10.
Soobin estaba seguro de que no habían pasado ni diez minutos desde que Yeonjun había atravesado la puerta, y ya podía sentir que la ansiedad lo carcomía por dentro de manera lenta y dolorosa. Se halló a sí mismo dando vueltas por la habitación (que también hacía función de sala y de comedor pues era una casa pequeña) mientras mordía sus uñas, algo que nunca antes había hecho pero que ahora encontraba completamente inevitable.
Tomó asiento en el borde de la cama cuando sintió sus pies doler por caminar en círculos sin propósito alguno. Dejó de morderse las uñas, pero en cambio comenzó a mover con rapidez una pierna mientras pensaba en millones de escenarios distintos, pero todos completamente catastróficos.
¿Yeonjun estará bien?
¿Y si se encuentra algún animal salvaje?
¿Y si lo muerde una serpiente venenosa?
¿Y si cae en arenas movedizas?
¿Y si por accidente termina en un hueco profundo sin escapatoria?
¿Y si se pierde?
¿Y si algún pueblerino lo ve y lo ataca de alguna manera?
¿Y si le sucede algo malo?
¿Y si nunca más vuelvo a verlo?
¿Y si... Y si... Y si... ?
Realmente el castaño estaba haciendo un gran esfuerzo para no salir como loco por esa puerta y correr bosque adentro en busca de su peliazul. La idea era demasiado tentadora a decir verdad, pero sabía que no debería hacerlo. Sería egoísta de su parte, pues no tenía derecho ninguno para retener a Yeonjun allí, el de cuernos de ciervo tenía la libertad de seguir con su vida y completar sus objetivos, sean cuales sean.
Así que Soobin estaba considerando seriamente amarrarse a una pata de la cama para evitar correr tras Yeonjun.
Intentó distraerse lavando los platos sucios que quedaron de la noche anterior. Realmente esa casa no era lo mismo sin el de cabello azulado, y aunque habían sido pocos los días que pasó junto a él, se acostumbró de mala manera a su presencia rondando tímidamente por el lugar.
Realmente le agradaba su compañía. La amabilidad y pureza que desbordaba de todo su ser, esa timidez que lo hacía lucir como un algodón de azúcar. Su voz ligera llenando el silencio sepulcral que acostumbraba a reinar en aquella casita, sus expresiones, sus sonrisas, sus gestos, el melodioso timbre de su risa. Puede rememorar con vividez como se sintió la piel de sus mejillas al tacto, tan aterciopelada que superaba la sensación de tocar una prenda de algodón de la mejor calidad. Sus bonitos ojos rasgados en los que se podía ver reflejado cuando mantenían contacto visual, perdiéndose en la oscuridad de estos y deseando poder leer sus pensamientos, para así saber si Yeonjun se sentía de la misma manera que él.
El sonido de un cristal quebrándose fue el encargado de sacarlo de esa nebulosa de pensamientos. Observó el desastre de pequeños vidrios que se esparcían por el suelo y solo así cayó en cuenta de que se le había resbalado un plato de las manos.
Maldijo bajito, pero no se molestó en limpiar ese desastre, pues ahora tenía algo más importante que hacer.
Secó sus manos, tomó un abrigo y todo lo que pudo hacer fue correr fuera de la casa, deseando que no fuera demasiado tarde. Tal vez estaba siendo egoísta, era conciente de ello, pero también estaba seguro de que sin la presencia de Yeonjun a su lado se volvería loco.
¿Le agradaba?
¿Lo apreciaba?
¿Lo quería?
¿Le gustaba?
¿Lo amaba?
No estaba seguro, y para poder esclarecer sus sentimientos necesitaba que Yeonjun se quedara a su lado.
...
Si tenía que ser sincero, no tenía ni la más mínima idea de dónde estaba. Yeonjun llevaba un buen rato caminando, casi media hora tal vez, pero aún se encontraba relativamente cerca de la casa de Soobin así que no podía detenerse todavía. No lo mal entiendan, no es que no quisiera estar cerca del mitad elfo, en realidad era todo lo contrario. Solamente quería evitar seguir siendo una carga para él.
No tenía un objetivo fijo para aquel viaje, solo esperaba encontrar algún lugar cómodo antes de que la noche llegara para poder dormir libre de peligros. Consideró ir a la cueva que Soobin le había mostrado hace poco, pero descartó la idea porque temía encontrarse al castaño allí.
Ahora que recordaba aquel día en la cueva, una sonrisa curvó sus labios. Siempre rememoraría aquel momento con una gran calidez extendiendose por todo su pecho, pues Soobin lo había hecho sentir querido, le hizo pensar que era valioso a pesar de ser diferente al resto. Estaba seguro de que nunca más conocería a alguien tan especial como aquel chico de orejas bonitas, cuando estaba a su lado podría asegurar (sin estar mintiendo) que sentía brillitos y florecitas rodearlos, como si fuera magia.
No entendía aquel sentimiento, y lamentablemente ya no tendría la oportunidad de hacerlo, pero al menos estaba seguro de que, sea cual sea, era uno demasiado bonito que hacía a su corazón saltar de alegría.
‹‹ ¡Yeonjun! ¡Espera por favor! ›› Su mente parecía estar jugando con él, pues de tanto pensar en Soobin podría jurar que acababa de escuchar su voz. Le restó importancia y continuó su camino sin girarse a mirar atrás, después de todo un suceso así era completamente imposible.
—¡Yeonjun! ¡Yeonjunnie!
Okay, tal vez no era imaginación suya, pues esa voz se escuchaba demasiado nítida como para ser parte de sus pensamientos. Pudo confirmar su punto cuando detuvo sus pasos y giró su cuerpo, encontrando a dueño de sus pensamientos a solo metros de él, corriendo como si su vida dependiese de ello.
Inmediatamente entró en pánico, esto no era parte de su plan, se supone que no volvería a verlo por un buen tiempo y ahora lo tenía a tan poca distancia nuevamente. Y eso era malo, porque sabía que era débil ante el mayor.
Como una reacción instintiva comenzó a correr lejos del mayor, pero Soobin no se rindió y continuó persiguiéndolo mientras le pedía que se detuviera un momento. Así estuvieron unos pocos minutos, hasta que Yeonjun sintió que algo lo detenía y al girarse encontró al castaño sosteniendo la mochila que llevaba.
—Espera... espera un momento —decía el mitad elfo, jadeando por aire a causa de la reciente actividad física—. ¿Por qué huyes Jjunie? ¿Hice algo mal?
—¿Po-por qué estás aquí? —cuestionó en cambio, no pudiendo ocultar su miedo pero al mismo tiempo la agradable y extraña sensación de estar cerca de Soobin una vez más.
—Porque... bueno, yo... —Se encontró divagando en busca de las palabras adecuadas para expresar lo que estaba a punto de pedir, pero no fue capaz de encontrarlas así que fue directamente al punto—. Porque quiero pedirte que no te vayas.
El corazón de Yeonjun estaba latiendo frenéticamente mientras gritaba "¡Basta, no puedo con tanto!". A esto se refería con lo de ser débil frente a Soobin.
—Tengo que hacerlo, lo siento... —susurró, mientras tomaba un poco de distancia del más alto, en contra de sus verdaderos deseos.
—¿Por qué? Quédate un poco más, por favor Yeonjun, aunque sea unos días.
Si, quiso decir.
—No —dijo.
—Pero, pensé que estabas cómodo —habló el castaño, empleando un tono de voz que hizo doler el pecho de Yeonjun—. Dime si hice algo que te pudo incomodar de alguna manera y lo corregiré. ¿No fui lo suficientemente amable? ¿No te brindé suficiente atención? ¿Me comporté demasiado intenso? Por favor dime...
—No, no es eso hyung, es solo que...
—¿Qué? —Soobin insitó a Yeonjun a seguir hablando, pues lo encontró dudando de lo que tal vez diría a continuación.
—No quiero seguir siendo una carga para tí —admitió finalmente, bajando la mirada para dejarla posada sobre sus pies. Soobin estuvo a punto de refutar aquello, pero el de cuernos se le adelantó—. Y antes de que digas nada, realmente quiero que sepas que así es como me siento, como una molestia para tí, no quiero continuar dependiendo de tu amabilidad. Quiero ser independiente hyung.
—Yeonjunnie... —El castaño finalmente entendía la situación, y en realidad era capaz de comprender el punto de vista del menor. Dió un paso al frente y con su mano tomó el mentón de Yeonjun para alzar su rostro, haciendo utilidad de esa característica delicadeza que solo tenía cuando se trataba del peliazul—. Nunca fuiste una carga para mí, y nunca lo serás. Todo lo que hice por tí es porque... porque realmente te volviste importante para mí. Está bien que quieras ser independiente, y no te lo quiero prohibir. Pero por favor, no te vayas de mi lado...
—Pero —cuando estuvo a punto de decir algo, un dedo sobre sus labios lo obligó a guardar silencio.
—Si quieres conseguir tu propia comida, puedes hacerlo sin irte de mi lado. Si quieres ganar dinero y comprar tus propias cosas, puedes hacerlo sin irte de mi lado. Incluso si quieres construir tu propia casa puedes hacerlo justo al lado de la mía. Pero por favor no te vayas, no me dejes
No te vayas, no me dejes. Yeonjun recuerda como hace un tiempo él le había pedido algo parecido a Soobin, y este sin dudarlo le dijo que permanecería a su lado para siempre. ¿Qué tan malo sería si se quedara? ¿Realmente sería lo peor del mundo permitirse ser feliz al menos por una vez? Yeonjun no quería irse, su más grande deseo justo ahora era estar para siempre junto a Soobin.
—Me quedaré...
Y el peliazul no pudo arrepentirse de su decisión, no cuando la sonrisa del mayor (la cual solo denotaba felicidad y entusiasmo) hizo acto de presencia para iluminar su mundo, una vez más.
—Volvamos a nuestra casa, Yeonjunnie —había dicho Soobin.
—¿Nuestra?
—Sip, nuestra.
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