos; pues de ese modo podía exhibirse como a ella le gustaba. Podía destacar entre las demás brujas de sociedad, pavonearse sobre su compromiso de ensueño, enrostrarles el lujoso anillo que su prometido le había ofrecido al momento de prometerse y esto traía conversaciones sobre el dinero y el poder adquisitivo que su futuro esposo tenía bajo su mando y del que pronto ella también sería propietaria. 

—Cygnus, realmente Narcissa es la joya de la corona ¡Mírala! —comentó una vieja amiga de la escuela de su padre— Es todo lo que una familia desea, es hermosa, inteligente y sin duda tendrá un matrimonio muy prometedor con el jóven Malfoy ¿cuándo se casarán?

—Pocos meses después que se celebre el compromiso de mi otra hija, Bellatrix—respondió de forma algo cortante. No es que le avergonzara hablar sobre ella, sin embargo no podía mencionar nada acerca de las ilícitas actividades que su hija había decidido practicar. 

—¿Es verdad que pronto estarás emparentado con los Lestrange? Dicen que esa familia es asquerosamente rica pero que están malditos.

—¿Ah sí? No tenía idea, Marietta.

— Dicen que las mujeres acaban con sus maridos de una u otra forma y ellos deciden vengarse de formas terribles de ellas. Espero que sólo sea una tontería y que tu hija no caiga en una familia llena de locos— declaró la mujer mientras bebía.

Cygnus bebió a su vez mientras contemplaba a su esposa e hija más allá conversar con otros invitados; no mencionaría nada más al respecto, no era necesario decir que en el futuro matrimonio de Bellatrix quien corría peligro allí era Rodolphus y no ella. El mago agradeció que Druella y Narcissa se acercaran debido a que estaba seguro que la mujer pronto preguntaría por Andrómeda y no quería volver a tener ese tema de conversación; estaba seguro de que habían hablado de ellos a sus espaldas durante meses y que aquel gran agujero en su reputación jamás sería olvidado del todo por sus conocidos.

—Marietta— saludó Druella— ¿dónde se encuentra Frank? Dudo que él te haya dejado acudir sola a un evento social, jamás aparta sus ojos de encima de tí. 

—¡Frank! —le llamó la mujer con aire elegante—, los Black quieren saludarte. 

Un hombre de unos cuarenta años, de cabello cano, apuesto y de buen porte se acercó al grupo de magos que se hallaba reunido con las copas en las manos, después de todo; cada uno se regodeaba en su poder y les encantaba reunirse para presumir cuál era poseedor de más riquezas. Frank MacMillan era uno más del grupo y poseía un encanto natural que conseguía voltear todas las situaciones a su favor. 

—¡Hombre! ¿Cómo estás? —saludó el señor Black, ellos habían sido compañeros en la escuela por lo que se podía decir que tenían bastante tema de conversación en común.

— Veo que Cygnus Black, está aquí— saludó con camaradería en su voz—, y muy bien acompañado por lo que puedo percibir. 

—Frank, es un placer— Druella sonrió al recibir el beso en el dorso de su mano por parte del mago recién llegado.

—Lo es para mí, querida— contestó con su aterciopelada voz— ¿quién es esta jovencita?¿no me digan que es la pequeña Narcissa?

— Es un placer conocer al fin al que fue el compañero de aventuras de mi padre —respondió la jóven de forma resuelta, estirando la mano hacia el hombre— Narcissa Black— mencionó elegantemente y este se apresuró a coger su mano para llevarla a sus labios. Ante ese gesto los ojos de ambos se conectaron y la bruja no pudo evitar sentir un cosquilleo en su estómago; Frank era un hombre que a pesar de su edad era demasiado atractivo y poseía una mirada seductora que debería ser ilegal. 

—Reitero que el placer es mío, asumo que me genera mucha curiosidad y gusto conocer a la bebé que consiguió provocar que el hombre de hierro babeara y anduviera calmo como un animalillo de granja— se mofó observando a Cygnus—, debes de estar muy orgulloso de tener a esta mujer como hija.

— Pues así es —acoto—,mi Cissy es una bruja ejemplar en todo sentido. Fue escogida premio anual, acaba de terminar sus estudios en Hogwarts y en unos meses se casará con el heredero de la familia Malfoy. 

—Oh— contestó observándola con curiosidad y si todos hubieran puesto un poco más de atención a los ojos de Frank hubieran descubierto que comenzaba a fascinarse de una manera no apropiada con la menor de las Black—, debes de estar muy contenta con tu compromiso, pero deberías cuidarte; ellos no son de fíar, su propio apellido lo dice— Era encantador que aquel comentario que debió de sonar amenazador, resultó sonar como una simple broma .

