Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

quatre



"El fin de la Ciudad de la Luz "

Transcurrieron las semanas, y París dejó de ser la capital que brotaba luz propia, comenzando con la extrema escasez de alimento para los del pueblo francés, gracias a que los habitantes de las zonas de ocupación alemana debieron hacerse cargo de darle alimento y alojar a los 300,000 soldados de la Wehrmacht, al mismo tiempo que los germanos tuvieron carta libre de confiscar y requisar las propiedades francesas, por lo que se formó un sistema de saqueo organizado.

La insuficiencia de comida se hizo presente no solamente por el sistema de saqueo, sino también cuando el gobierno francés tuvo que sancionar leyes para racionar la comida, lo que impactó a todos los pobladores de París, debido a que los comercios podían entregarle una cantidad limitada de productos a la gente, estos mismos estaban llenos de filas interminables de personas esperando su turno para comprar solamente: Pan, carne, y leche.

Se les entregaban tickets a cada ciudadano para su ración diaria, que era muy poca y no alcanzaba para saciar el hambre de una familia completa. Si ahora, para una familia completa no era suficiente, para el convento de la catedral de Notre-Dame, eran solamente migajas echas polvo.

La comida era cada vez más poca, y las chicas del convento tenían que organizarse bien para sus comidas que eran mínimas raciones por día.

No solamente era el alimento, los mismos parisinos se veían obligados a usar sus mismas prendas de ropa hasta que estas se destruyeran, tenían mínimos gastos de carbón y otros bienes, por lo que las vidas de estos eran ya deplorables.

Lo que había sido más reciente y causaba una desesperación y angustia, era que se había dado una orden de que se haría toque de queda cada día entre las 9:00 de la noche y las 5:00 de la madrugada, lo que trajo consecuencia el fin de la vida nocturna en París, solo podías salir si tenías un pase firmado solamente por las autoridades.
Además, de que los hogares estaban obligados a cerrar puertas y ventanas, las luces tenían que apagarse por temor a que fueran usadas para enviar mensajes a los aviones aliados.

Para Angéle, no solo era lo único que la sacaba de quicio, sino que no había tenido rastro de Norman desde hace 2 semanas, a lo que ella iba contando, el jamás aviso sobre qué estaría ocupado, o que no podría ir en ese lapso de tiempo a la catedral, nada.

Sherry asistía de vez en cuando a clases, pero no había ningún rastro del albino, por lo que Angéle pensaba, y no quería hacerlo porque odiaba sentirse así, pero sintió que le habían visto totalmente al cara, ¡se había burlado de ella! eso era lo que pensaba cada que recordaba esa plática que tuvieron en el parque.

¿Pero que más da? ella lo sabía, era como un nazi cualquiera, ellos jamás cambian, ninguno es peculiar a otro, y aunque ella comenzaba a pensar distinto sobre Norman, esta vez le hizo pensar todo lo contrario.

¿Y si tal vez le dijo todo eso con algún otro propósito, no lo consiguió, y se marchó sin más? ¿qué si en verdad sólo lo hizo por quererse reír de ella solo por ser francesa?

Todo esto comenzaba a estresarla, no sabía si ya era por la falta de alimento o porque ella en verdad suponía todo eso.

Le molestaba, odiaba ver cómo la ciudad en la que ella creció, se estaba desmoronando en pedazos, ver que ni siquiera su patria podía recibir una pizca de respeto. Pero dentro de lo que cabe, no era una pequeña discusión entre niños pequeños, era una conflicto de escala mayor, ¿que sentido tiene la guerra?

Mientras los ricos crean la guerra, los pobres son los que mueren, mientras que los malos disfrutan la vida, los que no pidieron la guerra son los que reciben las balas.

Probablemente la sangre es el precio de la victoria.

Era culpa del mismo ser humano, y lo detestaba.

"Odiar es malo".

¿Qué denigrar, matar y usar el nombre de Dios en vano, no es un pecado?

