07.
Unas pocas horas faltaban para que el anochecer comenzara a cernirse sobre ellos. Yeonjun no podía seguir evitando hablar con el mayor, necesitaba contarle acerca de su decisión. El problema es que no sabía cómo abordar el tema de manera casual, entre más tiempo pasaba su nerviosismo solo aumentaba.
—So-Soobin hyung —Finalmente se atrevió a llamarlo, pero lo hizo tan bajito que el contrario ni siquiera pudo escucharlo—. ¡Hyung!
Y esta vez, el semi elfo si fue capaz de escuchar la vocecita que lo llamaba. Miró a su acompañante de cabellos azules y de manera automática sonrió, pues la corona de flores que había hecho con anterioridad y que ahora estaba sobre el cabello de Yeonjun le daba una imagen muy bonita del chico.
—Si, dime Yeonjunnie.
—Este... verás
Mordió su lengua al no saber que palabras utilizar para tratar aquel tema.
—Solo dijo Yeon, sin rodeos.
El de cuernos suspiró.
—Quiero irme, mañana temprano.
Bien, lo había dicho y no fue tan difícil como imaginó. Lo verdaderamente difícil fue no sentirse mal por el rostro decaído que mostró el de orejas de elfo. ¿Acaso le afectaría en algo su partida?
—¿Estás seguro? A-a mi no me incomoda que te quedes...
—Estoy seguro hyung.
Y debía estarlo, no podía quedarse más tiempo pues se sentiría un aprovechado. Es cierto que no tenía ningún lugar a donde ir, pero eso no era un problema de Soobin sino de él mismo, por lo cual piensa que nadie más que él debería resolverlo.
—Está bien, supongo.
Al castaño no le agradaba nada esa idea, pero Yeonjun era dueño de sus propias decisiones y él no era nadie para impedirle partir. Dolía mucho, pues él ya había imaginado que el peliazul se quedaría por mucho tiempo y que podrían ser amigos en algún momento, incluso podría considerarlo un hermano menor. Pero ahora solo le quedaba resignarse y atesorar esos momentos vividos junto al chico de cuernos.
—Pero... —Soobin volvió a tomar la palabra, deteniendo el recorrido que hacían de regreso a casa—, antes de que te marches quisiera mostrarte un sitio. En realidad planeaba hacerlo en unos días pero ya no me queda tiempo. ¿Gustas ir o...
—Si, por supuesto hyung.
Ambos querían aferrarse a ese momento que compartían en compañía del otro, ya que una vez sus vidas volvieran a separarse se extrañarían demasiado. Soobin guió a Yeonjun por un camino distinto al que llevaban, la vegetación era un poco más tupida que antes y se podía notar más humedad en el aire.
—Ya casi llegamos...
Minutos después el semi elfo se detuvo, y por consecuencia Yeonjun también lo hizo. Ambos quedaron observando unas rocas realmente grandes cubiertas casi en su totalidad por lianas y bejuco. Para el peliazul no pasaban de ser simples piedras, así que no comprendía la emoción de Soobin con traerlo a ese lugar.
El de puntiagudas orejas dejó en el suelo la poca leña que había cortado para la chimenea esa noche, y con cuidado apartó las enredaderas que cubrían las rocas.
Dejando a simple vista lo que parecía ser la entrada a una cueva.
—Al principio es bastante oscura, así que si gustas puedes darme la mano para que no te caigas —ofreció, volteando para ver al menor que alternaba su mirada entre la oscura cueva y la mano de Soobin, decidiendo tomarla.
El contacto entre sus pieles fue extraño, sintieron una pequeña corriente que recorrió todo su cuerpo hasta llegar a sus pechos, y acelerar sus corazones.
—Confía en mí, conozco a la perfección esta cueva —pidió sonriendo para dar un paso dentro de la oscuridad del lugar. Un poco detrás de él iba Yeonjun, con una pequeña y tímida sonrisa también, aunque gracias a la poca luz Soobin no fue capaz de verla.
Confío en tí desde el primer momento que te conocí.
El semi elfo iba tarareando una canción mientras avanzaban a oscuras, la cueva era mucho más amplia de lo que por fuera parecía. En ningún momento soltaron sus manos, era demasiado cómodo por alguna razón.
—Ya casi llegamos, pero —Se detuvo para fijar su mirada en dónde suponía que estaba Yeonjun, por la nula iluminación no podía ver el rostro del menor—, tienes que cerrar los ojos.
—Pero... igual no veo nada —comentó el peliazul.
—Ahora no ves nada, pero pronto pronto si lo harás, solo sigue confiando en mí por favor.
—Está bien...
Yeonjun cerró sus ojos, tal y como se le pidió. Tenía curiosidad por saber que era lo que Soobin le mostraría, y por más que quisiera no abriría los ojos hasta que se lo pidieran.
Siguieron caminando un poco más, se asustó cuando el semi elfo lo tomó de la cintura y lo levantó en el aire, pero la calma llegó a él cuando le explicó que era para pasar un hueco que había en el suelo de la cueva.
—Ya llegamos, espera un momento —aprovechó para situarse detrás del de cabellos azules, dándole una pequeña mirada a las flores que con anterioridad había colocado en sus cuernos, para luego animarlo a abrir los ojos—. Listo Yeonjunnie, ya puedes ver.
