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Over And Over

Jeongyeon miró a Nayeon con atención, intentando detallarla, puesto que temía que fuera la última vez que pudiera verla ya que por su mente pasaba la cárcel, y el hecho de que era probable de que pudiera estar ahí muy pronto, pero había valido la pena, porque la mujer que tenía en frente, tenía la oportunidad de ser feliz y comenzar a vivir plenamente, aunque fuera sin ella.

Nayeon limpiaba el rostro de Jeongyeon con delicadeza, desapareciendo toda la sangre. La menor cerró los ojos y a ciegas buscó las manos de Nayeon para llevarlas a sus propias mejillas, en un intento para calmar toda esa euforia que sentía en el pecho, pero sobre todo, la preocupación de no poder volver a verla.

—Necesito que te vayas de aquí —Le pidió dulcemente—. Me encontrarán con él y no quiero que estés aquí cuando eso pase —Abrió los ojos lentamente—. No voy a permitir que te arresten por algo que yo hice.

Nayeon miró a Jeongyeon con confusión y negó con rapidez, para luego juntar sus frentes y regalarle un suave beso en los labios.

—Estamos juntas en esto —Le recordó—. Acabo de decir que te pertenezco, y es en serio… —Hizo que la mirara—. No voy a dejar que nada te pase.

—Te estarías arriesgando demasiado.

—No me importa —dijo con firmeza—. Así cómo tú, también haría lo que fuera por ti, porque te amo…

—Por esa misma razón es que intento protegerte.

—Ya lo hiciste —acaricio su mejilla con cariño—. Ahora déjame protegerte a ti.

Nayeon miró el cuerpo del hombre brevemente y luego devolvió la mirada a Jeongyeon, y al mirar una leve sonrisa en sus labios, supo que tenía una idea en mente.

—¿Qué…?

—Tenemos que llevarnos el cuerpo antes de que empiece a soltar mal olor —Nayeon se levantó del piso y ayudó a Jeongyeon para hacer lo mismo—, Sinceramente no tengo curiosidad por saber a qué huele un cuerpo en descomposición.

—¿Cuál es el plan?

Nayeon volvió a mirar el cuerpo de Sun Ho e hizo una mueca de desagrado, pensando en la mejor forma de deshacerse del problema.

—Su madre sabía que teníamos problemas —Nayeon susurró—. Alguna vez se lo dije, pero lo ignoró, después de que nos deshagamos de él, le llamaré para decirle que se fue después de golpearme.

—Lo dices cómo si fuera fácil.

—Nadie espera que un par de mujeres escondan un cuerpo, por Dios, ni siquiera creen que las mujeres sean capaces de matar —Nayeon le sonrió con ingenio—. Y mira, ya lo hicimos…

—Tu no tuviste que ver con eso.

—Jeongyeon, lo hicimos juntas —susurro mientras se acercaba a abrazarla—. Y lo vamos a terminar juntas.

Jeongyeon le regaló un beso en los labios para luego sonreírle. Ambas parecían un par de locas, pero locas por ellas mismas, capaces de hacer lo que fuera para protegerse entre sí.

Entre ambas, limpiaron el cuerpo del hombre y lo metieron con mucho esfuerzo dentro de una maleta —que sorprendentemente cupo—,  asegurándose de que no brotara sangre al moverlo de un lado a otro. Después, limpiaron con mucho entusiasmo todo el departamento, y puedo asegurarles que no había ninguna partícula de polvo, o de sangre, puesto que Nayeon fue muy estricta al respecto.

Nayeon volvió a colocar el cuchillo en el cajón de dónde lo sacó después de lavarlo y desinfectarlo con mucho esmero. Recogió los vidrios del piso y cómo cualquier persona los tiró a la basura… Si alguien había escuchado, tenía testigos de que SunHo la golpeaba, así que eso no era importante.

