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19•

El sol lograba colarse entre las blancas nubes, otorgando una cálida bienvenida llena de plena luminiscencia a todos los comensales que pisaban la ciudad. Jungkook cogió con fuerza la mano de Jimin suave y delicada, mientras que éste parecía rebotar de emoción sobre sus pies, admirando todo a su alrededor con ojos grandes y emocionales.

Jamás había visitado Yeju, pero desde luego, siempre estuvo en sus planes el poder hacerlo.

Cuando estuvieron fuera de un gran y lo que parecía ser— lujoso restaurante, el rubio sintió el corazón rebotando furioso contra la piel de su pecho, y al momento en que su blanca sonrisa se extendió a lo largo de sus mejillas, pudo echarle un vistazo a su novio. Jeon parecía encantado, y de igual manera, la emoción del más grande se había desbordado por sus poros. Había sido un corto camino desde el aeropuerto, pero ahora que estaban allí, la presión parecía ser un poco más grande, al igual que las ansias incontrolables en el estómago.

La vista fue profusamente encantadora para Jimin quien admirando todo a su alrededor, logró sorprenderse ante la llamativa decoración. Supo de inmediato que Sounds&Coffee no era demasiado diferente a aquel lugar, y que de una manera increíble, Jungkook había sacado los dotes de su familia. Echándole un vistazo curioso al mayor, Jimin respiró agitadamente, y tras volver a posar los ojos al frente, admiró como una chica un poco mayor que él parecía saltar en su puesto, detrás de la caja registradora.

— ¡Oh, cielos! — Escuchó. Jungkook extendió la sonrisa en sus labios, y guiando al rubio entre las personas que llenaban el lugar, se encontraron frente a frente con aquellos ojos achocolatados que para Park fueron tan familiares. Sonrió encantado— . ¡Han llegado! ¡Mamá, papá, Jungkook está aquí!

— Hola, cariño — saludó el mayor, extendiendo una mano y acariciando la mejilla de su hermana. Jimin sintió el corazón agitado, y percibiendo su rostro rojo de vergüenza cuando los ojos de la chica parecieron escanearlo fugitivamente.

— Cielos, es precioso — casi jadeó, pero antes de que alguno de los tres pudiera decir otra cosa, una presencia tintineante llamó la atención de ellos. La pequeña pelinegra corriendo fuera de la cocina, y tras ella un hombre y una mujer.

— ¡Hermanito! — Chilló la niña, saltando a un lado del pelinegro y guindándose en un abrazo. Jimin sonrió, viéndose obligado a soltar la mano de su hermoso chico, y tras unos segundos sintiéndose demasiado compungido, echó un vistazo a los que supuso, eran los padres de su novio.

— Dioses — clamó la mujer mayor, inesperadamente feliz y acercándose a ambas presencias, seguida de inmediato por la chica anterior y el hombre a su costado— . ¡No saben cómo me alegra que ya estén aquí!

Y uniéndose en un pronto abrazo grupal, la pelinegra mayor logró apretar de manera confortante el delgado cuerpo de Jimin haciéndole soltar una pequeña carcajada cuando lo tuvo de frente. Los ojos avellanas escaneando el delicado rostro del rubio en cuestión de segundos, mientras que las manos cálidas de la mujer estaban sobre sus mejillas. Un tacto tan maternal que logró reconocerlo, y encogiendo sus hombros con vergüenza, dejó escapar una pequeña sonrisilla.

— Debes ser Jimin — apenas dijo, emocionada, y tras unos segundos analizándolo, volvió a abrazarlo— . Cielos, dulzura, no sabes lo feliz que me hace el que estés aquí con Jungkook .

Aquellas palabras, sin duda alguna, fueron una cucharada de gratificante confianza para el rubio, quien abrazando a la mujer de regreso, logró encontrarse sumido en un lago de perfume y pensamientos. Desde luego, el poder conocer a los padres de Jungkook había estado rondando su cabeza de incontables maneras, pero ahora que allí se encontraba, siendo abrazado por la mujer que le dio vida al hombre que estaba a su lado, podía sentir un enorme y jugoso regocijo en el interior de su pecho.

