Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

¿Secretos del universo?

Era Navidad en El Paso, Dante y yo preparábamos el árbol que mi mamá me había pedido.

Cuando lo terminamos de decorar, nos llamaron para entrar a cenar.

Dante estaba emocionado, al fin y al cabo era Nochebuena. Por supuesto sus padres lo estaban más, siempre con esa vivacidad propia de los Quintana.

Su hermano pequeño, que ya tenía un año, le miraba con sus ojos castaños brillando. Cuando el mayor advirtió la mirada de su hermanito, le sonrió con aquella amplia sonrisa que le caracterizaba.

Cuando terminamos de cenar, llegaba la hora de la charla, en la que se tocaban temas triviales, que nos apasionaban a todos en el pequeño salón de mi casa.

-¿Habéis pedido ya vuestro deseo de Navidad?-dijo el señor Quintana, por supuesto él creía en los deseos, en los sueños, puesto que conservaba aquella picardía infantil.

-Aún no, papá.-se apresuró a contestar Dante.

-Entonces deberíais daros prisa, antes de las doce, más tarde no se cumplirá vuestro deseo.

Nos miramos al unísono y, en ese mismo instante, supimos que queríamos pedir nuestro deseo de Navidad. Nos pusimos en pie, tras despedirnos de nuestras familias, salimos hacia la fría noche de invierno.

Conducía la camioneta a una buena velocidad, temiendo no llegar a tiempo.

Quien esté ahí arriba quiso que llegáramos a tiempo. Nos tumbamos en la parte de atrás del carro y tras unos segundos pedimos nuestro deseo.

"Deseo aprender a amar"

Justo a tiempo, las 23:59.

Nos acurrucamos allí, entre las mantas, dándonos calor el uno al otro susurrando promesas.

A la mañana siguiente, cuando desperté, noté algo extraño. Abrí los ojos, sorprendiéndome al ver a mis pies a dos chicos tirados sobre la camioneta.

Me incorporé con cuidado de no despertar a Dante, fallando en el intento.

Él me miró adormilado, sin comprender. Señalé a los dos chicos a nuestros pies.

Ambos vestían tan solo una túnica blanca, impoluta. El hecho me sorprendió, ya que era pleno invierno. Aún estando en El Paso, las temperaturas no eran las apropiadas para vestir una túnica como aquella.

Uno de ellos era rubio, de piel levemente bronceada, seguramente era gringo ya que raramente había chicos rubios en la ciudad.

El otro parecía más mejicano, ya que su cabello era castaño oscuro y su piel era más oscura que la de su compañero.

Dante me miró fijamente, para después acercarse a ellos y zarandearles con suavidad para despertarlos.

El primero en despertar fue el rubio, que nos miró sin comprender para después decir:

-¿Quiénes sois?

-Yo soy Aristóteles y él es Dante.-señalé a mi lado.

-Tú no puedes ser el filósofo.-decretó- Aristóteles es mayor y no estaría...-miró a su alrededor- ¿Dónde estamos?

-Estamos en El Paso.-explicó Dante.

-El Paso...-repitió el desconocido, como si saboreara la palabra- ¿Sois Egeos?

Antes de que pudiera preguntar lo que eran, Dante contestó con rapidez.

-No, somos mejicanos.

El chico rubio arrugó la nariz, pero no hizo más preguntas, por lo que me adelanté a los acontecimientos.

-¿Como te llamas?

-Soy Aquiles Pelida, príncipe de Ftía, semidiós hijo de Tetis, aristos achaion.

-¿Y él?-señalamos al chico moreno.

-Será mejor que os lo diga él.

Le despertó con un beso en la mejilla, algo que me pareció lindo, pero a la vez me hizo pensar que no eran tan solo amigos.

-¿Aquiles?-dijo con voz de dormido.

-Buenos días-susurró- Preguntan por ti.

El joven reparó en nuestra presencia, mirándonos a los dos algo confundido.

-Quieren saber tu nombre.

-Hum... Ah, claro.-se aclaró la garganta- Soy Patroclo, también Quirónides.

-La verdadera pregunta es, ¿qué hacemos aquí?

-No lo sé-susurré mientras nos mirábamos unos a otros.

Semanas después

Tiempo después habíamos descubierto que ambos chicos venían de la antigua Grecia, que Aquiles era aquel que se contaba en las leyendas de la historia antigua. Patroclo y él tenían una conexión diferente a la que tienen el resto de compañeros de armas.

Nos habían contado como Aquiles había decidido ir a la guerra de Troya por Patroclo, ya que este último no era muy bueno en el arte de la lucha.

Los cuatro estábamos sentados mirando el cielo estrellado, en el lugar de siempre, cuestionando lo de siempre.

¿Cuáles eran los secretos del universo?

Me recosté en el suelo suspirando, pensando en aquella valiosa lección que nos estaban dando los griegos.

El amor entre ellos iba más allá de la vida, porque Patroclo había cruzado el mar para encontrar a Aquiles y aún descubriendo lo que en la isla había pasado, pero su amor había cruzado los límites, consiguiendo que él comprendiera que Aquiles había hecho aquello porque su madre le había llevado allí para que no tuviera que luchar en la guerra de Troya, en la cual acabaría luchando.

De cierta manera, eran un ejemplo para Dante y para mí, ya que sus sentimientos eran los suficientemente poderosos como para que ambos lucharan en una guerra como la de Troya, todo ello por amor.

Quizá que el hecho de que ellos hubieran llegado era mi deseo haciéndose realidad.


Había aprendido a amar.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro