08.
La noche cubría al bosque con su oscuro manto, las temperaturas habían bajado considerablemente y un aire gélido movía con suavidad las copas de los árboles. Luego de bañarse y comer, Soobin y Yeonjun tomaron asiento en el suelo de madera, justo frente a la chimenea y cubiertos por una cálida manta.
En sus ojos se reflejaban las llamas que lentamente consumían la madera y danzaban creando sombras en movimiento. Era una imagen agradable de observar, por lo que se concentraron en eso hasta el punto de guardar absoluto silencio por varios minutos.
Soobin movió sus orejas con ligereza, desviando su mirada desde el fuego hasta Yeonjun, observando su perfil siendo iluminado por la tenue luz proveniente de la chimenea, sonrió levemente y suspiró.
—Yo nací en el pueblo, vivía con mi mamá en una casita humilde pero aún así éramos felices —contó Soobin—. Recuerdo que en las noches frías nos sentabamos juntos frente a la chimenea, igual que nosotros ahora, y ella me contaba historias de como conoció a mi padre.
—¿Y dónde está ella ahora? —cuestionó YeonJun, dejando de mirar el fuego para darle su atención al semi elfo. Podría fácilmente admitir que estaba interesado en escuchar acerca de la vida de Soobin, pues no conocía más allá de su nombre.
—Ella murió cuando yo tenía doce años —contó, y cuando YeonJun estuvo a punto de hablar para pedir disculpas por hacer esa pregunta, él se apresuró en agregar: —, no te preocupes, fue hace mucho tiempo.
—Y... luego de eso, ¿Qué hiciste? ¿Tenías más familiares con quién quedarte?
—No, éramos solamente madre y yo, así que los primeros meses fueron muy difíciles —El castaño no pudo evitar suspirar cuando los recuerdos de aquella época llegaron a su mente como una avalancha—. La mayoría de personas en el pueblo me odiaban por no ser completamente humano, otros me tenían miedo y también estaban los que eran indiferentes a mi presencia. Pero nadie me ayudó.
Si bien YeonJun sabe que ellos no vivieron la misma situación, si puede encontrar algunas pequeñas similitudes en sus historias. Es por eso que ahora estaba aún más interesado en conocer el pasado de ese amable chico que le había brindado comida y un techo si pedir nada a cambio.
—¿Pero cómo pudieron odiar a un niño? —susurró el peliazul.
—No lo sé —Se encogió de hombros, aclarandose la garganta para continuar su relato—, llegaron al punto de quemar la casita en que vivía, así que tuve que huir al bosque. Fue muy difícil al principio, incluso estuve a punto de rendirme y acabar con todo... ya sabes como. Pero luego pensé en mamá y me convencí de que no podía decepcionarla.
—¿Entonces vives aquí desde los doce? —preguntó un poco asombrado YeonJun, acomodando sobre sus hombros la manta ya que se había resbalado.
—Si, y creo que es lo mejor que pude hacer, es bastante lindo y pacífico. Aunque también un poco solitario.
Ahora Yeonjun comprendía porqué el semi elfo estaba tan familiarizado con su entorno, pues llevaba nueve años viviendo allí. Era admirable, el apenas y podía sobrevivir, de no ser por Soobin ahora mismo no tuviera qué comer, o tal vez ni siquiera estuviese vivo.
—Hyung... ¿Por qué me cuentas todo esto? E-es decir, no me molesta que me hables de tí, pero si me sorprende que comenzaras a contarme tu pasado así tan de repente.
Soobin sonrió verdaderamente alegre, era la primera vez que YeonJun hablaba tanto desde que lo había conocido, aún recuerda como los primeros días de sus labios solamente escapaban monosílabos. Realmente le entusiasmaba mucho que el peliazul comenzara a entrar en confianza.
—Te lo conté para demostrarte que confío en tí, y que tú también puedes confiar en mí Yeonjunnie —Respondió, regresando su vista a la chimenea, la madera se había consumido rápidamente por lo que se levantó un momento para añadirle más—. No es necesario que me hables de tí si no quieres, pero quería dejarte en claro que yo estoy aquí para escucharte y en caso de ser necesario, apoyarte.
Y Yeonjun no dejaba de preguntarse: ¿Qué tanto bien hice en mi vida como para merecer encontrar a un chico como Soobin? Él era la única persona que no lo había menospreciado por su apariencia, tal vez esto se debía a que se encontraban en una situación parecida.
Cuando Soobin terminó, regresó junto al de hebras azuladas para volverse a cubrir ambos con la manta de estrellitas, estando esta vez un poco más cerca que antes. Tanto así que sus hombros rozaban levemente, mas ninguno hizo el amago de alejarse.
De esa manera volvieron a sumirse en un profundo silencio que solamente era roto por sus respiraciones y el sonido causado por el fuego al quemar la madera. YeonJun atrapó su labio inferior entre sus dientes, queriendo hablar pero sin saber cómo, era algo que le ocurría frecuentemente.
—Mi mamá me echó de casa. Esa mañana cuando vió esto... —dijo, llevando su mano derecha hasta sus cuernos y ganándose la atención de Soobin en su totalidad—, ella se asustó mucho, dijo que me había convertido en un monstruo y un montón de cosas más. Yo no entendía nada, estaba tan confundido como ella, o tal vez más.
El labio inferior del peliazul comenzó a temblar y su voz a quebrarse poco a poco. Pero aún así retomó la palabra.
—Apenas salí a la calle los vecinos con los que había convivido toda mi vida me miraron con horror, así que corrí y acabé perdido en el bosque —No supo en qué momento pequeñas gotitas saladas comenzaron a acumularse en sus ojos hasta caer por sus mejillas, solamente sabe que Soobin justo ahora las estaba limpiando con sus pulgares. Intentó retener el llanto, no quería incomodar al contrario.
—No Yeonjunnie, no retengas el llanto, déjalo que salga —Habló el castaño, apegándose más al otro y pasando un brazo por sobre sus hombros—. Mi mamá decía que cuando lloras las lágrimas limpian el alma, así que no está mal si lo haces.
YeonJun no sabía que decir, Soobin siempre tenía las palabras correctas para el momento indicado. Confíaba en el semi elfo, así que se dejó llevar, recostó su cabeza en el hombro contrario y lloró silenciosamente. Lo único que delataba su llanto eran los leves espasmos de su cuerpo junto a los hipidos que eran audibles de vez en cuando.
Soobin, por su parte, se dedicó a arrullarlo y a decirle palabras de ánimo mientras el de cuernos se desahogaba. Incluso podía sentir el dolor del contrario como propio, por lo que sus ojos se aguaron levemente, mas no se permitió llorar. Él tenía que ser fuerte para YeonJun.
Luego de un rato considerablemente largo el de cabello azul se calmó, aunque en realidad se había quedado dormido. Por esta razón, Soobin lo tomó con mucho cuidado entre sus brazos para llevarlo a la cama y arroparlo con las mantas. Acto seguido apagó la vela que tenía en la mesita de noche y se acostó a su lado, no sin antes dejar un pequeño besito en su frente.
—Buenas noches Yeonjunnie.
Cerró sus ojos, deseando más que nunca que el próximo día no llegase, pues con él vendría la partida de Yeonjun.
Y no estaba seguro de poder soportarlo.
Si votan se casan con su bias ( ╹▽╹ )
Creo que esto va a ser más largo de lo que había planeado. ¿Eso es bueno o malo?
Como sea, llegamos a 300 lectura, I'm so grateful TT-TT . El capítulo no está corregido, así que tal vez encuentren errores ortográficos, bye
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