Capítulo 29: Sigue viviendo
En los muelles de carga del campo de labor de Galia, las Normas residentes lentamente abordaban el Mikamura. Un carguero sumergible, el Mikamura originalmente estaba destinado a recibir y transportar Para-mails y suministros desde y hacia Neo-Zion. Sin embargo, en los días posteriores a la caída de Arzenal, se había convertido en una nave de evacuación.
Al subir a bordo, varias de las residentes lanzaban miradas nerviosas a los hombres armados que las habían ayudado. Pese a la relación que la Network había formado con los años con la resistencia subterránea en el campo, muchas de las residentes todavía estaban muy incómodas con tanto los hombres como los usuarios de Mana. O ex usuarios de Mana, considerando que la Luz de Mana había desaparecido.
Desde la playa, Bootleg observaba la evacuación en curso mientras detrás de él, el alcaide y los guardias restantes se arrodillaban en la arena, con los dos Para-mails del Mirai apuntando con sus cañones a los cautivos. Entre el número abrumador de las residentes, la falta de Mana para protección, y el poder de fuego de la Network (que a diferencia de las defensas del campo no dependían de Mana para operar), todo el personal se había rendido rápidamente.
– Capitán. – llamó el oficial ejecutivo del Mirai por su comunicador. – La evacuación casi está completa.
– ¿Qué hay de las reservas de alimento?
– El equipo de recuperación ya casi ha llenado la bodega del Mirai.
– Bien. Metan todo lo que sea posible a bordo. No hay forma de saber cuánto tiempo estaremos en mar abierto.
Aparte de la evacuación, las tripulaciones tanto del Mirai y el Mikamura habían ido al campo a extraer comida, medicinas, municiones y cualquier otro suministro esencial que pudieran llevar. En cuanto cortó la línea, una mujer atractiva a finales de sus treintas con cabello azul oscuro se le acercó.
– Así que ¿tú eres Bootleg? – le preguntó. Reconoció esa voz al instante. – No creí que llegaría a conocerte cara a cara.
– Tú eres Amanda. – respondió él. – La líder la resistencia en este campo.
– Así es. ¿Alguna idea de qué pasó?
– Lo único que sé con certeza es que Embryo de alguna manera está detrás de todo. Por lo que hablé con el Jefe, me dijo que esto está ocurriendo en otras instalaciones de Normas. Una vez que zarpemos, nos vamos a reunir con el resto de la flota y esperaremos nuevas instrucciones.
Amanda asintió, y lanzó una mirada a la isla que alguna vez fue su hogar y prisión desde que era una niña.
– Aún se siente como un sueño. Nunca me imaginé que llegaría el día en que podría salir de aquí. Para ser honesta, no estoy segura de qué haré ahora.
– Vive. – le dijo Bootleg. – La Network te ayudará, a ti y al resto, igual que siempre lo hemos hecho.
– Lo sé. – Amanda asintió con una sonrisa. – Supongo que si tú estás allí, no será tan malo.
Amanda se giró para marcharse, y Bootleg la observó mientras se reunía con las últimas evacuadas. Los dos se habían conocido a larga distancia durante años, y tuvo que admitir que era más guapa de lo que se había imaginado. Tal vez pudiera hacer arreglos para que viniera a su nave y tener una cena privada juntos.
– Pilotos, esperen hasta que nos alejemos del muelle. – les ordenó. – Luego regresen al Mirai.
– Sí, Capitán. – respondió un Para-mail.
– ¡Esperen un minuto! – gritó el alcaide. – ¡No pueden abandonarnos aquí! ¡No tenemos la Luz de Mana y tampoco podemos llamar por ayuda! ¡¿Qué se supone que hagamos?!
– Aquí tienen herramientas. – les dijo Bootleg mientras se alejaba. – Constrúyanse un bote y naveguen a casa.
...
Mientras Susano'o era transportado hacia el hangar inferior, Rio observó cómo Ersha aterrizaba su Ragna-mail sobre la pista de lanzamiento, y un escuadrón de Normas y seguridad de la Network le apuntaban con sus armas. Se quitó su casco de vuelo, y Rio se sorprendió de ver lo agotada que estaba. Tenía ojeras muy pronunciadas, y sus ojos verdes tenían una mirada vacía en lugar de ser cálidos como de costumbre. ¿Qué le habría hecho Embryo exactamente?
Una vez que desembarcó, Jasmine se le acercó extendiendo una mano, y Ersha entregó su anillo para luego ser escoltada hacia el calabozo.
– Bueno, al menos ahora tenemos otro Ragna-mail. – suspiró la anciana. – Eso debería darnos algo de ventaja.
– ¿Qué va a pasar con ella? – preguntó Rio.
– Me temo que eso lo decidirá Hilda. – respondió Jasmine. – En cualquier caso, vamos al puente. Todos están ansiosos por escuchar lo que pasó.
Y así, en la privacidad de la sala de reuniones, Rio les dio su reporte.
– Entonces, ¿simplemente la dejaste allí? – preguntó Rosalie. – ¿Qué tal si ese tipo Embryo vuelve a buscarla de nuevo?
– La isla de Tusk no tiene nada de tecnología de Mana, así que Embryo no podrá rastrearla. – les aseguró. – Y después de esa odisea, Ange necesita un momento para recuperarse. No se preocupen, cuando llegue el momento estará lista.
– Entonces hay que prepararnos también. – Hilda estuvo de acuerdo. – Hablando de eso, Jefe, ¿tiene alguna noticia nueva?
– La tengo. – asintió el hombre. Encima de la mesa, un holograma proyectando un mapa de la capital de Misurugi se materializó. – El Badgiruel y el Ramius ya están listos, y estarán en posición dentro de diez horas. Nosotros atacaremos primero desde el mar y atraeremos las defensas. Embryo tiene una flota de naves automatizadas que no utilizan Mana, pero no deberían darnos muchos problemas. – En el holograma, dos puntos rojos aparecieron sobre los ríos que rodeaban la ciudad. – Una vez que tengamos su atención, el Badgiruel y el Ramius saldrán a la superficie en estos puntos, y lanzarán sus Para-mails para hacer un ataque de pinza.
– Entretanto – intervino Salamandinay – Naga, Kaname y yo nos infiltraremos en el Pilar del Amanecer para rescatar a Aura. Es imperativo que la liberemos para detener la fusión dimensional.
– ¿Qué hay del resto de la flota de la Network? – preguntó Rio.
– Recibimos una transmisión de la nave que vigilaba el campo de labor en Galia justo antes de que llegaras. – respondió Jasmine. – Todas las demás instalaciones de Normas han sido evacuadas. Ahora mismo se dirigen hacia el punto de reunión. Una vez que la pelea haya terminado, se irán a Neo-Zion y con suerte podrán empezar una nueva vida.
– Entonces, eso deja una sola pregunta. – señaló Maggie. – ¿Qué vamos a hacer con Ersha?
...
En la soledad de su celda, Ersha permanecía sentada esperando su destino. Acababa de pasar el borde de las aguas internacionales de Misurugi cuando vio a Rio sobrevolando el mar a baja altitud remolcando un pequeño bote. Temiendo que la atacara si se le aproximaba, y no queriendo poner en peligro a la gente en el bote, Ersha esperó hasta que los escáneres de Raziya lo detectaron alejándose a velocidad de crucero, antes de seguirlo hasta la nave de la Comandante. Ahora que ya había entregado a Raziya al resto, sólo quedaba una cosa por hacer.
Al oír pasos acercándose a su celda, Ersha levantó la mirada en cuanto la puerta se abrió, y Rio entró a verla. Sus ojos hablaban por sí solos, de lo herido y confundido que debía sentirse por todo lo que ella había hecho.
– Ersha. – la saludó secamente.
– ¿Vienes a ejecutarme? – le preguntó ella. La expresión de Rio cambió de herida a sorprendida.
– ¿Por qué me preguntas eso?
Ersha desvió la mirada, y bajó la cabeza. – Porque me lo merezco. Traicioné a todo el mundo, y al final fue por nada.
A su lado, Ersha sintió que Rio se sentaba, y el catre tronó ligeramente por el peso adicional.
– ¿Podrías al menos decirme por qué? ¿Qué te prometió Embryo? ¿Qué podría haberlo valido? – le preguntó. La imagen de los cuerpos destrozados de las niñas yaciendo entre los escombros volvió a reproducirse en su mente, y Ersha se cubrió los ojos mientras comenzaba a hiperventilar. – ¿Ersha?
Finalmente su compostura se hizo pedazos, y Ersha se lanzó hacia el pecho de él. Las lágrimas chorrearon por su rostro mientras gritaba de agonía. Rio la rodeó con sus propios brazos y la sostuvo suavemente hasta que finalmente se calmó. En medio de sollozos, Ersha le contó todo, lo que pasó con las niñas y cómo Embryo las revivió después del ataque de Misurugi, sólo para utilizarlas para controlarla a ella.
– Todo es mi culpa. – susurró, con la voz ronca de tanto llorar. – Pensé que podría salvarlas, pero les fallé. Ellas confiaron en mí, y las dejé morir.
– Sé lo que es fallarle a alguien que te importa. – le dijo él. – ¿Pero cómo escapaste?
– Le dije a Embryo que traería a Ange de vuelta. Está tan obsesionado con ella que ni siquiera consideró que me podría escapar.
– ¿Así que viniste aquí para morir?
– Aunque me quitara mi propia vida, no sería suficiente. No después de lo que hice. Te traicioné a ti, y al resto, todo por una mentira. Así que vine a recibir mi castigo. La Comandante... ella se ocupaba de castigar y aplicar las reglas de Arzenal a las traidoras. Y tal vez si le entrego a Raziya eso les ayude a derrotar a Embryo.
Rio la empujó suavemente y le limpió una lágrima de los ojos.
– Ya no estamos en Arzenal. – dijo él. – Y Jill ya no está a cargo. Tu vida ahora te pertenece, así que puedes hacer lo que quieras con ella. Si crees que morir es lo que debes hacer para pagar por tus pecados, no te detendré. O sino, tienes que enfrentarlo. Estoy seguro que esas niñas querrían que siguieras viviendo. Alguien tiene que vengarlas, para que sus muertes no hayan sido en vano.
Ersha frunció el ceño y negó con la cabeza. – Aunque así fuera, ¿cómo puedo hacerlo?
– Viviendo de una manera que honre a quienes ya no están. – le respondió él. – Y peleando como el infierno por aquellos que siguen aquí.
Rio se puso de pie, pero Ersha desvió la mirada cuando él abandonó la celda y chasqueó sus dedos.
«¿Pero quién me queda en este momento?» se preguntó.
– ¿Srta. Ersha?
El corazón de Ersha dio un vuelco al levantar la mirada de nuevo y ver a alguien que no se esperaba volver a ver. En la puerta de su celda, Cynthia se encontraba junto a Vivian. ¿Había estado aquí todo este tiempo? ¿Incluso cuando Ersha atacó la nave?
– Cynthia. – susurró. – Vivian.
Intentó levantarse, pero las piernas se le doblaron y cayó de rodillas.
– ¡Ersha! – gritaron las dos niñas antes de correr hacia ella. Ambas se les echaron a los brazos y Ersha las abrazó también mientras lloraban con ella. – ¡Ersha, idiota!
-- ¡Lo siento! – gimió ella. – ¡Lo siento tanto!
...
Afuera en el corredor, Hilda se quedó parada escuchando junto con Rhino y Rosalie. Cuando Ersha se derrumbó, Vivian y Cynthia habían intentado correr a su lado, pero Rhino las detuvo. Rio les pidió hablar con ella a solas para averiguar cuáles eran sus intenciones. Finalmente las llamó, y las dos niñas entraron en la celda, donde las tres siguieron llorando durante su reencuentro.
– ¿Bueno? – preguntó Rio. Rosalie suspiró con resignación.
– No hay nada que podamos hacerle que sea peor que lo que le hizo Embryo. – admitió Rosalie. – Voy a ir a ver a Mary y Nonna. Todavía debemos planear el funeral para Marika.
Rosalie se marchó, y Rio se volteó hacia Rhino. – ¿Estás bien? – le preguntó.
– Sí, estoy bien. – admitió el hombretón. – Probablemente sea lo mejor. Ella ha estado cuidando a Cynthia desde mucho antes que yo apareciera. Rio, tenemos que asegurarnos de que Embryo pague por todo lo que ha hecho.
Rhino echó una última mirada a la celda de Ersha, y negó con su cabeza antes de alejarse.
– Parece que siempre perdonas a todos los que tratan de matarte, ¿no? – preguntó Hilda, mientras ella y Rio se alejaban también.
– Hilda, Embryo se aprovechó de Ersha y su...
– Lo sé. – dijo ella. – Lo entiendo. Ella estaba herida y tú querías ayudarla.
Y ese era el problema. Desde que él regresó, Hilda había estado pensando en lo que el Jefe le había dicho una y otra vez. Quería preguntarle a Rio qué significaba ella para él, pero el pensamiento de lo que pudiera decirle la aterraba. ¿Qué tal si se equivocaba y sus sentimientos no eran tan profundos como los de ella? Después de todo, como le había dicho Ersha la mañana del ataque, ella no era la única que sentía algo por él. Y Rio siempre era amable con todos, así que ¿qué pasaría si lo estaba malinterpretando?
– De acuerdo, ¿qué te pasa? – le preguntó de pronto.
– ¿Qué? No me pasa nada.
– Entonces ¿por qué parece que algo te está molestando? – insistió él. – ¿Estás enojada porque me fui de nuevo?
– Por supuesto que no. – dijo ella. – Al menos esta vez avisaste.
– ¿Entonces qué pasa?
– ¡Te digo que estoy bien! ¡Sólo déjame en paz de una vez! – Hilda se dio la vuelta para irse por el otro lado, pero Rio la agarró del brazo. Intentó soltarse, pero el agarre de Rio era demasiado fuerte. – ¿Qué diablos crees que haces?