—Lucius es encantador y el futuro esposo que cualquier chica quisiera tener, es un sueño de hombre— señaló sin despegarle la mirada. 

—¿Qué harás antes de casarte?¿ viajarás, estarás de fiesta en fiesta con tus aburridos padres? —le interrogó y de pronto todos los demás se habían vuelto simples espectadores de la charla que ambos habían entablado. 

—Pretendo completar mis pasantías, obtuve muy buenas calificaciones pero me interesaría especializarme en alguna rama como comercio o economía— decretó la chica sin ocultar lo ambiciosa que era y lo que podría llegar a ser—, el trabajo en el ministerio es algo aburrido para mí— sopesó de forma cautivadora.

Aquel comentario fue el inicio de un juego que tanto Cissy como Frank decidieron comenzar a jugar inconscientemente, sin muchas réplicas habían iniciado con un coqueteo discreto y la tensión entre ambos se dió de forma instantánea y sin forzarse. Él siempre fue un casanova, ella siempre disfrutó de la atención que los hombres le regalaban debido a su belleza incomparable.

Narcissa jamás cambiaría y no le importaba estar comprometida y coquetear con un hombre casado frente a su esposa si esto le hacía demostrar su poder frente al resto.

Que todos supieran que había impresionado a Frank MacMillan no le haría ningún daño, o eso a los ojos de ella.

—Pues es una real suerte que hayamos coincidido el día de hoy entonces —señaló —, no sé si es que realmente sabes quien soy; pero actualmente tengo un puesto en los altos mandos de Gringotts y puedo asignarte como pasante en mi área, te aseguro que te colocaré en un lugar que te encantará.

Narcissa sonrió ante lo fácil que su belleza siempre le hacía las cosas, jamás había tenido que esforzarse por algo pues siempre alguien las conseguía en su lugar para que ella solamente disfrutara de los beneficios. En este caso el mago frente a ella le daría privilegios que ni siquiera imaginó.

—Pues debes asegurarme que mi hija tendrá un buen equipo de trabajo y se dedicará a trámites importantes —verbalizó Druella—.Porque para ir a cuidar bóvedas para eso se queda en casa hasta el día de su boda.

—Te aseguro que Narcissa tendrá lo mejor, después de todo ¿no es la premio anual? —enfatizó —. Debemos darle crédito por aquello, ya se esmeró estudiando todas esas materias que la escuela siempre indica y que son tan aburridas, ella necesita diversión; después de todo luego será una mujer casada que se deberá a su esposo y familia, tiene que aprovechar mientras pueda.

Toda la noche ambos se dedicaron miradas que pasaron desapercibidas para los demás. Él intentado descubrir cuáles eran los secretos que guardaba aquella joven rubia y despampanante y ella de fingida inocencia, pues claramente ella ya había visto cuáles eran sus reales intenciones y sabía muy bien el provecho que podía sacar de aquello.

Lógicamente que volvió a contactarse con él, mediante una carta diplomática, correcta y educada; aludiendo a las palabras que había mencionado en aquella reunión. Hablaba de lo mucho que deseaba unirse al banco mágico para poder aprender y expandir su conocimiento y que estaría muy agradecida si es que le brindaran la oportunidad de realizar su pasantía en tan prestigiosa institución.

Frank creyó que tenía la situación bajo control, pero fue Narcissa quien sigilosamente urdió todo con el fin de hacerse de un cargo importante en caso de que en algún momento la existencia de una crisis la golpeara, cosa que dudaba mucho; pero como su madre siempre decía «mujer precavida, vale por dos. »

Su primer día debía ser perfecto, no podía dejar nada al azar. Preparó su vestuario, nada muy formal y tampoco algo provocativo; el sentido de la moda era algo esencial en la vida de la rubia y ahora más que nunca demostraría su conocimiento en ello. Lucius la iría a dejar puesto que debía hacer notar siempre su compromiso y sacarlo a relucir delante de todos los magos y brujas que ella consideraba relevantes.

El amor era una cosa, pero de qué le servía tener al novio perfecto si no podía jactarse de lo afortunada que era.

—¿Es necesario que te arregles tanto? —Bellatrix interrumpió el ritual de belleza que Cissy tenía montado en su habitación —Sólo vas a trabajar, no a uno de esos estúpidos desfiles que gozas de ver— comentó con una mueca de asco.