— A mí me hace feliz estar aquí, también — asintió, mordiendo su labio con timidez cuando echó un pequeño vistazo a Jungkook , quien permanecía a un costado de su padre, y con una hermosa y singular sonrisa estirando sus mejillas— . Yo— uhm, en realidad me hace feliz todo lo que tenga que ver con Kookie.

— Ow, cielos — jadeó la hermana de Jungkook , mientras que la más pequeña observaba fascinada la presencia del rubio. Éste les sonrió, tímido, y cuando pareció pedir ayuda al mayor con apenas una mirada, Jungkook corrió a su lado.

— Dulce... Conoce a mi familia — murmuró, encantado, mientras las mejillas del rubio relucian con brillantez— . Ella es mi madre, Hwasa. Mi padre, Jungguk, estas de aquí son mis hermanas menores — con un gesto de cabeza, él presentó— . Niah y Nara.

— ¡Es un placer! — Gustoso, el ojimiel estiró su mano para saludar a cada uno, omitiendo, desde luego, a la madre de Jungkook , quien encantada echaba un vistazo hacia los clientes que se acercaban a cancelar la comida. Cuando Jimin se agachó para saludar a Nara, ésta le sonrió embelesada, acariciando sutilmente los pétalos de las preciosas flores que reposaban en su negra cabellera.

— Woah, son hermosas — susurró, como si se tratase de un secreto. Jimin mordió su labio, y sintiendo increíbles ganas de abrazarla, encogió sus hombros.

— ¿Te gusta? Yo la hice.

— ¡Me encanta! — Clamó, ansiosa. El pelinegro mayor los observó con adoración; la misma que utilizaban todos para admirar el momento.

— Bueno, pues entonces te la regalo — cedió, contento. Con un cuidado extremo, él quitó la agraciada coronita violeta de su cabeza, y posándola en los cabellos negros contrarios, sonrió sonrojado— . Te queda preciosa, Nara. Eres una— una hermosa flor.

Y no esperándolo demasiado, el rubio sintió los delgados brazos de la niña aferrarse con fuerza a su cuello, logrando que sus manos la atrapasen de regreso. Un suave y caluroso tacto, que desde luego, hizo soltar bajas exclamaciones de ternura.

— Son adorables — Niah sorbió por la nariz, codeando a su hermano mayor, mientras éste parecía ensimismado admirando la preciosa escena— . Has encontrado a tu par perfecto, Nara está de acuerdo con eso... Uh— todos lo estamos.

— ¿Y qué te gusta hacer, cariño? — Aquella pregunta logró que los ojos amielados del rubio, los cuales anteriormente se encontraban posados en la figura de su novio, enamoradizo, viajaran de inmediato hacia Hwasa. La pelinegra mantenía una sonrisa amorosa en su rostro, casi de la misma manera que él lograba extender la suya propia.

Habían terminado un delicioso almuerzo. Justo en aquel momento, cuando probó el primer bocado de comida, Jimin logró quedar por completo fascinado. ¡Era sensacional! Y no tardó demasiado en hacérselo saber a la familia entera, quien entre risas y miradas divertidas, agradecieron supremamente la aceptación del nuevo integrante; porque desde luego, eso era Park Jimin. Un nuevo integrante de la familia Jeon.

De manera increíble, el rubio había descubierto en aquel lapso de tiempo, que la familia de Jungkook era lo que siempre esperó, y por alguna razón, lo que él esperaba de la suya propia. Sus pensamientos entristecidos recordaron vagamente la discusión que tuvo con su madre antes de empacar sus cosas y coger el vuelo a Yeju junto a su amor, y no evitando que sus ojos se aguaran, se concentró en admirar el perfecto y simétrico rostro de Jeon Jungkook . Desde luego, y a pesar de todo, él siempre podría sacarle una sonrisa.

— Yo, uhm— bueno. Ahora mismo estoy estudiando — sonrió, mordiendo el interior de su labio con nerviosismo cuando sintió todas las miradas sobre él. La mano cálida de Jeon posándose sobre la suya, y su corazón repiqueteando de una manera veloz en el fondo de su pecho— . Psicología, sí. P— pero me gustan mucho las flores; son realmente hermosas y podría pasar todo mi tiempo admirándolas.

»— Mi mami tiene un hermoso jardín en casa. Siempre se ha dedicado a la botánica — de un modo más casero, pero uhm, creo que básicamente es gracias a ella mi amor por las flores. ¡Son asombrosas! Sí, me deslumbran con su belleza.

