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"Cross of knives for a woman..."

Era un jueves, 4 de diciembre de 1986 cuando Im Nayeon se levantó a las seis y media como todas las mañanas, sintiéndose cansada. Todo era lo mismo, preparaba lo que se llevaría al trabajo y lo de su esposo, se bañaba y se alistaba mientras su marido, Sun Ho, ya se encontraba saliendo a prisa para ir al trabajo, sin despedirse.

Ni siquiera un beso, o un abrazo, tan siquiera un "cariño". Nada.

Habían pasado algunos años desde que habían caído en la rutina, y había llegado un punto en el que ni siquiera tenían intimidad. Habían pasado casi seis meses desde la última vez, algo que ahora Nayeon agradecía pero que en su momento cuestionó, pronto dejó de insinuarse a su esposo, y él ni siquiera lo notó.

En el primer año le dolió, luego sintió ira, y desesperada intentó buscar una explicación. ¿Una amante? De forma sorprendente, no. Y estaba segura.

Un par de veces lo siguió a escondidas, y siempre era lo mismo. De casa al trabajo hasta las seis de la tarde, y de ahí directo al bar que acostumbraba. Su marido no hablaba con nadie, más que con un par de amigos que tenía ahí. Él no tenía una amante.

Pero, ¿por qué? Suponía que habían caído en la monotonía, y lastimosamente quien intentó recuperar su relación fue ella, y no funcionó. Su única tranquilidad fue que había hecho todo lo posible para recuperarlo; trató de planear citas, incluso lo esperaba desnuda, y la única excusa de su esposo es que estaba demasiado cansado.

Nayeon de verdad lo había intentado, pero simplemente a él no le interesaba. Y por supuesto, ella dejó de intentar tener cualquier acercamiento con él cuando éste comenzó a maltratarla verbalmente y físicamente, esta última tristemente no podía ser excluida. Sun Ho se caracterizaba por ser un hombre obsesionado con su trabajo y con ser perfecto en esa área, razón por la cual cuando algo no salía bien, era Nayeon quien recibía las consecuencias al estar en casa.

Con miedo, Nayeon esperaba las noches, rogando de que hubiese sido un buen día para no pasar por aquello una y otra vez, cuando contaba con suerte era así, cuando no, solo debía seguir soportandolo. Ella tan solo intentaba seguir adelante, enfocarse en su trabajo y en aferrarse a las esperanzas de que algún día todo fuese distinto, de que apareciera alguien y le mostrara que merecía más que vivir ese tipo de vida.

Y su deseo se hizo realidad cuando otra persona se ganó su corazón. Otra persona comenzó a prestarle la atención que su marido no. Otra persona le dio el cariño, el respeto y la comprensión que Sun Ho ya no estaba interesado en darle.

Al principio le negó la oportunidad a esa persona de estar en su vida, ya que había sido criada con la idea de que dos mujeres no podían estar juntas, que era una blasfemia, y peor al ser una alumna suya de la universidad donde trabajaba dando clases de literatura. Pero cuando Yoo Jeongyeon la miró a la mañana siguiente de haberse besado sin planearlo, supo que le pertenecía y que no podía estar lejos de ella.

Señorita Im, ¿está escuchándome?

—Sí, Jeongyeon, sabes que siempre te presto atención —decía la profesora mientras recogía sus cosas, ya que había sido la última clase de su jornada.

Yoo Jeongyeon, como siempre, pasaba a contarle su día a su maestra favorita, en la cual se había fijado de forma amorosa sin quererlo. Después de tantos consejos personales, abrazos inocentes y correcciones amorosas, le fue inevitable.

De repente, Nayeon escuchó como resonaba el "click" de la cerradura de la puerta, por lo tanto se dio la vuelta para mirar a su alumna recargada en ella.

¿Es la misma atención que yo le presto a usted, señorita Im?

—No sé a qué te refieres —susurro acomodando su maletín en su hombro—. Ahora apártate.

Sé como me miras —dijo Jeongyeon, acercándose a ella para evitar su huída, tomándola suavemente de un brazo.

Nayeon por un momento se perdió en los ojos chocolate de su alumna, repitiéndose por milésima vez que estaba mal, pero es que simplemente Jeongyeon la miraba con tal interés e intensidad que... le era inevitable no perderse en su mirada.

¿Disculpa? No sé de qué hablas —habló con seriedad mientras se soltaba con brusquedad—. Yo no te miro de ninguna forma, eres mi alumna...

No me engañas.

La menor se acercó un poco más, invadiendo el espacio personal de su profesora, quien solo la miraba con seriedad en un intento de ocultar su miedo por haber sido descubierta por la misma alumna por la cual sentía una atracción inmensa.

Estás confundiendo las cosas, señorita Yoo —intentó razonar—. No hagas algo de lo que te vas a arrepentir toda tu vida.

¿Entonces aceptas que no estoy imaginando?