– Hilda, no voy a dejarte ir. ¡Ahora dímelo!
– ¡Está bien, tengo miedo! – El grito de Hilda hizo eco en las paredes de metal de la nave, y fue un milagro que toda la tripulación no viniera corriendo a ver qué estaba pasando.
– ¿Miedo de qué? – preguntó él soltándola finalmente. – Hilda, soy tu caballero. Lo que quiera que sea, puedes decírmelo.
Hilda se dio la vuelta y se cubrió el rostro. Era ahora o nunca.
– Pero de eso se trata. – admitió ella. – No eres sólo mi caballero. Rio, tú... eres mi príncipe.
– ¿Qué?
– Cuando nos conocimos, estaba teniendo el peor día de mi vida. – explicó Hilda. – Mamá me había reemplazado. Había abandonado Arzenal. Fue como si el mundo entero me estuviera diciendo que no tenía lugar en él, y que estaría mejor muerta. Así que cuando esos policías me atacaron... no me importaba si me mataban.
»Y entonces, tú apareciste. Me recogiste y me protegiste. Y eso me hizo querer vivir... sólo para saber quién eras y por qué lo hiciste. – Se apretó los hombros, y de pronto sintió que se le secaba la boca. – Pero no eres sólo MI príncipe. Las operadoras del puente, Ersha, Maggie, incluso la Inspectora, de todas las personas, creo que todas ellas se enamoraron un poco de ti. Y realmente no las puedo culpar. Cuando eres una Norma te dicen todos los días que tu vida no importa. Que nunca podrás tener la misma felicidad que los humanos porque a nadie le importa si vives o mueres. Pero entonces llegaste tú. A ti sí te importamos. Y nos atrevimos a tener esperanza. – Hilda volvió a verlo de frente y sintió que estaba a punto de llorar. – Y sé que es muy egoísta, porque es así como eres, pero desearía que sólo fueras así conmigo. Porque siempre me siento como si estuviera compitiendo con todas las demás por ti.
Rio no le respondió, y Hilda se rio mientras se limpiaba los ojos.
– Dios, me siento como una idiota. El mundo está a punto de acabarse, podríamos morir mañana, y aquí estoy preocupándome por algo tan trivial. Se supone que debo estar a cargo, pero... – Hilda se interrumpió cuando Rio de repente la agarró y la atrajo hacia él. Tenía un brazo alrededor de su espalda mientras con el otro le sujetaba la mejilla, y Hilda apenas tuvo tiempo de ahogar un grito cuando Rio se le acercó para besarla. Los ojos de Hilda explotaron de sorpresa y por reflejo se tensó para empujarlo.
Pero cuando su calor corporal se propagó hacia ella, Hilda se relajó y se apoyó en él. Se sentía feroz y hambriento, pero también gentil y protector.
– ¿Y qué tiene de malo ser un poco egoísta? – le preguntó cuándo se alejaron. – Y no hay nada trivial con ello. Hilda, antes de conocerte, jamás pensé mucho en mi futuro. Sólo tenía mi misión y nada más. Pero ahora, tengo algo más. Por primera vez en años, tengo algo a lo que aspirar. No sé lo que el futuro me depara. Todo lo que sé es... que no lo quiero si no estás conmigo. – Le sonrió de esa forma tan ridícula que sólo él tenía. – O al menos, hasta que sepa qué tal les quedan los pies de manzana comparados con el tuyo.
Por mucho que quería golpearlo por eso, Hilda no pudo evitar sonreír, y su coraza finalmente se hizo trizas, y unas lágrimas de alegría recorrieron su rostro.
– Tú... grandísimo idiota. – Envolviéndole el cuello con sus brazos, Hilda se acercó para besarlo de nuevo mientras él volvía a sujetarla. Toda la nave podría estarlos viendo y a ella no le importaría.
...
Doblando la esquina, un par de ojos observaba a los dos jóvenes con gran satisfacción. Cuando escuchó a Hilda gritar, el Jefe corrió hacia la voz esperándose algún problema. En lugar de eso, se encontró a Hilda y Rio teniendo una especie de riña, y cuando se preguntó si debía intervenir, Hilda finalmente se le confesó, y Rio le respondió con un beso, haciéndolo sonreír con aprobación.
– ¿Quieres dejarlos solos? – le dijo alguien. El Jefe miró detrás y vio a Jasmine parada frente a él con los brazos cruzados. – Lo último que necesitan ahora es que un viejo metiche los esté espiando.
– Sólo quería asegurarme que atendió a mi consejo. – le dijo él. – Sabes, cuando lo conocí, Rio era sólo un niño flacucho y furioso. Vi mucho de mí mismo en él. Este mundo le había arrebatado todo, y estaba sediento de venganza. Decidí darle algo mejor en qué canalizar su dolor, y míralo ahora. Se ha convertido en un hombre de verdad.
– Todo eso fue gracias a Sarah. – le recordó Jasmine. – Fue por ella que Rio superó los prejuicios de la humanidad. Ella creyó en él, y al final no se equivocó. Ahora, sólo tenemos que asegurarnos de que su historia no termine aquí.
El Jefe asintió y se apoyó contra la pared. – Y ponerle fin a toda esta pelea. Nunca creí que llegaría el día. He estado haciendo esto por tanto tiempo que no estoy seguro de qué haré después con mi vida.
– Antes solías ser un arquitecto, ¿no? – le preguntó. – Sin las amenazas del Mundo del Mana, podrías volver a reestablecer tu colonia original. La población de Zion seguirá creciendo con todas las Normas que la Network ha liberado. Alguien tendrá que construir hogares, negocios. Estarás ocupado por un largo tiempo.
– El trabajo está bien. – admitió el Jefe. – Pero hace falta más que eso para hacer una vida.
Jasmine le sonrió y se le acercó para apoyar la cabeza sobre su ancho hombro.
– Bueno, quizás podrías encontrar a alguien con quien compartirlo. – sugirió ella. Luego se marchó, y el Jefe se dio la vuelta justo a tiempo para ver una coleta roja desaparecer por el otro corredor. Ya que al parecer no hacía falta que interviniera, el Jefe siguió a Jasmine.
Después de todo, no podía dejar que los jóvenes se quedaran con toda la diversión.
...
Luego de que se secaron sus lágrimas, Ersha y las otras volvieron a subirse al catre. A su izquierda, Vivian se sentaba con la cabeza en el hombro de Ersha, mientras que a su derecha, Cynthia se había recostado descansando la cabeza en el regazo de Ersha. Para su alivio, Vivian le explicó que la mayoría de las niñas de Arzenal habían logrado salir, y fueron puestas bajo la protección de los amigos de Rio en la Network. También se alegró de saber que Cynthia tenía alguien que la estaba cuidando cuando escogió quedarse. Quienquiera que fuese ese tal Rhino, Ersha esperaba poder conocerlo y agradecerle por todo lo que hizo. En ese momento, Vivian le estaba contando sobre su aventura en el mundo de los DRAGONs, cómo conocieron a Salamantis (aunque Ersha dudaba que ese fuera su nombre correcto) y su reencuentro con su madre.