— Y tú me deslumbras con la tuya, dulce — admitió Jungkook , dejando un sonoro beso en la mejilla del más pequeño, quien sintiendo el rostro prontamente caliente, se vio obligado a esconderlo en el hombro del pelinegro. Risillas de inmediato se escabulleron de los otros comensales, y cuando el ojimiel echó un nuevo vistazo, admiró toda la aprobación que se acumulaba en aquel lugar.

Lo adoraban, y él estaba increíblemente fascinado por ello.

— Entonces, ¿te gustaría tener una tienda de flores? — Cuestionó el padre de Jungkook , contento. Los ojos del pelinegro rodaron hacia la parte trasera de su cabeza, de una manera cómica, y cuando la sonrisa ensanchada del menor se extendió, el pelinegro se apresuró a hablar.

— Papá, no intentes meter tus negocios en su cabecita — bromeó Jeon, logrando que todos rieran. Sin embargo, Jimin se mantuvo con su mirada fija en el hombre mayor, y asintiendo quedadamente, encogió su cuello.

— Cuando conocí a Kookie — el día que hablamos la primera vez — comenzó, suspirando de manera teatral tras el recuerdo, y sintiendo sus piernas entumecidas de momento— . Le dije que desearía tener mi propia tienda de coronitas... de flores. ¿No les parece que sería muy lindo?

— ¡Mucho! — Exclamó de inmediato Nara, sus ojos brillando y la coronita violeta reluciendo en sus negros cabellos. El rubio sonrió, al igual que el resto sobre la mesa, y sintiendo la respiración de Jungkook impactar contra su cabello, cerró los ojos.

— Uhm, bueno. Ya tienes a tu fiel ayudante, cariño — Niah concedió, acariciando livianamente la mejilla de su hermanita menor, quien sonriendo de manera emocionada, suspiró con anhelo.

— ¿Y tus padres? ¿Ellos están bien con todo esto? — De momento, todo quedó en silencio. Los ojos mieles del rubio viajaron de inmediato hacia la figura de su novio, quien apenas sonriendo de lado, y apretando de manera confortante la mano del más pequeño, echó un vistazo a su madre. Ella era ignorante de todo lo que sucedía, aunque no demasiado.

— Mi papá está muy feliz por nosotros — asintió, tragando saliva y mirando hacia sus manos, sonrió— . Él es el mejor padre del mundo. Realmente entiende qué es lo que quiero, siempre lo ha hecho.

— ¿Y tu mami?

— Ella también es la mejor mami del mundo — murmuró, encogiendo sus hombros— . Siempre está conmigo, nunca me abandona, pero... Digo, sé que puedo parecer un niño pequeño y— ella sólo está preocupada por mí.

Con una mirada triste, Jimin negó. No quería recordar los malos ratos que había pasado días atrás, ni tampoco lo mucho que había llorado tras descubrir el pensamiento de su propia madre; sin embargo, fue inevitable no hacerlo, y cuando sintió sus ojos arder, Jungkook se levantó de la mesa casi de manera veloz.

— Yo— uhm. Me gustaría que Jiminie conociera Yeju — el pelinegro mayor admiró con disculpa a su madre, y evitando que ellos se preocupasen demasiado, cogió el brazo de Jimin hasta que éste estuvo sobre sus pies. La cara escondida en el pecho del mayor, y un ligero tembleque acicalando su cuerpo— . ¿Papá, puedes prestarme tu auto? Estaremos de vuelta antes de la cena.

— Claro, no hay problema — aceptó el hombre mayor, una ligera sonrisa— . Espero que la pasen bien... Jimin te va a encantar esta isla.

Y tras aquella última afirmación, Jungkook sacó de allí al triste rubiecito, acariciando de manera sutil su brazo mientras susurraba cosas inaudibles para el resto. Dentro del auto Jeon, el pelinegro contrajo su rostro con dolor, y tras unos segundos en supremo silencio, cogió el del menor entre sus manos. Los ojos mieles posados en los suyos, y una apenas visible sonrisa dibujándose en los labios rojos de Park.

Acercándose suavemente, los cubrió con los suyos propios, un suave roce que desvaneció por completo las tristezas, y trajo consigo un insuperable enamoramiento. Jimin sonrió, perdiéndose en la mirada contraria.

— Te amo, dulce — susurró— . No me gusta verte triste.

— También te amo, Kookie... Te amo m— mucho — aceptó, mordiendo levemente su labio.

Tras aquella acción, el pelinegro encendió el auto, y cogiendo su mano con la contraria, sintió su pecho hincharse de alegría.

— Prometo hacerte sentir bien, corazón.

Y con aquella última afirmación, Jeon puso el auto en marcha, casi percibiendo la melodía perfecta que lograba el corazón de Jimin al latir al mismo ritmo que el suyo propio.

(...)

Jungkook admiró todo a su alrededor una vez más. Se encontraba recostado en su antigua cama, su antigua habitación. Las paredes aún estaban pintadas de azul eléctrico, y adornadas con los artísticos cuadros que en algún momento de su adolescencia allí colocó. Sonrió con nostalgia, sintiendo entre sus manos la suave textura del edredón que cubría al colchón, y antes de poder perderse en un lago de recuerdos, la puerta del baño se abrió, dejando notar a un avergonzado y tímido Jimin. Estaba metido en un tierno pijama demasiado aniñado, y al momento en el que se escabulló por el piso de madera hasta lanzarse cómicamente sobre la cama, Jeon no evitó reír.

— ¿Te estás burlando de mí? — Intentando parecer enojado, Park hizo un puchero con sus labios. Demasiado provocativo como para que Jungkook pudiese lanzarse sobre él. Negando levemente, el pelinegro acercó su mano hasta que sus dedos se enredaron con las suaves hebras de cabello rubio, y logrando que el más pequeño ronronease ante el toqué, exhaló con fuerza— . Eres un Kookie muy— muy malvado.

— ¿Eso crees, dulce? — Jeon cuestionó, sin apartar su mirada de la contraria. Cuando los ojos mieles se posaron en los achocolatados, el rubio sonrió. Sus piernas cruzándose sobre el colchón, y su anatomía quedando justo frente a la contraria— . La he pasado estupendo hoy, gracias una vez más.

— Yo, um — nervioso, admiró sus manos, y sintiendo como sus mejillas se sonrojaban de una manera potente, escuchó la apenas audible risilla de Jungkook — . Ha sido fabuloso, b— bueno, todo junto a ti lo es, Kookie. Pero me refiero a que..., haces que me sienta como en un cuento de h— hadas.

— Tú eres mi cuento de hadas, Jimin.

Acercando livianamente el cuerpo más pequeño al suyo propio, Jungkook sonrió cuando sus frentes estuvieron juntas. Las respiraciones mezclándose al tiempo que los ojos se cerraron, y pocos instantes después, los labios encontrándose junto a la calurosa melodía que sus corazones raudos armonizaban.

Después del primer beso, Jungkook descubrió que explorar los labios de Jimin era posiblemente, su tarea favorita en el mundo, como también, pasar tiempo con el pequeño chico.

Inevitablemente, la inocencia del rubio lo hacía ser un tierno inexperto en la materia, y aquello no podía ser mejor para el pelinegro, quien no evitando sonreír a mitad de las muestras de afecto, sentía todo el esfuerzo y la dedicación que Park ponía a su trabajo. Sin duda alguna, él ya estaba más amaestrado que tiempo atrás, y cuando las manos de Jungkook pasaron a las mejillas del menor, profundizando el contacto, lo confirmó.

El cuerpo de Jimin lograba temblar de una forma casi divertida, mientras que temía sentir su corazón salírsele dramáticamente del pecho. Sin embargo, cuando la lengua de Jeon se masajeaba suavemente contra la suya, y su cabeza se perdía en inauditas y maravillosas sensaciones, lograba dejar atrás todos aquellos desquiciados pensamientos.

Llevándolo a un nuevo mundo. Una nueva película donde los protagonistas no eran nadie más que ellos dos.

Cuando la respiración comenzó a escasear, y las manos delicadas de Park se posaron en el pecho fuerte de Jungkook , el menor se apartó. Sus ojos cerrados y respiración agitada, corriendo al compás de su órgano interno, el cual se golpeteaba erráticamente contra las paredes internas de su pecho. Jungkook sonrió, acariciando la espalda cubierta de Jimin y tras unos segundos en silencio, el menor tomó una distancia prudente. Sus ojos preocupados, y los de Jungkook notándolo casi de inmediato.

— ¿Pasó algo, mi amor? — Cuestionó, cogiendo la mano del rubio con la suya propia, y entrelazando sus cálidos dedos entre sí. Un gesto precioso, que sin lugar a dudas, hizo sonreír a Jimin.

— Ujum — asintió, entrecerrando los ojos de manera curiosa. Jungkook disparó sus cejas hacia arriba, e intentando no disminuir su alegría, pareció animar al más pequeño a que soltara lo que fuere, estuviere dominando en su cabeza— . Yo he estado pensando últimamente...

— Oh... ¿Y en qué pensabas, cielo?

Con un suspiro apenado, Jimin separó su mano de la contraria, y abrazándose a sí mismo, evitó hacer contacto visual con Jungkook . Mejillas plenamente coloradas— . Sé que la mayor parte del tiempo parezco tonto y actúo como un niño pequeño..., yo, uhm, sé que me pierdo de muchas cosas porque oh, los chicos de mi edad no suelen comportarse de la manera en que yo lo hago.

»— Pero lo cierto es que, bueno... Yo estoy consciente de lo que pasa en las r— relaciones.

Jungkook lo miró con sorpresa tintada de intriga, y mordiendo el interior de su mejilla, volvió a coger la mano que Jimin había soltado minutos atrás, intentando que la mirada miel se posase sobre la suya. Lo hizo, y observar la plena vergüenza oculta en los orbes hermosos, logró que el corazón del pelinegro latiese fuertemente.

— ¿Qué quieres decirme, bebé? — Cuidadoso, observó cada gesto en el simétrico rostro del rubio, quien desviando su mirada y mordiendo levemente su labio, pareció tragar saliva.

— Y— yo no quiero que sientas que estás c— con un niño — susurró demasiado bajo, pero no lo suficiente como para llegar a ser inaudible— . Sé q— que eres un hombre que..., cielos— necesitas cubrir necesidades q— que yo aún no he experimentado y — tomando aire, cubrió su rostro avergonzado con su mano disponible, deseando poder desaparecer en aquel justo momento— . Y yo n— no quiero que te aburras de mí— que te canses y te v— veas en la obligación de buscar en otra parte lo que yo n— no he podido darte, porque— yo d— de verdad te amo mucho..., demasiado como para dejarte ir.

»— Y quiero que sepas que... Si tan sólo q— quieres algo debes d— decírmelo y yo, um— yo procuraré estar preparado para ti.

Tras aquella inesperada confesión, y sin parar demasiado a pensarlo, Jungkook atrajo el cuerpo del rubiecito en un cálido y fuerte abrazo. Sus labios acariciando el cabello rubio, y los dedos de Jimin apenas clavándose livianamente en la espalda del mayor; rostro escondido y avergonzado, y el nudo insoportable amarrando despiadadamente su garganta.

Plenamente conmovido, el pelinegro plantó un amoroso beso en la cabellera contraria, y sintiendo como el cuerpo de Jimin temblaba bajo su tacto, sintió ganas de llorar.

Definitivamente, él había ganado el cielo con tan sólo cruzar miradas con Park Jimin.

— Joder, cariño — murmuró, buscando los labios contrarios y besándolo castamente; una, dos, tres veces. Jimin suspiró, ojos cerrados mientras sus mejillas perduraban con un fantasmal color rosáceo— . ¿Buscar en otra parte? Dulce, contigo me siento plenamente completo, y debes saber que te amo demasiado... Realmente te amo tanto como para esperarte, así sea en un día o en un año. Jamás te dejaré, bebé.

»— No debes siquiera preocuparte por ello... ¡No pienses en eso, Jimin! Tú... cielos, tú sólo ocúpate de amarme, tanto como yo me ocuparé de amarte a ti, dulce.

Cerrando la distancia existente entre ellos, una vez más, Jimin percibió la veracidad que las palabras de Jungkook tenían. Sacándole un enorme peso de la espalda, haciéndole sentirse magníficamente rehabilitado.

— Eres el mejor — y con aquellas últimas palabras, el menor se encargó de perderse en las perlas avellanadas que lo observaban.

Aquellas que destellaban el mismo amor que fulguró la primera vez.

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