• CAPÍTULO 23
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THE BLACK SISTERS
CRUCIO
XXI. Un aliado silencioso
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LONDRES, 1979
Bellatrix no estaba contenta con el hecho de saber que Lord Voldemort habría invitado a una impura a ser parte de la organización. Tenía ganas de averiguar a dónde se encontraba aquella pelirroja que había osado a desafiar y negarse a él.
Lily Evans era una recién graduada de Hogwarts, quien no estuvo dispuesta a darle el lugar al mago, quien la buscó después de averiguar que poseía gran poder. Este había intentado persuadirla, no obstante la mujer había sido tajante y hecho por tierra su ofrecimiento.
—¡Cómo ha sido capaz!—chilló en un grito psicótico—. ¡Es una asquerosa impura!
Narcissa no tenía ánimo de escuchar los gritos y reproches de su hermana, que iban ligados a sus creencias acerrimas sobre la supremacía de la sangre, no obstante también lo hacía desde los celos. No toleraba que el señor tenebroso hallara talento en otras personas, menos en una mujer impura.
—No deberías hacer tanto alboroto, después de todo, no aceptó.
—¿Y si lo hubiera hecho?
—¿Qué es lo que más te molesta? ¿Que sea una impura o que el señor tenebroso haya mostrado interés por ella?
—¡Cállate, Cissy! No me provoques— le gritó—, realmente no estoy de humor para que te burles de lo que te digo.
—Tú eres quien se ha vuelto una paranoíca, ¿por qué él habría de querer a una impura en sus filas?
Bellatrix guardó silencio, no todos debían saber que el mismo Voldemort era un mestizo. Él confió en ella y no tenía que contárselo a alguien más.
—No lo sé, pero no podemos contradecirle. No quiero que su ira vaya a desatarse contra nosotros.
A Cissy no le interesaban los líos sobre la guerra y los bandos en los que se había dividido Inglaterra. Sin embargo tenía que mantenerse atenta, ya que su esposo y familia estaban implicados hasta el cuello, en un abrir y cerrar de ojos podrían perderlo todo y aquella idea le causaba nerviosismo.
—Bella, ¿qué pasaría si el señor tenebroso no se hace con el poder que os ha ofrecido a todos?
—¿De qué estás hablando? ¡No seas tonta!— gritó con exasperación— ¡No entiendo qué es lo que les pasa a todos el día de hoy! ¿Por qué cuestionas a nuestro señor?
—Eres una insufrible, de verdad no se puede conversar contigo—declaró Narcissa al momento en que se levantaba de los nuevos sillones que había dispuesto en la sala de estar—, cuando te vayas cierra la puerta. El señor tenebroso mencionó que se quedaría en la mansión de Macnair el día de hoy pues debían ver ciertos asuntos, asumo que tú también te irás— farfulló sin volver a mirarle.
Bella bufó por lo bajo y comenzó a merodear sin sentido alguno por el salón de la mansión Malfoy. De pronto la marca tenebrosa ardió en su antebrazo izquierdo, indicando que su amo estaba solicitando la atención de sus súbditos. De inmediato salió de la nueva casa de su hermana y se convirtió en bruma negra, sobrevolando los cielos londinenses hasta llegar al chalet de los Macnair, donde ahora se encontraba el señor tenebroso; los aurores estaban siendo incisivos y hace días atrás habían caído en la casa de su cuñado, por ende hubo que brindarle mucha más seguridad a Voldemort, pues estaba siendo arduamente buscado por los cargos que ya se habían levantado en su contra.
Cuando la bruja llegó, sus ojos fueron de inmediato a posarse en una figura que no era para nada conocida, por ende, sus sentidos activos de cazadora nata le obligaban a posar todos sus sentidos sobre el recién llegado. Todo daba a mostrar, que el señor tenebroso tenía a un nuevo vasallo en sus filas de magos oscuros.
Su voz fría se levantó entre los magos de vestiduras oscuras una vez que la mayoría estuvo presente y fueron disponiéndose en la mesa redonda que había en la casa del mortífago que había adoptado al mago durante esos días.
—¿Qué les parece nuestra nueva locación?—murmuró observando a sus sirvientes, mientras estos se sentaban y observaban a aquel misterioso integrante—, debo admitir que extraño la mesa larga y grande que nuestra adorada Cissy se esmeró en comprar para su nueva mansió—declaró —, lástima que tuvimos que movernos debido a las intromisiones de los aurores. Esta mesa redonda no es tan imponente, no me permite estar en la cabecera— terció divertido e irónico.
—Podría ofrecer mi casa o en si defecto la de mis padres, mi señor— objetó Bellatrix—, tendríamos más espacio y privacidad.
—Debes darle espacio a otras personas que también quieren complacerme, Bella. No siempre puedes ser la mejor y más eficiente en todo— siseó el mago lamiendo sus labios.
Ella nuevamente llevó sus ojos hacia el desconocido que de inmediato la observó para hacerle frente a aquella mirada salvaje y de intimidación.
—Como ya se habrán dado cuenta también, tenemos a un nuevo integrante dentro de nuestras filas— siseó—, hace mucho tiempo que necesitaba saber cuáles eran los movimientos del viejo Albus Dumbledore dentro del castillo de Hogwarts— musitó — y este joven que ustedes ven aquí, es el profesor de pociones más joven que ha tenido esa inmunda escuela.
Los ojos de los mortífagos, sobretodo de Alecto Carrow, centellearon de una especie de brillo de curiosidad y especulación. Todos menos los de Bellatrix, que veía en ese joven la mirada de alguien que podría llegar a ser un alma difícil de descifrar, de leer e incluso, que fuera una persona que jamás será capaz de contar todos sus secretos, nadie podría ver todo lo que realmente estaba dentro de los ojos negros con los que miraba a su alrededor.
El murmullo comenzó y Voldemort levantó la mano para volver a solicitar el silencio dentro del salón.
—Severus Snape, un pocionista que nos mantendrá informados de cada paso que de Dumbledore en ese colegio— murmuró—, tú misión en darme detalles sobre cuáles son sus debilidades y cómo podría tomar la escuela para generar presión en el ministerio de magia.
El mago era de estatura media, tenía una piel cetrina y la nariz en forma de gancho. Era dueño de un cabello negro que caía sobre sus hombros en forma de melena, además de ser poseedor de los ojos más melancólicos que podrían haberse visto en el mundo. Tenía los labios finos y un mentón pronunciado; sus vestiduras eran propias de un mago joven o recién graduado, pues no debía de tener más de veintitrés años.
Su mirada era algo hostil y su postura corporal revelava que se hallaba a la defensiva y no se daría con facilidad a compartir con él círculo de personas que lo veía con atención.
—Siéntate, únete a nuestra reunión— le invitó Voldemort una vez que lo hubo presentado en sociedad—, al parecer tus compañeros ya te conocieron.
El hombre ya le había tatuado la marca tenebrosa en el antebrazo. Acto que no fue pasado por alto por la astuta Bellatrix, quien de inmediato sintió que su señor estaba yendo demasiado rápido con el fin de tener más cerca su mira en Dumbledore, quien a su vista, no debía ser considerado en tanta intensidad.
¿De dónde había salido ese hombre? ¿Acaso era un mestizo y ahora Voldemort socializaba con ellos?
No quería pensar en cómo ese chico flacucho y usando una levita horrenda lograría llegar a ganarse la confianza de ambos magos en cuestión. Voldemort era un mago hábil, con muchos estudios y un conocimiento arduo sobre las artes oscuras, prácticamente sabia qué, cómo y cuáles cosas en las que necesitaba para acabar con el mundo.
Pero era cuidadoso.
Por ende el haber hallado a Severus Snape, prácticamente fue considerado como una especie de desacierto entre sus seguidores más antiguos, Severus sería tratado como el juguete nuevo por parte del resto de hombres, por ende eso significaba que estaba a prueba y debía hacer todas y cada una de las acciones que al Señor tenebroso se le ocurrieran.
—Ahora les pido que se retiren y aprendan a cerrar sus mentes idiotas y retorcidas— siseó— se muy bien a quiénes escojo y ustedes no son nadie para cuestionarlo. Debo hablar en privado con el joven Severus y no requiero de la presencia de ninguno aquí —espetó sin mirar a alguien en particular—, ni siquiera de la tuya, Bellatrix.
—Mi señor...
—Retírate, creo que no eres una estúpida, así que no volveré a repetirtelo.
Bella sintió rencor y su corazón latió con fuerza de la rabia que sentía por haberse visto desplazada por un recién llegado. Severus le dedicó una sonrisa irónica y cínica, pues a simple vista podía notar que tenía una especie de conexión o vínculo con el hombre y no deseaba que nadie más pudiese llegar a irrumpir en un territorio que creía ya conquistado.
Voldemort le dedicó una mirada de interrogación a Severus.
—Ahora necesito que me digas todo lo que escuchaste en ese barcerillo de mala muerte— siseó con tono de voz afilado—, ¿qué oíste hablar a Albus Dumbledore?
Desde que Severus se unió al profesorado de Hogwarts, había estado implicado muy de cerca con todos los asuntos. Dumbledore lo seleccionó por sus grandes habilidades como pocionista, conocimientos de la magia y desplante para plantear sus teorías o pensamientos. Además había tenido la fortuna o el infortunio de oír información que tenía que ver con un extraño suceso.
Terrible para el señor tenebroso.
—Fue hoy, me hallaba tomando una hidromiel y hubo algo que llamó mi atención, Albus Dumbledore hablaba con una mujer que postula para ser la profesora de Adivinación en Hogwarts—comentó—, lamentablemente no pude oírlo todo, el dueño de la taberna me descubrió y tuve que huir antes de que me delatara con el director.
Voldemort asintió con recelo.
—Hablaba de una profecía, de una profecía que tenía que ver con usted y un niño nacido a finales de Julio— susurró con discreción, la información no sería del agrado del hombre, por lo que tenía que descubrir la mejor forma para decírselo sin que esté desatara toda su ira contra él.
—No sabía de qué existieran profecías sobre mí, el departamento de misterios las resguarda bajo llaves y encantamientos— murmuró —¿qué más alcanzaste a oír?
—Oí a la mujer decirle a Albus que el único con poder para derrotar al señor tenebroso estaba cerca y que usted lo declararía como su igual...
Voldemort palideció, sintió que de pronto la tierra debajo de sus pies había desaparecido.
¿Enserio podría alguien tener el poder para derrotarlo?
¿Acaso un niño tendría esa capacidad?
Hasta ahora muchos lo habían intentado, él mismo se había encargado de dejarlos reducidos a cenizas, a nada. Todo quien le desafiaba corría la misma suerte nefasta, nadie podía salir airoso de sus garras ni de las de sus hombres.
—¿Quién era aquella mujer? ¡La quiero ante mí!
—No creo que eso vaya a ser prudente, mi señor. Debe ser cauteloso.
—¿Quién es ese niño? No es posible...
—El niño nacerá de quienes le han desafiado tres veces. Sin embargo usted debe tener a muchas personas que le han desafiado, muchos deben de querer el fin de su reinado dentro del mundo mágico.
De pronto las ideas del mago tenebroso se alinearon, solamente podían ser dos parejas. Magos a los que había ofrecido unirse a sus filas y estos le habían rechazado.
Los Potter, aquellos magos que poseían gran podría en su magia.
Los Longbottom, quienes eran una pareja de aurores reconocidos dentro del mundo mágico. Difíciles de persuadir, casi imposibles de esquivar.
—Oh, ya veo. Creo que ya tengo mis candidatos en mente. Severus... —murmuró—, de verdad tu información es valiosa para mí. Tenerte en mis filas es una de las mejores cosas que pudo pasarle a esta organización.
—Gracias, mi lord.
—Que no te intimide el hecho de ser mestizo, probablemente posees más cerebro que muchos de quienes están aquí— acotó—, muchos que jamás se han atrevido a lanzar un maleficio imperdonable.
—Le seré leal, pondré mis capacidades a su disposición.
—Lo sé, ahora debes retirarte— le ordenó.
El mago le reverenció antes de desaparecer sin emitir mayores palabras.
Voldemort suspiró y levantó la varita.
El cuerpo levitante de Bellatrix avanzó en su dirección, tenía los ojos dolidos por la ira y ahora se sentía resentida y avergonzada.
—¿Nadie te enseñó que no es correcto espiar a las personas, querida mía?
—Todo lo hago para protegerlo, mi señor.
—¡Incancerous!— conjuró y de pronto las lianas estaban apretando el cuerpo de la bruja— ¡soy asombroso! ¡no necesito que intentes cuidar de mí! ¡el mundo es el que tiene que cuidarse de mi persona!
Bella se remeció tratando de respirar con cuidado. Sabía que él podía torturarla hasta que se le placiera y si se enojaba podría acabar con ella en un abrir y cerrar de ojos.
—Hay algo en él que no me da confianza, no es de fiar.
—¿Crees que alguien sería capaz de venir aquí a engañarme? ¿A arriesgar su vida para mentirme?
Las cuerdas se apretaron más al cuerpo de la bruja, estrujando sus tripas.
—Al parecer solamente tú... sólo eres tú quien está constantemente poniendo a prueba mi paciencia. Creyendo que siempre te tendré en consideración por la miserable cercanía que hemos llegado a tener.
De pronto las cuerdas se aflojaron y Bellatrix pudo volver a respirar.
—Conste que no acabo contigo solamente porque conozco tu lealtad y tengo una misión para ti.
La mujer se quedó hincada recobrando el aliento durante unos minutos, con la cabeza baja, respirando con dificultad. Sin embargo no cambiaría de idea, había algo en Severus Snape que no le permitía verlo sin desconfiar de él.
—Lo que desee, mi señor— contestó en un hilo de voz.
—Necesito que espíes a los cazadores, a los que trabajan junto a Alastor Moody.
—¿Qué es lo que quiere saber de ellos?
—Todo lo que tenga que ver con el pequeño que viene en camino. Es imperioso saber si ese niño vivirá o su tiempo de vida— sonrió de forma malévola— será breve.
Bellatrix asintió.
El señor tenebroso contempló el paisaje a través de las ventanas.
Nadie jamás podría desafiarlo y salir ileso.
Prefiería desaparecer antes de ver aquello.
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