– Me alegro que hayas encontrado a tu familia. – le dijo, aunque eso significara que Vivian ya no la necesitaría más.
– Ersha. – dijo Vivian. – En serio no quieres morir, ¿verdad?
Ersha frunció el ceño, y negó con la cabeza.
– No lo sé. – le respondió. – Les hice algo horrible, a ti y a los demás. Y al final ni siquiera pude proteger a las niñas.
– ¡Pero eso no fue tu culpa! – chilló Vivian. – Ese sujeto Embryo... ¡él fue quien les lavó el cerebro a ti y al resto! ¡Aún son nuestras amigas!
– Embryo tal vez me haya manipulado, pero yo fui quien eligió seguirlo. Y no estoy segura de que Salia y Chris puedan romper su control por su cuenta.
– Tenemos que intentarlo. Se lo prometí a mi mamá, que cuando volviera, traería conmigo a todas mis amigas para conocerla. Quiero vivir con ella y con todos los demás.
Ersha la miró, y aunque dudaba que fuera tan fácil, la inocencia de Vivian y su sinceridad eran refrescantes luego de toda la crueldad que había experimentado.
– ¿Todavía me quieres en tu vida? – le preguntó. – ¿Incluso luego de todo lo que he hecho?
– Por supuesto. Somos amigas, ¿no? – dijo Vivian. Ersha sonrió, y su visión volvió a tornarse borrosa de lágrimas mientras apretaba el brazo alrededor de ella.
– Vivian... gracias.
Mirando luego a Cynthia, Ersha acarició suavemente el cabello naranja de la niña. Se preguntaba si esto estaba bien. Si ella moría, Cynthia se quedaría sola sin nadie que la cuidara. Ella y Ersha eran las únicas que quedaban. Algún día, Ersha iría al mismo lugar que las niñas y les pediría perdón.
Pero por ahora, decidió que tenía que vivir.
...
¿Cuántas veces lo hicieron? ¿Durante cuánto tiempo lo habían hecho? Ange había perdido la noción total del tiempo mientras ella y Tusk yacían sobre la manta y observaban el cielo estrellado sobre ellos, mientras el aire nocturno tropical acariciaba su piel desnuda.
– Es hermoso. – dijo ella.
– Incluso más que antes. – dijo él estando de acuerdo.
– Sabes, estuve a punto de suicidarme.
– ¿Qué?
– Nadie debería ir por esta vida solo. – le dijo ella. – Necesitamos a otras personas. Personas por quienes luchar. Personas a quienes aferrarnos.
– ¿Así que leíste mi diario? – preguntó él, mientras Ange se giraba hacia él.
– ¿Y qué pasó? ¿Volviste de la muerte o qué?
– Fue Rio. Se quedó atrás de la pelea y me rescató.
– Tendré que agradecérselo cuando volvamos a la nave. – Levantándose, Ange se apoyó sobre el codo mientras usaba la otra mano para apartar los mechones desordenados de Tusk. – Y dime, ¿hice un buen trabajo?
– Oh sí. – dijo él suspirando. – Ahora podré morir feliz.
– Tontito, esto fue sólo el comienzo. – le sonrió ella. Una luz repentina recorrió su rostro, y Ange levantó la mirada para ver el sol saliendo sobre la única montaña de la isla. Ella y Tusk se incorporaron mientras el amanecer se expandía sobre la isla, y la oscuridad huía ante la luz. – Es extraño, me siento como si hubiese renacido. Ahora que lo pienso, ese acosador degenerado de Embryo dijo que quería que destruyéramos el mundo y luego reconstruirlo juntos.
– Eso dijo, ¿eh?
– Pero le dije que no. Porque yo amo este mundo. Puede que a veces esté jodido y sea doloroso, pero también es hermoso, y está lleno de cosas maravillosas. Siempre lo amaré.
Poniendo su brazo alrededor de ella, Tusk la acercó hacia su pecho, y Ange suspiró al sentir ese calmante palpitar de su corazón.
– Estaré contigo, por siempre y para siempre. – le prometió.
– Entonces salvemos a este mundo juntos. – dijo Ange. – No quiero que el sacrificio de Momoka haya sido en vano.
– Oh. – Tusk de repente dio un respingo. – Es cierto.
– ¿Qué pasa? – preguntó Ange.
Cuando regresaron a la cueva, ella vio exactamente lo que a él se le había olvidado.
– Buenos días. – los saludó Momoka. – Permítanme presentarles el desayuno de hoy, salmonete ahumado, potaje de champiñones, y carne de jabalí salvaje con salsa casera. Personalmente les recomiendo el potaje, lleva enfriándose unas doce horas.
– Doce horas, ¿eh? – murmuró Tusk. Ange por su parte sólo podía mirar.
– Espera... Momoka... ¿cómo... por qué...? – preguntó Ange. Echándose una mano detrás, Momoka le enseñó una sartén que tenía una bala incrustada encima.
– Me alegra que Sir Tusk tuviera una de sobra. Esta ya no sirve de nada para cocinar. – dijo la sirvienta. Ange sólo se rio entre dientes, y luego corrió a abrazarla.
– ¡Momoka, eres la mejor sirvienta que hay!
– ¡Oh wow! ¡Gracias, Princesa!
Pero antes de que pudieran sentarse a comer, truenos comenzaron a retumbar en la distancia. Algo en como sonaban no le pareció bien a Ange, así que todos fueron a la ensenada para observar. En la distancia, los cielos comenzaban a oscurecerse y los relámpagos destellaban como si se estuviera formando un huracán. Sólo que no había energía irradiando de él.
– Es la fusión dimensional. – dijo Tusk. – Ya comenzó. Más vale que volvamos al Aurora, pero primero necesitaremos a Villkiss.
– Estoy en ello. – replicó Ange. Besando el anillo de su madre para buena suerte, Ange levantó su mano, y la joya comenzó a brillar con su propia luz. – Ven a mí, Villkiss.
...
Acorde con los sensores en el Pilar del Amanecer, las etapas finales de la fusión dimensional ya habían comenzado. Las distorsiones del espacio-tiempo ya estaban comenzando a formarse en puntos esparcidos alrededor del mundo mientras la barrera entre los dos universos comenzaba a derrumbarse. Por los cálculos de Embryo, quedaban menos de diez horas y entonces podría comenzar a construir un mundo nuevo y mejor. Sólo le quedaba una última tarea por completar antes de eso.
De repente, los sensores en la cámara de Aura activaron una alarma, y Embryo salió corriendo a investigar. Tal como había anticipado, cuando llegó Villkiss había desaparecido de su lugar en el anillo de control.
– Por fin comienza. – murmuró. – Ven a mí, Ange. Te estaré esperando.
...
La sensación de labios cálidos sobre los suyos sacó a Rio del mundo de sueños, y al abrir sus ojos sonrió al ver a la angelical criatura que descansaba encima de él.
– Hey. – susurró Hilda. – ¿Te desperté?
– Sí, pero no me quejo. – dijo él. Hilda volvió a aferrarse a él, enterrando el rostro en su cuello, mientras su larga cabellera roja los cubría a ambos como una manta.
