Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

━━23: Tormenta de Nieve


┍━━━━━◦∘♔∘◦━━━━━

CAPÍTULO XXIII

❛Nunca pensó que lo vería de nuevo. ❜

┕━━━━━∘◦♔◦∘━━━━━┙

              Con el pasar de los días, prontamente el invierno comenzó a verse mucho más cerca de lo esperado. Los días en Kain comenzaban a hacerse menos duraderos y las noches más largas, el viento azotaba con fuerza sobre las casas del pueblo y causaba que la comida se escaseara con mayor rapidez a usualmente. Estaban acostumbrados; desde luego, al frío, pero no podían negar que cuando el invierno llegaba las cosas se ponían mucho peor para el reino y que, por lo tanto, tuviesen que pensar en qué estrategias tomar para que la situación no se les saliese de la mano con el tema de las provisiones y suministros para mantenerse saludables.

Como pudo, Sigrid se colocó el abrigo de piel color azul con blanco mientras avanzaba entre los pasillos a la reunión del Consejo Real, donde ya era partícipe de esta después de haberse convertido en la Señora de Nordvind y, aunque algunos meses atrás lo hubiese deseado con todas sus fuerzas, ahora le importaba muy poco sí pertenecía al consejo o no. Sus manos temblaron a causa del viento helado, provocándole un escalofrío que la recorrió hasta su espalda y, como pudo, continuó con su caminata apresurando el paso entre los pasillos. No quería llegar tarde o seguro los lores la sacarían de la reunión por su impuntualidad, ya podía imaginar a su tío comentando aquello.

Conforme la kainiana caminaba, fue escuchando el sonido de algunas voces no tan lejanas a donde ella se encontraba, viéndose obligada a caminar más rápido para que no creyesen que estaba espiando. Desde luego que pudo reconocer la voz de su tío Tiberio discutir con otro hombre; sin ganas de querer encontrárselo antes de que la reunión comenzara, Sigrid se encaminó hasta la cámara y entró hasta su lugar correspondiente. Al llegar se limitó a saludar cortésmente a los lores que ya estaban en sus lugares, pues por mucho que los detestara debía actuar tan normal como con cualquier otra persona en el reino, eso le había dicho su madre. Se sentó entonces en su lugar correspondiente, del lado derecho del Rey y a lado del joven Lord Gray.

Algunos minutos después la reunión había dado comienzo con temas en los que Sigrid no se involucró por completo, únicamente prestó atención y respondió algunos puntos con los que no estaba de acuerdo acerca de lo que opinaban para el pueblo. Ahora que la escasez de comida y provisiones por el frío comenzaba a hacerse más notoria, Sigrid creía conveniente preocuparse por ello y no por reforzar la seguridad de Kain como los lores propusieron en la reunión; sabiendo que con ese clima tan gélido ni las moscas se irían a parar a Kain durante un buen tiempo.

—Ahora que hemos acordado en que Lord Maurus y Lord Enrique se harán cargo de la administración de las provisiones, es momento de retomar el tema de hace algunos años —habló Lord Tiberio, recorriendo con su mirada a todos hasta que su vista terminó fija en la de Sigrid, quien tenía una breve sospecha de lo que hablarían—. Recientemente Su Majestad nos ha hecho saber su decisión para ascenderla al trono, Alteza.

Sigrid parpadeó tratando de entender si lo que había oído era cierto, ¿ascenderla al trono? Frunció el ceño al no saber nada al respecto sobre ese tema, su padre no se había tomado la molestia de comentarle acerca de sus decisiones para subirla al trono. Ella ni siquiera había pensado en eso, lo veía como algo lejano. Sabía que eventualmente lo haría, pero no se sentía preparada, no podía. ¿Cómo es que venía a enterarse de esa manera? Su respiración se alentó y se mantuvo callada.

—Y, por lo tanto, usted sabe muy bien que necesita un marido para poder reinar —continuó su tío como si nada, ignorando su reacción—. Necesita a un hombre a su lado que la ayude con las decisiones más importantes que tendrá que tomar, alguien que sepa lo que es bueno para el reino y lo que no, pue...

—Considero que tengo los conocimientos necesarios para pensar por mí misma, Mi Lord —interrumpió Sigrid antes de siquiera darse cuenta de lo que decía—. No necesito a un hombre para reinar, no necesito a nadie.

Que Sigrid no hubiese pensado en el día en que reinaría no significaba que no estaba preparada. Le aterraba la idea de que el momento llegara y tuviera que portar la corona, pero quería hacerlo para poder ayudar a las personas. No le interesaba en lo absoluto el poder, lo único que esperaba al ser reina era poder dar solución a todos los problemas de su pasado, a esos cabos sueltos que aún seguían sin resolver y asegurar el bienestar de todos en Kain, así como en Nordvind.

—No dudamos de sus capacidades para hacerlo —bisbiseó lentamente Lord Charles—. La ley es la que lo dicta, no puede reinar sin un marido y, dado que en Berk no han mostrado interés sobre los términos de la alianza, me atrevo a sugerir a Lord Gray como candidato para que despose a su hija.

Aquellas últimas palabras las dijo dirigiéndose al rey. Sigrid no podía estar más pasmada y sin aliento, desposar al joven lord que tenía más ambiciones que muchos vikingos juntos. No, sin duda no quería eso. Además, tampoco quería casarse, mucho menos con alguien a quien toleraba muy poco. Claro que todo aquello era una estrategia, los lores seguían moviendo las piezas del tablero de ajedrez, mientras ella continuaba sin mover a ningún peón.

—Esto debe de ser una broma de mal gusto —dijo, sintiendo su corazón palpitar con fuerza sobre la tela de su abrigo—. ¿Cómo voy a casarme con un hombre a quién no conozco?

—Debo admitir que las palabras de Su Alteza me han hecho decepcionarme un poco —habló Lord Gray, Sigrid giró su vista para ver a través de sus malvados ojos verdes y entrecerró sus propios orbes—. Siempre podemos conocernos.

Lord Gray era joven, le ganaba con tres o cuatro años cuando mucho, era notablemente apuesto, pero eso no quitaba el hecho de que era el mal personificado.

La kainiana desvió su vista hasta su padre para esperar lo que estaría por responder, tenía miedo de conocer la respuesta, pero no lo dejó mostrar; en su lugar, se mantuvo tranquilamente esperando que el corazón no se le saliese del pecho.

—Los acuerdos con Berk ya están establecidos. —Se limitó a responder Branden—. Y hasta que no haya un desacuerdo por parte de ambas islas, la alianza y el matrimonio entre el hijo de Estoico el Vasto y mi primogénita es indudable.

Sigrid solo quiso que se la tragase la tierra.

Casarse con Hipo.

Sigrid nunca había reflexionado sobre aquello hasta ahora. Cinco años atrás lo había pasado por alto, esperando que con el tiempo se olvidasen de aquello, pero la realidad era otra. Los acuerdos siguieron en marcha durante todo ese tiempo y ella lo había pasado por alto. ¿Qué diría Hipo? ¿Lo sabría ya? ¿Estaría de acuerdo? Ella no tenía opción, pero él sí; él aún podía escoger ser libre.

Saber que tu destino no podría ser escogido por uno mismo aún era difícil de asimilar, aún costaba tiempo de creer por todo lo que había soñado solo sería eso, un sueño. No era que Sigrid odiase a Hipo, lo quería y aunque últimamente comenzara a sentirse más nerviosa y confundida cuando estaba con él, sabía que no eran efectos negativos en lo absoluto.

Sigrid quería ser tan libre como cualquier otra persona para decidir su futuro; sin embargo, el querer y el deber eran cosas completamente diferentes. Aquello se lo habían dejado claro desde un principio y ella sabía que era cierto.

Terminando la reunión, Sigrid no dudó ni un segundo en salir de las paredes del castillo ignorando la ventisca que cubría por completo la isla con pequeños copos blanquecinos. No podía enojarse con su padre, esa era la ley, pero había tenido la esperanza de que todo mejoraría. Se sentía atada y sin escapatoria.