—Tengo que causar buena impresión y dejar bien puesto el apellido Black, hermana ¿Quieres que me vista como si fuera de compras? ¡Estaré en Gringotts! Todos los días llegan miles de miembros de la comunidad mágica a dejar sus fortunas allí, debo demostrar que soy la persona indicada para el puesto de trabajo. El señor MacMillan fue muy amable en permitir unirme tan repentinamente.

Bella sonrió y rodó los ojos en respuesta a su larga perorata.

—Quizás puedas engañar a nuestros padres o al estúpido de tu prometido— siseó en voz baja—, pero tú te arreglas de esa forma porque te gusta aquel mago ¿o me equivoco?

La garganta de Bellatrix se cerró de un instante a otro. Su hermana siempre solía ser indiscreta, no obstante con ella nunca había hecho mención a algo como eso.

¿Acaso le estaba leyendo la mente?

—¡Bellatrix! —exclamó sonrojada— ¿Cómo puedes decirme eso?

Su tono ofendido consiguió que la nombrada emitiera una carcajada sonora, para que después se limpiara los ojos pues había lagrimeado con las risas emitidas. La bruja vestida de negro se acercó a ella y ambas se reflejaron en el espejo de cuerpo completo en el que la rubia se admiraba.

—Cissy, yo soy tu hermana; no es porque esté aprendiendo a leer las mentes o algo por el estilo —señaló —pero es sólo cosa de observar bien para darse cuenta el tipo de mujer que eres, no te ofendas; no te estoy juzgando.

Narcissa decidió que era mejor dejarla de mirar a los ojos. Bella tenía una especie de atracción fatal con la mirada por lo que decisión concentrarse en el maquillaje que estaba colocando en sus labios.

—No sé a qué te refieres.

—Pues me refiero a que no eres tan santa como demuestras o te esmeras en parecer, hermanita.

Ambas intercambiaron una mirada y las risitas psicóticas de Bella llenaron la habitación.

—Bella. . .

—Oh, Narcissa; cálmate. Eres mi hermana y no me interesa meterme en tu vida y menos me interesa con quien pretendes involucrarte tú, pero puedo darme cuenta de que la monogamia no es lo tuyo, eres una putilla y lo has sabido ocultar, eso me llena de orgullo.

Narcissa la contempló enojada, no tenía derecho a decirlo de aquella forma.

—¿Por qué me miras así de enojada? —preguntó la mayor con ironía mientras le entregó el abrigo a la aludida— Cissy, no me interesa lo que hagas. De verdad lo digo enserio, me importa tan poco que de verdad ni siquiera es tema para mí el hecho de que coquetees o tengas algún tipo de aventura con el que será mi esposo.

La sangre escapó de la cara de la bruja. No podía estarle pasando todo esto a ella, no este día. Sus ojos azules buscaron los negros de Bella de manera asustadiza.

—Ya, no me mires así. No me interesa Rodolphus en lo más mínimo así que si te gusta puedes acercarte a él cuánto te de la gana, pero me has subestimado ¿creerías que no me iba a enterar? Eres demasiado obvia, por lo que lo único que te diré es que tengas cuidado con Malfoy, no creo que sea de aquellos que perdona que su mujer le engañe, se ve demasiado tradicionalista.

—Bella, entre Rodolphus y yo no sucede nada.

—Quizás ahora, pero sé lo que hizo por tí para que pudieras ir a Francia y no Clarissa Burke, cariño. He visto la manera en que le miras y realmente me da un poco de asco ¿Realmente te gusta un hombre que al final de todo siempre me ha deseado a mí y que se fijó en tí porque fuiste más fácil? Perdona si soy muy cruda, sabes que no sé ser de otra forma.

El orgullo de Cissy estaba herido, además de que no comprendía cómo su hermana podía estarse tomando todo esto con tanta liviandad.

—Tengo que irme, Bella.

—Espero que tengas éxito en tu primer día, cuidate Cissy, sabes a lo que me refiero— musitó—No vaya a ser que el tonto hombre al que tendrás por esposo, se de cuenta y quedes deshonrada a los ojos de todos los demás.

Ambas hermanas se miraron y no dijeron nada más.

Narcissa no podía sacar de su mente el hecho de que Bellatrix sabía de su amorío con Rodolphus. Pero tuvo que obligarse a despertar de sus propios pensamientos al llegar al banco y golpear en la oficina de Frank MacMillan.

El hombre la observó de una forma en la que a la joven se le olvidaron todos los pesares que traía desde la casa.

—Bienvenida, señorita Black. Le aseguro que aprenderá mucho en este lugar, sobre todo conmigo.

Aquella frase quedó ensamblada en el aire.

Tenía algo así como profético.

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