Pronto dieron las dos de la mañana, y el departamento había quedado impecable, Nayeon le dió una mirada de aprobación a Jeongyeon y confiadas salieron del apartamento con la maleta en mano. El portero ya no estaba y Nayeon estaba consciente de que volvería a las nueve de la mañana, por lo que tenían hasta entonces para volver.

Con demasiada tranquilidad, subieron la maleta a la cajuela y partieron. El plan de Nayeon era claro, sacarían el coche fuera de la ciudad y lo tirarían de un barranco junto con el cuerpo, luego, al volver, anunciaría a su ex suegra el abandono de Sun Ho. Después de un par de minutos, casi una hora, y mientras en la radio sonaba “The World We Knew (Over and over) de Frank Sinatra, llegaron al lugar, estaba totalmente desolado, y era la oportunidad perfecta.

“Over and over i keep going over the world we knew” (Una y otra vez sigo repasando el mundo que conocimos)

Ambas bajaron del coche, dejando la llave puesta, y alumbradas solo por los faros del automóvil, sacaron la maleta de la cajuela y sacaron el cuerpo, para luego colocarlo con cuidado en el asiento del piloto. Jeongyeon le colocó en cinturón de seguridad y luego cerró la puerta mientras Nayeon bajaba una bolsa de ropa de la parte de atrás y la colocaba de forma desordenada en la misma maleta en la que habían transportado a Sun Ho, luego la metió a la cajuela y cerró la misma cuando habían terminado.

“That inconceivable, that unbelievable world we knew” (Ese inconcebible, ese increíble mundo que conocimos)

—¿Lista? —Preguntó Jeongyeon a la mayor, y esta asintió.

“When we two were in love” (Cuando los dos estábamos enamorados)

Al obtener una afirmativa, Jeongyeon se acercó al coche y con fuerza comenzó a empujarlo, Nayeon se unió segundos después, y así fue más fácil, a tal punto de que el coche comenzó a avanzar solo y cayó del barranco haciendo un ruido estrepitoso.

“And the sun and the moon seemed to be ours” (Cuando el sol y la luna parecían ser nuestros)

En pocos segundos, una de las mangueras del coche comenzó a gotear gasolina, sabiendo esto, Jeongyeon arrojó un mechero encendido e inmediatamente, el coche comenzó a arder, junto con todo lo que llevaba dentro.

“Each road that we took turned into gold” (Cada camino que tomamos se convirtió en oro)

La menor entrelazó su mano con la de Nayeon, quién miraba atentamente y se concentraba en el ruido de las llamas quemando todo a su paso.

“Now over and over i keep going over the world we knew…” (Ahora, una y otra vez sigo repasando el mundo que conocimos…)

—Se lo merecía… —dijo Nayeon al aire.

“Days when you used to love me” (Los días cuando solías amarme)

Jeongyeon asintió de acuerdo, y se acercó para besar su frente, para luego alentarla a caminar antes de que el coche explotara, pero antes de que pudieran caminar más de cinco pasos, el coche explotó, y la fuerza de esta situación las hizo caer al piso sin previo aviso.

“Each road that we took turned into gold…” (Cada camino que tomamos se convirtió en oro…)

Jeongyeon se reincorporo más rápido que Nayeon, y la miró con sorpresa, ya que era algo que claramente no esperaba. Nayeon la miró de la misma forma, y juntas empezaron a reír por esto. SunHo estaba pudriéndose en llamas, y ellas reían a carcajadas, por la liberación que sentían, porque en el fondo sabían que de alguna u otra manera, él siempre iba a ser un impedimento para que pudieran estar juntas.

Jeongyeon estaba feliz, por Nayeon, porque ella misma sentía su paz al no tener que volver a vivir el mismo tormento de todas las noches, al no tener que lidiar con un hombre que la despreciaba y se sentía superior a ella… Para Jeongyeon, había sido el logro de su vida poder apreciar esa sonrisa que ahora Nayeon le regalaba.

La menor se acercó a Nayeon, y esta, tal parecía que lo estaba esperando, puesto que no esperó y jaló a Jeongyeon del cuello de su camisa, y comenzó a besarla con pasión, una casi furiosa. Jeongyeon correspondió de la misma forma y se mantuvieron con sus labios unidos hasta que de ese modo pudieron descargar todo el frenesí que azotaba sus cuerpos con desenfreno, porque hay que admitir que no todos asesinamos y nos deshacemos de un cuerpo todos los días.

Nayeon tuvo razón, juntas lo iniciaron y lo terminaron.

Al regresar al apartamento de la mayor, está tomó el teléfono sin importar la hora y llamó a su suegra fingiendo desesperación, y obviamente, llanto.

—Señora —Sorbió la nariz y comenzó a hablar con rapidez—. ¿SunHo fue a su casa? Hoy llegó a casa muy mal…

—Niña, cálmate, ¿Qué pasó con mi hijo?

—No lo sé —Nayeon fingió desconcierto y shock, y continúo “llorando”—, SunHo llegó muy molesto a casa, cómo siempre… Intenté tranquilizarlo, pero no funcionó. Creo que tuvo un ataque de ira, y no sé, solo tomó sus cosas y se fue, estoy muy preocupada…

—Por Dios, Nayeon, ¿Hace cuánto salió?

—Un par de horas, no he parado de llorar… —Mintió—, he limpiado todo el apartamento y aún así no ha vuelto, yo pensé que tal vez pudo haber ido con usted.

—No, tampoco ha llamado… —La señora dijo preocupada y meditó por unos segundos—. Estaremos pendientes, pero si SunHo llega a casa, y no quiere saber de ti, no puedo hacer nada, niña.

—Agradecería si al menos me avisa si está bien —Volvió a llorar—. Yo amo a SunHo, solo quiero que vuelva…

—Su padre y yo nos encargaremos, Nayeon —dijo con firmeza la señora y Nayeon fingió resignación.

Cuando escuchó que la llamada se cortó, colgó el teléfono con el mismo desprecio que aseguraba que la madre de Sun Ho había hecho. Siempre supo que nunca le había agradado lo suficiente.

—Maldita vieja.

He de decir, que Nayeon ni Jeongyeon vivieron con miedo de ser atrapadas, de hecho, Nayeon no ocultó los últimos moretones que SunHo le dejó, en parte porque tenía que demostrar que la maltrataba, pero hasta cierto punto los mostró con orgullo, porque sería la última vez que los portaría, y porque había sobrevivido ante su furia. Porque había ganado contra él.

La policía no tardó en venir y pronto llegaron a la conclusión de que SunHo había tenido un accidente después de salir de casa lleno de enojo, puesto que había sido despedido ese mismo día, los policías en ese entonces no tenían muchas herramientas para resolver homicidios, y en este caso, nunca se dieron cuenta que había sido uno.

En el coche habían encontrado una maleta de ropa, junto con pocos restos de su cuerpo incinerados, completamente vuelto cenizas. El coche estaba destrozado, y prácticamente reconocieron que era él por las placas del auto y por las identificaciones maltratadas que habían en él. Nada se salvó.

Nayeon actuó su papel de viuda destrozada, incluso la madre de SunHo llegó a compadecerse por ella, pero después de unos años, perdieron todo el contacto. Nayeon se quedó con el apartamento por dos años más para no levantar sospechas, en ese tiempo prácticamente Jeongyeon terminó la universidad y comenzó a ejercer su carrera, pero llegaron a la conclusión de que tenían que irse, y juntas se mudaron a Anaheim, en California.

Ambas olvidaron a SunHo, y lo que juntas habían hecho, y vivieron cómo cualquier otra pareja en la privacidad de su hogar, ya que ante la sociedad, eran amigas de años, ya que aún en esos años la gente estaba muy cerrada de mente, pero poco a poco ambas fueron soltando sus miedos a los prejuicios.

Pronto Jeongyeon cumplió veintinueve años, Nayeon tenía treinta y seis, y habían pasado siete años desde lo acontecido, no habían podido casarse, mucho menos tener hijos, pero la verdad es que tampoco les hacía falta, ya que vivían plenas estando juntas. Aunque claro, a Nayeon le encantaba la idea de tener un pequeño con el rostro de Jeongyeon, pero era imposible (en esos años).