Antes de pensar en lo que estaba haciendo, se montó en Nymeria luego de llamarla, no pensó en la mala idea que sería a tan bajas temperaturas. Se cubrió el rostro con el antebrazo de su abrigo, entrecerrando ligeramente los ojos para tratar de ver algo más allá de la extensa neblina y los infinitos copos de nieve. Sus dientes tiritaron por el frío y tuvo que bajar su mano para poderse abrazar a sí misma; debajo de ella, la híbrida abrió el hocico con el fuego retenido sobre su boca y Sigrid pudo sentirse un poco más aliviada al sentir el calor de las llamas que danzaban en su boca, hasta que instantes después Nymeria se puso en marcha.

Una vez estuvieron sobre los cielos helados, Sigrid estuvo a punto de arrepentirse y volver a bajar para refugiarse dentro de los muros del castillo. Debió haberlo hecho, pero en su lugar, permaneció arriba surcando los cielos con las temperaturas incluso peores que en tierra. Su cuerpo tembló bajo la capa abrigada que la cubría perfectamente, su nariz inclusive se había vuelto un poco roja y respiraba pausadamente debido al frío. Hasta que llegó el momento en el que estuvieron sobre un punto ciego, la nieve impedía ver más allá de sus narices, así que Nymeria no tuvo de otra más que continuar volando.

—Tal vez si continuamos encontraremos zona despejada —comentó esperanzada a la híbrida, inclinándose para poder abrazarla, más algo en su interior le decía que no sería así.

Perdieron la noción del tiempo vagando en el cielo, Sigrid sabía que había pasado más de una hora, ya no tenía fuerzas para maldecirse a sí misma por haber salido sin pensar y exponer de esa manera a Nymeria. Su cuerpo temblaba a causa del viento helado y algunos minutos después, el fuego de Nymeria se había apagado. Suspiró. Una corriente helada pasó, atravesando su cuerpo con un completo escalofrío. Sintió que ya no podía más, tantos minutos viajando a un rumbo invisible a causa de la nieve no había sido la mejor opción.

—Nym, creo que...

No alcanzó a formular su oración cuando el viento azotó con fuerza contra ellas, la ventisca las empujó por el aire, haciendo que comenzasen a caer en picada hacia lo desconocido. Como pudo, se aferró a las escamas mientras eran arrastradas por la tormenta de nieve, perdiendo el equilibrio. Sus cuerpos se balancearon de un lado a otro provocando su inestabilidad, el frío mantuvo sus cuerpos inmóviles y entumidos, por lo que no lograron aferrarse con fuerza a algo. La garganta de Sigrid estaba seca y ardía, impidiéndole gritar y a lo lejos, alcanzó a escuchar el rugido débil de Nymeria, que sonó más como un graznido.

—Lo siento, Nymeria —murmuró Sigrid con voz ahogada, abrazándose a ella lo mejor que pudo—. No debí hacerte salir.

Sintió un mareo, un dolor de cabeza hasta que volvieron a ser empujadas por el aire. Ya no sentía su cuerpo, su garganta no le permitía articular nada más, su cuerpo tembló y sus ojos al final se cerraron, solo muy, muy lejano, escuchó el rugido de un Furia, completamente familiar.

Antes de que Sigrid abriese los ojos sintió su cuerpo temblar una vez más y tosió. La sensación de frío aún se sentía presente sobre su cuerpo y era imposible lograr que se moviesen sus manos. Inhaló profundo antes de exhalar el aire por la boca, haciendo un intento por abrir los ojos.

—Tranquila, hazlo con calma —habló una voz familiar que la hizo fruncir el ceño—. Abre los ojos lentamente y solo sí puedes.

Sus sentidos prontamente comenzaron a acoplarse al lugar, logró abrir los ojos parpadeando un poco hasta acostumbrarse a la luz del lugar. Lo primero que Sigrid hizo fue alzar el rostro, aun adolorida, hacia la persona que habló y grata fue su sorpresa al verla ahí.

—¡Valka! —exclamó sin poder creerlo, haciendo un intento por ponerse en pie, pero la mencionada se lo impidió y la obligó a mantenerse sobre la cama.

Sigrid en seguida tosió.

—Tranquila, Sigrid —comentó suavemente la mujer, inclinándose sobre la cama para pasarle una taza con té caliente, que la vikinga se había enseñado a preparar en Kain, poco después de conocer a Sigrid—. Fue una suerte encontrarlas, era imposible ver a través de la tormenta.

Sigrid tomó entre sus manos la taza, esperando que no se le resbalara de sus dedos al haber terminado debilitada por la tormenta y en seguida le dio un sorbo. La sensación del calor atravesó su garganta, que en lugar de quemarla la relajó un poco y alivió el ardor que sentía.

—¿C-cómo...?

No pudo formular por completo la pregunta, pero tampoco hizo falta.

—Brincanubes y yo salimos para buscar alimento, antes de que la tormenta iniciara —comenzó a relatar Valka—. Duramos casi todo el día sin encontrar nada hasta que la tormenta nos alcanzó y Draco nos encontró... Él regresó hace un año —explicó ante el grito agudo que soltó Sigrid tras escuchar su mención, se aclaró entonces su garganta y prosiguió—. Veníamos de regreso cuando algo lo hizo cambiar su rumbo, no tuvimos otra opción más que seguirlo y las encontramos cayendo, inconscientes.

» No sé qué habría sucedido si no hubiésemos seguido a Draco —finalizó, soltando un suspiro.

—Gracias, Valka. —La mencionada asintió, restándole importancia, mientras se volvía a inclinar para revisar su temperatura y Sigrid no pudo desaprovechar la oportunidad para abrazarla, gesto que provocó que la vikinga sonriera y correspondiera—. Lamento que nos tengamos que encontrar en estas circunstancias —murmuró apenada tras haberse separado, hasta que sus pensamientos la llevaron a Nymeria y saltó de la cama, alertando a la pelirroja—. ¿Dónde está Nymeria? ¿Ella está bien? —preguntó, comenzando a incorporarse y nuevamente fue detenida por Valka.

—Ambas necesitan descansar, Nymeria está bien con otros dragones, pensé que sería buena idea mantenerlos alejados.

Sigrid frunció el ceño, más insistente en querer incorporarse.

—¿Alejada de mí? ¿Por qué...?

—No, de ti no —Valka rio ligeramente al notar su expresión indignada—. De él.

Sigrid entendió por qué aún hacía algo de frío dentro del cálido montículo. En uno de los lados a la abertura que conducía al exterior se encontraba el Furia Espectral completamente dormido, parecía que estaba vigilando la entrada porque ningún otro dragón se acercaba más de un metro hasta ellas. Suspiró, viendo como el dragón exhalaba pequeños copos de nieve con su respiración acompasada.

—¿Nymeria le ha hecho algo?

—No, pero a Draco parece no agradarle lo suficiente —respondió, hizo un ademán con su cabeza señalándolo mientras avanzaba a la otra parte del montículo para llevar la taza de Sigrid—. ¿Entonces Nymeria tampoco se lleva muy bien con otros dragones? —La negación de la kainiana hizo que abriese los ojos en su totalidad por la sorpresa y saliese, prohibiéndole ir afuera a ella.

Claro que Sigrid en cuanto la vio salir se incorporó para ir también, ignoró el dolor que cubrían sus huesos debido a todo el tiempo que estuvo en la tormenta y como pudo avanzó, respirando lentamente. No fue hasta que escuchó un gruñido que se detuvo, Draco se encontraba viéndola fijamente bajo las dos rendijas oscuras en el medio de su iris azul turquesa, su nariz soplaba algo de niebla y fue alzando el rostro lentamente para verla mejor, lo cual solo causó que Sigrid retrocediese de la impresión, pues no importaba que tanto tiempo pasara, Draco siempre sería intimidante.

Sigrid lo miró solo por una fracción de segundo, antes de evadirlo y salir, siendo recibida por el viento helado al que nunca se acostumbraría y la hizo estornudar un par de veces. Se abrazó a sí misma mientras echaba un vistazo a su alrededor, el nuevo lugar donde se encontraba era distinto a donde había conocido a Valka años atrás. Era una cueva extensa, llena de rocas por doquier que dividían la caverna. Tuvo que guiarse por el sonido de diversos rugidos, más adelante de ella y saltó un par de rocas hasta que llegó a una de gran tamaño que le impedía abrirse paso.

La kainiana soltó un resoplido, haciendo el primer intento en vano, la roca era resbaladiza y era más alta que ella. Duró varios minutos, congelándose en el proceso, hasta que vio a Nymeria asomarse desde ahí para tratar de ayudarla, lo cual fue prácticamente imposible al no lograr entrar.

—Te hará daño estar afuera —dijo Valka, acercándose luego de haber visto a Nymeria tratar de meterse por la cueva—. Vine a comprobar que todos estuviesen bien.

Con ayuda de Valka, Sigrid alcanzó a subir por la piedra y ambas salieron de la cueva. Lo primero que hizo Sigrid fue correr hasta Nymeria y abrazarla, había estado tan preocupada por ella que de haberle pasado algo se sentiría como la peor persona.

—Oh, Nym, perdóname, no pensé en lo que hacía —murmuró con la voz ahogada por estarla abrazando—. No volveremos a salir así.

Sigrid se separó de ella instantes después, dirigiéndose junto a Valka, fue ahí cuando miró realmente donde se encontraban. Una exclamación debido a la sorpresa salió de sus labios al mirar el lugar donde se encontraban. Todo era increíblemente maravilloso, rodeado de vegetación en los alrededores. Era como un sueño, el sueño de un sueño.

Por unos instantes, la morena se olvidó del dolor y del frío que sentía, concentrándose en todo a su alrededor. A lo lejos pudo divisar que el lugar estaba rodeado de muros de hielo que se infiltraban con toda la vegetación, vio amplios espacios terrenales por todo a su alrededor así como cascadas muy a lo lejos de donde se encontraba, con algunas cuevas pequeñas donde algunos dragones descansaban. Con curiosidad Sigrid vio que se encontraban en la zona alta de lo que parecía ser un nido de dragones y caminó hasta la orilla, mirando los pequeños dragones que revoloteaban de lado a lado y mordían diversas cosas. Estaba sorprendida y maravillada, tanto por la vegetación como por la inmensa cantidad de dragones que volaban en el lugar. Eran tantos que no lograba distinguir entre todas las especies y una sonrisa cubrió sus labios.

Con tantos dragones ahí, pudo ser capaz de sentir y recordar la calidez de su fuego. Recordaba que ella nunca había pasado por frío años atrás cuando había estado viviendo con los dragones y recordar eso solo la hizo volverse a abrazar a sí misma, añorándolos.

—Todo es tan impresionante —murmuró, aún sin poder creerlo.

La castaña continuó caminando, hasta que vio una muy pequeña corriente de agua deslizarse para caer al centro de todo el nido y sonrió cuando pequeños dragones corrieron hasta ella entre los helechos y arbustos. Ignoró todo el frío que sentía y se inclinó hasta ellos para poderlos acariciar, la mayoría eran Gronckles bebés que Sigrid tomó con cuidado entre sus brazos.

—¿Has estado viviendo todo este tiempo aquí? —preguntó Sigrid, cuando Valka se acercó a ella y tomó un bebé Pesadilla que le comenzaba a morder el zapato. Ella asintió y Sigrid no pudo evitar añadir más—. Pensé que te había pasado algo, estaba muy preocupada.

—No era seguro decírtelo —contestó ella, Sigrid se incorporó abrazando a varios Gronckles bebés—. Ya no somos tan pocos como solíamos serlo —señaló a su alrededor.

Era cierto, Sigrid recordaba que antes no había tenido ni la mitad de los dragones que estaban ahí. La cantidad de dragones en esos momentos era impresionante. Hizo un asentimiento sin soltar a los bebés dragones, pues habían sentido su cuerpo helado y ahora le estaban dando el calor que necesitaba.

—Tener tantos dragones también nos condujo a más peligros —continuó—. Los cazadores han estado más a la deriva, he estado salvando varios dragones de ellos.

Avanzaron entre los dragones luego de que Sigrid bajase a los bebés y llegaron hasta varios dragones adultos que descansaban a escasos metros de ellas. Muchos de ellos tenían heridas, alas rotas, piernas lastimadas y cicatrices profundas. Sigrid no podía imaginar el sufrimiento por el que habían pasado. Avanzó entonces un poco más y miró a un Pesadilla Monstruosa con cicatrices marcadas bajo su ojo. El dragón, tras sentir su mirada alzó la cabeza para verla y en cuanto conectaron ojos retrocedió.

—Kohak —murmuró entonces y el dragón se incorporó tras escuchar su mención.