– Más te vale que no. – dijo ella. Rio le pasó un brazo alrededor de la espalda, mientras con la otra mano le acariciaba el cabello, disfrutando de la sensación que le provocaba su cuerpo desnudo.
– Y bien, ¿qué tal estuvo? – le preguntó él. Hilda tarareó mientras se estiraba encima de su torso.
– Es diferente. – admitió ella. – Pero creo que puedo acostumbrarme.
«Yo diría que hiciste más que sólo acostumbrarte,» pensó Rio. Durante la segunda ronda, Hilda había sido casi tan agresiva y feroz como Ange lo había hecho con Tusk.
– Hilda, hay algo que no mencioné en mi reporte. – le dijo en voz alta. – No es que quisiera ocultarlo, sólo quería esperar a decírtelo cuando estuviéramos solos.
– Bueno, ya estamos solos. ¿De qué se trata?
Rio le contó cómo la luz de Mana había desaparecido cuando él y Momoka encontraron a Tusk, cómo él casi rompió su promesa a ella en relación a las píldoras de Dracunium, y cómo Momoka había ofrecido hacerlo en su lugar.
– En el último segundo casi lo hice, pero Momoka finalmente logró utilizar la Luz de Aura justo a tiempo. – concluyó. Hilda no le respondió, y cuando él bajó la mirada, notó que estaba inmersa en sus pensamientos.
– Yo lo habría entendido. – dijo finalmente. – Puedo imaginarme lo mucho que le habría dolido a Ange perderlo. Aun así, me alegra que no lo hayas hecho.
– Fue la primera vez que dudé en actuar. El pensamiento de traicionar tu confianza era demasiado doloroso.
– Y es por eso que la tienes. – suspiró ella. Los dos se acurrucaron uno con la otra hasta que Hilda volvió a hablar. – Entonces ¿qué pasará ahora? Con nosotros, quiero decir.
– Honestamente no estoy seguro. – le dijo él. – Hay tantas cosas que tenemos que pensar, tantas cosas que tenemos que decidir.
– Si es que vivimos lo suficiente. – comentó ella. – Y sólo podremos hacerlo si ganamos. No me arrepiento de esto, pero tampoco quiero que esta sea la única vez. Rio, prométeme que volverás.
Rio suspiró, y apretó más su abrazo sobre ella.
– La única forma de que podemos hacer eso es si no peleamos. Y no creo que ninguno de los dos esté preparado para eso. – replicó él. Hilda no dijo nada, pero Rio sabía que ella estaba de acuerdo con él, y empezó a acariciarle la mejilla. – Pero sí puedo prometerte esto. Pelearé como el infierno para sobrevivir a esto, y poder regresar contigo. Si Embryo espera matarme, tendrá que sangrar para conseguirlo. ¿Eso funciona para ti?
Hilda levantó la cabeza del pecho de él, y suspiró mientras agarraba su mano para frotarle la palma.
– Sí, supongo que tendrás que hacerlo. Después de todo, eres mi caballero.
– No. – dijo él. – Quiero hacerlo porque te amo.
Hilda no le respondió. En lugar de eso, se arrastró hasta su rostro para besarlo, y el soltó un gemido de placer. Moviendo su posición, Hilda se sentó a horcajadas sobre él mientras se levantaba, y la manta se deslizó fuera de su hermoso cuerpo hasta caer alrededor de sus caderas.
– Está bien. – dijo ella. – Ahora es mi turno.
Rio desplazó las manos por el estómago bien tonificado de Hilda y sus caderas, haciendo que ella se estirara y suspirara, cuando alguien comenzó a golpear la puerta.
– ¡Rio! – exclamó la voz de Kat. – ¡Tú y Hilda tienen que venir al puente pero ya!
Los ojos de Hilda se ensancharon de sorpresa antes de enterrar su rostro entre las manos. Conociendo a Kat probablemente ya le habría contado a la mitad de la nave a estas alturas. Levantándose hasta quedar sentado, Rio abrazó a Hilda y le besó el puente de la nariz.
– Continuaremos después. – le prometió. – Así que asegurémonos ambos de sobrevivir a esto.
Tras un cambio de ropa rápido, Rio y Hilda llegaron a la sala de reuniones donde los demás ya los estaban esperando.
– Lo captamos hace unos cinco minutos. – les dijo el Jefe. – El primero ocurrió sobre la capital de Galia. Luego empezaron a surgir otros alrededor de todo el mundo.
– Embryo. – asintió Salamandinay. – La fusión ya ha comenzado.
– ¿Qué hay de los refugiados? – preguntó Rio.
– La flota principal está manteniendo su distancia. – respondió Jasmine. – Una tempestad se ha formado entre ellos y nosotros, así que no podremos llamar por apoyo. Por fortuna el Badgiruel y el Ramius lograron atravesar a tiempo, y están a punto de entrar por los deltas de sus ríos designados.
– ¿Y cómo vamos a detenerlo? – preguntó Rosalie.
– A juzgar por las fluctuaciones gravitacionales, y el perímetro de la distribución espacio-temporal basada en las intensidades de radiación de las partículas subatómicas, el epicentro es la Torre del Amanecer. – respondió Salamandinay. – Por mi estimación, tenemos unas ocho horas antes que la barrera dimensional se desplome por completo. Tenemos que liberar a Aura antes que eso suceda, si queremos tener una oportunidad de salvar la vida de ambos mundos.
– En serio no vas a seguir esperando por Ange, ¿verdad, Hilda? – preguntó Rosalie.
– Por supuesto que no. – respondió la aludida. – Después de todo, no podremos hacer trizas el orden mundial si ese sujeto lo destruye primero.
Con Hilda a la cabeza, el grupo salió de la sala de reuniones y se dirigió hacia el puente.
– Chicas. – les dijo al personal de comando. – Fijen el curso hacia Misurugi. Nuestro objetivo es el Pilar del Amanecer.
– Señora, tenemos una transmisión entrante. – anunció Olivier. – Abriré el canal de inmediato.
Hubo estática en el altavoz por un momento, sólo para ser reemplazada por una voz familiar.
– Aurora, respondan. Aquí la unidad Ange. Ya tengo su baliza fijada, prepárense para recibir a dos.
...
La noticia se esparció rápidamente por toda la nave. Ange estaba viva y había regresado con Momoka y alguien llamado Tusk. Luego de una ducha y de arreglar su uniforme, Emma Bronson respiró profundamente antes de dirigirse a la bahía de lanzamiento. Se sentía extraña de no poder usar la Luz de Mana, pero ahora que había aceptado la verdad, Emma supuso que no tendría más opción que adaptarse. Para cuando llegó, Ange y sus dos compañeros ya habían aterrizado. Momoka había venido montada en el asiento trasero de Villkiss con Ange, que venía vestida con un traje de piloto rosa, mientras un joven que Emma supuso que era Tusk venía piloteando un Arquebus del mismo color. No bien acababan de terminar de desembarcar cuando Hilda y los demás corrieron para saludarlos.
– ¡Ange, Tusk! – exclamó Hilda.