Jeongyeon ya no era la adolescente que Nayeon había conocido, era toda una mujer, y si en ese entonces había sido capaz de asesinar a su esposo para cuidarla, imaginaba que ahora era capaz de hacer muchas cosas más por ella, por eso era que Nayeon intentaba evitar los problemas con la gente, no quería que la menor volviera involucrarse en ese tipo de situaciones, aunque cabe aclarar, que Jeongyeon no era violenta, simplemente, Nayeon era su todo.

Esa noche, un veintiocho de mayo, de 1993, Jeongyeon hizo un recuento de los sucesos de hace diez años, cuando conoció a Nayeon, y de hace siete, cuando empezó a estar con ella. Bajó la mirada y observó con amor a su mujer, quién abrazaba su pecho mientras dormía plácidamente. Jeongyeon estaba orgullosa de poder haberle brindado esa paz.

Muchas veces se preguntó, qué hubiera podido pasar si no hubiera llegado a ese extremo, y se dió cuenta de que probablemente todo hubiera terminado peor de cómo quedó. Ese pensamiento la hizo despojarse de cualquier culpa, porque quizá no había sido lo correcto, ahora lo veía, pero había valido la pena el riesgo, tan solo para poder ver cómo Nayeon podía dormir con tranquilidad y confianza.

Jeongyeon se acercó a besar la frente de Nayeon y acarició su hombro con cariño, mientras con su otra mano hacía a un lado su cabello para poder mirar su rostro. Su bello rostro. Aquel que nunca más tuvo moretones o pequeñas cortadas por la fuerza de alguna bofetada. Aquella piel que nunca volvió a ser marcada a menos que fuera por sus besos y su pasión. Aquel corazón que sentía latir en su propio pecho, que nunca volvió a ser despreciado por alguien que no valoraba lo que era Nayeon.

Im Nayeon, la mujer que había jurado proteger ante cualquier situación, porque la amaba. Porque merecía a alguien que pudiera cuidarla. Jeongyeon era esa persona, y cómo antes juró, era capaz de hacer todo, solo por ella. Aún después de varios años, sus sentimientos por ella eran igual de intensos al día que la conoció en la universidad, y dudaba que algún día desaparecieran.

—Te amo, Nayeon —susurró antes de besar su mejilla y atraerla más para dormir después de satisfacer su cuerpo cómo ella merecía.

La abrazó con delicadeza, pero hasta cierto punto, con posesión. Nayeon era suya, y ella misma le pertenecía. Agradeció mil veces que Nayeon nunca temió por el amor que sentía por ella, o que pensara que fuera peligroso, al contrario, siempre confío en ella, y se sintió segura a su lado. Esa es una confianza que nunca traicionaría.

Todo el mundo sabe que el amor puede ser maravilloso, o muy peligroso. Jeongyeon y Nayeon se amaban de una forma que no todos podrían entender, incluso que varios podrían juzgar, pero en el fondo, todos desean que alguien les dé la devoción que Jeongyeon estuvo dispuesta a dar por Nayeon, y que esta, correspondió, sin embargo, amar así no es para todos, porque no todos pueden amar a otra persona más de lo que se aman a sí mismos.

Aunque, la verdadera pregunta es: ¿Qué estarías dispuesto hacer por la persona que amas?

Aquí termina esta pequeña historia, de hecho es la primera que termino jsjsjs. Espero les haya gustado, si es así, denle mucho amor porque de verdad terminarla fue muy importante para mí.

Cómo saben me basé en “Cruz de navajas” de Mecano, y si la escuchan espero puedan sentir la misma intensidad que yo cuando me inspiré para esta historia.

Cuéntenme qué les pareció el final, si les ha gustado y sus conclusiones. Les agradezco mucho por leer. Los quiero mucho.

–B. A. F.

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