—¿Lo conoces? —preguntó Valka.

Sigrid asintió lentamente con la cabeza mientras retrocedía. Cuando vivió con los dragones hubo uno en especial a quien no solía acercarse mucho por miedo, Sigrid había salvado a Maléfico de él y cuando pasó el accidente con los otros animales, Kohak fue quien la llevó de regreso a su isla. Sintió un nudo en su garganta porque fue a él a quién había visto más decepcionado que los demás.

—Viví con él y otros más —explicó en voz baja, sin apartar la mirada de él.

El dragón seguía tal y como lo recordaba, Kohak era admirable y respetable para los de su clase. Su color era distinto al de otros Pesadillas, era un rojo vivo con detalles negros y era más grande que Nymeria inclusive, sus ojos eran amarillos, pero frívolos y aterradores.

—Lo encontré herido poco después de que perdimos comunicación —explicó Valka—. Cazadores lo habían utilizado para capturar otros dragones. —Valka se acercó hasta él para acariciarlo y señaló las cicatrices que cubrían debajo de sus alas y abdomen—. Desde entonces ha estado con nosotros y nos ha protegido.

Había algo por lo que Sigrid lo recordaba, más allá del hecho que él fue quien la llevó de regreso, lo recordaba por lo protector que había sido con todos. Sus manos temblaron al verlo y sus ojos se llenaron de lágrimas por la impresión, cinco años atrás, pensó que no sería posible volverlo a encontrar y, ahí estaba el dragón que la acogió entre los demás y la mantuvo con vida. El dragón que la llevó a una isla deshabitada donde fue encontrada y devuelta a su hogar.

Sigrid no supo que decir, así que se limitó a avanzar hasta el dragón que enfocaba su atención en ella.

—Lo siento mucho, Kohak —murmuró Sigrid cuando acortó la distancia entre ambos—. No sabía lo que pasaba, ¿sabes? Yo solo trataba de protegerlos, de la misma manera en la que me hubiera gustado protegerte a ti de esos cazadores. No lo habría hecho de saber que ustedes pagarían las consecuencias.

Sigrid siempre trataba de hacer lo mejor para todos. Era imposible que le pidiesen que no se preocupase por todos a los que conocía.

Asustada por su reacción, Sigrid miró a Kohak incorporarse lentamente y se acercó a ella. El dragón ronroneó al tenerla cerca y le dio un ligero golpe con su ala, sobre su cabello haciendo a Sigrid bufar y reír por su acto.

—Así es Kohak de cariñoso —comentó Valka con una risa ligera, haciendo uso del nombre que Sigrid le había dado.

Después de algunos minutos estando con los dragones, Sigrid aprovechó a saludar a Brincanubes y regresó a la cueva con Valka cuando la temperatura volvió a bajar, pues temía enfermarse más de lo que ya estaba. Una vez adentro, Sigrid ayudó a la mayor a preparar la comida aunque Valka trató de rehusarse inútilmente, pues no había nadie más terca que Sigrid.

—... Fue una suerte encontrarlas, pero ¿qué hacían en medio de la ventisca? —preguntó Valka mientras hablaban, comprobando que el fuego no se estuviese apagando a causa de Draco.

—Fue algo muy tonto de mi parte —respondió Sigrid avergonzada, concentrada en cortar los pedazos del pescado—. Me sentí abrumada luego de una reunión en el consejo, mi padre quiere que reine, pero yo no estoy muy segura de poder hacerlo. Quiero ayudar a mi pueblo y a toda persona que me necesite.

» Pero todos los hombres del consejo se rehúsan a que suba al trono sino me caso; dicen que el hombre debe tomar las decisiones más importantes —resopló, concentrada en lo que hacía—. Como si yo no fuera capaz de pensar por mí misma lo que es mejor para el pueblo. Sabía que llegaría el momento en que esto pasara, pero lo vi como algo muy lejano, ¿y qué pasa si él no quiere? Es mi amigo, ¿cómo podría casarme con él y arrebatarle su libertad? ¿Es algo que él quiere? Yo no quiero hacerlo, no estoy lista... —Sigrid suspiró, dejando de cortar el pescado—. A decir verdad, también tengo miedo.