Nayeon volvió a acomodar su maletín en su hombro y caminó un par de pasos, tratando de alejarse mientras la mirada de su alumna la seguía. Poco avanzó antes de voltearse y decir:

Estás imaginando.

Fue entonces que Jeongyeon actuó rápido y de nuevo la tomó de los brazos para acercarla y con desesperación besarla, sin embargo para su sorpresa, Nayeon aún en estado de negación se soltó y separó solo para abofetearla con fuerza por su "atrevimiento". Jeongyeon abrió ligeramente la boca con sorpresa y la miró con intensidad, ya que definitivamente no se esperaba aquello. Nayeon comenzó a respirar aceleradamente cuando percibió cómo la mirada de la menor se hacía más oscura.

La profesora, contra toda su moral, ya no pudo evitar acercarse al no resistir la tensión, su alumna la imitó, y con desesperación ambas se besaron con fervor y efusividad. Nayeon se aferró al cuello de la menor y rasgó su piel suavemente mientras movían sus labios con deseo. Jeongyeon solo pudo llevar una de sus manos a la mejilla de su contraría y con la otra abrazó su cintura para evitar que se separara, ya que no volvería a dejar que eso pasara.

Sus labios se movían frenéticamente y Jeongyeon apretaba el cuerpo de Nayeon contra el suyo mientras le quitaba el maletín del hombro y lo dejaba caer al piso. La mayor mantenía los ojos cerrados y dejaba que su alumna tocara su cuerpo de aquella forma que varias veces fantaseo. Sin poderlo evitar, Nayeon dejó salir varios suspiros cuando la menor se separó de sus labios para besar su cuello, y sin desearlo comenzó a pensar en las consecuencias de lo que esto podría tener, pero a este punto Jeongyeon ya le había desabotonado la camisa.

Después de alrededor de una hora, Nayeon se encontraba acomodándose la ropa con prisa y vergüenza, sin saber exactamente en qué momento accedió a que esto sucediera.

Al ver que Nayeon no podía abotonar su camisa por el nerviosismo, Jeongyeon se tomó el atrevimiento de ayudarla, pero sin mirarla. Esto hizo que la mayor comenzara a entrar en pánico, y de sus ojos comenzaron a brotar lágrimas silenciosas, a la expectativa de algún chantaje o algo parecido, pero su alumna no dijo nada, y eso la ponía más nerviosa.

¿Qué vas a querer para no decir nada? —pregunto con miedo—. Seguro quieres pasar mi materia con honores, por eso te acercaste a mí. —Las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos—. Yo pensé...

Qué lástima que piense que deseo algo como eso.

No veo otra razón por la que esto se haya dado —alejó su mirada cuando Jeongyeon levantó la vista.

Desde que entré a esta escuela, en mi primer año deseaba con ansias estar en una clase de la "señorita Im". —La menor contó sin mirarla—. Una profesora dedicada, y apasionada por su materia, pero sobre todo, preciosa...

Nayeon escuchó con atención cada palabra, temiendo que su alumna aparte de sentir deseo, la amara igual que ella.

Tienes casi tres años en esta escuela —señaló Im.

Es el tiempo en el que no he podido parar de pensar en usted —susurro la menor, apenada—. Yo creí que la admiraba porque hacía bien su trabajo, y lo negué durante mucho tiempo, pero...

Esto está mal.

Lo sé bien, usted es mi profesora, —La miró con los ojos brillosos—, pero eso no quiere decir que no pueda sentir lo mismo que yo.

Estoy casada.

Y aún así, usted me mira no solo con deseo. —Jeongyeon levantó su mano para acariciar su mejilla y obligarla a mirarla—, también me mira con la misma admiración con la que yo la veo a usted. Lo he notado.

La menor limpió con delicadeza las lágrimas de Nayeon, quien comenzó a llorar con más sentimiento al sentir sus caricias, puesto que no podía creer que su alumna, con la que había fantaseado y había empezado a sentir amor por ella, le diera más cariño en un solo día que su propio marido. Era imposible que esto estuviera pasando.

¿P-por qué? —No podía creerlo—. ¿Por qué yo y no la maestra de deportes? —Jeongyeon sonrió—. ¿Por qué no un maestro?

Ningún maestro o alumno de esta escuela puede cautivarme más que tú... —confesó—. Déjame acompañarte a casa, te lo explicaré todo.

Nayeon asintió y Jeongyeon la abrazó antes de que salieran juntas del salón de clases. La mayor seguía apenada y sensible, pero su alumna se encargó de hacerla sentir segura, más cuando la invitó a tomar un café, ya que Nayeon se había negado por completo al pensar que alguien pudiera verlas. Jeongyeon simplemente argumentó que solo eran maestra y alumna hablando de algún proyecto importante, después de eso, la mayor aceptó.

Juntas conversaron por un par de horas, donde Nayeon pidió disculpas por haberla abofeteado, expresando que solo tenía miedo, pero que siempre la miró más que a otros sin poderlo evitar. Le explicó su negación e inseguridades, todo a voz baja, ya que estaban en un lugar público. También habló de su esposo y le dejó claro que no sentía nada por él y, que sospechaba, él tampoco por ella.

Ambas habían acordado ser sinceras, ya que mucho corría peligro en cuanto al secreto que ahora guardarían, tan simple como la mente cerrada de las personas; y lo que había servido es que en su anterior amistad siempre lo habían sido.

Nayeon le permitió a Jeongyeon hablarle sin formalidades mientras estaban solas, sin embargo le exigió que a pesar de la relación que pudieran empezar a mantener, debería seguir al corriente con sus proyectos en la escuela, ya que no lo iba a ayudar con eso para nada. La menor se rió, pero finalmente aceptó.

Desde ese día, su relación creció significativamente, siempre a escondidas y de forma discreta, lo más gracioso era que el marido de Nayeon nunca lo notó. Luego todo se salió de control, pero en está ocasión no hablaré de ello.

Pasaron varios meses y su amor se volvió más intenso, al punto de que cuando terminaban las clases, Jeongyeon y Nayeon se encerraban en el aula de la profesora como la primera vez. Se podían pasar horas ahí, sin embargo, no todo era sexo.

Sun Oh, el esposo de Nayeon, trabajaba en una oficina, al otro lado de la cuidad, por lo que se levantaba a las seis y media y llegaba al apartamento cerca de las once de la noche, así que tenían toda la tarde disponible si es que Jeongyeon visitaba su apartamento, donde veían películas y cenaban juntas.

Pero aunque dije que no todo se trata de sexo, Nayeon adoraba que Jeongyeon le hiciera el amor en la cama que compartía con Sun Oh, o en la cocina, o donde fuera. Esa chica la tenía loca, y la amaba... La amaba.

Era viernes, y Jeongyeon se encontraba haciendo algunos pendientes en la sala de estar de Nayeon, mientras ella hacía la comida para ambas.

La mayor sirvió una porción para ella y para Jeongyeonie, como le gustaba llamarla. Cuando salió de la cocina con los platos en mano, no pudo evitar quedarse de pie mirándola escribir con una sonrisa en el rostro. Jeongyeon estaba tan concentrada que le costó un par de minutos darse cuenta que estaba ahí, pero cuando lo hizo se levantó inmediatamente para ayudarla.

¿Qué pasa, Nayeon? —Tomó los platos de sus manos y los puso en la mesa—. ¿Todo está bien?

Es que... —Nayeon la miró a los ojos—, creo que te amo. —Los ojos de la menor brillaron—. Eres fácil de amar, Jeongyeon —susurró y llevó su mano a la mejilla de su alumna—. Y quizá esto es lo más prohibido que he hecho en mi vida, pero no quiero que pare. No deseo que te alejes.

Nadie ha dicho que me alejaré, Nayeon.

Aun así tengo miedo de que en algún momento pase. —Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, por lo cual la menor la envolvió en sus brazos—. Dime que te vas a quedar conmigo siempre.

Jeongyeon se separó de ella solo para limpiar su rostro y acariciar sus mejillas, después juntó sus frentes y con seguridad le dijo:

Lo juro, Nayeon.

Y tan solo bastó un apasionado beso para sellar aquel juramento en el que Yoo Jeongyeon pondría de lleno su vida para no quebrantar. Im Nayeon correspondió con su misma energía, porque de verdad confiaba en ella como nunca lo había hecho en nadie más. Y también la amaba perdidamente, un hecho que se evidenciaba como recíproco cuando sus pieles entraban en contacto.

El tiempo transcurrió y, como era de esperarse, ambas siguieron amándose a escondidas, condenando así su historia a la clandestinidad, ya que sinceramente había mucho que perder si alguien más descubría la verdad. Tristemente Nayeon y Jeongyeon no contaron con que tal hecho sucedería más pronto de lo esperado.

Y mucho menos imaginaron que dicho acontecimiento las llevaría a hacer algo que jamás pensaron... Pero bien se dice que el amor es capaz de sacar lo mejor y peor de las personas.

"Cruz de navajas por una mujer..."
-Mecano. 1998.

Holaaa, no sé si me extrañaron jeje, pero aquí vengo con una mini historia que la verdad me llevo algunos meses terminar ya que quería hacerla bien. Son cuatro capítulos, no se preocupen, ya está terminada.

Actualizaré el día sábado, para que estén atentos, espero también avanzar con las demás historias ya que terminé esta, de hecho estoy trabajando en una que me está gustando mucho y es en la que más me he concentrado, espero mostrarles pronto, pero quiero terminarla para no dejarlos cómo con las otras (perdón).

Espero que les guste mucho cómo a mi me gustó y me emocionó escribirla. Les envío muchos saludos y les agradezco que se hayan tomado el tiempo de leer. No olviden comentar mucho, y si la adoran cómo yo, votar.

-B. A. F.

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