Angéle se cuestionaba todo ese tipo de preguntas durante la noche entera, tocaba todas sus heridas causadas por los latigazos, el ardor indescriptible cuando pasaba la yema de sus dedos por los bordes de aquellas lesiones, pero, si ella se lastimaba, ¿el podría ver todo el sufrimiento que vivían, verdad?


— ¿Acaso algún día terminará esto, señor? — de sus ojos color cielo, brotaron unas pequeñas lagrimas.


Le quemaba ver todo lo que pasaba en las calles, el mirar como familias buscaban entre la basura para ver si había algo de comida para llevar a casa ese día, el pasar de tanques militares sin vergüenza alguna, ella no quería quedarse así, pero su única "esperanza" ya no se encontraba ahí.

Sin duda, estaba decepcionada, decepcionada de haber confiado en aquel hombre de cabello blanquecino.

Pero todos esos pensamientos dejaron de estar tan presentes en su cabeza cuando vio que comenzaba del amanecer, era hora de levantarse, no tuvo más remedio que ponerse su hábito junto con su escapulario para después salir de su pequeña habitación.

Las habitaciones en el convento eran bastante prácticas y simples, consistan de un cuarto pequeño con sus cosas básicas, cama, armario, un pequeño tocador con espejo, y un baño compartido con el cuarto de enseguida.
Pero claro, esto dependía de los rangos dentro de la Congregación.

Mientras caminaba rumbo al comedor principal, sentía que tenía puesta encima miradas de las chicas del lugar, muchas de ellas murmurando cosas.
"¿Se habrán enterado?" pensaba Angéle.

Fue hasta que una de las chicas se acercó a ella.

— Hermana Angéle, dice la madre superiora que quiere que vaya ahorita mismo a su oficina. — me susurró, sin duda, ahora si tenía puesta todas las miradas sobre ella, así que Angéle solo asintió y camino hasta la oficina de la superiora.


Cuando llego, dudo si tocar la puerta era buena idea, pues bueno, escapar no se escuchaba tan mala idea, pero no quería más problemas, no tuvo de otra que tocar aquella puerta de madera.
La madre superiora no tardó en contestar con un "pase", Angéle hizo caso y la abrió, no se esperaba que la superiora ya estaría mirándola con aquella mirada de indiferencia que ella tenía.


— Siéntate. — ordenó, la joven cerró la puerta y caminó hasta la silla frente a su escritorio, quedando a cara a cara con la mayor. — Me comentaron que escucharon sonidos de latigazos en una de las habitaciones, y que esa era la tuya, ¿me equivoco? — Angéle negó segura. — Hermana Angéle, no somos jesusitas del siglo XV como para cometer flagelación.

— Pero, ¿y si es el único modo para que el vea todo esto? quiero comprender lo que el sufrió, para que el pueda comprender lo que nosotros sufrimos. — la mirada seria de la superiora fulminaban los ojos azules de la joven.

— Iras de visita todo el fin de semana al orfanato, pediré que te den una habitación para que vayas organizando tus cosas, saldrás a las 4:00 de la tarde, sin falta. — tomó el teléfono mientras tocaba cada botón de este y marcar al número del orfanato. — Retírate.



Angéle, con algo de indignidad, se levantó de su lugar y se dirigió a la puerta, ella no pedía que la entendiera, la madre superiora sabía lo que pasaba en las afueras, pero, aunque lo supiese, no podía ayudar a toda esa gente, solo Dios podía hacerlo.

La joven entró al comedor evitando todas esas miradas que la comían por completo, las únicas miradas positivas que recibió fueron las de Eve y Christine, saludándola y preguntándole cómo es qué había pasado su noche.

Lo sabían, claro que lo sabían, todas las chicas al parecer se habían enterado, más aquellas dos muchachitas no mencionarían nada de ello, ni con ella ni con nadie.

El desayuno fue pesado para Angéle, junto con el sueño y la incomodidad que sentía, no la hicieron disfrutar muy bien su comida, pues esta comenzaba a enfriarse por los pequeños bocados que ella daba, sin embargo, sus dos compañeras esperaron el tiempo que fuese para que la chica terminase su alimento, que, aún así, era mínimo.

Cuando por fin se digno a levantarse de su lugar, fueron a realizar cada quien sus tareas diarias, como regar el jardín, mantener el huerto, estudiar música, etc, hoy a la chica de ojos azules le tocaba estar en la cocina, puesto que iba a ir de visita todo el fin de semana al orfanato, tenía que llevar algún alimento para no llegar con las manos vacías.

Estaba decidida en hacer un panqué de nuez, pero los ingredientes eran casi escasos, pero aun así, ella trató de hacer algo con esos ingredientes que aún tenían algo dentro de aquellos tazones.
Tal vez no llevaría un mega panqué, pero si bastaría para al menos, una pieza aceptable por persona.

Baso toda su mañana en eso, esperando a que se horneara, envolverlo en un papel para que así no le cayera nada que lo afectase, y lo coloco sobre una canasta. Preparó rápido su pequeña y única maleta para empacar sus cosas básicas.

Salió antes de la hora indicada para ir caminando hasta el orfanato, dado que quedaba lejos de la catedral, fácilmente podría tomar el tren subterráneo de la capital, pero como se estaban implementando medidas discriminatorias, como ejemplo, que los franceses nada más pueden ir en el vagón trasero del tren, Angéle prefería evitarse eso.

Mientras caminaba por las calles, evitaba mirar a los lados e ignorar los comentarios que los germanos hacían a ella, pero eso no evitaba que ella siguiera caminando con la cabeza en alto.

Cuando iba a cruzar la calle, sintió como un auto se estacionó a unos metros de ella, no le tomo mucha importancia y espero a que alguien tan noble le cediera el paso, más como no sucedía, ella estaba ahí parada esperando, no hasta que sintió aquella colonia que resaltaba a cierta persona.

A un cierto albino...

Le dio un tic en el ojo derecho cuando sintió que alguien se posicionó a su lado, lo sabía, sabía y le concierna que era el, "ahora si se digna a aparecerse" pensaba Angéle.


— Señorita Angéle, ¿cómo está? justo estaba por ir a buscarla. — dijo Norman, esperando una respuesta, lo único que recibió fue la ignorancia de la muchacha, que seguía con su mirada a la calle mientras esperaba que le dieran el paso. — ¿Señorita Angéle?



Norman estaba confundido, es como si estuviera hablando con un bloque de hielo.


— ¿Se encuentra bien? — se acercó un poco más a ella, pero antes de conseguir la cercanía que el quería tener, ella comenzó a caminar hasta la calle.


Como la joven no vio que pasaba algún otro vehículo, comenzó con su caminata, quería evitar hablarle, no quería ser grosera, pero en verdad le molestaba, ¿ahora si se preocupaba?

Cruzo la calle sin notar que venía un carro bastante lujoso a toda velocidad, se dio cuenta cuando casi estaba por impactarla hasta que alguien jalo de su brazo, evitando que fuese atropellada. Angéle frunció el ceño cuando volteó a ver quien había sido su "salvador".

A Norman casi se le salía el alma cuando el auto casi impacta con la muchacha, le importo mas el que no se hubiera lastimado o algo por el estilo, que los insultos que estaba gritando el señor germano que provenía de aquel auto.


— ¡Fíjate, maldita monja de mierda! — gritó aquel hombre, Angéle iba a gritarle devuelta cuando Norman la soltó y se acercó al auto, este estaba recargado en automóvil diciéndole algo al hombre, no escucho muy bien lo que estaba diciendo, pero el hombre regreso su mirada a la chica para solo asentir como "disculpa", lo cual Angéle claramente no acepto, Norman regreso devuelta con la chica.

— ¿No se lastimó? — preguntó mientras trataba de analizar si no había al menos un rastro de raspón sobre ella.

— Estoy bien, — acomodó sus mangas del hábito. — que tenga linda tarde. — iba a avanzar de nuevo cuando fue detenida otra vez por el chico. — ¿necesita algo? — pregunto levantando la ceja.

— Me gustaría saber el porque no me contesto cuando le había hablado hace unos momentos.

— ¿Ahora le preocupa? — quito su brazo, rompiendo contacto entre ellos dos. — me dejo esperándolo por 2 semanas. Pero eso ya no es de mi importancia, tengo que irme.

— Puedo explicarle porque mi repentina desaparición, solo, necesito que me acompañe rápido a un lugar, y después puedo llevarla a donde usted se dirige, pero — se acercó para susurrarle. — necesito informarle lo qué pasó.



Angéle lo pensó muy bien, no quería caer de nuevo en sus juegos, si es que de eso se trataba, pero había algo en aquel muchacho que hacía que confiara completamente en el, solo se molestó en asentir una vez, Norman soltó una leve sonrisa al aire, le cedió al paso para que ella fuese primero que el, le abrió la puerta de su auto y entraron.

Ambos iban en la parte trasera ya que adelante iba el chofer de Norman, lo había visto de lejos antes, más nunca habían cruzado palabras, ella lo observaba, le parecía algo exótico la tache que tenía en su cabello, no era común ver a alguien con ese estilo de cabellera, pero le parecía algo único y que destacaba.

Ella miro curiosa el interior del vehículo, ella jamás se imagino andar en uno de esos autos que eran nuevos modelos, eso eso pensaba ella, no tenía ni la menor idea sobre carros y modelos nuevos, lo único que sabía era tomar el tren subterráneo y a medias.

Miro la canasta que traía en manos con algo de tristeza, aquel panqué que tanto se había esmerado en hacer, estaba destrozado, habían algunas partes rescatables, pero casi todo eran migajas. Tal vez si el coraje no le hubiera ganado, al menos el panqué estaría intacto.


— Vincent casi era llevado al campo de concentración de Plaszow. — la chica abrió los ojos como canicas, giró a ver inmediatamente a Norman, el solo miraba al frente.

— ¿Qué? — susurro.

— El y yo viajamos a Polonia para ver los movimientos que se estaba haciendo dentro de la fábrica, teníamos que checar los avances de los esmaltados, junto con los suministros y alimentos para los trabajadores, se suponía que no sería un viaje corto, pero lo qué pasó con Vincent nos hizo demorarnos más de lo pensado. Le pido disculpas por no haberle avisado antes. — miró a la joven que ya hacía mirándolo, ella tardó un poco en reaccionar hasta que asintió una sola vez, el sonrió levemente.

— ¿Tardó mucho tiempo en salir el señor Vincent?

— Eso fue lo de menos, — rascó su nuca. — me costó mucho trasladarnos devuelta aquí, se suponía que Vincent estaba trabajando en la fábrica, por eso la demora de 2 semanas, pero bueno, por fin regresamos. — soltó una ligera risa, ella lo seguía observando, el dirigió su mirada a la maleta que traía la chica. — ¿Va de visita a alguna parte?

— Voy al orfanato Glory Bell, me quedaré el fin de semana, por eso la maleta.

— ¿Y la canasta?

— Había hecho un panqué de nuez, pero se desmoronó por lo de hace rato. — tapó un poco con sus manos el alimento, pero las manos pálidas del contrario hicieron que las apartara con delicadeza.

— Huele muy rico, si usted no lo quiere, yo lo aceptaré. — tomó la canasta para oler mejor aquel postre, antes de que pudiera decir ella algo, el chofer habló.

— Hemos llegado, herr direktor.



Angéle miro por la ventana, un gran edificio se posaba frente a sus ojos, desde afuera se veía la pinta de elegancia, parecía ser de un estilo clásico, casi repleta de mármol, dándole una apariencia lujosa, lo que tenia más fascinada a Angéle, era la gran puerta de bronce. Y claro, tenía que estar incrustadas esas banderas con esvástica en la entrada, como en todo París.


— Bajemos. — Cislo bajo y abrió la puerta de su jefe, Angéle se negó por completo.

— No puedo salir, no pueden verme con usted, pero puedo esperar. — estaba preocupada, sentía que no debería de estar en ese lugar, ¡debería de estar yendo al orfanato!


Norman no insistió en cambiar la decisión de la joven, solo le hizo saber que no tardaría mucho, el se bajo, no antes para tomar la canastilla que ya traía en manos y ambos hombres entraron al edificio, Angéle soltó un suspiro, había pasado mucho en estos días, al menos, se sentía con un poco más de calma en saber lo que había pasado con aquel hombre que la sacaba de sus casillas.

No sabía si creerle o no, pero, vamos, sabía que el no inventaría algo así y meter a Vincent en esto, sabía que era peligroso si fuese así, pese a eso, se le dificultaba confiar, siempre se le ha hecho un obstáculo, no es nada nuevo, pero, a veces quisiera no ser tan desconfiada.

Esos pensamientos la estaba sofocando, por lo que bajo un poco la ventanilla de la puerta hasta que llegase a la mitad, un poco de brisa no le haría daño. Decidió cerrar por un momento sus ojos, necesitaba relajar su mente, pero aquella voz interna no paraba de recordarle todo eso que no la dejaba dormir.

Sentía una gran responsabilidad que caía sobre sus hombros, muchas cosas por hacer, muchas cosas por pensar, sentía que esto la estaba destruyendo, y aunque ella ya sabía que esto recién comenzaba, no quería imaginarse que otras atrocidades le llegarían a suceder a ella y a su pueblo, ¿escapar del país? era buena idea, podría irse a Portugal, ¿el problema? que la matasen en el intento, no sólo era el escapar, también era el hecho que sería muy difícil que la trasladasen a algún otro convento, ella no podía hacer nada.

Tenía que conformarse con la vida que Dios le dio. 

Abrió sus ojos de repente cuando una voz se escuchó al lado suyo.


— ¿Es ella? — susurro una voz femenina, volteo algo asustada y se encontró con Norman, junto con otras dos personas, un muchacho de cabellera negra y una linda chica de cabellos naranjas. Norman abrió la puerta, la joven salió del auto algo desconcertada para poder presentarse de manera correcta.

— Señorita Angéle, ellos son mis socios y amigos.

— Mucho gusto, — aquella chica de cabellos naranjas le ofreció su mano, Angéle la acepto. — soy Emma, Norman nos habla siempre de usted.

— ¿Y son muchas veces? — preguntó Angéle, Emma soltó una pequeña risa por su comentario.

— No puedo decir que no. — ambas miraron a Norman, este miraba a otro lado mientras intentaba ocultar aquella sonrisa nerviosa que estaba luchando por salir. La chica del hábito dirigió su mirada al otro chico, esperando a que se presentase.

— Ray. — dijo sin más, ella asintió sólo una vez.



Norman comenzó a dar una pequeña "charla" sobre lo que sus amigos estaban aportando a la fábrica, donde ellos se encargaban de la administración y las entregas de cada producto qué salía de aquel lugar para ser llevado a los campos.

Trataba de escuchar atenta y mostrar interés en la plática, pero la mirada del chico llamado Ray la ponía tensa, parecía ser que estaba examinando todo de ella, más que lo físico, parecía ser que su alma estaba siendo analizada, pero ella podía hacerlo mejor, así que no se molestó en comenzar una guerra de miradas entre ambos, algo que fue notorio después de que los otros dos chicos pararon su hablar por este pequeño "duelo" de miradas.

Norman carraspeo para que ambos salieran de ese raro trance al que habían entrado, los cuatro no dijeron nada más, el ambiente estaba ya algo incómodo, hasta que Norman decidió que ya era hora de irse porque tenían asuntos pendientes, Angéle se despidió de ambos cordialmente, aunque le fuese extraño despedirse ahora de ese chico Ray.

Subieron al auto y Cislo arrancó este mismo.

Se le hacía extraño, ellos habían sido los únicos alemanes que no fueron groseros con ella, bueno, aquel chico Ray tenía su manera rara de actuar, pero jamás fue descortés, dentro de lo que cabe.

"¿No estarán fingiendo?" Pensó Angéle.

Norman no parecía ser una persona mitómana, pero temía que lo fuese, pero por alguna extraña razón, el le daba una rara sensación de que el era una persona sincera y justa, algo que no era muy visto en la sociedad.

Ella detestaba pensar así, ella no odiaría a una nacionalidad entera, toda esa frustración que ella sentía jamás la había experimentado antes, su mentalidad estaba cambiando, ¿qué más le estaría esperando? la verdad no quería saberlo, pero su presente parecía que sería igual en un futuro.

Comenzó a tronarse desesperada los nudillos, era la única forma de poder líber todo el estrés que la estaba consumiendo, aquel estrés que Norman había notado, por lo que se le acercó y le susurró que si todo se encontraba bien, susurrándole ella con un "si".

Cislo manejó un buen rato hasta estacionarse en una de las calles más caras de todo París, por estar algo distraída viendo esas calles tan bonitas, no se percató cuando el joven que iba a su lado se bajó del auto, así que ella miró al que conducía, pero este estaba muy entretenido con el mechero para encender su cigarrillo, así que lo único que hizo fue estar quieta y esperar a que Norman volviese.

Lo que la puso ansiosa, era que el reloj marcaban las 3:40 de la tarde, ella, pensando que era un poco más temprano, pues aún no estaba acostumbrada a la nueva hora que los mismos germanos establecieron. Los relojes de la ciudad fueron seteados a la hora germana para coincidir con el tiempo de Berlín, por lo tanto los parisinos no estaba aún cómodos con eso.

Norman volvió a los minutos, con una preciosa canasta como la que hace semanas ella había recibido por parte del germano, Cislo bajo del auto y le ayudó a su "herr direktor" en abrir la puerta, el entro y trato de acomodarse un poco mejor por la canasta. De la manera más natural, el chico le entregó la canasta junto con una caja de color marfil, de material resistente y sofisticado, que venía con un pequeño lazo con la tarjeta del lugar.

Angéle estaba confundida, no sabía porque se la había dado, por su cabeza pasaba que probablemente era un encargo para un familiar o tal vez para una chica que estaba siendo cortejada por el y quería que ella le ayudase a cargarlo, ¿no?


— ¿Es para algún familiar? — preguntó la chica.

— Es para que la lleve al orfanato, y, esa caja es para usted. — Angéle se asombro, pregunto con la mirada si podía abrir ambas cosas, Norman asintió.



Ella fue primero por la canasta, quito cuidadosamente lo que escondía el papel de seda blanco donde venía envuelto lo contenido, viendo que eran una selección de brioches artesanales, que hasta parecía que quería salirle la baba de su boca por lo delicioso que olía.
Después fue por la caja, que la abrió con algo de miedo por el movimiento del auto, no quería mancharlo por alguna equivocación y que le cobrase por ello, así que quito el lazo y abrió con cuidado, sus ojos expresaron una melancolía eterna al ver una tarta de clafoutis recién hecha.

Su corazón saltó de felicidad, ese postre era su favorito cuando era tan solo una niña, no lo había vuelto a comer desde hace un par de años, y por fin podía volver a oler ese olor típico que tenía su tarta favorita, pero, había algo que la detenía.



— Le agradezco mucho el detalle, pero, no puedo aceptarla. — guardó con cuidado la tarta para envolver la caja de nuevo con aquel lazo.

— ¿No le gusto? podemos regresar de nuevo para escoger algo de su elección — habló Norman pero la chica lo interrumpió.

— Las leyes no me permiten aceptarlo, más le agradezco.

— ¿Leyes? — ella frunció el ceño confundida

— ¿Usted no lo sabe? — el negó. — nos limitaron la comida, si lo acepto, podrían meterme presa.



Pues esto era algo cierto, en las últimas semanas, se había formado un mercado negro de alimentos, donde la gente obtenía comida de manera ilegal a precios abusivos, pero si alguien era descubierto teniendo productos de más, era arrestado, todo esto llegó a los oídos de la demás gente gracias a los periódicos que eran anónimos y no parte del régimen nazi.

