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" ¿Arde parís?

1940.

— El señor esté con vosotros...

— Y con tu espíritu. — el eco de las voces resonaba dentro de la catedral.

—  La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.

— Amén.

— La Misa ha terminado, pueden ir en paz. — el padre terminó dando fin a la misa.

— Demos gracias a Dios. — después de dar la última palabra, la mayoría de visitantes comenzaron a caminar por diversas partes del hermoso lugar en el que estaban, junto a ellos, nazis (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán).

Después de que Francia terminará rindiéndose ante Alemania, este término integrándose, el imperio ocupó el norte de Francia junto toda su costa atlántica hasta la frontera con España, y por supuesto, ocupando la capital, Paris.

Y aunque en la catedral de Notre Dame no eran muy vistos judíos merodeando por la zona, tampoco los del partido Nazi les tenían ni una pizca de compasión a los franceses, en cambio, era muy distinto el trato comparado hacía con la gente de dicha religión.

— ¡Hazte a un lado, maldita escoria! — la voz de uno de la mayoría de alemanes que estaban en el lugar se hizo presente cuando un pequeño de solamente 8 años trató de pasar entre la multitud de gente que había en el lugar.

Claro estaba que la gente que se encontraba cercas logró escuchar el conflicto que el hombre estaba creando, pero como era de esperarse, nadie hizo nada, sin contar a una persona.

— Discúlpeme usted, pero creo que esas no son maneras de hablarle así a alguien, mucho menos a un niño. — una voz femenina retumbó por los oídos del nazi.

— ¿Qué? — se volteó a dirección de la mujer que se interpuso entre los dos — ¿Sabes con quien estás hablando? — habló el mayor con aires de superioridad.

— Conozco las "jerarquias" que se están dando últimamente, pero se que en ambos lados debería fomentarse el respeto, y si tan hombre según es usted, mucho menos debería hablarle así a una mujer.

— ¿Acaso una maldita monja me está dando órdenes de como debo comportarme? — sin duda, el hombre estaba a punto de explotar.

— No debería por que enojarse tan rápido, este no es un juego para ver quien es el que se ofende más, solo digo la verdad, además, soy una hermana, no una monja, leer ayuda a ampliar la mente. — optó por sacar una sonrisa al aire mientras jalaba con delicadeza al pequeño así para que este se sintiera más seguro.

Sin esperarlo, el hombre levantó su mano con brusquedad, sabía lo que iba a venir.



— Eres una... — antes de poder terminar, la fémina fue jalada lejos del hombre antes de que el tacto de su mano tocará con su rostro.

— Señor, ¡Usted se encuentra en una iglesia, tenga más respeto por favor! — otra hermana apareció en la escena, aferrándose al brazo de su compañera. Todo el mundo se quedó perplejo al ver tal pleito.

— Como sea... pero quiero que para la próxima vez tú y tu bola de asquerosos franceses me demuestren el respeto que un superior como yo debería de tener.— el señor al terminar de decir su estricto "discurso", decidió por irse del lugar.

La hermana que sostenía el brazo de la contraria la guió hasta más adentro de la catedral.

— Angéle, ¿pero que te sucede? Sabes que no debes meterte con ese tipo de gente, mucho menos con alemanes, ¿qué te hubiera pasado si no hubiera llegado a tiempo? — dijo la hermana desesperada.

— Eve ya lo se, ¿pero que más debía hacer? ¿Quedarme ahí parada viendo como ese hombre insultaba a esa pequeña criatura? Estoy harta de que se crean los reyes del mundo. — contestó Angéle.

— Se que lo hiciste por una buena causa, pero... — se acerco más a ella para susurrarle — sabes el poder que tiene toda esa gente, tuviste suerte de que no te hiciera nada...

— Tranquila, no me pasara nada, y si me llega a pasar algo, se que vendrías con rifles en manos. — y sin poder evitarlo, ambas féminas terminaron riendo. — Bueno, ahora deberíamos prepararnos en irnos, hoy toca visita al orfanato con los niños y no quiero llegar tarde.

— Es verdad... — Eve rascó su mejilla. — ¿Podrías hacerme el favor de ir por la canasta de comida que deje en la cocina? Es que la madre superiora me pidió que fuera a su oficina.

— Por supuesto, por mi no hay problema, tú ve, yo me encargo.

— ¡Gracias Angéle! Te veré en la puerta. — ambas se despidieron con un movimiento de mano para así cada una ir por su camino.

Angéle tardo al rededor de 10 minutos para ir por la tal canasta y llegar a la entrada de la catedral, aprovechando de que no entraba tanta gente en el lugar, decidió esperar.

Mientras esperaba pacientemente, se quedó mirando afuera un pajarito que brincaba saltitos en la parte de la entrada, la fémina se agachó y de la canasta sacó algunas migajas de pan para darle al pequeño animal.

— Disculpe, señorita. — una voz aguda se escuchó detrás suyo, con algo de curiosidad volteó a ver de quien provenía dicha voz, una niña de cabello naranja cadmio con unos lindos ojos verdes. — ¿Quiere ser mi maestra? — la pequeña sonrió.

— ¿Ehh? — Angéle se levanto rápido. No iba a mentir, estaba demasiado confundida por la naturalidad en la que se lo preguntó la pequeña.

— ¡Sherry! Pequeña resbalosa — en la escena también entró un muchacho, era alto, de cabello blanco, a la vista se veía la calidad que tenía el traje que portaba en ese momento, y en el mismo traje traía una insignia... con una tal esvástica. — Perdóneme las molestias, vine a traer a mi hermana para que viera la catedral, y de paso para preguntar sobre los informes de las clases que se están dando aquí, ¿Usted podría ayudarme?

— Yo no puedo ayudarles ahorita, necesito salir, pero la madre superiora puede ayudarlos. — la de ojos grandes volteo a ver hacia otro lado evitando la mirada del más alto. — Los guiare — y así como lo ordenó, eso mismo hizo.

Claro que su semblante se volvió más frío que la gran Antártida ¡pero vamos! Después de recibir maltratos del abominable partido nazi, ¿cómo no se volvería la persona más fría de toda la galaxia láctea?

Aunque tenía que admitir que el chico se estaba comportando de manera respetuosa, en estas circunstancias no podía enfocarse en eso, sabía que posiblemente en cualquier momento ese respeto se esfumaría, en fin de en cuentas seguía siendo un nazi como todos esos alemanes.

Angéle y la compañía que venía detrás de ella caminaron por el largo pasillo para llegar a la oficina de la madre superior, fue ahí que llegaron y los presentó con la señora.

— Muchas gracias, señorita... — dijo el albino esperando en respuesta el nombre de la joven.

— Hermana Angéle, con eso es suficiente. — contestó firmemente.

— Hermana Angéle... — los iris color azul grisáceo penetraron la mirada de la fémina, ambos mirándose fijamente, mientras ella lo desafiaba con la mirada, este la recibía con una mirada cálida y confiable, vaya terror para nuestra Angéle — entendido. Que tenga lindo día.

Dijo para entrar de la mano junto a su pequeña hermana, no sin antes de que la niña se volteara y se despidiera de la mujer, algo que hizo que el semblante de esta se relajara y devolviera el mismo acto.

Angéle continuó su caminata hasta encontrarse con la hermana Eve, para después tomar rumbo al orfanato.


al fin publiqué el primer capituló después de añales, perdón a todos ₍ᐢ. ̯.ᐢ₎

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