Valka la miró y se acercó hasta ella, poniendo sus manos sobre sus hombros mientras inclinaba ligeramente la cabeza para hablarle.

—Debe ser difícil, ¿lo has hablado con tu amigo? —preguntó con voz comprensiva Valka, mirándola—. Si te conoce lo suficientemente bien estoy segura de que hará lo posible por ayudarte.

—Tampoco quiero que lo haga por eso, no puedo ser la persona que le arrebate la oportunidad de que elija con quien quiere estar.

—¿Y tú? ¿Quieres estar con él?

Sigrid no había pensado en eso. Hipo era su amigo y confiaba en él, se sentía bien estando con él. Él la apoyaba en todo.

—No lo había pensado —murmuró—. Es una increíble persona, siempre está para mí y tratamos de reconstruir nuestra amistad perdida, pero últimamente me siento confundida sobre lo que siento.

—¿Es algo negativo?

—Nada de eso, él es encantador a su manera, pero no quiero que se sienta atado a como yo lo hago —suspiró—. Tengo miedo de casarme con él y los lores traten de hacer algo para impedirlo, es un vikingo.

—Eso complica las cosas, necesitas aclarar tus sentimientos y hablar con él, sobre qué es lo que ambos quieren —contestó Valka, con una mueca—. Que todo lo que hagas sea porque tu así lo deseas, eres una princesa, pero también puedes luchar por lo que de verdad quieres hacer. No dejes que nadie te diga que tu lugar es sentarte y obedecer, somos mujeres y no por ello significa que seamos más débiles a los hombres, en algunas ocasiones sucede lo contrario.

Sigrid sintió su corazón llenarse de esperanza nuevamente y abrazó a Valka por segunda vez consecutiva. Solo en ese momento, se dio cuenta lo mucho que la había necesitado durante todos esos años.

Algunas horas después Sigrid y Valka se pusieron al tanto sobre lo que habían pasado durante todos esos años sin verse. Sigrid le habló especialmente de Hipo, aunque aún siguió sin mencionar su nombre, pues no lo veía muy necesario y esperaba poderlos presentar en algún momento. Valka, mientras tanto, le habló sobre el Santuario de Dragones, el lugar donde llevaba viviendo desde que habían perdido la comunicación. Le comentó acerca de los cazadores hasta el día en que encontró a Draco.

—Parecía huir de algo, nunca lo había visto tan asustado —comentó la pelirroja—. Cuando me reconoció y pude ganar de vuelta su confianza vino conmigo, hasta que meses después volvió a irse; tampoco me sorprendió, no es un dragón que se pueda entrenar, él hace lo que quiere. —Le echó una mirada al dragón que jugaba con copos de nieve y negó con la cabeza—. Hasta que tuve al Salvajibestia, no hizo falta que usaran el control sobre él, Draco vino con la necesidad de protegerlo. —Al otro lado del montículo el dragón gruñó tras escuchar su mención y Sigrid lo miró de reojo, sin evitar que una pequeña risa escapase de sus labios—. No se ha ido desde entonces, lo cual es sorprendente.

—Aún sigo preguntándome como logró encontrarme.

—No importa la distancia en la que se encuentren, Draco siempre estará para protegerte.

Y Sigrid se quedó pensando sobre ello.

Sigrid regresó al tercer día a Kain, en cuanto se puso un poco mejor para poder viajar, Valka le había comentado sobre el Salvajibestia y aunque Sigrid quiso verlo su situación de salud hizo que tuviese que posponerlo. Si estar con Draco era pasar por bastante frío, Valka no quiso arriesgarse a que enfermase, pues la especie Alfa era un dragón de hielo. Aseguró entonces que se volverían a ver más pronto de lo esperado y le pidió que no saliese en otra tormenta de nieve.

Pudo notar lo mucho que ambas habían cambiado, así en cómo podían contar la una con la otra, lo cual ayudó a que Sigrid comenzase a pensar en sí misma. Valka tenía razón, debía poner sus sentimientos en orden para poder hacer algo al respecto, pero la cuestión era que se encontraba más confundida de lo que quisiese admitir.

¿Sería aquello que una parte muy lejana de ella comenzaba a sentir más que una amistad por Hipo?


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro