Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

• CAPÍTULO 28

_______________________

THE BLACK SISTERS
CRUCIO
XXVI. Lo único bueno en la vida.
_______________________


—Cissy, no tengo tiempo para tus tonterías—espetó Bellatrix, molesta—. Por favor, tienes que despertar de aquella burbuja idiota en la que decidiste venir.

—Bella...

—Cissy, tu problema no es Clarissa, tu problema es que no puedes mantener cerradas las piernas cuando alguien enciende tu temperatura —se burló Bellatrix —, sabes, siempre estuve más interesada en otras cosas durante mi adolescencia y no aproveché el acostarme con quien me viniera en gana, así como lo hiciste tú.

—Guarda silencio, se supone que tratas de ayudarme...

—Mira, lo que debes hacer es negar todo a cómo de lugar. Si por alguna razón, Clarissa llegase a coincidir con Lucius, tú simplemente lo niegas, aquel rubio idiota está totalmente enamorado de ti y jamás cuestionaría tu palabra contra la de su ex despechada.

—Tú no podrías...

—¡Cissy! Enserio no tengo tiempo para limpiar la mierda que dejas detrás de tus cogidas con el jefe —murmuró —. Ya estoy harta de estar aquí —dijo dándole un sorbo a su té.

De pronto la voz de la madre de ambas las sacó de la conversación que mantenían en medio de cuchicheos.

—Ustedes dos, debería darles vergüenza estar aquí sentadas en vez de atender a las personas que llegaron a despedir a su primo.

La casa de los Black yacía llena de personas influyentes que se habían reunido para asistir a la ceremonia simbólica que había sido organizada para Regulus. La temprana muerte de su esposa y ahora la de él, habían sentado un presedente de investigación con cabos sueltos que no tenían una relación de la que los aurores pudieran tomarse.

—De verdad que los lloriqueos y la poca dignidad de mi tía Walburga me enferman —siseó Bellatrix rodando los ojos ante los cuestionamientos y regaños de su madre —. Además sabes perfectamente que no debería estar aquí, tengo deberes más importantes que ya tendrían que estar bajo mi atención.

—Este es un asunto familiar, Bellatrix. Debemos por último guardar las apariencias.

—¿Con quién, con la loca de mi tía o con el resto de personas que sólo vinieron por la champagne? Regulus se unió a los mortífagos sabiendo lo que podría sucederle, si el señor tenebroso le encomendó una misión y no fue capaz de realizarla, pues era algo que sabía desde que inició.

—No seas insensible, Bella —. Cissy fue quien interrumpió esta vez, sin duda que la pérdida de Regulus era algo con lo que no contaba y le dolía en lo profundo de su corazón.

—Tanto drama por algo que inicialmente fue idea de Walburga. Sabía que esto podía suceder, además debería agradecer que Regulus escogió el camino correcto, no como el traidor de Sirius, que debería estar muerto antes de haberse negado a nuestro señor.

Basta de pláticas, quiero que salgan de este salón y se dirijan a donde se encuentran los invitados. No las eduqué para que estuvieran en la cocina cuchicheando cosas no apropiadas en una ceremonia de este tipo.

Narcissa se levantó de la silla, seguida de Bellatrix que rodó los ojos con tedio ante la perspectiva de tener que hablar con alguna persona que la abordara. Ante sus ojos, era demasiado superior como para tener que gastar su tiempo ante simples magos que buscaban una excusa para ser visibles en el mundo mágico.

—Volviendo al tema, la otra vez fue Rodolphus quien sacó a Clarissa de tu camino, cuando sucedió lo de París y todo eso, ¿por qué no se lo pides otra vez? Después de todo sabes como compensarlo.

Cissy le regaló una mirada fulminante.

—Sabes que no fue así.

—No te alteres, era una broma —sonrió cínica —, el asunto es simple, niegalo todo y dale el dichoso hijo a Lucius, verás que nada más llenará su atención como un heredero.

—No es tan fácil, Bella. Quiero hacer muchas cosas en mi vida, no tan sólo embarazarme y criar niños.

—Vaya, ¿desde cuándo te has convertido en una progresista? Tu sueño siempre fue formar una familia y estar rodeada de niños en un castillo, ¿acaso Lucius resultó no ser el indicado?

—Lucius no es el problema, el problema soy yo. Yo y mi estúpida manía de inconformidad, siempre quiero más, no soy capaz de conformarme con nada y eso me hace destruir todo lo bueno que he llegado a tener —respondió sin mirarla a los ojos.

—No me digas tonterías, los revolcones con tu jefe te abrieron el mundo en muchos sentidos, eso es lo que te pasa —siseó—, él te trata como a una mujer y no como la princesa recatada que Lucius quiere que seas y la verdad es que si quieres ser una mujer libertina, allá tú. Simplemente no puedes pretender serlo todo Cissy, o eres una libertina o una recatada, no puedes ser ambas, lo que escojas, pues es tu opción y eso conlleva consecuencias.

—Ese es el punto, no estoy dispuesta a vivir con las consecuencias —refutó Narcissa una vez que abandonó la habitación donde se refugiaban para salir a la sala donde yacían los invitados.

Sus pensamientos estaban sumidos en las palabras de su hermana y nuevamente deseó haber tenido cerca a Andrómeda, quien obviamente le habría dado un consejo más sincero y alentador que Bellatrix. Andy siempre supo escuchar y hablar desde el corazón, algo que ninguna de las otras Black sabía como hacer. Caminó entre las personas, saludando de vez en cuando a algunos magos y brujas para guardar la cortesía, sin embargo ese velorio sin cuerpo que velar era una de las ceremonias más deprimentes a las que había llegado a asistir.

De pronto una de las puertas se abrió y fue jalada hacia el interior; para su sorpresa, un cuerpo masculino estaba dentro de uno de los armarios donde se guardaban los abrigos y sombreros y comenzó a aprisionarla con su cuerpo.

—Tardaste mucho, ¿qué hacías en la cocina?

Los labios de Frank comenzaron a besar su cuello con deseo y un desenfrenado instinto por poseerla. Aquellas eran las armas mortales que sabía funcionaban con la joven, que sin dudarlo, correspondió a sus besos y se dejó sentar en la encimera, abriendo las piernas para que el hombre rápidamente entrara en ella, penetrandola con apremio y un instinto sexual que podía sentirse incluso a través de las paredes de esa oscura y pequeña habitación.

—Tenía que estar con mi familia, pero debo admitir que esto es mucho mejor —respondió sintiendo el miembro de Frank empalarla hasta lo más hondo de su centro.

Aquellos ilícitos actos la ponían a mil.

Sentir que ese hombre la usaba como a una mujer, sin escrúpulos ni pudor la excitaban en demasía.

—Merlín, estás tan húmeda —habló mientras liberaba sus pechos del corpiño.

Ambos estaban intentando contener sus gemidos, pues no podían obviar que había una sala llena de gente fuera de ese cuarto donde el extasis subía a cada momento.

—Voy a correrme —balbuceó la rubia mientras sentía que el miembro de Frank azotaba su interior con más fuerza, percibiendo las inconfundibles contracciones del orgasmo.

El hombre se derramó en ella con fiereza, mientras no soltaba sus labios del agarre de los fogosos besos que se daban. Salió de ella y rápidamente buscó un pañuelo para ofrecerle, después de todo, Narcissa era su fantasía favorita y quería concentirla en todo lo que a ella se le ocurriera.

Narcissa se arregló en cabello y de pronto notó algo inusual.

—¿Habías dejado la puerta abierta?

Sintió como un relámpago de pavor subió por su espina dorsal, que la puerta estuviera abierta implicaba que alguien pudo haberlos visto y que en este preciso instante estarlo gritando a los cuatro vientos en la sala.

—Tranquila, debe haberse abierto sola. Debimos haber azotado mucho este pequeño cuartucho.

—O alguien nos vio y ahora tiene algo que decir sobre nosotros.

—Cissy, cálmate. ¿Crees que si alguien nos hubiera visto no nos hubiera encarado? Se supone que estamos en un velorio, lo que hacemos es incorrecto.

Narcissa se arregló y sin decir una palabra más, se apartó del cuerpo de Frank para salir hacia los pasillos principales.

—Cissy...

—Esto ya se me hace repetitivo, Frank. Permiso —habló con todo el tono desagradable que pudo.

Habían cosas que no cambiarían y una de ellas sería la arrogancia y caprichos de la rubia, que lógicamente no estaba dispuesta a ceder por un acostón como solía decir su hermana. No miró hacia dónde Frank yacía y observó a su entorno, aparentemente nadie la observaba como si fuera una indeseable por lo que quizás efectivamente nadie les había visto, o tal vez solamente había sido un elfo doméstico que no se atrevería a habla nada malo en contra de ella si sabía apreciar su vida.

—¿A dónde vas, Narcissa? —Druella la interceptó cuando estaba llegando al recibidor —. Es de mal gusto lo que haces, estamos acá para acompañar a tu tía, no creo que te estés yendo a escondidas.

—Madre, necesito ver a mi esposo. No quiero estar aquí, necesito hablar con Lucius de forma urgente y honestamente este sitio me da asco, es una reunión social para rememorar a Reggie y pues nadie está haciendo nada por él —espetó —, estoy segura de que el único que aquí extraña a mi primo es Kreacher.

—Qué insolente eres.

—Ni modo, nos vemos en otra ocasión.

Se apresuró a desaparecer, no se molestó en despedirse de las demás personas conocidas. Tampoco de su amante, sabía en su fuero interno en que esa había sido la última vez que tendría sexo con Frank o ella misma se daría cachetazos si quisiera hacer lo contrario.

Una vez dentro de la mansión Malfoy se sintió inquieta, comenzó a dar vueltas por la sala y por los pasillos principales, aguardando la presencia de Lucius, no obstante sabía que no llegaría hasta dentro de unas horas; últimamente estaba teniendo muchas actividades en cuanto a lo que la herencia de la familia implicaba.

Se dirigió a la cocina, allí yacían al menos una docena de elfos domésticos que se volvieron de inmediato ante su presencia.

—Señora Malfoy, dígame qué necesita —murmuraron rápidamente al menos cinco de ellos.

— Sólo quiero saber si es que mi esposo ha estado aquí en casa.

—No desde que salió en la mañana, mi ama.

La rubia asintió y de pronto sintió la imperiosa necesidad de estar con Lucius, de besarlo, de abrazarlo. No sabía en qué instante su vida se había salido del camino, no sabía porqué necesitaba estar con otros hombres cuando tenía un esposo que estaba dispuesto a darlo todo por ella.

Se sentó en el gran sofá de la sala con una revista de diseño entre las manos, necesitaba distraer su mente con algo, solamente que su cerebro no era capaz de hacer sinapsis con respecto a lo que sus ojos miraban. Sus orbes celestes estaban pendientes de que la puerta se abriera de un segundo a otro, requería colgarse del cuello de Lucius, saber que todo estaba bien y volver a la vida perfecta que siempre deseó tener, a la vida que jamás debió dejar escapar.

Pero el tiempo pasó y Lucius no llegó a la hora usual.

—Señora, ¿quiere que sirvamos la cena? —interrumpió un elfo de grandes ojos verdes.

—Sí porfavor, Dobby.

Mientras los elfos entraban y salían de la cocina hasta el salón de comedor, Narcissa pensaba en todos los lugares a donde Lucius podría estar, sólo que le preocupaba analizar que pudiera estar pasando.

La cena no le entró en provecho, ni siquiera por el hecho de que era su comida preferida. Comenzó a inquietarse aún más, no era común que el mago no llegara a la hora de la cena, pues solía decir que apreciaba el tiempo de calidad que pasaban como matrimonio.

Cuando fue la hora de meterse en la cama, lo hizo llena de culpa, lo hizo como si se sintiera sucia de estar allí, compartía la cama con su esposo, pero se acostaba con otros hombres cada vez que tenía la posibilidad de hacerlo.

