Pintor
Después de que Evangeline Willis fuera enviada a la ciudad; en el pueblo no se habló de nada más sino de eso. Algunos decían que había sido por las pesadillas y otros porque la mujer estaba loca, pero Malcolm sabia la verdad, él sabía cómo había muerto su amado.
Ya pasado tres días... Al parecer, el pueblo fueron olvidado lo que ocurriría esa noche así que todos se a la discoteca de Martín Piedrahita y Rodolfo Pedroza donde según sus planes bailarían hasta que les dolieran los pies ... pero aquella mujer que ya hacía en la tenebrosa casa se preparaba para dañarles la noche. Riendo macabramente la mujer abrió el libro en la página que decía 'el pintor'.
Lastimosamente la señora Paula, madre de los hermanos Ascott fue hallada muerta en su habitación, se había tomado todo un frasco de calmantes... Se concluyó que había sido un suicidio, pero los que creían que los sueños se hacían realidad pensaban que había ocurrido algo más.
El pintor
Conocí a una chica muy hermosa su nombre era Gianna creo no lo sé no recuerdo, pues bebía alcohol y bailaba en la discoteca. De repente un impulso me hizo invitar a la chica a mi apartamento para estar a solas y tener más privacidad, le comenté que me parecía divina y que quisiera retratar su hermosa figura en un cuadro para que se lo llevara porque la chica era turista.
La mujer aceptó sin muchos ruegos, de verdad le había gustado; salimos sigilosamente de la discoteca y el frío de la noche me hizo erizar, junto a mí la chica tambaleaba y aunque no había tomado demasiado él serenó le había pegado fuerte. Llegando a mi apartamento la invité a pasar y le dije que se pusiera cómoda, mientras yo arreglaba las cosas para empezar a pintar; de la forma más discreta posible puse cerrojo a la puerta y tome la pistola que estaba en uno de los cajones de la mesa.
-Será buen momento para decirte que no sé pintar.- dije en un tono bajo mientras sostenía con fuerza la pistola a mis espaldas.
-Que gracioso.- Pronunció aquella chica de largos cabellos.
-No intento serlo...- Respondí mientras sacaba la pistola mostrándosela a aquella joven.
Ver el terror en sus ojos mientras accionaba el gatillo se sintió tan genial, casi tan bien como las anteriores ocasiones. Le disparé varias veces, su sangre voló por todo el apartamento hasta mi rostro; estaba tibia, pero mancho mis paredes blancas lo que causó que me enojara.
Fui por unas bolsas negras y un cuchillo de sierra pues en mi experiencia eran los mejores para hacer cortes limpios. Al pasar por el espejo de la casa me detuve para ver mi rostro.
* juan Triana eres un genio * pensé rápidamente apenas vi mi reflejo. Descuartice a la chica y pinte un cuadro con su sangre era ella; si era linda, pero no logro salvarse de mí, nadie lo hacía.
***
Despertar con los gritos de Elena Carvajal o la 'alarma humana' como jocosamente la llamo Federico y su grupo de amigos al día siguiente. -¡Fuego ... Fuego ... Fuego! - gritaba incesantemente Elena pues ya prendido las velas, pero no salido de la discoteca; como podrían si aún no eran las tres de la mañana.
Por primera vez el pueblo de Crossville conoció lo que era un falso despertar, de pronto el fuego en la discoteca se disipó y algo en una esquina de la misma comenzaba a levantarse, era grande llevaba un sombrero negro enorme sus manos estaban blancas como el papel.
Todo el pueblo comenzó a gritar intentaron salir, pero fue inútil y aunque la puerta estaba completamente abierta había algo que los mantenía adentro.
De aquella cosa comenzó a salir arañas, cucarachas y moscas los gritos de las mujeres eran incontrolables cada vez más fuertes; las arañas comenzaron a subirse por las personas ya entrar por sus bocas ahogándolos. Unos se lanzaron al piso, pero era peor, una risa siniestra se escuchó en el fondo y pudo observar una mujer vestida de blanco perderse entre la oscuridad. Lograron salir de aquella espantosa discoteca, estar afuera y con el frío tocando su piel ... escucharon unos susurros.
Algunos pudieron ver una araña esconderse con rapidez entre las cobijas y todos de nuevo se levantaron, tomaron una vela le pusieron el número ocho y volvieron a la cama. Aquella mujer en el sótano cerro el libro y brinco por toda la tenebrosa casa como una niña de 10 años; como Elizabeth cuando su madre le compra un libro nuevo, como Belén cuando va a visitar a su padre, como Eduardo cuando saca buenas notas en el colegio y como Elena cuando miraba brotar flores en su precioso jardín.
A aquella mujer todo le estaba saliendo a la perfección.
-NOS VEMOS EN LA SIGUIENTE PESADILLA-
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