Poco a poco fue abriendo los ojos. Lo primero que su visión captó fue una intensa luz que hacía contraste con la oscuridad del principio de la cueva. Tuvo que parpadear varias veces para lograr acostumbrarse y poder observar la belleza que ante sus ojos se mostraba.
En las paredes de la cueva, en el suelo, en todos lados habían incrustaciones de piedras preciosas que brillaban intensamente. La mayoría eran azules o de color púrpura suave. Emocionado volteó a ver a Soobin.
—Sopresa.
Fue lo único que dijo el castaño. Yeonjun se acercó a las paredes para poder observar más de cerca la hermosura de aquellas piedras brillantes, seguía sin creer que al final de aquella cueva tan oscura existiera algo tan maravilloso.
—¿Cómo... cómo supiste de este lugar? —La curiosidad era notoria en su pregunta, aún seguía maravillado observando su alrededor.
—Pues, un día estaba escapando de un oso, tenía una pierna herida y no podía seguir corriendo así que me había dado por vencido y me recosté en la piedra que vimos al principio. Me asusté mucho cuando las enredaderas cedieron y caí hacía atrás, pero quedé fuera de la vista del oso gracias a las mismas —relató mientras caminaba hasta detenerse justo a un lado de Yeonjun—. Caminé un poco al interior de la cueva para asegurarme de que ya estaba a salvo del oso, cuando así fue volví a casa. Al los días regresé con una antorcha dispuesto a explorar la cueva y de esa manera descubrí esto.
—Es muy hermoso este lugar.
—Si, me recuerda a tí. Eeh... Es decir, tu cabello es azul y aquí la mayoría de piedras son azules en diferentes tonalidades, por eso me recordó a tí —Se apresuró en explicar atropelladamente su punto de vista. Pero supo que su torpeza había valido la pena cuando a sus oídos llegó la suave risa de Yeonjun.
Era tan suave y relajante ese sonido, que fácilmente podría compararlo con la melodía más hermosa jamás existida.
—¿Te estás riendo de mí? —cuestionó con falsa indignación, cruzando sus brazos.
—Para nada hyung, ¿Cómo cree?
—Mañana en la noche te dejaré durmiendo en el suelo, para que pases frío y...
Su sonrisa poco a poco se borró cuando recordó un pequeño detalle.
Yeonjun partía mañana en la mañana.
Realmente lo había olvidado, había olvidado por completo que luego de esta noche no volvería a ver a Yeonjun, ese peculiar chico que le devolvió un pedacito de la felicidad que había perdido.
¿Era egoísta querer que se quedara?
Tal vez, pero amaría sentirse egoísta si gracias a eso el chico de cabello azul y cuernos de ciervo se quedaba un poco más a su lado.
Suspiró y sacudió un poco su cabeza, despejando todos sus pensamientos y decidiendo disfrutar la compañía del otro el poco tiempo que tenía.
—Aún queda algo por mostrarte Yeonjunnie, sígueme —Le pidió en tono amable, caminando lentamente para que el menor no corriera el riesgo de lastimar su pierna por andar rápido.
Yeonjun, por su parte, observó dos pasillos en la cueva. Uno era completamente oscuro y supuso que por ahí entraron, y el otro brillaba intensamente, a ese fue que Soobin se dirigió.
En silencio lo siguió, demasiado concentrado en seguir observando y admirando la belleza de las piedras preciosas inscrustadas en las paredes de la cueva. Tanto, que no se dió cuenta del momento en que Soobin dejó de caminar y terminó chocando con su espalda y golpeando la cabeza del otro con sus cuernos.
—L-lo siento hyung, no, no quise, fue un accidente... y-yo
—Tranquilo Yeonjunnie... —Se giró en su lugar para observar al menor, que estaba al borde del llanto. Llevó una de sus manos a la cabellera impropia y la acarició con suavidad—, no pasa nada, no me dolió ni me molestó.
—¿S-seguro?
—Seguro Yeonjunnie, ahora mira —volvió a girar, quedando frente a la pared—, esta es la piedra más hermosa de este lugar, nunca antes había visto una como esta.
Ante sus palabras Yeonjun sintió curiosidad, avanzando unos pasos para quedar a un lado de Soobin. Pudo observar como la pared que daba fin a ese pasillo era una piedra enorme y poco irregular que hacía la función de un espejo.
—Cierto... es muy hermosa.
Sonrió cuando vió el reflejo de ambos en la piedra, pero su sonrisa se desvaneció al observar esos horrendos cuernos, que a pesar de estar adornados por una corona de flores, cortesía de Soobin, le seguían pareciendo inmensamente horribles.
—No Yeonjunnie, no me estás entendiendo —Negó mientras sonreía, tomando lugar detrás del menor y colocando sus manos sobre los hombros contrarios con delicadeza—. La piedra más hermosa no es esta, sino lo que ella refleja...
—¿Eh?
—Eres tú, Yeonjunnie. Tú eres la piedra preciosa más valiosa que mis ojos han visto.
Y si antes había logrado contener el llanto, esta vez le fue imposible.
Pero yo soy feo, no puede estar hablando enserio.
Aunque Soobin nunca me ha mentido, entonces...
¿Realmente soy bonito?
Soobin modo romántico ✨ XD no recuerdo si el capítulo estaba corregido o no, lamento si hay algún error ortográfico.
Spoiler del fic que pienso publicar el próximo año:
¿Tienen alguna teoría sobre la trama? ¡Los leo!
Rhythms_Of_Darkness.
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