– ¿Qué diablos les hizo tardarse tanto? – chilló Rosalie.
– Espero que estén listos. Tenemos una pelea infernal delante de nosotros. – les dijo Rio. Ange lo miró, y sus ojos se llenaron de lágrimas antes de correr y abrazarlo sin más.
– Gracias. – le dijo. – En verdad eres un buen amigo. Aunque a veces puedas ser un patán insufrible.
– Ese Arquebus se ve familiar. – comentó Jasmine.
– Es la vieja unidad de mi madre. – respondió Tusk. – El Jefe me lo trajo después del primer Libertus. He estado manteniéndolo y mejorándolo desde entonces.
«No tiene sentido prolongar más esto,» pensó Emma. Respirando profundamente, Emma salió del corredor hacia ellos.
– Hola a todos. – les dijo. – Me alegra ver que hayan regresado a salvo.
– Oh, Srta. Emma. – dijo Momoka. – Veo que tiene mejor aspecto que antes.
Emma se sonrojó al recordar cómo se había comportado antes.
– He decidido que hay mejores maneras de usar mi tiempo. – dijo mientras recordaba para qué había venido. – Quisiera hacerles una petición para unirme a Libertus. Ya he visto la verdad sobre el mundo y la Luz de Mana, y no puedo pretender seguir estando a favor de ello. Eso claro... si me lo permiten.
Maggie sonrió y le ofreció la mano. – Necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir. Además, sería muy aburrido sin ti.
Emma frunció el ceño molesta, pero en última instancia aceptó la mano de la indecente doctora. Ange mientras tanto notó la unidad negra con cromado naranja que reposaba al borde de la cubierta de lanzamiento.
– Hey, ¿esa no es...?
– Lo es. – respondió alguien. Del mismo corredor de donde salió Emma, Ersha apareció con la cabeza baja. La pelirrosa se había cambiado de vuelta en su viejo uniforme de Arzenal, mientras Vivian y Cynthia caminaban junto a ella. – Ange... sólo quiero que sepas que realmente siento mucho todo lo que hice, y que estoy muy avergonzada de mí misma.
La expresión de Ange le dijo que ya tenía una idea de qué fue lo que hizo que Ersha volviera a desertar y asintió.
– Me alegra que hayas vuelto. – le dijo Ange. – Y con otro Ragna-mail, tal vez podríamos...
– ¡No! – dijo Ersha de repente. – Lo siento, Ange. Haré lo que pueda para ayudarles, pero nunca más volveré a pilotear esa máquina.
– Lo entiendo.
– Muchas cosas han cambiado, pero del cambio viene el crecimiento.
Detrás de Hilda y los demás, Salamandinay se acercaba con Naga y Kaname.
– ¿También ustedes están aquí? – sonrió Ange.
– Hemos establecido un pacto entre nuestras fuerzas. – explicó Salamandinay. – Confío en que eso sea satisfactorio para ti.
– Puedes apostarlo. Espero con ansias que podamos pelear juntas.
– Bueno, la hora finalmente está sobre nosotros. Vamos a pelear para proteger nuestros mundos. – dijo Salamandinay. Ange simplemente negó con la cabeza.
– No, Sala. – le dijo. – Honestamente no me importa eso. Simplemente no soporto la idea de dejar que ese bastardo se salga con la suya. ¿Eso basta para ti?
– Funciona para mí. – sonrió el Jefe.
– Lady Angelise. – dijo alguien. Detrás de Salamandinay, Lizardia acababa de aparecer. La antigua cómplice del Emperador Julio I ahora tenía una expresión avergonzada, sin atreverse a mirar a Ange a los ojos. – Yo... lo lamento. No me molestaré en pedirle perdón, sé que no lo merezco.
– Momoka me dijo que tú fuiste la que le dijo cómo encontrarme. – dijo Ange. – Gracias. Ahora, vamos a quitarle la sonrisa del rostro a ese maldito.
– Lady Angelise... – murmuró Lizardia mientras Ange de repente comenzó a mirar alrededor.
– Hey, ¿dónde está la Comandante? – preguntó.
– La tienes frente a ti. – replicó Hilda.
– ¿Por qué? ¿Qué pasó con Jill?
– Vamos a verla. Te lo contaré por el camino.
Emma se quedó observando cómo Hilda y Ange se alejaban juntas, mientras Rio se le acercaba para ofrecerle la mano.
– Mira, sé que no nos conocimos en las mejores circunstancias. – le dijo. – Pero si es posible, me gustaría volver a comenzar de nuevo.
Emma lo miró y suspiró al aceptar su mano. Considerando todo, supuso que no podía culparlo por hacer lo que tuvo que hacer. También supuso que simplemente no estaba destinado a suceder nada entre ellos.
– Eso me gustaría. – dijo mientras juntaba sus dedos nerviosamente. – Por cierto, ¿acaso yo... dije o hice algo embarazoso mientras estaba "pasada de copas"?
– No, para nada. – Rio negó con la cabeza.
– Oh, gracias al cielo.
...
Como si Jill no se sintiera ya de un pésimo humor, ahora venía a visitarla la última persona a la cual quería ver. Frente a ella, Ange estaba de pie orgullosa y erguida, tan irrespetuosa como antes mientras Hilda las observaba desde la entrada.
– Veo que volviste en una pieza.
– Sí, tuve bastante ayuda. – replicó Ange. Jill gruñó, y echó su cigarrillo en el cenicero que tenía sobre su mesa.
– ¿Vienes a reírte de mí? – le preguntó.
– No. – respondió Ange. – Tengo la sensación de que ya suficiente gente te ha de haber echado en cara la estupidez que cometiste. Pero de nuevo, podrías haberles ahorrado muchos problemas a todos si sólo hubieras admitido que Embryo te violó.
– Si estás buscando pelea – gruñó Jill mientras se ponía de pie – estoy más que feliz de ofrecerte una revancha.
– Para nada. Necesito preguntarte algo. ¿Cómo puedo matar a Embryo? Cada vez que lo intenté simplemente volvió a aparecer como si nada hubiera pasado. Tusk me dijo que lo que hemos visto es sólo su sombra, así que ¿en dónde está realmente?
Jill encendió un cigarrillo nuevo y aspiró largamente.
– En algún lugar más allá del espacio y tiempo. – le respondió. – Allí es donde está su verdadero cuerpo. Yo no pude llegar a él antes, pero como tú lograste despertar por completo a Villkiss, puede que logres que te lleve hasta allá.
– Gracias. – dijo Ange. – Ahora ¿qué es lo que vas a hacer?
– Nada. – dijo Jill. – Hilda es la Comandante ahora. Libertus es su responsabilidad.
– ¡Eso no es suficiente! – gritó Ange mientras agarraba a Jill por el cuello de la chaqueta. – ¿Tienes idea de cuánta gente ha sufrido por culpa de tu estúpido deseo de venganza?
– ¿Y qué esperas que haga? – preguntó Jill. – Fallé la primera vez, y gracias a ti tampoco pude hacerlo bien la segunda.
*¡SMACK!*
El impacto de la palma de Ange en la mejilla de Jill hizo eco por toda la habitación, y Jill se quedó mirándola incrédula.
– ¿Sabes quién me sacó de allí? – preguntó Ange. – Fue Salia. Ella sabe que realmente no le importa a Embryo, pero está desesperada por aferrarse a él porque tú la desechaste. No voy a fingir que eso no es culpa tuya, ¡Alektra Maria von Loewenhurz!
Habiendo terminado sus asuntos, Ange y Hilda se marcharon, y Jill se quedó con un ardor tanto en su rostro como en su orgullo.
...
Hilda todavía seguía sin poder creer lo que acababa de ver. Seguro, ella y Rosalie habían tacleado a la Comandante durante su insurrección, pero ver a alguien realmente abofetearla y regañarla como si fuese una niña malcriada...
– Sin duda que le diste el susto de su vida. – comentó Hilda.
– Sólo quería que ella asumiera la responsabilidad por todo el daño que causó.
«Siempre una princesa, ¿eh?» pensó Hilda.
– Sabes, tú y yo somos muy diferentes. Tú, , Jill, el Jefe, Sala... todos ustedes son líderes naturales. El tipo de personas que pueden tomar decisiones en un instante sin dudar de sí mismos. Así que estaba pensando... tal vez tú deberías estar a cargo.
– ¿Huh?
– Sigues teniendo problemas con que la gente te diga lo que tienes que hacer, ¿verdad? Bueno, si te vuelves la Comandante, eso resolverá todo el problema.
– Supongo que tienes razón. – Ange estuvo de acuerdo. – ¿Pero estás segura?
– Hey, toda esta responsabilidad no es mi estilo. Prefiero salir a la carga y patear traseros. Además, ya sabes lo egoísta que es Rio. Mientras esté allá afuera seguro querrá servirle de escudo a todo el mundo. Si no estoy con él allá afuera para controlarlo, sólo hará que lo maten.
Ange se quedó pensativa y cruzó los brazos.
– ¿Y qué tal estuvo?
– ¿Huh? ¿Qué quieres decir? ¿Qué tal estuvo qué? – preguntó Hilda. Ange frunció el ceño y alargó la mano para pellizcarle la mejilla a Hilda.
– No quieras hacerte la tonta conmigo. ¿Tú y Rio lo hicieron o no? – insistió Ange. Hilda se sonrojó y le apartó la mano con rabia.
– ¡¿Y qué si lo hicimos?! ¡¿Qué diablos te importa eso?!
Ange sonrió y soltó una risita.
– Bien. Te lo digo yo, no querrás andar por esta vida con arrepentimientos. – le dijo. Hilda se quedó mirándola y también sonrió, y las dos chicas se soltaron en carcajadas juntas. Un mes atrás, jamás se imaginó que Ange de todas las personas se convertiría en una de sus mejores amigas.
...
Todo comenzó con la desaparición de la Luz de Mana. Luego, los cielos comenzaron a oscurecerse con nubers que no llovían. Finalmente, remolinos comenzaban a descender para encontrarse con aquellos que se alzaban desde la tierra, formando columnas de vórtices que lentamente comenzaban a expandirse. Aquellos que tuvieron el infortunio de estar cerca de ellos fueron succionados inmediatamente, mientras que los que eran alcanzados en su camino se fusionaban con los escombros, creando unas amalgamas retorcidas de carne y piedra. Por todo el mundo, una humanidad que ya era presa del pánico por la pérdida del Mana estalló en anarquía, mientras explotaban disturbios a causa de las peleas por las provisiones y refugios que pudieran encontrar. Impotentes y aterrados, la otrora pacífica y próspera sociedad colapsó cuando la autopreservación tomó precedencia sobre todo lo demás.
...
A través del espacio y el tiempo, Aura Midgardia, Suma Sacerdotisa de los Hijos de Aura, observaba cómo su propio mundo era lentamente consumido por la destrucción de la barrera dimensional. En los cielos que bordeaban el vórtice que se alzaba sobre su ciudad, los machos del clan Vivel proyectaban sus ataques de relámpagos en un esfuerzo desesperado por contenerlo, sólo para ser succionados por el vacío gravitacional.
– Todos retrocedan. – ordenó. – Refúgiense en el templo.
De vuelta en el mundo del Mana, en mar abierto, un grupo de naves se había reunido para encontrar cualquier santuario que estuviera disponible para refugiarse de la catástrofe. A diferencia del resto de la civilización, los hombres y sus docenas de pasajeras mujeres, aunque asustados y confundidos, permanecieron en calma sin perder la compostura. La Network había aprendido hacía mucho tiempo a funcionar sin Mana, y las Normas refugiadas nunca la habían usado antes. En el puente del Mirai, Bootleg repasaba su situación con los capitanes de las otras naves.
– Por lo que me dijo el Jefe, el plan de Embryo estará completo en menos de cuatro horas. Él, junto con el Badgiruel y el Ramius, y las Normas de Arzenal van a intentar un último asalto antes de que eso sucede. Su blanco será el Pilar del Amanecer.
– Eso va a estar demasiado cerca. – comentó el capitán del Mikamura. – ¿No podemos enviar algunos de nuestros Para-mails para ayudar?
– El remolino sobre el Archipiélago Yamato se ha expandido demasiado. Aunque pudieran rodearlo no llegarían a tiempo. – En su consola de comando, Bootleg envió una transmisión al resto de las naves. – Necesitamos seguir un curso norte-noroeste hacia este destino. Allí es donde estaremos seguros por más tiempo.
– De vuelta a Neo-Zion entonces. – dijo el capitán del Darlian.
– ¿Pero no quedaremos atrapados sin forma de escapar? – preguntó el capitán del Sayla.
– Ya estamos atrapados. – señaló Bootleg. – Todo lo que podemos hacer ahora es mantenernos con vida hasta que el Jefe y los demás ganen.
...
En la sombra del Pilar del Amanecer, otro individuo monitoreaba el progreso de la fusión. De pie frente a una mesa de estrategias, Embryo supervisaba las defensas que había erigido. Las naves automatizadas difícilmente serían un problema para Alektra. Sin embargo, un ataque directo parecía demasiado obvio para ella. Los ríos al oeste y noroeste de la ciudad debían ser vigilados. Si la Network había enviado naves para ayudarla, esos serían sus más probables puntos de entrada.
Detrás de él, Salia, Dark, y los miembros que quedaban de su guardia personal aguardaban sus órdenes. Ersha todavía no había vuelto de su misión, lo que significaba que, o habría fallado y escapó, la habían derribado, o lo había traicionado. De cualquier manera, eso no le importaba a Embryo. Ya estaba empezando a dejar de serle útil de todos modos.
– No falta mucho. – les dijo. – Hasta que la fusión se haya completado, protejan el Pilar del Amanecer a toda costa.
– ¡Señor, sí señor! – saludaron todos.
...
En menos de una hora, el ataque comenzaría. Desde una ventana de observación, Tusk miraba cómo el mar iba pasando. Las aguas estaban extrañamente vacías. No había visto ni un solo pez desde que miró afuera por primera vez. Las únicas criaturas que podía ver eran los animales estacionarios como anémonas y los corales de aguas profundas, y enormes grupos de erizos y estrellas de mar que se movían lentamente. Todos ellos se movían en la dirección opuesta de Misurugi.
«Saben que algo malo se aproxima,» pensó. «Ellos pueden sentir lo que Embryo está haciendo, y están tratando de escapar.»
No era sólo la humanidad a quien Embryo amenazaba. Las plantas, los animales, toda la vida. Si ellos no podían detener la fusión, todo desaparecería.
– Hey, ¿estás bien? – Tusk miró por encima del hombro, y vio a Ange parada detrás de él.
– Sí, sólo estaba pensando. Sabes, Salamandinay me dijo que el nombre de Aura significa luz. Lo cual es gracioso, porque eso es también lo que significa Aurora. – le dijo. Ange asintió, y se acercó para unirse a él junto a la ventana, mientras Tusk le ponía un brazo alrededor de los hombros a su amante. – Creo que eso significa que depende de nosotros traer de vuelta la luz al mundo.
– Eso espero. – dijo Ange.
– Hey, estaremos bien. – le aseguró él. – Te protegeré, lo prometo.
– Siempre lo haces. – sonrió ella. – Sólo desearía que hubiera algo que pudiera hacer por ti a cambio.
– Sólo no vayas a lastimarte.
– Eso no es suficiente. – le dijo ella. Tusk frunció los labios mientras lo pensaba.
– Bueno... si pudieras darme un amuleto de buena suerte, eso estaría bien. – dijo finalmente.
– ¿Suerte? Pero no tengo... – Ange de repente se puso roja.
– ¿Qué pasa?
– Date la vuelta. ¡Sólo hazlo!
– Oh. Está bien. – Tusk hizo lo que ella le dijo, pero por la esquina del ojo, pudo ver la sombra de Ange sobre la cubierta. Parecía que estaba quitándose sus... no, eso era imposible.
– Ten. – dijo ella mientras deslizaba algo dentro de su bolsillo.
– Whoa. – jadeó él. – Es muy cálido.
– ¡Cállate! – chilló ella. – Ahora, no se te ocurra mirarlo. ¡Y más te vale devolvérmelo después de la pelea!
Todavía sonrojada, Ange salió corriendo, y Tusk deslizó su mano hacia su bolsillo.
«Supongo que eso prueba que son de la suerte,» pensó.
...
Finalmente, la costa de Misurugi se alzaba frente a ellos. Por todo el Aurora, los tripulantes, tanto humanos como Normas, se estaban preparando. En el puente, Ersha había sido asignada a su arma secreta, mientras Emma asumía su asiento en el monitoreo de los motores, y Spider se ocupaba de los sensores. Con Jasmine en el timón, el Jefe asumió la silla del Comandante, tras ser asignado por Ange como oficial al mando del Aurora en su ausencia. En la cocina, Momoka preparaba bandejas de bolas de arroz para la tripulación. Sería una batalla muy larga y necesitarían la energía. Mei, Rhino, y el resto de las armeras se preparaban para cualquier emergencia mecánica que pudiera ocurrir, mientras que en el cuarto de vestidores, Ange observaba a los pilotos que la acompañarían durante el asalto. En lugar de su traje de piloto usual, Ange había optado por continuar usando el rosa que le había pertenecido a la madre de Tusk.
– Este es el plan. – les dijo. – Vivian, tú, Kat, Kamaitachi, y las novatas se quedarán atrás para proteger al Aurora de esos discos voladores.
– Pyrethroides. – corrigió Rio.
– Como se llamen. – replicó Ange. – El resto de nosotros procederá hacia el Pilar del Amanecer. Cuando nos enfrentemos a Embryo, Salia y a las otras, ustedes los mantendrán ocupados mientras Sala y yo nos infiltramos en el Pilar del Amanecer para rescatar a Aura. Tenemos menos de una hora antes que la fusión se complete. Así que tenemos que liberar a Aura antes de ese tiempo.
– Atención a toda la tripulación. – transmitió el Jefe por los altoparlantes. – Flota enemiga detectada. El Aurora saldrá a la superficie en menos de cinco minutos.
– Ya oyeron al hombre. ¡Todos a sus Para-mails! – ordenó Ange.
– ¡Sí, señora!
Las unidades del equipo de asalto ya los estaban esperando en la cubierta de lanzamiento, mientras el equipo de Para-mails de defensa estaban llegando desde el hangar inferior. Montándose en Villkiss, Ange abrió un canal para contactar al puente.
– Olivier, necesito que conectes la radio de Villkiss al sistema de altoparlantes. – Había una última cosa que hacer antes de iniciar la pelea.
– De inmediato, Comandante. – Un pitido bajo salió del altavoz, y Ange se preparó.
– Escuchen todos, les habla la Comandante Ange. Estamos a punto de comenzar nuestro ataque en el Pilar del Amanecer. Esto es lo que Libertus siempre debería haber sido. Las Normas que fueron rechazadas por el mundo. Los DRAGONs que una vez fueron nuestros enemigos. Los antiguos humanos que perdieron su mundo. Y los humanos renegados que han elegido pelear junto a nosotros. Todos hemos sufrido por culpa de Embryo, y ahora nos hemos unido para salvar al mundo. Puede que tengamos razones distintas, pero todos compartimos la misma meta. Así que peleemos para ganar y seguir viviendo. Porque así lo hemos decidido. Porque vivir con miedo sólo para echarnos al suelo y morir no es una forma de vivir. No para mí, ni para nadie. Llamaré a esta misión Last Libertus. Podemos vencer a quien sea. Incluso a ese hombre que se cree Dios. Lo mataremos. Ganaremos. ¡Nada menos que eso será aceptable!
...
A solas en sus cuarteles, Jill se quedó mirando la foto de Istvan she que había guardado. Había un borde rasgado en el extremo izquierdo donde ella había arrancado la mitad de Vanessa hacía tanto tiempo. Todavía podía verlos besándose cuando pensaba en ellos. Y Tusk, ese pequeño niño que Vanessa había dado a luz para Istvan, que había heredado el espíritu de su padre y el corazón de su madre.
Desde el corredor afuera, vítores tanto de las Normas como de la Network estallaron por toda la nave tras el discurso de Ange. Hubo un tiempo en que ella se sentía igual, antes de fallarles a todos los que le importaban. Era un error que parecía seguir cometiendo una y otra vez. Primero con Istvan, y luego con Salia. ¿Acaso el dolor y el sufrimiento era el único legado que iba a dejar en el mundo? ¿Era eso todo lo que iba a valer su vida? Jill apretó su puño alrededor del recuerdo, y arrojó la foto arrugada en la papelera.
«Tusk me dijo que su padre tenía un dicho. "Nadie sabe realmente lo que está bien o mal". Es una pena que nunca te lo haya dicho a ti, porque definitivamente pensaría que lo que estás haciendo está totalmente mal.»
Esas fueron las palabras que Ange le dijo durante su pelea. Y por mucho que odiara admitirlo, Ange tenía razón.
Esta historia continuará...
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