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19.

—Y entonces yo estaba encerrado en lo alto de una torre... —Yeonjun estaba sentado sobre la cama teniendo ambas piernas cruzadas, y a solo centímetros de él se encontraba Sung echado sobre sus patas traseras—. Pero apareció Soobin, mató al malvado dragón de un solo golpe y me rescató. Soobin hyung es increíble, ¿verdad que si Sung?

El zorro de pelaje naranja y rojo simplemente miró con atención a Yeonjun, parpadeó y desvío su mirada a la mermelada que había en la pequeña mesita a un lado de la cama.

—¿Me estás prestando atención? —El humano frunció el ceño al sentirse ignorado por el animal, el realmente quería terminar de contarle la historia que se había inventado en su cabeza, teniéndolos a Soobin y a sí mismo de protagonistas—. Aún no te cuento la parte en donde nos casamos y tenem- ¡Ey! ¡Aléjate!

Yeonjun tomó al travieso animalito por las patas traseras al verlo dirigirse precisamente a los tarros de mermelada que había dejado refrescando, alejándolo lo más posible del aperitivo. De esa manera aprovechó para hacerle cosquillas en la pansita al zorrito de dos colas.

—Eso no es para tí, travieso. La preparé para Soobinie hyung así que quiero tus patas lejos.

A pesar de que el animal era incapaz de entender el lenguaje de los humanos, si supo que se le estaba negando comer de aquella apetitosa mermelada, por lo que aplicó su técnica secreta.

—Ouh... no, no, no, no me vas a convencer poniendo esos ojos de cachorro mojado —negó de inmediato Yeonjun, el zorrito ya había comido suficiente mientras él la estaba preparando, así que esa de allí era únicamente para Soobin—. Aunque si le pides a Soobinie hyung y él te da entonces no me opondré.

Sung se removió entre los brazos de Yeonjun para bajarse, sacudiendo un poco su cuerpo cuando finalmente fue libre. Segundos más tarde desapareció de la vista del peliazul tras salir de la casa.

Yeonjun se dejó caer de espaldas sobre el mullido colchón, cerrando sus ojos por un momento para darse la oportunidad de respirar profundamente. Estos días que no tuvo la presencia de Soobin a su lado se sentía con menos energía de lo normal, el ambiente se teñía de un deprimente color azul que representaba su tristeza. Solo así comprendió que ya no podía vivir sin él, sin oír su voz, ver su sonrisa, pasar tiempo juntos compartiendo tareas cotidianas o simplemente haciéndose compañía. Lo quería, lo necesitaba.

¿Pero qué era exactamente lo que deseaba Yeonjun? ¿Qué tipo de relación quería tener con Soobin?

¿Nada?

¿Amigos?

Tal vez... ¿pareja?

Se habían besado, Yeonjun lo había disfrutado y no negaba que si tuviera la oportunidad volvería a ocurrir. ¿Pero qué eran? ¿Amigos que se besan? ¿Solo eso?

No, Yeonjun quería más que eso. Pero temía ser el único de los dos que pensara de esa manera.

No sabe en qué momento ocurrió, pero quedó dormido por varias horas, tantas que cuando despertó ya el atardecer comenzaba a hacerse presente. Se levantó con rapidez de la cama y observó a todos lados, tal parece que Soobin aún no llegaba y tampoco veía rastros de Sung por ningún lado.

Estiró su cuello, el cual tenía un leve dolor tras dormir en una posición algo incomoda. Bostezó y se asomó por la ventana para sentir la fría brisa en su rostro.

Ya era tarde y Soobin aún no regresaba. El de cuernos sabía que no era seguro que el semi elfo volviera precisamente ese día, pero aún así mantenía la esperanza.

Y valió la pena su espera, porque apenas escuchó unos golpes en la puerta supo que ya Soobin había llegado. Se alejó con rapidez de la ventana para correr emocionado a recibirlo.

Al abrir la puerta y verlo justo delante de él tuvo el impulso de lanzarse a sus brazos, y no lo contuvo; pasó ambas manos sobre los hombros del mitad elfo para atraerlo hacia si, sintiendo como Soobin lo rodeaba de la cintura correspondiendo al abrazo.

—Te extrañé mucho, Yeonjunnie —susurró el mayor, teniendo que ladear un poco la cabeza para no lastimarse con los cuernos del peliazul. Llevó una mano desde su cintura hasta sus cabellos para poder acariciarlos con parsimonia.

—Yo también hyung, yo también lo extrañé mucho —comentó separándose del abrazo, revelando las traviesas lagrimitas que escaparon de sus ojos por la emoción del momento.

—Oh, no llores Junnie —Sus palabras parecieron tener el efecto contrario, ya que en lugar de calmar el llanto del menor solo lo intensificó. Con toda la paciencia y delicadeza que poseía, Soobin retiró cada una de las lágrimas que de deslizaban por las mejillas contrarias.

El mitad elfo se inclinó con la intención de dejar un corto beso en los labios contrarios, mas Yeonjun desvío su rostro, haciendo que el beso terminara en su mejilla.

Soobin no comentó nada al respecto, no tenía derecho a hacerlo después de todo.

Mientras que el de azul cabello moría de ansias por unir sus labios él mismo, pero no lo haría hasta que no hablaran acerca de ellos. Necesitaba saber cual era su relación con el mayor.

—Déjame ayudarte —pidió Yeonjun, tomando una de las tantas bolsas que traía Soobin para acto seguido adentrarse en la casa.

—Oh, justamente esa bolsa es para tí —habló Soobin, dejando sobre la cama todas las demás cosas que había traído, teniendo especial cuidado con el obsequio de Yeonjun, o más bien con el de mayor importancia—. Ábrelo por favor.

—¿Para mí? No era necesario Soobinie hyung —negó de inmediato el menor, aún así no pudo hacer nada en contra de la mirada de súplica que le ofreció el mitad elfo. Se rindió y abrió la bolsa, sacando de su interior varias prendas de vestir. Desde camisas, abrigos y  pantalones hasta gorros y guantes para el frío. Incluso había comprado unas afelpadas botas perfectas para la temporada fría.

—¿Te gustan? No sabia que estilo de ropa usas así que elegí la que pensé se te vería mejor —admitió apenado Soobin, muy pendiente a la reacción de Yeonjun.

—Y-yo no, no puedo aceptar todo esto Soobinie hyung —Yeonjun no estaba dispuesto a aceptar que el mayor gastara tanto dinero en él, con todo lo que Soobin le había dado hasta el momento era más que feliz y se encontraba completamente satisfecho—. Es demasiado.

—Por favor hazlo, lo compré pensando en tu bienestar —Soobin se acercó hasta donde estaba el de azulados mechones, tomando uno de los gorros que había comprado, uno especial y personalizado únicamente para Yeonjun—. Pronto llegará el invierno y no tienes suficiente ropa para resistir a las bajas temperaturas —Explicó con calma mientras colocaba la prenda sobre el cabello de Yeonjun. El gorro traía dos agujeros y la tela se expandía lo suficiente como para que Yeonjun pudiera pasar sus cuernos con facilidad.

—Dime al menos que también compraste algo para tí —dijo Yeonjun con la mirada gacha y un puchero adornando sus labios en forma triangular.

—Por supuesto que lo hice, pero no necesité tantas cosas porque ya tengo suficientes.

—¿Y e-el sofá?

—¿Qué sofá? —cuestionó con confusión y frunciendo un poco el ceño.

—El sofá que ibas a comprar, dijiste que querías un sofá nuevo —recordó Yeonjun, y Soobin estuvo a punto de negar esa afirmación hasta que recordó que esa fue la mentira que le inventó al menor para que no supiera el verdadero motivo de su ida al pueblo.

—U-uh... se habían acabado.

—Que mal...

Yeonjun sonrió algo apenado, no le agradaba la idea de que Soobin gastase su dinero en él, pero no podía negar que estaba más que agradecido con el semi elfo por tener en cuenta sus necesidades.

—Muchas gracias Soobinie hyung, gracias por todo.

—Si me besaras justo ahora sería muy feliz —dijo Soobin con una sonrisa de medio lado, amando como todo el rostro de Yeonjun se volvía rojo.

—U-Umh, no.

Negó casi de inmediato Yeonjun, por más difícil que fuera aún permanecía firme con su decisión. Pero eso no fue impedimento para que el peliazul abrazara al mayor una vez más, quedando encantado con la sensación del calor corporal ajeno fusionandose con el propio.

—Soobinie hyung —suspiró el menor, separándose solo un poco del mitad elfo—, ¿qué somos?

La tan esperada pregunta ya estaba hecha.

Soobin tragó saliva con dificultad.

¿Qué debía responder?

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