Al cerrar la puerta se tiró al suelo desconsolado, se sentía aturdido, la cabeza le dolía. Ahora todo comenzaba a encajar, por eso aquel día que anunció su regreso a Seúl.

FlashBack

—     ¡SeungCheol! — Pronunció el chico de cabellos rubios, subiendo los escalones hacia la habitación donde se encontraba el mayor — Yo no quiero ir a Seúl — Protestó.

—     ¡¡Debo de volver!! Necesito resolver unos asuntos — Exclamó ya arto de los reclamos de su esposo.

—     ¡No quiero!! Estamos bien en Daegu.

—     Amor por favor, no seas berrinchudo — SeungCheol se quitó la bata que era un complemento de su ropa de dormir. Se sentó en el borde de la cama golpeando el lugar vacío, indicándole al rubio que tomara asiento — Prometo recompensarte.

Besó su frente suavemente, mostrando sus dientes al sonreír deshaciendo el puchero de los labios ajenos.

—     Los resuelves y nos regresamos.

—     Los resuelvo y nos regresamos — Dijo sin ganas, ya estaba harto de este tipo de discusiones — Si quieres puedes quedarte, no es necesario que vayas conmigo Jeonghan.

—     ¡¡No!! —Exclamó exaltado—No pienso dejarte solo.

SeungCheol asintió, se sentía agotado, su cabeza dolía a causa del estrés. Estar al mando de una gran empresa era una severa fatiga, el llegar a su casa y encontrar a Jeonghan con sus caprichos era esa gota de agua que derramaba el vaso.

No entendía porque su padre lo retenía en Daegu, no comprendía porque estando la empresa central en Seúl, el señor Choi lo mantenía en la empresa secundaria. Y todas esas veces que había querido moverse hacia Seúl, siempre había un motivo por parte de su familia para evitarlo.

“Tal vez por mi salud” pensó para si mismo, recostándose sobre la cama. 

Habían tantas preguntas transitando por su mente todas las noches, después de aquel lamentable accidente, no podía recordar nada y según los doctores las posibilidades de que lo volviera hacer eran nulas.

Aquel día al despertar, solo visualizó a un hombre de brazos cruzados y a una mujer que lloraba abrazando sus piernas, al momento no supo quienes eran, después se enteró que eran sus padres y con ayuda de un álbum de fotos lo convencieron.

Días después Jeonghan, ese apuesto chico que era su prometido. No estaba seguro realmente pero en sus ojos reflejaba una profunda tristeza y desde que Seungcheol despertó no había dejado de llorar.

Pero a pesar de tener a sus padres y a su prometido, se sentía tan solo y vacío. Sentía que era un mundo desconocido, según los doctores era una depresión pasajera.

Pero, aunque los años pasaban no podía dejar de sentir ese vacío en su corazón.

—     Jeonghan — Artículo con voz débil, al estar listo para dormir — ¿Me amas?

—     Claro que sí tontito — Le propinó un beso corto, limpiándose los labios después de hacerlo.

SeungCheol odiaba que hiciera eso ¿A caso le daba asco? ¿Por qué diablos hacia eso?

Pero nunca decía nada ¿Cómo reclamarle? Sí él no recordaba amarlo.

¿Cómo amar? Si él no recordaba a esa persona que se supone hacía a su corazón feliz.

—     SeungCheol ¡¡espérame!! — Gritó Jeonghan, caminando a paso rápido tratando de alcanzar al pelinegro.

El mayor no hizo caso, no quería parar, estar en su lugar natal era muy emocionante, no sabía hacia donde se dirigía sin embargo todo le era tan familiar, quería volar si fuese posible y encontrar ese motivo por el cual su corazón latía con tanta emoción.

Sus pies se detuvieron, no le importó los gritos de Jeonghan tampoco que el chófer viniera en el carro siguiéndolos.

Observó aquel lugar enfrente de él, era un parque y en cuestión de segundos una inmensa tristeza inundó su corazón.

—     ¡¡¿SeungCheol?!!

La voz de Jeonghan mostraba enojo, estaba muy molesto con la actitud del mayor. Regresaron a su departamento, y el rubio se quedó con las palabras en la bica cuando observó como su esposo se dirigía a paso veloz a la habitación.

—     ¡¡SeungCheol!! Te estoy hablando.

El mayor fingió no escucharlo y se colocó en posición fetal debajo de las sábanas.

—     ¿Puedes decirme qué ha pasado?

No hubo respuesta.

Jeonghan miró el bulto debajo de las sábanas y no pudo evitar suspirar algo agobiado, debía jugar muy bien sus cartas sino quería problemas.

El mayor cerró sus ojos y por breves segundos un imagen cruzó por su mente, el sentado en ese parque ¿Pero quién era esa persona?

No recordaba nada.

Pero esa silueta oscura que podía ver a su lado, le provocaba un serio caso de sentimientos con bipolaridad. Sentía unas intensas ganas de llorar pero al mismo tiempo su corazón se aceleraba con locura haciéndolo sonreír sin saber la razón.

Al día siguiente.

—     SeungCheol — Jeonghan pronunció sutilmente, acercándose al mayor que miraba el periodico mientras tomaba el desayuno.

—     ¿Tardarás mucho en la oficina?

Dejó el periódico en la mesita junto a su desayuno y volvió la mirada hacia su esposo — No sé — Respondió a secas un poco desorientado.

—Sigues extraño bebé — Musitó un poco temeroso, con el ceño levemente fruncido y jugando con sus dedos.

—Me siento extraño.

—Tienes migraña, podemos ir al hospital o regresarnos — Dijo alarmado el rubio, tocando el brazo ajeno —Debes descansar Cheol

“Debes descansar Cheolie”

Cerró los ojos a causa del dolor que comenzaba a sentir, esa dulce voz no era de Jeonghan, se sintió alarmado y por reflejo apartó las manos del rubio.

Desde que había aterrizado en Seúl, pequeños fragmentos muy confusos de recuerdos estaban provocando una gran inquietud en SeungCheol. El suceso qué más lo había marcado fue aquella tarde en donde se había cruzado con un pequeño y adorable niño.

Al regresar a su hotel trató de recordar en donde había visto antes a ese pequeño y el ¿por qué? sus ojos y ese color de piel le eran tan familiares ¿Por qué su corazón no dejaba de latir con tanta emoción mientras lo sostenía en sus brazos?.

Porque desde aquel día aunque fuera solo por unos instantes podía ver entre sueños un rostro que le traía tanta nostalgia.