Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

• CAPÍTULO 27

_______________________

THE BLACK SISTERS
CRUCIO
XXVII. Una redención por los pecados.
_______________________


Los lugares a donde Lord Voldemort decidió colocar los trozos de su alma habían sido planeados con suma delicadeza e importancia. Como si estos fueran tejiendo una delicada red donde depositar la parte más vital de lo que era su existencia.

La única que sabía sobre su secreto era su más leal sirvienta y amante, Bellatrix, quien a su vez, jamás compartiría aquel secreto al que estaba ligada la vida y la inmortalidad del hombre al que era totalmente devota.

Sólo que jamás pensaron que Regulus estuviese enterado de aquello, esos habían sido azares del destino, quien siempre solía complicar las cosas para quienes tramaban planes y ocultaban secretos peligrosos.

Un secreto era difícil para todos, para quien le pertenece e intenta ocultarlo, para quien lo sabe y debe callar, para quien lo descubre y tiene el abanico de posibilidades sobre qué hacer con él. En el caso de Regulus, sabía perfectamente lo que debía hacer, pero no era tan fácil teniendo en cuenta de que se enfrentaría al desafío más importante en cuanto a la magia se refiería, además existía en su cabeza otra cosa que lo motivaba aún más; y esta era mantener alejado de todo esto a su hermano Sirius.

Sirius siempre le había protegido y desde hace mucho había tomado la fuerte convicción de que ahora él lo haría para con quien siempre estuvo a su lado. Aquel día salió rumbo a Borgin y Burke, tenía un plan urdido en su cabeza y según él, funcionaría perfectamente.

El callejón Knockturne no tan sólo era un mal lugar, era el sitio a donde los magos iban dispuestos a todo, inclusive a tener que vender su alma si fuese necesario por controlar u obtener algún objeto o método para ser más poderosos. El ser humano era capaz de hacer cualquier cosa por amasar un imperio, por más pequeño que fuese. 

Caractacus Burke yacía detrás del mostrador, fumando un puro del más fino opio cuando Regulus hizo sonar las campanillas que estaban ubicadas arriba de la puerta de madera oscura. Una vez entrabas, te dabas cuenta de inmediato del halo de oscuridad y magia siniestra que rodeaba el local.

—Señor Black —saludó el hombre colocándose de pie de inmediato. Burke era el clásico hombre que pensaba que habían ciertas familias más importantes que otras por portar un apellido importante e influyente, como era el caso de Regulus —, ¿Cómo está? Estoy a su servicio, ¿En qué puedo ayudarle?

Regulus dio una vuelta en la estancia, fijándose en los miles de artefactos malditos que había en dicho lugar, algunos reales y otros meramente artificios inventados para engañar a algunos compradores que estaban buscando algo con que salir de apuro.

—Busco algo en particular, no sé si es que puedes ayudarme —murmuró.

—Puedo hacer hasta lo imposible por intentarlo —aseguró adulándule lo más posible —, aquí puede encontrar lo que necesite, eso se lo aseguro.

Regulus tragó saliva y se volvió de inmediato cuando notó que alguien más ingresó en la tienda. Le hizo una seña al hombre para que hiciera algo al respecto, no quería tener espectadores mientra él estuviera en medio de su compra secreta.

El propietario se acercó con soltura y profesionalismo al hombre que recién había hecho arribo a la tienda, le susurró unas palabras y luego de un minuto el lugar nuevamente se hallaba con nada más que Regulus y Burke.

—¿Me decía, señor Black?

—Sé que durante mucho tiempo tuviste el guardapelo de Salazar Slytherin aquí, en tu negocio, ¿lo has vendido?

El hombre sintió que su rostro se congeló, pues todavía no olvidaba el incidente ocurrido con aquel objeto. No podía obviar el hecho de que estafó a Mérope Gaunt cuando prácticamente se lo arrebató de las manos y después cuando Hepzibah Smith murió misteriosamente cuando envío a Tom Riddle a intentar comprarle sus objetos.

—Lamentablemente los vendí a una mujer que ya no está viva en este momento. No sé qué es lo que habrá sucedido con esas reliquias, pero ya no se encuentran en mi poder.

—¿Quién te las compró?

—Una mujer rica, hace muchos años. Estaba buscando piezas para su colección más importante —declaró restándole importancia a la situación —, lo que ella hizo con ellas, pues lo desconozco.

Regulus suspiró, pues estaba dispuesto a ir al fondo del asunto para saber a donde debía dirigirse a buscar aquellos objetos. Por la información que había logrado recopilar, el señor tenebroso era un descendiente de Salazar Slytherin por parte de su madre, teniendo en consideración que lógicamente querría reclamar la joya que este poseía, pues en su mente, le correspondía por derecho.

Petrificus Totalus —conjuró frente al vendedor y este cayó al suelo, quedando sin poder moverse y hacer nada una vez que el mago se hincó sobre él.

Regulus necesitaba las memorias del vendedor para saber cuáles habían sido las decisiones de Lord Voldemort, debía llegar a la historia sin que tuviera que llegar a los pensamientos de este, ya que sabía que era realmente imposible.

Con la varita tomó parte de los recuerdos de Burke y después de ello, una vez saliendo de la tienda, lanzó un finite, cosa que el hombre pudiese recobrar la compostura. No necesitaba asegurarse de borrarle la memoria, pues él no haría nada en su contra ya que estaría tan implicado como él.

En el número 12 de Grimmauld Place, había un pensadero, había estado en la casa de sus padres desde que tenía memoria. A diferencia de Sirius, a Regulus jamás se le impidió el paso a la casa de sus padres, después de haberse casado con la difunta Saoirse, solía visitar a su madre, quien demandaba su presencia, era el favorito.

—Amo Regulus —reverenció el elfo doméstico de la casa de su familia —, que sorpresa verlo por acá, la señora Black estará feliz de verlo.

—He venido primordialmente a otra cosa Kreacher, necesito utilizar el pensadero.

Oh, adelante amo. Pase —siseó —Perdone por demorarlo en sus diligencias.

Regulus ingresó a la que había sido su casa hasta hace muy poco, siempre le gustó el tono lúgubre que está poseía. Quizás en su personalidad estaban intrínsecas aquellas cosas de las que su hermano siempre renegó, no obstante a pesar de sus diferencias, siempre se quisieron, siempre estuvieron pendientes el uno del otro. 

—Que no se entere aún mi madre que estoy en la casa,  de lo contrario no dejará de hacer preguntas —ordenó —, sabes como aquello me fastidia.

—No hay cuidado, amo Regulus. Sabe que puede confiar en mí.

El pensadero de la familia debía de llevar en esa casa tanto tiempo como esta llevaba construida. Era un objeto que prácticamente había sido formado desde los cimientos de la esencia de la estirpe Black. 

Regulus suspiró, dándose valor para afrontar aquello que había decidido. Cualquiera cosa o acontecimiento que viera en los recuerdos del viejo Burke serían parte crucial de su plan para proteger a Sirius. Fuera cual fuera el destino que deparara para él en esa decisión. 

Al momento en que desparramó los recuerdos en el aguamenti y sumergió su cabeza en ella,  pudo ver lo que fue del joven Voldemort,  demostrando que todos los sucesos habían pasado hace bastantes años. 

¿Cómo una persona podría desperdiciar tantos años de su vida en planear la dominación del mundo?

Algo estaba claro, el señor tenebroso no dejaba nada al azar, no dejaba pasar por alto ni un mínimo detalle y tampoco podían decir que era poco perseverante. Hace años había trabajado con Cacaratus Burke y ese había sido el escalón que necesitaba para averiguar lo que faltaba para hacerse de poder. 

Ahí lo entendió todo, allí se dio cuenta de que había algo mal. No era posible que una persona quisiera pasar por encima de los demás como si fueran viles insignificancias. No correspondía bajo ningún punto. Sólo que no existía todavía una persona que pudiera acabar con él,  pues todos los magos que decidieron seguirle no eran más que tristes peones que buscaban un líder que hablara sobre la pureza de la sangre. 

Esto era mucho más que eso y se arrepintió de no haber hecho caso a Sirius cuando fue posible. Ahora estaba demasiado involucrado como para huir o como para desertar. Tragó saliva sintiendo el retumbar incesante de su corazón y de la vena que sobresalía de su cuello. 

Su madre le saludó al salir de la habitación, tomándolo por sorpresa. 

—¿Acaso no pensabas saludar a tu madre, Regulus?

El aludido no supo cómo responder ante la acusatoria afirmación de Walburga. La observó durante unos instantes, perplejo. Su madre tenía una gran habilidad para ser dramática y descubrir cuando le ocultaban cosas. 

—Sólo necesitaba ver unos asuntos para el señor tenebroso, madre. Privados, por cierto —se apresuró a acotar, para evitar que formulara más preguntas de las necesarias. 

La bruja observó sus ojos en profundidad y suspiró exageradamente.

—A veces me pregunto si es que hice bien mi tarea de madre con ustedes —mencionó refiriéndose a ellos como hermanos —, ver que tu hermano se ha ido con aquellos traidores...

—Madre...

—Pero después te veo, haz escogido el camino correcto. La decisión que cualquier mago con ganas de defender la sangre pura hubiera escogido— declaró y el aludido se sintió enrojecer. 

Detestaba a su madre, la detestaba desde el fondo de su corazón y jamás sería capaz de decirle lo que verdaderamente pensaba sobre ella. Esperaba que haciendo actos que creía, podía redimirse, bastara para poner un alto a la manía por la sangre pura con la que solía vivir. 

—Si piensas que eso es lo que realmente está correcto no puedo hacer nada al respecto, madre. Sólo que no puedes pretender querer controlar la vida de todos,  Sirius seguirá siendo tu hijo a pesar de que lo hayas quemado en el tapete del árbol familiar, hay cosas que no puedes cambiar y la sangre es una de ellas. 

—¿Por qué estás diciendo todas esas barbaridades? ¿Acaso quieres torturarme?

—No todo es sobre ti, Walburga. Hay quienes hemos escogido otro tipo de vida. 

—Hablando de la vida, ¿cuándo piensas casarte de nuevo? Saoirse ya dejó este mundo hace algún tiempo y la verdad es que eres joven como para que su familia piense que te quedarás viudo de por vida por su causa. 

Walburga hablaba de forma tan impersonal, tan poco considerada ante el fallecimiento de su nuera –muerte en la que estuvo implicado quisiera o no–, que sintió náuseas. Saoirse no tenía ninguna culpa por los pecados con los que él llevaba a cuestas, sólo había decidido casarse con un hombre que jamás pudo darle lo que esperaba de un marido,  cosa que no era responsabilidad de ella. 

—Seguiremos dándole una pensión, eso hasta que puedas tener herederos con una nueva esposa. 

—¿De qué hablas, madre?

—Pues evidentemente,  Saoirse no era la indicada para ti,  en el tiempo que estuvieron casados jamás fue capaz de darte un hijo,  que es lo que se espera que una buena mujer sea capaz de hacer —mencionó —,  el apellido Black debe permanecer de generación en generación, para eso, evidentemente se requiere que ustedes tengan hijos. 

—Pues Andrómeda ya tiene una hija —farfulló para incomodarla —, Cissy tampoco tardará en tener un hijo. 

—Pues la bastarda de Andrómeda no cuenta, no es un sangre pura. Y con respecto a Cissy,  debería haber escogido un marido con mejor hombría, ustedes debiesen haberse casado, si Druella no fuera tan pretenciosa, habría aceptado el gran acuerdo que pudimos haberle ofrecido por su unión.

Regulus se levantó del asiento, no estaba dispuesto a seguir escuchando a su madre. 

—Debo irme, madre. 

—Oh, bueno. No te enfades,  después de todo alguien tiene que decir la verdad en esta familia.

Regulus dejó un beso en la frente de su madre, siendo muy consciente de que podría ser la última vez en que la viera. Solamente no le daban ganas de demostrarle de forma más cariñosa o tangible sus sentimientos por ella,  evidentemente porque estos se habían extinguido. 

—¡Kreacher! —llamó levantando el tono de voz unos decibeles.

—Aquí estoy amo, dígame qué es lo que necesita de Kreacher. 

—Quiero que busques a Sirius, quiero que me lleves con él. 

El elfo lo miró con algo de aprehensión, pues sabía perfectamente que eso no le gustaría a su ama Walburga, no obstante,  no podía desobedecer a Regulus. Rápidamente el elfo tomó al mago de la mano y en su mente pudo dar con el sitio a donde Sirius se hallaba.

El callejón Diagon estaba siendo transitado como siempre. Y Sirius se encontraba tomando un helado con una muchacha rubia, quien reía de sus tonterías, haciendo evidente tanto por ese gesto y por su mirada, sus sentimientos por él. Regulus se acercó y sintió felicidad por su hermano, al parecer él había encontrado a la chica que lo centraría, lo veía en sus ojos y en la sonrisa que le también le dedicaba. 

—Perdón por interrumpir. 

Ambos magos volvieron la cabeza hacia él. Sintió la hostilidad con la que su hermano se sentía con respecto a él. 

—¿Qué quieres, Regulus?

—No me presentas, hermanito.

—No te interesa quien sea ella— balbuceó acercándose a él —. Veo que el adorable Kreacher fue quien me encontró ¿no saludas a tu amo, eh Kreacher? —se burló con sarcasmo.

—Sólo vengo a hablar contigo brevemente —susurró Regulus. 

—Dime, qué sucede.

—Sé que eres parte de la orden del fénix,  no me interesa saber que es lo que están haciendo, lo que hacen o lo que quieren conseguir —farfulló —, cuando todo estalle, será un baño de sangre, será la guerra entre familias, habrán pérdidas y muchos van a morir, de ambos bandos, yo no quiero que nada te suceda. 

—Soy lo suficientemente grande y adulto para decir por mí mismo, Regulus. Tú decidiste tu bando, yo estoy eligiendo el mío.  No busques instancias en las que pueda llamar a Dumbledore para capturarte, eres mi hermano, pero también eres uno de ellos, uno de aquellos que se han dedicado a asesinar muggles y personas que conocemos. 

Antes de que Sirius se diera vuelta, el mago lo tomó del brazo. 

—Eres una buena persona, hermano. Mereces una buena vida.

—Tú también podrías tenerla, pero decidiste el bando equivocado— espetó, sin embargo se tomó unos segundos para disfrutar del tacto que le brindaba el contacto con su hermano.

—Amo, ¿necesita que vayamos a otro sitio además de este?

—Sí, Kreacher, iremos a una última parada. 

Los ojos de Regulus se aguaron por las lágrimas. No porque supiera que no volvería aquel día, no porque fuera una persona sentimental.

Sus ojos llovieron porque al menos pudo ver a su hermano una última vez antes de poder hacer lo que él tomaba como una redención. 

Una redención por los pecados cometidos en su vida. 

Regulus no sabía que las palabras podían ser proféticas en muchos sentidos y en muchos contextos. 

Pero iba camino a su última parada. 

No le importaba, había podido ver a Sirius,  la única persona real que había tenido en su vida. 


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro