LA HISTORIA DE LUZ
Hoy veo en retrospectiva y me doy cuenta de lo mucho que me has cambiado desde que llegaste. Bastaron tan sólo unos días para comprender que algunas personas llegan a tu vida para desmoronarte la tristeza, para descoserte esas risas que pensabas que eran una herida si las sacabas a la luz del día, a descontrolarte los nervios, los sentimientos, las canciones.
Y eres
tú, eres tú quien me hace querer no morir y ser por siempre joven, y al
mismo tiempo me haces querer envejecer a tu lado. Y veo cómo las horas se
pasan como agua en mano siempre que estoy a tu lado.
Antes de ti
era una sombra en forma de nube que se paseaba por la vida tratando de contenerse
la lluvia, pero que, un día, sin más pensar, apareciste como el arco iris al final
de la tormenta, y me haces bailar a cada paso que voy.
En cada tormenta en la que entro estás tú, que eres Sol, brillando, radiante, atravesando mi piel para llegar a colar tus rayos por mis grietas. Me amaste roto y por eso te ame con todos mis pedazos. No preguntaste el porqué de mis cicatrices, sino, más bien, también te desnudaste las tuyas y yo, que siempre le he temido al amor, las besé y las hice mías. Mías y de nadie más. ¡Y maldije las palabras que te las hicieron y bendecí la mano que las curó!
Me dices al oído que tienes miedo de perderme y te susurró al hombro que no hay mayor miedo que los principios, pero no temas, no lo hagas, no temas a ser feliz, no temas a ser feliz a alguien más.
Si supieras lo importante que son los besos que me das cuando nadie mira, cuando todo calla, incluso aquellas montañas que nos vieron darnos nuestro primer beso, fue un eclipse. En aquel verano del 2011 cuando éramos tan Felices.
Dos pueden atraerse como el metal y el imán, pero luego estamos nosotros, que no importan las fuerzas que traten de separarnos, porque el universo nos unió para forjarnos a ser algo inmortal en alguno de sus rincones.
Quiéreme, Luz. Quiéreme, y no me sueltes jamás.
No dejes que pase frío, que me haga daño el invierno, que el viento traiga de
nuevo aquella persona a la que maté y enterré en el pasado, no dejes que
vuelva a ser lo que un día fui. Toma mi mano y haz de ella un universo aparte,
distante, en donde podamos ser felices tú y yo.
Al final de la tormenta, uno encuentra a alguien con quien querer pasar
todos los días, incluyendo los nublados y los soleados, los malos y los buenos,
los grises y los de colores, a su lado.
Espera…
Tengo miedo, ahora soy yo quien tiene miedo de que me sueltes y me dejes
ir como piedra en una corriente. Sé que soy duro de roer, pero también sabes
que puedo llegar a quemar, tanto así como para encender una llama en el
corazón más frío.
Te quise hasta con el Alma y eso bien lo sabe Dios… LUZ era tu nombre,
brillante metáfora de lo que trajiste a mi Vida.
Sabes que llegaste a mi vida para salvarme del naufragio, mi mejor caída has
sido tú, utilizas tu saliva para curar mis heridas.
A donde te encuentres después de tanto…
te prometo que tu corazón, que te lo han roto en mil pedazos antes,
intentaré coser, al igual que tus alas, tus miradas tristes.
Arreglaré tus días, tu vida y tus noches.
A donde quiera que te encuentres espero que un día regreses a mi lado...
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