Eso era desleal, doloroso y triste.

La noche fue avanzando y las cortinas no estaban cerradas, podía ver la luz de las estrellas y de los faroles iluminar hacia su habitación. No podía dormir.

Daba vueltas en la cama, de pronto la puerta de abrió y la figura cansada y dolorida de Lucius apareció en el umbral de la puerta.

—¡Lucius, cariño! —Narcissa se encaramó de un salto y se sentó en el colchón —¿dónde estabas? Me tenías tan preocupada, jamás llegas de madrugada.

El mago cargaba con un sobre en las manos, observó a Cissy y le sonrió con una expresión triste y desdichada.

—Eres tan hermosa —susurró cuando se sentó en la cama —, te amo tanto que ni siquiera puedo sentirme iracundo.

—Lucius...

Narcissa reparó en el sobre y se lo arrebató de las manos. Allí estaba ella, ella y Frank en una fotografía mientras follaban en el armario.

Si que los habían visto, alguien se había encargado de llevárselo a Lucius.

Una lágrima cayó por la mejilla de Narcissa. Y se sintió fatal, pues no lloraba por el hecho de que en ese instante su matrimonio podría acabarse, lloraba por haber sido una tonta a la que descubrieron.

—Yo...

Cissy...

—No sé qué decir. De verdad que lo lamento, entenderé que quieras acabar todo —siseó sin mirarlo.

—No, esto es mi culpa, yo jamas debí poner mis labores y mi trabajo antes que tus necesidades. Eres una mujer hermosa que necesita de toda la atención y el deseo que puedan profesarle y yo fallé —murmuró dolido —. No puedo negar que me duele, me duele como si alguien me aplastara bajo roca ardiente.

—No te merezco, Lucius.

—No soy capaz de verte llorar. No soy capaz de negarte nada.

—Lucius, de verdad estoy tan avergonzada, me siento asquerosa y podrida.

Lucius tomó una de sus manos y la tomó con delicadeza por el mentón. Sus ojos se conectaron y Cissy sintió una corriente de pánico atravesar su cuerpo.

El mago yacía tan inexpresivo.

Tan impávido.

—Quiero que me digas ahora si estás dispuesta a volver a ser la señora Malfoy como lo requiero.

—Sabes que estoy dispuesta a hacer todo por ti. Te amo, esto fue algo que jamás debió suceder.

—Entonces vas a darme un hijo, quiero que me des un hijo y no aceptaré un no como respuesta —farfulló —. Es mi condición para poder perdonarte y avanzar.

En ese instante Narcissa supo que las cosas no volverían a ser como antes. Que él jamás volvería a confiar en ella y que no estaría dispuesto a amarla sin condiciones como antes lo hacía.

No obstante era un precio barato con respecto a su traición.

En esa petición habían varias cosas implícitas.

No volvería a trabajar a Gringotts.

No volvería a tomar una decisión sin que pasara por el visado de su esposo.

No volvería a tener otra oportunidad.

Si recurría nuevamente en esa especie de faltas, sería expuesta.

Lo que conllevaba a que tenía que ser una esposa modelo. Lo que resultaba en ser una muñeca de porcelana a vista y presencia de todos y una arpía a las espaldas de la gente.

Algo que solía hacer cuando era una niña.

Era un precio barato con respecto al pecado cometido.

Salvo que Narcissa jamás estaba conforme, siempre quería más.

—Acepto, quiero una familia junto a ti. Que sea tan grande como una constelación.

Lucius se acercó y la besó en la frente.

—Eres lo único bueno de mi vida. Puedo perdonarte una vez, cariño. No vuelvas a arruinarlo, no creo poder ser tan pacífico una próxima vez.

Narcissa sonrió y le besó con ternura.

Ese beso también tenía otros significados.

Le hacía creer que ahora tenía el control.  Cosa que jamás sucedería.

Cada vez que pudiera lo traicionaría, pues él le había amenazado de la forma más pasiva que encontró y no le toleraría.

Le daría con la misma moneda cada vez que tuviera oportunidad.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro