La Historia de Cris (Carta de Despedida para Cris)
Carta de despedida
No sé cómo decirlo, a veces se me olvida cómo empezar una carta. Es más, ni siquiera estoy seguro de que esto sea una carta, o si hago bien en redactarla de esta manera tan directa. A veces soy torpe, pero me he acostumbrado a muchas de mis limitaciones. Hay tantas cosas que quisiera decirte, pero todas se reducen en una simple frase: 'te extraño', esas son las palabras que resumen a la perfección la falta que me haces.
Creí ser inmune a la nostalgia, y el simple hecho de pensar que debo dejarte me convenció de lo contrario. Se me parte el alma ¿sabes? Hay cosas que no se olvidan ni después de la muerte, como tu mirada, o los momentos que pasamos juntos y eternizamos con un beso. Me parece gracioso, antes de que entres en mi vida yo era feliz sin ti, llegaste y por fin me sentí vivo; ahora que te has ido sólo quiero abrazar a la muerte y buscar en su poderío un beso tuyo, de esos que sabían a veneno puro.
Está bien, te fuiste, pero debes saber que desde entonces mi paisaje sólo conoce el invierno; no hay primavera, ni las flores tienen vida propia desde que se enteraron que ya no estás. He aprendido a resignarme, te juro que no he encontrado manera más drástica para volar que arrastrarme. Te seguí hasta que mis fuerzas se agotaron, y mi último suspiro fue suficiente para pronunciar tu nombre.
Te extraño, sí, te extraño. No parece haber pasado mucho desde que vi tu sonrisa por última vez, esa exquisita manera que tenía la vida de demostrarme que no todo es malo, ni todo es doloroso, porque tu sonrisa era el único detalle que lograba transmitirme paz. No imaginas la satisfacción y felicidad que sentía al saber que yo la provocaba. Me gustaba tu carita de niña, y tu mirada traviesa que me sonreía. Cómo olvidarte, mi vida, si me provocabas mil suspiros con tus palabras, y tu sola presencia me hacía sentir seguro, tus besos me hacían volar, me transportaban al mismo cielo, y me sentía inmortal. Desde la cima pude ver muchos reinos e innumerables paisajes en pleno intento fallido por querer igualar tu belleza; qué banales sus aspiraciones, ignoraban que tu belleza no puede ser igualada nunca. A veces me duele, el saber que el amor, así como viene sin avisar, puede irse imprevistamente. Caí desde mi fantasía, y no pude soportar un golpe tan fuerte y crudo de la realidad misma. Te extraño. Aunque te hayas ido, yo siempre estaré contigo, te haré saber que sigues siendo mi cielo, que aunque pase el tiempo no se borrarán las heridas que causaste en un corazón que de verdad te quería. Y no importa. Ellas son evidencia de que alguna vez me amaste. No, cariño, no llores, yo también me he ido. Mi cuerpo se rindió y quedó sin fuerzas para seguir cargando con un alma hecha pedazos por tu ausencia.
Ya no llores, por favor, quiero serte un recuerdo alegre. No me dediques tus lágrimas, porque mi intención fue siempre obtener tu risa. No pienses en mi ausencia, piensa que un día estuvimos juntos. Que la nostalgia no sea tu lecho, ni la tristeza tu almohada cuando intentes conciliar el sueño en una noche fría llena de soledad y memorias imborrables.
Yo estaré contigo, en honor y agradecimiento a todas las sonrisas que lograste sacarme. No importa que se hayan vuelto lágrimas por tu propia mano, fuiste tú la razón de mi alegría durante mucho tiempo, y eso es lo que me importa. Adonde tú vayas, yo iré, cuidaré de ti porque eres mi tesoro más preciado, y esperaré paciente el día en que puedas estar conmigo.
Si alguna vez te sientes sola de noche, sólo mira a la luna, que yo estaré observándote sentado en algún rincón, viendo con serenidad el camino que recorres sin mi mano sosteniendo la tuya. Serás fuerte, lo sé; has superado circunstancias más graves y de eso he sido testigo, porque estuve a tu lado cuando lo hiciste. Mírame en el día, en las nubes, que las usaré para dibujar la letra inicial de tu nombre, y con eso sabrás que aun en la distancia puedo hacerte compañía. Y cuando suba al cielo de nuevo, guardaré un lugar para ti en las estrellas, mientras tanto te voy a cuidar porque para eso nací, para amarte, aunque haya muerto en el intento de quererte
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