La historia de Bety
Ella era una chica perfecta para muchos chicos que la admiraban por su belleza corporal. Ella era una persona cruel, cruel consigo misma; no sabía valorarse por lo que de verdad era y sólo daba vueltas al tema de querer ser más atractiva y parecer linda, no para lucirse, sino para sentirse bien con ella misma. Día a día se miraba al espejo y sólo veía a alguien repugnante que sólo recibía insultos de sí misma. Ella no era una de ese típico tipo de chicas acomplejadas por su físico, no. Ella tomaba muy poco en cuenta el tema de la belleza exterior, aunque sus actos parecieran decir lo contrario; su caso, más bien, se centraba en querer estar bien con su físico y resaltar entre sus amigas que, según ella, tenían un cuerpo encantador, bien formado y trabajado que a simple vista -al menos a los de ella- era perfecto. En otras palabras, ella no se odiaba por ser "fea", sino, por no ser lo suficientemente bonita como sus amigas, algo ilógico, porque ella era extremadamente hermosa, tanto físicamente, como espiritualmente, el problema es que ella no lo sabía.
Ella era así, con defectos y virtudes como toda persona. Acostumbraba a ser el consuelo de muchas personas cuando necesitaban ayuda. Ella les aconsejaba haciéndoles sentir aliviados, más tranquilos y mejor en todo sentido. Ella era considerada la mejor amiga que cualquier persona pudiera tener. Una persona "sabia", "fuerte", con mucho talento para hablar y siempre tenía la palabra correcta para la ocasión correcta. Ella era una persona perfecta para cualquier persona que la conocía, una persona infalible, de ese tipo de personas que cualquiera quisiera tener como amiga, como una compañera, nunca le falló a nadie ni provocó quejas, es más, acostumbraba a conciliar cualquier tipo de lío haciendo que las personas en cuestión se amistaran y volvieran a ser lo que eran antes. Era reconocida y muy apreciada por muchas personas a quienes ella había ayudado a salir adelante. Nadie nunca conoció una persona con una forma de pensar tan realista y centrada como lo era ella, nadie nunca había escuchado palabras ni consejos tan sabios como los que emanaba su boca, ni abrazos tan tibios que abrigaba cualquier corazón que invernaba bajo la pena de su agonía melancólica, nadie había conocido una persona como ella, y a la vez, nadie quería sacarla de su vida.
Pero había algo en ella que nadie conocía, algo que nadie nunca sabrá y que ella jamás en su vida se lo contaría a nadie, pues tenía ciertos problemas en confiar en las personas, ya que muchos le han fallado. Ella hacía compañía a muchos, pero siempre se sentía sola. Ella daba los mejores consejos, escuchaba y atendía el caso de cada persona que le pedía ayuda, pero nadie se preocupó nunca en preguntarle cómo la estaba pasando, cómo se sentía, nadie nunca la escuchó porque pensaban que siempre estaba bien. Se dejaban engañar fácilmente por su sonrisa. Nadie sabía que quien realmente necesitaba consejos era ella. Cargaba con los problemas de otras personas, mientras que buscaba alguien en quién poner siquiera la mitad de la carga que llevaba ella, pero no había nadie capaz de ofrecerle la suficiente confianza como para hacer eso. Todos confiaban en ella, pero ella no confiaba en nadie. Todos la consideraban una amiga, hasta una hermana, pero ella no había encontrado en todo el tiempo una sola persona a quien ella pueda otorgarle el título de 'amigo'. Ella era así, su boca ríe pero sus ojos lloran.
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