Angéle le explicó todo lo que habían pasado en las últimas dos semanas que el estuvo ausente, Norman en verdad no estaba enterado de nada de lo que ella le estaba diciendo, el había llegado apenas la noche anterior junto con Vincent, aparte no sólo era eso, pues el traslado de su contador lo tenía más que ocupado, así que jamás se enteró de las noticias de su mismo partido.

El estaba más que ocupado, pues en su largo viaje de negocios en Cracovia, tenía que seguirse beneficiando por sus intereses empresariales, yendo a reuniones con funcionarios del partido y hasta con vínculos con oficiales de la SS y, eventualmente para salvar la vida de aquellos judíos.

Tenía mucho que hacer, muchas preocupaciones estaban en su cabeza, y en ese viaje de negocios, a ratos pasaba por su mente la figura de Angéle, el no lo diría, pero pensaba en ella, le preocupaba lo que estuviera pasando sin el estar ahí, porque dentro de lo que cabe, ella estaba siendo protegida por el sin saberlo. No podía decir que sentía ya un lazo con la joven, todo esto era por su fábrica y por los judíos, pero debía admitir que no podía evitar hacer ese tipo de acciones por ella, como la necesidad de darle cosas, eso era un factor que resaltaba mucho en Norman hacía la muchacha.

Se detuvo el auto cuando por fin llegaron al orfanato, Norman abrió la puerta por ella, dejando a Cislo con medio cuerpo fuera del vehículo, ella le agradeció, no solo por haberle abierto la puerta, sino porque el albino le ayudó con la mayor parte de sus cosas.

Antes de tocar, se despidió del chico germano, le explicó que prefería que se fuera antes para que las chicas del orfanato no estuvieran difundiendo sobre quién la había acompañado hasta ahí, por lo que el entendió y acepto, ella le pidió que le agradeciera a Cislo por el transporte y el asintió.

Y así, el auto más bonito que ella había visto, comenzó a avanzar hasta desaparecer de su vista, ella tocó la puerta y las chicas del orfanato la recibieron de la misma manera alegre de siempre, y más por la canasta de brioches que ella había traído.

Antes de comenzar con sus actividades de la tarde, dejó su maleta en el cuarto que le cedieron y se sentó un poco, seguía viendo aquella caja, quiso tomar un pequeño bocado de este, así que lo abrió y comió un poco, estaba muy rico, y no era una mentira ya que fue hecha en una panadería costosa, deduciendo ella por el lugar en donde se encontraba.

No se dio cuenta hasta que vio una pequeño papel, ella relamió sus dedos para tomar el papel, lo abrió y leyó lo siguiente:





No pudo evitar soltar un pequeño suspiro, ahora tenía más cosas que pensar, pero, le ansiaba ser parte de lo que el germano tenía planeado hacer.


Llantos eran soltados sobre la almohada de Angéle.

Todas esas imágenes venían a su cabeza.

Cuerpos, cráneos, sangre.

Veía su cuerpo, veía el cuerpo de la hermana.

Sus sollozos le dolían, le dolía el corazón, no podía detenerse, no podía evitar llorar.

Si decían que infierno era horrible, ¿entonces, esto que era?











¡Hola gente linda! espero se encuentren de la mejor manera posible.

Quería informarles que desde esta actualización, haré los capítulos más largos ya que estaremos entrando ya al comienzo donde Angéle sera parte del plan de Norman, así que espero que esto no sea una molestia para ustedes.

También quería decirles que habrá también ciertos capítulos donde no sólo hablará de la cercanía de ambos protagonistas, sino más el cómo se estaba viviendo en Francia en todos esos años de La Segunda Guerra.

Si tienen alguna duda de ciertos acontecimientos o información que implementó en los capítulos, pueden preguntarme, ¡yo sin problema contestaré!

Bueno, era todo lo que quería decirles, tomen mucha agua y recuerden que son personas indispensables 💓, cuídense mucho y vivan su vida con plena paz.

¡Adiós lectores!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro