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Capítulo 25: Libertus perdido

Fuego de láser comenzó a impactar las aguas que rodeaban a Aurora, desatando erupciones en el mar por todos lados. Unas cuantas con siguieron incluso acertar, pero la armadura reforzada en el casco absorbió la energía y logró disiparla por su superficie. A bordo, la tripulación comenzó lentamente a recuperar la conciencia, solo para gritar alarmada cuando la nave comenzó a temblar y a sacudirse a su alrededor. En la bahía de lanzamiento, Rio y los demás eran bombardeados con espuma contra incendios mientras los Ragna-mails continuaban haciendo llover una muerte esmeralda sobre ellos.

– Cierren esas puertas ahora. – ordenó el Jefe.

– Todavía no. – replicó Rio. – Tenemos que ayudar a Ange. Ellas trataron de llevársela la última vez. Mei, prepara nuestras máquinas para despegar.

– Hay un problema. – dijo Mei. – Hilda, tu máquina sufrió daños muy severos. Lo siento, pero todavía no he podido repararla completamente.

– ¿Entonces qué se supone que haga?

«Sólo hay una cosa por hacer,» pensó Rio. Pero ya sabía que a ella no le iba a gustar.

– ¡Hilda, quédate a bordo y ayuda a todos a escapar!

– ¡¿Qué?! ¡No creas que voy a...!

– ¡No tenemos opción! ¡Sólo sal de aquí, te alcanzaremos después! ¡Ahora vete!

– ¡Hilda, vamos! – le urgió Jasmine. Apretando los dientes, Hilda agarró a Rio por el cuello de su camisa y lo jaló hacia ella.

– ¡Si llegas a morir, jamás te lo voy a perdonar! – Soltándolo, Hilda corrió hacia donde esperaban las demás. Mei entretanto movió el Razor de Vivian y a Susano'o hacia sus posiciones. Mientras montaba en su máquina, Rio se permitió una última mirada justo a tiempo para ver la cola de caballo de Hilda desaparecer tras el corredor.

– ¡Vámonos, Vivian! – le dijo.

– ¡Voy detrás de ti, compañero!

...

Hilda maldijo mientras caminaba detrás de Jasmine y el Jefe hacia el puente. ¿Por qué Rio siempre tenía que tomar esos riesgos estúpidos? Pero por más que lo odiara, una parte de ella sabía que era la única opción. Con todos todavía noqueados por culpa del gas de Tusk, no podían ni siquiera montar una defensa. Entre más pronto se alejasen, más pronto podrían Rio y los otros escapar. Maggie entretanto se llevó a la Comandante a la bahía médica para tratar mejor su herida por el cuchillo. Hilda sólo esperaba no arrepentirse después por no meterle una bala por la espalda durante la pelea de Jill y Ange cuando tuvo la oportunidad.

– Aseguren todos los mamparos. – ladró Jasmine mientras finalmente llegaban. – Prepárense para inmersión. Jefe, levanta el Escudo Cuántico. Hilda, tú toma el timón.

– ¿Sabes cómo manejar esta cosa? – preguntó el hombre mayor.

– Igual que un Para-mail. – dijo Hilda. – Un Para-mail realmente MUY grande.

En su propia consola, el Jefe tecleó una secuencia de comandos, y el aire fuera de la ventana gráfica brillo mientras un campo de energía envolvía toda la nave, disipando los disparos provenientes de los Ragna-mails en destellos luminosos.

...

A bordo de su Raziya, Ersha sobrevolaba en círculos y volvió a acercarse al Aurora. Le dolía tener que hacer esto, pero las órdenes del Maestro Embryo eran absolutas, y aquellos que estaban a bordo eran una amenaza a su plan. Junto a ella, Chris volaba a bordo de Theodora y las dos iniciaron un segundo bombardeo del Aurora, sólo para ver cómo los disparos se disipaban sin causar ningún daño antes de siquiera impactar.

– Han levantado su Escudo Cuántico. – dijo Chris. – ¡Sucios tramposos!

– Sigue disparando. – replicó Ersha. – No podemos dejar que escapen.

Una alarma repentina en su consola captó la atención de Ersha, y tanto ella como Chris interrumpieron su asalto cuando una lluvia de rayos de energía carmesí y fuego de metralla desgarró el cielo por detrás de ellas. Desde el firmamento, Ange y ese vehículo aéreo negro venían cargando hacia ellos con sus armas desplegadas y disparando. Ersha y Chris se giraron para enfrentarlos, cuando otro pitido en su radar le indicó que más enemigos se aproximaban a las cuatro en punto, y vieron a Rio y Vivian antes de abrir fuego. Bajo el asalto por los dos lados a la vez, Ersha y Chris cambiaron a modo vuelo y se alejaron.

– Chris, tú ve tras Ange. – dijo Ersha. – Yo me encargaré de Vivian y Rio.

– Será un placer. – respondió Chris. Volviendo a transformarse a modo destructor, Ersha extrajo su espada justo a tiempo para bloquear un golpe de una de las hojas brillantes en los brazos de la unidad de Rio.

– Ersha, sé que estás en esa cosa. – le dijo Rio. Retrocediendo, Ersha abrió un canal para responderle.

– Hola, Rio. Desearía que no tuviéramos que encontrarnos de esta forma. – respondió ella. Junto a la unidad de Rio, el Razor de Vivian se elevó para unirse a él.

– ¡Ersha, espera! – suplicó Vivian. – ¿Por qué estás haciendo esto? ¿No te das cuenta que nuestros amigos están en esa nave?

Vivian trató de volar hacia ella, pero Rio levantó un brazo y la detuvo.

– Nos debes una explicación, Ersha. ¿Por qué estás peleando para Embryo? – exigió él. – Él es la razón de todo esto. Él es la razón por la cual Sarah murió. ¿Es que no te das cuenta?

Era inútil. Rio estaba demasiado atrapado en el pasado para escuchar a la razón.

– Lo lamento, Rio. Sé que tú no eres como los otros humanos. Pero no puedo permitir que te interpongas en el camino del Maestro Embryo.

– Ersha, somos amigos. – dijo Rio. – No quiero tener que pelear contra ti, pero lo haré si eso significa proteger a Hilda.

«Bueno, al menos nos entendemos,» pensó Ersha. «Porque yo también tengo a quienes proteger.»

– Rio, espera. – suplicó Vivian.

– Vivian, tú ve a ayudar a Ange y Tusk. – le dijo Rio. – Déjame a Ersha a mí.

– Pero Rio...

– Intentaron llevarse a Ange durante la última pelea. – le dijo Rio. – Embryo debe haber ido tras ella de nuevo. No permitas que eso suceda, pase lo que pase.

Ersha no estaba sorprendida de que Rio hubiese descubierto eso. Por desgracia, se le escapó algo más.

– De acuerdo. – dijo Vivian finalmente. Con un destello de su propulsor, el Razor de Vivian salió disparado hacia donde Chris estaba peleando contra Ange y la aeronave negra.

– ¡Vivian, detente! – ordenó Ersha. Antes de que pudiese derribar a Vivian, Rio disparó los cañones de rayos en su brazo izquierdo, forzando a Ersha a levantar el escudo de rayos de Raziya para defenderse.

– ¡Estás peleando conmigo, Ersha! – gritó Rio, antes de cargar contra ella y acuchillarla con las dos hojas de sus brazos. Ersha recibió el ataque con su escudo y sintió que era empujada por la increíble fuerza de la máquina blanca, cuando una repentina columna de agua hirviendo hizo erupción en un costado del Aurora.

...

– Dense prisa. – ordenó Jasmine. – Tenemos que llevar esta nave bajo el agua y fuera de la vista.

– Jasmine, tengo algo en el radar. – gritó Hilda. – Es muy pequeño, pero viene muy rápido y se dirige directo hacia nosotros.

– ¿En dónde está? – preguntó la mujer. – No veo ningún otro Ragna-mail.

– ¡No está en el cielo, está bajo el agua!

– ¡Diablos! – maldijo el Jefe. – ¡Es ese Para-mail con cuernos otra vez!

No había terminado de decirlo cuando algo golpeó el escudo cuántico debajo de la parte frontal inferior del casco, enviando una explosión de agua y vapor a levantarse sobre el escudo dorsal.

– ¡El Escudo Cuántico cayó 20%! – gritó el Jefe, cuando toda la nave se sacudió por la explosión.

«Mierda,» pensó Jasmine. Entre lo que fuera que los estaba atacando y los Ragna-mails, el Escudo Cuántico no duraría mucho más.

– Hilda, contacta a Rio. – dijo Jasmine. – ¡Dile que necesitamos apoyo, pero ya!

...

Por la esquina del ojo, Rio vio cómo se alzaba el pilar de agua y vapor desde debajo del Aurora. Ese había sido el mismo ataque que había hundido al Noa. Y eso sólo podía significar una cosa.

– ¡Rio! – llamó Hilda. – ¡Algo nos está atacando debajo del agua! ¡Necesitamos ayuda ahora!

Rio maldijo por lo bajo, y salió disparado de vuelta hacia la nave, sólo para que Ersha se fuera tras él.

– ¡Rio, no! ¡No te dejaré interferir! – exclamó Ersha, antes de abrir fuego y forzar a Rio a virar hacia la derecha.

«¡Ahora no tengo tiempo para esto!» pensó. Tenía que acabar con esto aquí y ahora. «Lo siento, Ersha. Eres tú o Hilda.»

Una vez más, la Luz de Aura comenzó a fluir desde su interior y hacia su máquina. El tiempo se ralentizó mientras él circundaba alrededor de la máquina de Ersha, y en cuanto tuvo la certeza de que estaba en su punto ciego, Rio apagó la Luz y levantó su Buster Rifle. Ersha se giró hacia él, y Rio disparó cuando algo envuelto en la Luz de Mana salió violentamente desde el agua y saltó frente a él. La energía del Buster Rifle impactó sin causar daños contra el capullo de energía, antes de desvanecerse para revelar una figura familiar con cuernos.

– ¡Sr. Dark! – gritó Ersha.

– Tú de nuevo. – masculló Rio al ver al Para-mail negro extraer su propia espada y rifle de rayos duales.

– Ersha, ve tras el Aurora. – le dijo Dark. – Mientras mantengan ese escudo levantado no podrán lanzar más Para-mails.

No que pudieran hacerlo incluso si quisieran, pero Rio no les iba a decir eso.

– Entendido. – Ersha voló para continuar su asalto contra el Aurora, pero el Escudo Cuántico se mantuvo firme bajo la ráfaga de fuego y la nave comenzó a hundirse bajo las olas. Ahora, podía enfocarse en pelear sin tener que preocuparse por Hilda y el resto.

– He estado esperándote. – dijo Dark por comunicaciones. – Tu existencia ha sido una mancha en mi servicio al Maestro Embryo por demasiado tiempo.

– Sí, bueno, tu maestro no es más que un imbécil. – replicó Rio. – ¿Qué diablos le hiciste a Ersha y a las otras?

– Nada. El Maestro Embryo simplemente les concedió los deseos de sus corazones. En su gratitud, plegaron su lealtad a él, y al hacerlo encontraron un propósito. A diferencia de tu banda de anarquistas que no traen más que caos al mundo con el cual han sido bendecidos.

Transfirieron el Buster rifle al seguro de la retaguardia, Rio levantó los cañones de rayos de su escudo.

– Hagamos esto rápido. – lo desafió. – Tengo a alguien esperándome en esa nave, y si la hago esperar demasiado se va a poner muy enfadada conmigo.

Dark abrió fuego primero, dispersando con su rifle dual una ráfaga de disparos rápidos. Rio se desplazó hacia la izquierda y disparó con los cañones de su brazo, pero Dark levantó un escudo de mana y los bloqueó sin problemas.

«Vamos a ponernos cercanos y personales entonces,» decidió Rio, cuyas hojas de pulso se extendieron fuera de sus fundas, y Susano'o salía disparado de frente.

...

– Ya estamos a salvo. – anunció Hilda. – Todos los mamparos están sellados.

– Entonces, a sumergirnos. – replicó Jasmine. Alrededor de la nave, el fuego del rifle de rayos de Ersha llovía sobre ellos, sólo para desaparecer sin hacer daño contra el Escudo Cuántico. Una vez que la torre de comando se hundió bajo las olas, lo último que Hilda vio fue a Susano'o enfrentándose a la máquina cornuda que había emergido desde debajo del agua.

– Rio... – susurró.

– No te preocupes. – le dijo el Jefe. – Rio puede cuidarse solo. Lo contactaremos una vez que encontremos un puerto seguro.

Hilda supuso que no tenía más opción que esperar que el hombre mayor tuviera razón. Pero cuando Rio volviera, sin duda le iba a dar una buena por haberla hecho preocuparse. Alrededor del puente, el personal de comando comenzó lentamente a levantarse de la cubierta.

– Ugh, mi cabeza. – gruñó Pamela.

– ¿Qué pasó? – preguntó Hikaru. Antes que nadie pudiera responderle, la escotilla se abrió y dos guardias de seguridad entraron de golpe.

– Capitana de tropa Hilda. – anunció una. – Estás bajo arresto por traición.

...

Chris echaba vapor y maldecía mientras Theodora se abría paso en medio del fuego enemigo. Ange con su cañón de rayos ya era bastante molesta, pero ahora Chris también tenía que lidiar con el fuego de ametralladora de Vivian y ese tipo de la aeronave negra. Y aunque Dark había iniciado el ataque a su nave, tuvo que interrumpirlo para salvar a Ersha de ser derribada por Rio. Aunque Raziya había tomado su lugar, el Escudo Cuántico era demasiado fuerte para que un solo Ragna-mail pudiera atravesarlo, y ahora se estaban escapando.

«Qué decepción,» pensó. «Realmente quería verlo hundirse.»

Una línea de fuego de ametralladora de repente atravesó el cielo frente a ella, mientras la aeronave negra volvía a pasarle, seguida por Vivian disparando su propia ráfaga a las seis en punto.

– ¡¿Quieres ya dejar de molestarme?! – gritó Chris. El gancho en el brazo derecho de Theodora salió disparado y logró arrancarle uno de los motores de propulsión de la máquina negra, enviándola en caída espiral hacia el mar. Tal como esperaba, Vivian interrumpió su asalto y se lanzó en picada para atraparla. Con ambos ya fuera de su vista, Chris levantó su rifle de rayos cuando un pitido en el radar de Theodora le alertó que Ange venía cargando hacia ella a las cinco en punto. Chris se giró a tiempo para desviar la bayoneta en el cañón de rayos de Ange con su espada, cuando algo voló desde atrás y casi le arrancó la cabeza a Theodora. Por la esquina del ojo, Chris observó cómo el boomerang del Razor de Vivian volvía a volar de vuelta a su dueña, que sostenía a la aeronave dañada en la bisagra de su brazo. Vivian se echó atrás para dar otro ataque, sólo para retroceder cuando de repente su unidad de pronto se vio envuelta en una bola de fuego por la espalda.

...

Una y otra vez el prototipo intentaba apuñalar y acuchillar a Bareta, pero Dark desviaba cada golpe. Con la espada en una mano, y una barrera de mana sobre su brazo con el arma de fuego, los impactos de las cuchillas de pulso llovían sobre el mar debajo de ellos.

– Eres una pobre excusa de combatiente. – lo sermoneó Dark. – ¿En serio crees que la fuerza bruta bastará para vencerme? Una vez te demostré que no eres rival para mí.

– ¡Lo dice el tipo al que maté una vez!

– Sólo porque esa chica estaba allí para salvarte. No tendrás la misma suerte que antes.

– Y tú tampoco tienes a Embryo para contenerme. Yo tengo a Susano'o y la Luz de Aura, y esta vez, ¡haré que te quedes muerto permanentemente!

En su cabina, Dark se permitió una sonrisa. Hora de ponerle fin a esta farsa. – ¿Es así?

Mientras el Prototipo se alejaba para otra estocada, Baretta giró fuera del camino, y el impulso sacó de balance al oponente Dark por un momento. En ese mismo movimiento, Dark enfundó su Rifle de Rayos Dual antes de empujar su brazo al frente para disparar una de sus balas explosivas. En ese rango no había forma de que pudiera esquivar a tiempo. La bala impactó en todo el torso, y la máquina blanca fue consumida por una bola de fuego que desapareció en una nube negra como el carbón.

– Te lo merecías. – se jactó Dark. Pero al disiparse el humo, algo brilló desde dentro de la nube negra, y Dark vio para su conmoción que el Prototipo estaba intacto. No sólo eso, sino que brillaba con una luz dorada.

«Así que esa es la Luz de Aura,» pensó Dark.

El Maestro Embryo le había advertido a él y a la Capitana Salia de sus propiedades, pero nunca se esperó que el chico tuviera este nivel de habilidad. Tenía que ser el Sistema Archangel. Éste reaccionaba a su estado emocional para incrementar su control y potenciar las habilidades del Prototipo.

«Una inconveniencia, de eso no hay duda, pero difícilmente invencible,» pensó Dark. – Admitiré que estoy impresionado. Ese ataque habría matado a cualquier otro.

– Sí, estoy lleno de sorpresas, ¿no? – Aunque intentaba sonar orgulloso y arrogante, había un cierto deje de miedo en la voz del disidente. Había escapado de la muerte por el más delgado de los márgenes, y lo sabía bien. Tal vez necesitaba más incentivo.

– Pero todavía no puedes ganar. Después de que me encargue de ti, iré tras esa nave y la enviaré junto con todos los que están dentro de ella al fondo del mar. Esa chica está allí, ¿o no? Se lo debo por haber interferido conmigo en Enderant. Pero tranquilízate, ella no morirá ni rápido ni sin dolor.

Como esperaba, la armadura del Prototipo se volvió a encender con la Luz de Aura. El chico estaba yendo con todo, y eso era justo lo que Dark quería.

– ¡No volverás a tocarla NUNCA MÁS! – Con un rugido del fuego de sus motores, el prototipo salió disparado, pero Dark puso en marcha sus propios retropropulsores y se fue para atrás. Canalizando la Luz de Mana en Baretta, Dark incrementó la velocidad de su máquina para seguirle el paso a su oponente. Logró levantar un escudo de Mana, frente a él, pero la Luz de Mana lo destruyó como si fuera frágil vidrio. Eso también estaba bien.

...

Antes que Ange pudiera capitalizar en la abertura en la guardia de Chris, una bengala repentina captó su atención, y se giró justo a tiempo para ver al Razor de Vivian siendo derribado del cielo. Con el Aurora ahora a salvo, Ersha había movido su atención hacia Vivian y le disparó al Para-mail rojo en la espalda. Mientras la máquina de Vivian se desplomaba en medio del aire, algo cayó fuera del Razor y el corazón de Ange se detuvo por un momento al reconocer una figura vestida con uniforme de sirvienta cayendo hacia el mar.

– ¡Momoka, no! – Haciendo rugir sus motores, Ange salió disparada hacia Momoka, sólo para que Chris la flanqueara, con su espada yendo directo hacia el motor izquierdo de Villkiss.

– ¡¿A dónde crees que vas?! – se burló Chris. Con un subidón de adrenalina apoderándose de ella, Ange giró fuera del camino y la acuchilló con su propia espada, cortándole la pierna izquierda a la máquina de Chris por La rodilla. No era un golpe fatal, pero al menos fue suficiente para que Chris retrocediera. Ange se volvió de nuevo hacia Momoka, y para su alivio, vio que su sirvienta había logrado invocar la Luz de Mana a tiempo, usándola para convertir su falda en un paracaídas improvisado. Tusk y Vivian también estaban bien, sus máquinas flotaban sobre la superficie del agua. Una vez que supo que estuvieran a salvo, Ange buscó a Rio y no pudo creer lo que estaba viendo. La máquina de Rio estaba brillando con la Luz de Aura y persiguiendo a otra unidad envuelta en la Luz de Mana. Las dos máquinas se movían a un ritmo más acelerado de lo que ella creía posible, dejando rastros de color dorado y verde a su paso.

«No puedo permitirme observar,» pensó. «Hora de terminar esto y salir de aquí.»

Esa aura roja que Villkiss utilizó durante el ataque de Julio. Si podía invocarla de nuevo, Ersha y Chris no tendrían ninguna oportunidad.

O al menos, ese era su plan hasta que la cabina de Vilkiss de pronto salió volando. El repentino destello del sol cegó a Ange mientras una silueta oscura aparecía frente a ella.

– Ahora te tengo. – dijo una voz familiar.

«Salia,» Ange la reconoció de inmediato. Cogió los controles cuando de repente el sonido de un disparo cortó el aire seguido de un punzón en su seno izquierdo. En su shock, Ange apenas fue consciente de que su cuerpo de pronto se dormía mientras el mundo desaparecía en una neblina negra.

...

Con el corazón todavía retumbándole por lo cerca que estuvo, Rio se lanzó de nuevo contra Dark sin contenerse. Si no fuese porque el sistema Archangel se le activó por puro instinto, habría terminado muerto por el ataque de su oponente. Y cuando amenazó a Hilda, echó por la borda cualquier sentido de restricción. La Luz de Aura fluía por él y Susano'o sin control, incrementando su poder e incluso incrementándole su poder e incluso permitiéndole atravesar los escudos de Mana de Dark como si fuese una Norma.

– ¡Eres mío! – le gritó. Pero aunque ahora era muy rápido, Dark canalizaba la Luz de Mana en su propia máquina e igualaba su velocidad, evadiendo sin esfuerzo todos sus ataques. Y con cada golpe fallido, la furia y la frustración de Rio y la Luz de Aura ardía con mayor fulgor. – ¡Vuelve aquí!

No iva a permitir que Dark se le escapara. Si él caía, entonces Hilda sería la siguiente. Y Rio no iba a perderla igual como había perdido a Sarah.

– ¡Rio! ¡Rio, ve por Ange! – le gritó una voz distante. ¿Acaso era Tusk? La concentración de Rio flaqueó por un momento, y la Luz de Mana se extinguió. Rio salió disparado hacia adelante, y se agarró el pecho cuando sus pulmones casi colapsaron y su corazón se sentía como si estuviera siendo oprimido por una prensa. Al disiparse el dolor, Rio miró justo a tiempo para ver que algo se caía de Villkiss. Entrecerró los ojos y alcanzó a ver una cabeza de pelo rubio contra el azul del cielo. Arriba de ella, el Ragna-mail de Salia se zambullía en picada para atrapar a Ange mientras la unidad de Chris atrapaba al ahora incapacitado Villkiss. Un subidón de adrenalina le dio a Rio la fuerza para levantarse de nuevo y coger los controles de Susano'o cuando el sonido de un metal siendo cortado atravesó la cabina y su máquina se sacudió, seguido de algo agarrándolo.

– ¡Todo terminó, chico! – le dijo Dark. En ese momento de distracción, Dark había tomado la oportunidad de cortar uno de los motores de Susano'o antes de agarrar a Rio con un brazo por el cuello. Rio trató de enfocar la Luz de Aura para quitárselo, pero esta vez el poder no le respondió. – ¿Sucede algo? ¿En serio creíste que la Luz de Aura funcionaba con los mismos principios que el Mana? A diferencia del Mana, esta se alimenta de tu propia fuerza vital. Y ahora, estás demasiado agotado para seguir usándola. – En su brazo libre, Dark extendió otro de los proyectiles incendiarios de su máquina y colocó la mano sobre la cabina de Susano'o. – ¡Ahora, arderás!

– ¡Sr. Dark, deténgase! – gritó alguien. Desde arriba en el cielo, Ersha voló por encima de ellos, mientras Momoka desesperadamente forcejeaba contra el agarre de la mano del Ragna-mail. – ¡Por favor, nuestra misión ha terminado! ¡No hay necesidad de más violencia!

– Este es un asunto personal. – respondió Dark. – No interfieras.

– ¡Dark! – lo regañó Salia. – ¡Debemos regresar con el Maestro Embryo y no pienso dejarlo esperando! ¡¿O te olvidaste que me puso a mí al mando?!

Por la radio, Rio pudo escuchar a Dark chasquear la lengua con fastidio.

– Muy bien. Terminaremos con esto después. – En cuanto soltó a Susano'o, Dark le dio una patada a la dañada máquina, y la envió en caída libre hacia el océano. Luchando contra las fuerzas G, Rio volvió a tirar de las palancas de control y apenas logró evitar estrellarse contra las olas. Miró arriba apenas a tiempo para ver cómo Dark y Ersha se alejaban volando para unirse a Salia y Chris. Agarrando a Villkis por el brazo izquierdo mientras Chris cogía el derecho, ella y Dark trabajaron juntos para llevárselo arrastrando mientras Salia y Ersha volaban con Ange y Momoka. Al ver a sus enemigos desaparecer en la distancia, Rio golpeó con su puño la consola de Susano'o.

– ¡Maldita sea! – gritó. Otra vez, todo lo que pudo hacer fue observar.

...

Decir que Jill estaba cabreada sería quedarse corto. Luego de que el shock inicial de haber perdido a Ange se había ido, Jill no quería hacer otra cosa que no fuera estrangular a alguien. Por lo que había entendido, dos de las traidoras las habían atacado, junto con una tercera unidad de modelo desconocido. Rio y Vivian habían despegado para apoyar a Ange y Tusk mientras el Aurora escapaba, por todo el bien que eso hizo. Hilda sin embargo se quedó atrás así que por lo menos había alguien que pagaría por esto. Mientras se apoyaba en la cama de la enfermería vestida sólo en su sostén y bragas, Jill apretaba sus dientes mientras Maggie aplicaba puntadas a la herida de cuchillo que Jill se había auto-infligido a su propio muslo, para disipar con la adrenalina los efectos del gas nervioso de Tusk.

– ¿Sabes una cosa? – dijo Maggie. – Sería mucho menos doloroso si me dejaras anestesiarte.

– Sólo termínalo. – gruñó Jill. La compuerta se abrió, y Hilda entró escoltada por dos guardias de seguridad. Jill le lanzó una mirada asesina y la chica retrocedió ligeramente. – ¿Tienes alguna idea de lo que has hecho? Espero que estés orgullosa de ti misma.

– Sí bueno... ¿qué hay de ti? – contraatacó Hilda. – ¿Estás orgullosa de cómo ibas a matar a Momoka para salirte con la tuya?

Jill por reflejo trató de lanzársele encima, pero Maggie la detuvo.

– Cálmate. – le advirtió. – Si te abres las puntadas tendré que volver a empezar de nuevo.

Jill respiró profundamente para calmarse, y le permitió a Maggie continuar.

– ¿Tienes alguna idea de cuántas Normas han muerto por culpa de Embryo? Ange era nuestra única oportunidad de hacerlo pagar por todo lo que ha hecho. Al ayudar a Ange a escapar les escupiste en la cara por sus sacrificios. ¡Dame una sola razón por la cual no deba dispararte aquí y ahora!

– Yo te la daré. – interrumpió alguien. Jill levantó la mirada, e hizo una mueca cuando vio al Jefe y Jasmine entrando por la compuerta. El primero se dirigió hacia las guardias. – Ustedes dos pueden irse.

– No tienes la autoridad de darnos órdenes. – respondió una.

– Pero yo sí. – dijo Jasmine. Las dos miembros de seguridad miraron a Jill, que asintió a regañadientes y las dos salieron hacia el corredor.

– ¿Qué quieres? – demandó Jill. – ¿No me has causado suficientes problemas?

El Jefe gruñó, y se metió la mano al bolsillo para sacar lo que parecía un encendedor.

– Tengo algo que quizás quieran oír. – Presionó un botón en un lado del encendedor, y la voz de Jill comenzó a sonar en un altavoz oculto.

Ya se los dije, que todos somos herramientas para el éxito de Libertus. La sirvienta es una herramienta para controlar a Ange. Ange es una herramienta para controlar a Villkiss. ¡Y Villkiss es la herramienta máxima para matar a Embryo!

– Un dispositivo muy útil que Spider hizo. – dijo el Jefe antes de abrirlo y encender la llama. – Ni siquiera sabrías lo que es a menos que supieras donde mirar. Me pregunto qué pensará el resto de la tripulación si escucharan esto. Junto con los testimonios de Jasmine y Hilda.

Jill le lanzó una mirada asesina llena de rabia al Jefe. – ¿En serio crees que eso basta para chantajearme?

– Quizás no. – replicó Jasmine. – Pero sería suficiente para convencer a nuestras chicas que todavía están indecisas sobre la Network. A varias de ellas les gustaban tanto Momoka como su cocina.

– Y yo estoy seguro que a mis hombres les encantará oír cómo planeabas enviarlos a sus muertes. – añadió el Jefe. Jill gruñó y cogió su dispositivo fumador para aspirar un poco.

– ¿Qué es lo que quieren? – les preguntó.

– Deja a Hilda sin castigo. – respondió el Jefe. – Aparte de Rosalie, ella es la única piloto veterana que te queda. La necesitamos en caso de que vuelvan a atacarnos. Has eso, y me aseguraré que lo que pasó en esa reunión se quede entre nosotros.

– De acuerdo. – accedió. – Pero estará confinada a los cuarteles excepto durante los combates. Y a cambio, quiero que tú te largues de esta nave. Tú y tus hombres ya me han causado suficientes problemas.

– ¡Jill, no puedes estar hablando en serio! – gritó Maggie.

– Ya escuchaste lo que dijo Rio. – les recordó Jill. – Intentaron llevarse a Ange antes. Salia no habría enviado sólo dos Ragna-mails para atacarnos. Conozco una farsa cuando la veo.

– ¿Y qué estamos esperando? – gritó Hilda. – Envíame a mí y al resto de nuestros combatientes para recuperarla.

– ¿En serio crees que tenemos suficientes fuerzas para montar un rescate? – contraatacó Jill. – Un solo Ragna-mail vale por más de un escuadrón entero de Para-mails. Y Embryo ahora tiene los siete completos. Incluso si esperásemos a que la Network reuniera sus fuerzas, ya sería demasiado tarde. Embryo ya habría puesto en marcha su plan, cualquiera que sea.

– ¿Entonces eso es todo? – preguntó el Jefe. – ¿Planeas simplemente dejarte caer y morir sin más?

– ¿No lo entiendes? – espetó Jill. – ¡Todo se acabó! ¡Sin Villkiss no HAY Libertus! Por eso teníamos que mantener a Ange bajo control. Pero ahora ella se ha ido, y hemos perdido. Jasmine, fija el curso hacia Arzenal. Nos reabasteceremos y dejaremos a la Network allí. Luego nos dirigiremos a la costa norte de Galia. Quedan algunas cuevas en los riscos de allí. Nuestra única oportunidad es ponernos a cubierto y esperar que pase la tormenta.

– Espera un momento, Jill. – interrumpió Jasmine. – Luego de aquel ataque deberíamos esperar al menos 24 horas antes de zarpar, para que no puedan rastrear nuestros movimientos.

Finalmente, Maggie terminó de aplicarle las puntadas, y Jill se relajó mientras le vendaban la herida.

– Has lo que quieras. Ahora salgan de aquí, todos ustedes. – dijo Jill. El Jefe suspiró y le hizo un gesto a Hilda para que lo siguiera.

– Ven conmigo, te escoltaré a tus cuarteles. – le dijo. Mientras se marchaban, Jill vio para su molestia que Jasmine se había quedado atrás.

– ¿Hay algo que quieras decirme?

– Ya que lo mencionas, sí. – respondió la mujer mayor. – Jill... en verdad lo siento. Te echamos demasiada presión encima. Una sola persona no puede cargar el peso del mundo entero sobre sus hombros. Si pudiera volver y corregir ese error lo haría. Pero no puedo. Lo único que puedo hacer es tratar de corregir los errores que cometí ahora.

Cogiendo su uniforme, Jill se levantó con dolor y empezó a vestirse. – Ese FUE mi intento de corregir un error. – le dijo. – Y de nuevo lo volví a arruinar.

Jasmine suspiró y también se marchó, seguida de Maggie que fue a buscarle una muleta para que pudiera utilizarla. A solas con sus pensamientos, Jill golpeó la pared con su puño artificial. Nunca habría sospechado que Tusk de todas las personas fuese a traicionarla. Pero de nuevo, él era el hijo de Istvan. ¿Y eso del "Café Ange"? ¿Qué diablos se suponía que significaba eso?

«Todo es culpa mía,» pensó Jill echando vapor. «Debí haber hecho a Ange más obediente.»

...

«Y yo que pensaba que los DRAGONs eran aterradores,» pensó Hilda. Pero prefería enfrentarse a uno de los grandes cualquier día antes que a una Comandante furiosa. Echándole una mirada al hombre mayor que caminaba junto a ella, Hilda se encontró incapaz de leerlo.

– ¿Puedo preguntarle algo? – le dijo.

– Adelante. – replicó él.

– No es que no lo aprecie, pero ¿por qué arriesgó su propio cuello por mí así?

– Porque soy el Jefe de la Network. – dijo él. – Es mi trabajo proteger a las Normas de ser explotadas. – Girándose hacia ella, la boca del Jefe se curvó en una media sonrisa. – Además, Rio jamás me perdonaría si algo llegara a pasarte. Puede que ya no sea más mi subordinado, pero sigue siendo mi aliado.

Rio le había contado cómo el Jefe lo había reclutado y entrenado. Pensándolo bien, le había inspirado la misma sensación de confusión cuando conoció a Rio por primera vez. Ahora entendía, así que de él era de quien lo había aprendido.

– ¿En serio cree usted que Ange haya sido capturada? – le preguntó. El Jefe se detuvo y la miró fijamente.

– ¿Cuánto te ha contado Rio sobre los Ragna-mails?

– Prácticamente todo.

– Entonces tendrás una idea de lo que es capaz uno solo de ellos. Ahora imagínate lo que podrías hacer con los siete al mismo tiempo.

«Destruir y reconstruir el mundo entero,» recordó Hilda.

– Pero ninguno de ellos puede funcionar a toda su capacidad sin un piloto. Lo que dijo Jill es altamente probable.

– ¿Y qué podemos hacer?

– En este momento, nada. Incluso a Embryo le llevará algo de tiempo prepararse para algo como eso. Jasmine logró ganarnos un poco de tiempo, pero a lo mucho sólo un día. Tenemos que esperar a que Rio o Tusk hagan contacto con nosotros.

– ¿No puede obligar a Jill a que haga algo? – preguntó Jill. – Usted tiene esa grabación.

– En este punto, sólo empeoraría las cosas. – le explicó. – Las Normas aquí están muy divididas respecto a nosotros. Lo cual es de esperarse considerando cuánto tiempo han soportado la persecución de los humanos. Incluso si inclináramos la balanza a nuestro favor, terminaría como un baño de sangre. Por ahora, tendré que pedirte que aguantes un poco más. Algo como esto requiere un toque suave, ¿lo entiendes? Y no le digas a nadie sobre lo que realmente sucedió.

Hilda asintió, y los dos continuaron hacia los cuarteles que ella compartía con Rosalie. El Jefe la dejó en la puerta, y Hilda ingresó para encontrarse a Rosalie sentada en una de las camas. En cuanto la puerta se cerró, Rosalie le lanzó una mirada, y Hilda se sorprendió de ver la rabia en sus ojos azules.

– ¿Es verdad? – preguntó ella. – ¿En serio ayudaste a Ange a escapar?

– Rosalie...

– ¡Sólo dímelo! – le gritó. Hilda frunció el ceño y asintió.

– Sí. – respondió Hilda.

– ¿Por qué? ¿No se supone que no podemos cumplir la misión sin ella? ¿Cómo pudiste dejarla irse por su cuenta sin más?

Hilda quería explicárselo, pero el Jefe tenía razón. Toda la nave era un barril de pólvora a punto de explotar en cualquier momento.

– No puedo decírtelo.

– ¿No puedes? ¿O no quieres?

– Mira, es que hay circunstancias. Necesito que confíes en mí con esto.

Rosalie se puso de pie y apartó a Hilda de un empujón mientras se dirigía hacia la compuerta. – ¿Cómo puedo confiar en ti cuando tú no haces lo mismo conmigo?

– Rosalie...

– Sólo guárdatelo. – le dijo a Hilda. – Iré a hacer algunas simulaciones con las novatas. Por lo menos ellas sí son honestas conmigo.

Antes que Hilda pudiera decir otra cosa, Rosalie había cerrado la compuerta tras de sí. Grandioso, otra vez se había convertido en una paria. Sentándose en su cama, Hilda se frotó el puente de su nariz.

«Rio, ¿dónde estás?» se preguntó. «Te necesito.»

...

«¿Qué es ese olor?» se preguntó Ange. Dondequiera que estuviese, era un lugar suave y cálido, y un olor muy familiar estaba en el aire. Lo último que recordaba era que Salia le había disparado, y que se cayó de Villkiss antes que todo se pusiera negro. «Huele como las rosas que mi madre solía cultivar en nuestro jardín. ¿Estoy muerta? Si así es el infierno... tal vez no sea tan malo.»

– Princesa. – la llamó una voz. – Lady Angelise, ¿ya está despierta?

¿Esa era Momoka? ¿También estaba muerta? Pero Ange la había visto salvarse a sí misma con la Luz de Mana. Algo brilló en la oscuridad antes de convertirse en un resplandor cegador. Ange se levantó de golpe y sintió cómo una sábana se deslizaba fuera de sus hombros y pecho expuestos.

– Me alegra que haya despertado. – Miró a un costado de la cama donde descansaba, y Momoka estaba allí sentada.

– Momoka... ¿en dónde estamos?

– Estamos en sus aposentos reales, milady. Ha estado inconsciente por un largo tiempo.

– Espera. ¿Volvimos a Arzenal?

– Oh no, Lady Angelise. – respondió Momoka. – Hemos vuelto a Misurugi. Parece ser que su dormitorio ha sido muy bien mantenido durante su ausencia.

Ange miró alrededor y no pudo creer lo que veían sus ojos. Este ERA su antiguo dormitorio. Las paredes estaban inmaculadas, sin una sola mancha, con la alfombra bien extendida en el suelo, las cortinas de seda en las ventanas claras como el cristal, y una cama que no se sentía como una tabla de hierro. Lentamente, Ange se salió de la cama y siseó de dolor al sentir la punzada debajo de la venda que envolvía una hinchazón en su seno izquierdo.

– ¿Por qué estoy desnuda? – preguntó.

– Oh, lo siento, Lady Angelise. Tuve que quitarle su traje de piloto para poder tratar su herida, le dispararon con una especie de dardo. – explicó Momoka.

Es decir que querían llevársela viva, después de todo. Envolviéndose el cuerpo con la manta, Ange caminó hacia la ventana y se quedó sin aliento al ver la imagen familiar del Pilar del Amanecer que se alzaba sobre el castillo.

– No puedo creerlo. – susurró. – Espera, ¿qué pasó con los otros? Tusk, Vivian y Rio, ¿qué sucedió con ellos?

– Me temo que no lo sé. Después que nos atraparon, nos trajeron aquí y al resto los dejaron atrás. Pero estaban vivos y son personas fuertes, así que estoy segura que se encuentran bien.

Ange se miró su dedo, y sintió alivio al ver que su anillo seguía en él. – ¿Y Villkiss?

– Me temo que se lo llevaron a otra parte. No estoy segura a dónde.

Bueno, ya lo encontrarían tarde o temprano. Fue entonces que Ange notó que había media docena de ramos de flores en el suelo y sobre la mesa junto a la ventana. Había una tarjeta en uno de ellos, y Ange chasqueó la lengua al leerla:

Querida Angelise; me disculpo por el maltrato que tuviste que sufrir. Pero tenía deseos de verte. Como puedes ver, también traje a tu sirvienta contigo para asegurar tu comodidad. Por favor siéntete libre de venir a hablar conmigo cuando desees.

-Embryo

«Debí adivinarlo,» pensó. «Bueno, no puedo ir a verlo así como estoy.»

Después que Momoka le ayudó a cambiarse, pese a la insistencia de Ange de que era perfectamente capaz de hacerlo por sí misma, Ange chequeó su apariencia en el espejo. Era su atuendo favorito antes de ser enviada a Arzenal, un vestido blanco con los hombros al aire con encajes azules, un corsé también azul, zapatos de tacón a juego, y un colgante plateado con forma de pájaro en un collar.

– Se ve hermosa, Lady Angelise.

– Gracias, Momoka. Ahora vamos. – Se dirigió hacia el escritorio, abrió una gaveta y cogió un abridor de cartas y unos cuantos bolígrafos de punta afilada. – Preferiría una pistola o un cuchillo, pero creo que tendré que conformarme con esto.

– ¿Qué está haciendo? ¿Planea iniciar una pelea?

– Más bien, un ataque al degenerado que me mandó todas estas flores.

– No lo voy a permitir. – dijo una voz.

Ange y Momoka se giraron y en el marco de la puerta, con Irma y Tanya detrás de ella, se encontraba Salia. Las tres llevaban uniformes de color auzl oscuro bordados de dorado. Una media falda colgaba sobre sus caderas mientras unas botas altas hasta los muslos completaban el atuendo.

– Eres la prisionera del Maestro Embryo, y actuarás como tal.

– Maestro, ¿eh? – preguntó Ange. – Y con lo devota que solías ser con Jill.

– Lo era. – replicó Salia. – Pero por fin abrí los ojos...

...

La última cosa que Salia recordaba era su Arquebus llenándose de agua mientras se hundía bajo las olas. Pero al abrir sus ojos, se encontró en el dormitorio más hermosos que jamás había visto. Unas sábanas blancas de seda acariciaban su piel desnuda mientras lentamente se incorporaba.

– Oh, ya despertaste.

Salia jadeó, y se cubrió al voltear a ver dándose cuenta que había un hombre en la habitación con ella. Estaba sentado en una silla junto a la cama, con un libro en la mano, y una larga cabellera rubia fluyendo sobre su traje verde.

– Me alegra que te encuentres bien.

Salia tragó saliva y tembló. Era el hombre más apuesto que jamás había visto. Como un príncipe de cuento de hadas. Pero también sabía quién era.

– Tú... eres Embryo, ¿verdad? – le preguntó. Embryo cerró el libro que estaba leyendo y extendió una mano hacia ella. Salia retrocedió, aterrada de lo que pudiera hacerle, y sintió que algo se posaba en su rostro. Al abrir los ojos y para su gran shock, el hombre del cual Jill siempre había hablado como su enemigo mortal acariciaba gentilmente su mejilla.

– ¿Qué sucede? – le preguntó. – Oh, ya veo, te sientes avergonzada. Perdóname, pero tu traje de piloto estaba empapado, y temía que fueras a pescar un resfriado. Vamos a rectificar eso, ¿quieres?

Embryo chasqueó los dedos, y otro hombre entró por la puerta. Este era más alto y musculoso que Embryo, e iba vestido con un saco largo negro que contrastaba con su cabello blanco. Embryo señaló hacia el closet y el hombre lo abrió, revelando vestidos como ninguno que Salia hubiese visto en Arzenal.

– Este es mi sirviente, Dark. Si requieres de cualquier cosa, no dudes en pedírsela. Vámonos, démosle algo de privacidad.

Los dos se marcharon, y Salia lentamente envolvió la sabana alrededor de su cuerpo mientras se levantaba de la cama. ¿Qué estaba sucediendo aquí? ¿Por qué la salvó? ¿Era esta otra de las cosas de las que Jill le había mentido? Acercándose con cautela al closet, Salia se puso a registrar entre los hermosos vestidos que había dentro, y su mano se detuvo en un vestido rosa sin mangas. Igual al que Pretty Lilian llevaba puesto en el Baile de Diamante donde conoció y se enamoró de Kamen Fencer.

Durante los próximos días, Salia se sintió más feliz de lo que jamás había estado en su vida. Chris y Ersha también habían sido rescatadas del ataque en Arzenal, así que no estaba sola. Y Embryo no se parecía a nadie que jamás hubiera conocido. La llenaba de halagos, le servía comidas más finas de las que jamás había probado, a diferencia de Jill que siempre tomaba todo sin dar nada a cambio. Y luego, ocurrió aquella noche en el balcón. Mientras Salia miraba las estrellas en el cielo, Embryo amablemente había colocado su abrigo sobre los hombros desnudos de ella.

– En verdad eres una chica muy especial, Salia. – le dijo. – Jill nunca supo apreciar todo lo que eras, y ese disidente fue un tonto por haber rechazado tu amor. Pero yo puedo ver lo hermosa y fuerte que realmente eres. – Pasó una mano alrededor de ella, y estaba sujetando una caja que contenía un anillo de plata con una joya azul cielo. – Quiero cambiar este mundo. Convertirlo en un mundo donde no exista más el sufrimiento, pero no puedo hacerlo solo. Ayúdame, Salia, y te daré un arma tan poderosa como Villkiss.

Salia se quedó mirando el anillo, del mismo tipo que el de Ange, y sintió lágrimas asomándose en sus ojos.

– Yo... no puedo. – respondió ella.

– ¿Pero por qué?

– Porque no soy una princesa. Incluso si lo aceptara, yo nunca podría pilotear un Ragna-mail.

Embryo le dio la vuelta y gentilmente le limpió una lágrima del ojo.

– ¿Es eso lo que te preocupa? Mi querida, Salia, yo fui quien creó los Ragna-mails. Yo fui el que colocó el seguro en ellos, es una simple cuestión de quitarlos.

Salia no podía creerlo. En menos de una semana, finalmente encontró todo lo que su corazón deseaba. Antes de poder hablar, Embryo se inclinó y la besó, haciendo que sus ojos se ensancharan del shock antes de abrazarlo mientras su corazón le golpeaba en el pecho.

Y los eventos que siguieron fueron pura dicha para ella.

...

– Ese hombre maravilloso me salvó. – continuó Salia, mirando con cierta nostalgia el anillo en su dedo. – Me dio una vida nueva. Yo nunca fui más que una simple herramienta de Jill. Pero Embryo no es como ella. Finalmente tengo a alguien que aprecia mi devoción. Ahora somos los Caballeros Diamantes Rosas. Y yo soy su capitana.

– Diamantes... ¿Rosas? – repitió Momoka.

«Oh, por todos los cielos,» Ange hizo una mueca.

– En otras palabras, tu vieja ama te echó de patitas en la calle, y encontraste a alguien más que te trata como su perrita faldera. – interrumpió Ange. Salia tuvo un respingo y Ange supo que le había golpeado un nervio. – Aun así, nunca pensé que tus estándares caerían tan bajo.

Tal como esperaba, Salia cruzó la habitación y su palma resonó contra la mejilla de Ange.

– ¡Lady Angelise! – jadeó Momoka.

– ¡La próxima vez que lo insultes te haré algo mucho peor! – le advirtió Salia, levantando su anillo como si fuese una prueba irrefutable. – El Maestro Embryo me atesora como a un diamante. A ti nadie te valora, así que no espero que lo entiendas.

– Bueno, bien por ti entonces. – dijo Ange, antes de atacar el pecho de Salia con la pluma que había escondido entre su falda. Salia lanzó un grito de alarma mientras Ange giraba alrededor de ella y le robaba la pistola que le colgaba de la cadera.

– ¡Capitana! – gritó Irma mientras sacaba su propia arma. Pero antes de que pudiera apuntarle, Ange disparó primero, volándole el arma fuera de las manos. Tanya cogió un bastón extendible y cargó contra ella, pero Ange levantó la pierna y de una patada empujó a Tanya contra su camarada.

– ¡Maldita! – gritó Salia lanzándose, sólo para que Ange se agachara y la agarrara de la muñeca antes de lanzarla sobre la cama.

– Wow, eres totalmente un peso ligero comparada con Sala. – se burló Ange, metiendo la pistola entre su corsé. – Y por cierto, ese disfraz de chica mágica se te veía mejor que ese uniforme. ¡Momoka, vámonos!

– ¡Oh, sí, milady! – Las dos salieron corriendo hacia el pasillo, pero Ange tenía un destino muy claro. En las murallas inferiores, uno de los paneles estaba suelto, y al removerlo revelaba un espacio detrás de la pared que era apenas lo bastante ancho para pasar por él. Ange apenas acababa de volver a poner el panel de vuelta cuando escuchó a Salia gritando.

– ¿Dónde te metiste, Ange? ¡Vuelve aquí!

«Lo siento, pero ahora estamos en mi casa,» pensó. Haciéndole un gesto a Momoka para que la siguiera, Ange la guio por el estrecho espacio mientras gateaban.

– Nunca supe que esto estaba aquí. – murmuró Momoka.

– Lo encontré un día mientras estábamos jugando a las escondidas. – explicó Ange. – ¿Por qué crees que nunca lograste encontrarme?

– ¡Eso es trampa! – Momoka hizo un puchero. Eventualmente, el pasadizo las llevó hacia afuera, en los terrenos del palacio. Ahora todo lo que tenían que hacer era encontrar dónde se escondía Embryo.

O al menos, ese era el plan hasta que Ange escuchó algo que sonaba como niños jugando. Espiando por una esquina, Ange vio para su sorpresa a un grupo de niñas en uno de los jardines.

«Esas son algunas de las niñas de Arzenal,» pensó al reconocerlas. ¿Qué estaba sucediendo aquí? Cuando intentó asomarse para ver mejor, una de las niñas de repente desvió la atención de su libro de colorear y la vio.

– ¡Hey! – exclamó. – ¡Es la Srta. Ange!

Antes que Ange pudiera escaparse, las niñas ya se habían reunido alrededor de ella, haciéndole mil preguntas al mismo tiempo.

– ¿Usted también es parte de la Caballería?

– ¿Cuándo llegó aquí?

– ¿Va a vivir con nosotras?

– Niñas, por favor, démosle a Ange algo de espacio. – Detrás de las niñas, Ersha de repente acababa de aparecer, y llevaba puesto el mismo uniforme que Salia. – Hola, Ange. Siento mucho que hayamos tenido que ser tan bruscas contigo. Pero el Maestro Embryo nos ordenó que te trajéramos con él.

– Ersha, ¿qué diablos sucede aquí? ¿Por qué están estas niñas aquí? – exigió saber Ange. Ersha frunció el ceño, mientras miraba a las niñas y aplaudía con sus manos.

– Muy bien, niñas, de vuelta a sus juegos. Ange y yo necesitamos hablar. – Las niñas gimieron de decepción, pero obedecieron y se dispersaron rápidamente. – ¿Por qué no tomamos algo de té?

Ante la sugerencia, ambas se sentaron en la sombra del patio, y Ersha procedió a contarle todo lo que había sucedido.

– ¿Me estás diciendo que todas estas niñas estaban muertas? – preguntó Ange.

– Yo tampoco podía creerlo. – replicó Ersha. – Pero el Maestro Embryo las trajo a todas de vuelta. Sólo desearía haber podido traer a todas las niñas de Arzenal.

– Pero eso no puede ser. – jadeó Momoka. – Ni siquiera la Luz de Mana puede resucitar a los muertos.

– Él obra milagros. – dijo Ersha mientras miraba el anillo con la joya roja en su dedo. – Dice que quiere crear un mundo donde los niños como ellas nunca más tendrán que sufrir y morir como les pasó a ellas. Así que decidí ayudarlo, y a cambio me permitió traerlas para vivir aquí conmigo.

– ¿Aunque fuera él quien estaba detrás del ataque en Arzenal? – preguntó Ange. Ersha frunció el ceño y le lanzó una mirada muy dura.

– Fue culpa de la Comandante Jill por haberlo desafiado. – contraatacó. – Y fueron los soldados de tu hermano quienes lo hicieron. El Maestro Embryo nunca le dijo que matara a quienes no se resistían, y lo castigó por ello.

Dos niñas pasaron corriendo mientras perseguían una pelota, y la expresión de Ersha se suavizó mientras las observaba.

– Haré lo que sea necesario para proteger a estas niñas, y asegurarme que tengan un futuro. Aunque eso signifique que tenga que pelear contra mis amigas. Sería capaz de exterminar a todos los humanos. E incluso de matarte a ti, Ange.

– Ersha. – dijo Ange, y la pelirrosa se giró hacia ella mientras la miraba con una sonrisa vacía.

– Así que por favor, no me obligues a hacer algo que no quiero hacer. – continuó. De repente, una de las niñas que perseguían la pelota se tropezó y cayó. Ersha inmediatamente corrió a ayudarla. – ¡Oh cielos!

– Vamos, Momoka. – dijo Ange. – Tenemos que encontrar a Embryo.

– Vamos juntas entonces.

En la puerta del patio, Chris de repente había aparecido. Igual que las otras, llevaba el uniforme de los Diamantes Rosas. Pero lo que realmente sorprendió a Ange fue la mirada de rabia hirviendo lentamente que había reemplazado la expresión sumisa usual de Chris.

– Vamos, de una vez. – dijo echando vapor. Dejando a Ersha con las niñas, Ange y Momoka la siguieron, mientras las guiaba más adentro del castillo.

– Hey Chris. – dijo Ange.

– Ahórratelo. – espetó Chris. – Nunca te preocupaste por mí antes, así que no actúes como si lo hicieras ahora.

– Sólo quería decirte que vi a Rosalie. Está realmente muy molesta.

– ¿Se supone que eso signifique algo? – preguntó Chris. – Ella y Hilda me abandonaron. Me dejaron morir para salvar sus propios pellejos. Pero Embryo no es así. Arriesgó su propia vida para salvarme. Me da mucho y nunca pide nada excepto mi ayuda. Él sí es un amigo, un verdadero amigo.

Ange estaba empezando a ver un patrón aquí. Embryo estaba utilizando a su favor sus miedos y deseos, ofreciéndoles lo que querían a cambio de su lealtad. Finalmente, llegaron a la biblioteca del castillo, y Ange escuchó una voz muy familiar en el interior.

– ¡Imbécil! – gritó alguien, seguido por el golpe de un látigo y un grito de dolor. – ¡Te dije que me trajeras el volumen tres! ¿Por qué me trajiste el volumen cuatro?

Al abrir la puerta, los ojos de Ange se ensancharon al ver la escena frente a ella. En el piso de la biblioteca, Riza yacía desnuda, con sus alas y cola expuestas a la vista. Su cuerpo estaba cubierto de laceraciones y en la boca llevaba una especie de máscara. Sobre ella, Sylvia estaba sentada en su silla flotante mientras golpeaba con el látigo que llevaba en la mano el cuerpo claramente torturado de Riza.

– ¿Es desafío lo que veo en tus ojos? ¡Asquerosa reptil ingrata! ¿Te has olvidado cómo mi tío te perdonó tu patética vida? ¡Incluso después que sedujiste a mi hermano y me envenenaste! ¡Me habría quedado en coma para siempre de no ser por el tío Embryo!

Una y otra vez, Sylvia seguía agitando el látigo y Riza gritaba de dolor.

– ¡Sylvia, detente! – gritó Ange, mientras corría para interponerse entre ella y Riza. Al ver quién estaba frente a ella ahora, Sylvia chilló de dolor y dejó caer su látigo.

– ¿Qué estás haciendo aquí? – le exigió. – ¿Viniste a asesinarme? ¿Igual que lo hiciste con nuestros padres, y nuestro hermano Julio?

Mientras Momoka se arrodillaba junto a Riza, Ange se aproximó a su hermana, que se echó para atrás en su silla flotante.

– Sylvia...

– ¡Aléjate! – gritó. – ¡Tío! ¡Señor Dark! ¡Alguien sálveme!

Al otro lado de la biblioteca, una de las puertas se abrió, y un hombre alto de pelo blanco con un abrigo negro apareció.

– ¿Sucede algo, Lady Sylvia?

La silla de Sylvia flotó hacia el suelo mientras la cargaba hacia donde estaba el hombre. – Sr. Dark, por favor... ¡no la deje que me mate a mí también!

– Cálmese, Lady Sylvia. Mientras yo esté aquí, usted estará a salvo. – El hombre caminó hacia ellas, y Ange cogió la pistola que le había robado a Salia.

– Y bien, ¿cuál es tu historia? – le preguntó.

– Mi nombre es Dark. – respondió él. – Principal vasallo del Maestro Embryo. Él ha asumido la custodia de Lady Sylvia debido a la muerte de su familia. Puede que seas su invitada, pero no pienso tolerar ningún desorden en su casa.

Desde el salón, unos pasos muy apresurados llegaron corriendo hacia ellas, y Ange se dio la vuelta justo cuando Salia y sus dos subordinadas entraron.

– ¡Detente donde estás, Ange! – ordenó Salia. Ange cogió su pistola para contenerla cuando de repente Dark se movió. Agarrándola de la muñeca, la obligó a soltar la pistola mientras le retorcía el brazo contra la espalda.

– ¡Lady Angelise! – gritó Momoka.

– ¿Qué es toda la conmoción? – Ange levantó la mirada, y en el balcón del segundo piso de la biblioteca, una figura muy familiar en un traje verde los estaba observando. – Prefiero la paz y la tranquilidad cuando estoy leyendo. Dark, suéltala.

– Como desee. – El hombre de negro la soltó, y Ange se frotó la muñeca por el dolor que le dejó.

– Tú de nuevo. – siseó. – Embryo.

– ¿Ese es Embryo? – preguntó Momoka mientras lo veían descender por la escalera hacia ellas.

– Siempre disfruto de un buen libro. – les dijo. – Dentro de sus sencillas páginas siempre hay infinitas posibilidades. Personalmente encuentro el mundo real bastante decepcionante en comparación con ellos.

Ange no estaba segura si era esa sonrisa condescendiente suya, o su presuntuoso discurso, pero algo sobre Embryo le quedó de repente muy claro. Le ponía la piel de gallina.

– Me alegro ver que estés despierta. – continuó. – Estoy seguro de que tienes muchas preguntas. Ven conmigo y haré lo mejor que pueda para responderlas. Aunque me temo que tu sirvienta no puede venir contigo.

Ange desvió la mirada hacia los otros en la habitación. La última vez que dejó sola a Momoka, Jill estuvo a punto de ahogarla. Pero entre Salia, las otras tres, y Dark, la superaban totalmente en número. No le quedaba más que esperar que Momoka pudiera cuidar de sí misma hasta que ella pudiera volver. Colocándose de forma que Momoka quedara oculta tras de sí, Ange hizo un gesto con la mano detrás de la espalda.

– Momoka, voy a regresar. – Momoka entendió el mensaje, y Ange sintió como la pistola volvía a levitar de vuelta a su mano. Nadie dijo nada, así que al parecer lograron evitar que se dieran cuenta.

– Sí, milady. – respondió. Ange se disponía a seguir a Embryo cuando Salia de repente habló.

– Maestro Embryo...

– Deseo hablar a solas con ella. – le dijo Embryo. – ¿Entiendes?

– ¡Pero señor, ella es peligrosa! – argumentó Irma.

– Chicas. – replicó él. Su tono era suave, pero había una sutil amenaza debajo. Las tres se quedaron en silencio, aunque Ange podía sentir sus miradas ardiéndole en la nuca.

«No se preocupen,» pensó. «Créanme, estoy igual de infeliz con esto que ustedes.»

...

Con Vivian y Tusk arrastrándose detrás de él, Rio aterrizó a Susano'o en la playa. Luego de perder a Ange y Momoka, los tres estuvieron de acuerdo en que el mejor curso de acción era buscar refugio. Por suerte, una isla estaba bastante cerca. Ya que Susano'o era la única máquina que todavía era capaz de pelear, Tusk había asegurado una cuerda alrededor de su Skyhook y el Razor de Vivian, y con eso los remolcó. Desafortunadamente, el diagnóstico mostró que el esfuerzo realizado por el motor que quedaba lo había quemado. Mientras Rio se bajaba de la cabina, Tusk empujó su vehículo hacia la playa a la vez que Vivian colapsaba sobre la arena.

– Tomemos un descanso. – dijo Tusk. – Tuvimos una mañana difícil y necesitamos despejar nuestras cabezas.

– Eso es quedarse corto. – Rio estaba de acuerdo. Formaron un círculo y empezaron a pasarse entre ellos una cantimplora del compartimiento de carga del Skyhook de Tusk. Mientras Rio se bajaba su trago, pensó en su pelea contra Dark. Se había descuidado. Dark le había echado el anzuelo y Rio lo mordió cayendo directo en su trampa. Una cosa era segura, ya no podía permitirse cometer el mismo error dos veces. Si no podía mantener la Luz de Aura lo suficiente para superar en poder a Dark, tendría que encontrar otra forma de enfrentársele.

– ¿Y ahora qué? – preguntó Vivian. – No podemos simplemente abandonar a Ange y Momo.

– Por supuesto que no. – dijo Rio. – Pero nuestras máquinas están hechas trizas. Y también está lo que sea que Embryo esté planeando para preocuparnos. Ahora que ya tiene a los siete Ragna-mails en su poder, será sólo cuestión de tiempo.

– Supongo que no nos queda opción. – dijo Tusk.

– De todos modos habría regresado. – señaló Rio. – No puedo permitir que Hilda piensa que escapé abandonándola.

...

Mientras su cabello se agitaba en el viento, Ange echó una mirada de reojo a su anfitrión/captor. Cuando salieron del castillo, un auto los estaba esperando, pero en lugar de ser un auto de Mana, era un convertible antiguo. Unas llantas de caucho rodaban sobre el camino de asfalto que conectaba el castillo al Pilar del Amanecer mientras la pintura negra como azabache refractaba la luz del sol en su superficie. ¿Estaba intentando impresionarla, o sólo era un excéntrico? Como fuera, eso sólo le molestaba aún más. Finalmente, el auto se detuvo bajo la base del Pilar del Amanecer, y Embryo salió primero para abrirle la puerta.

– Por aquí, por favor. – le dijo.

Ange frunció el ceño, pero lo siguió escaleras arriba y hacia el interior. Justo al entrar por la puerta, Embryo la guio hacia una cámara lateral donde una plataforma igual a la que había en la Torre de Aura los estaba esperando. E igual que en el mundo de los DRAGONs, cuando se pararon sobre ella, los llevó por un pasaje vertical que se hundía profundamente bajo la tierra.

– ¿A dónde me llevas? – le exigió finalmente.

– Paciencia, todo se revelará pronto. – Finalmente, el pasaje terminó en una gigantesca cámara esférica. Y Ange jadeó al ver lo que se alzaba en su centro: un enorme y masivo DRAGON tan grande como el Aurora. Y ella ya lo había visto antes.

– Aura. – murmuró. Alrededor de la cámara que la mantenía prisionera, dos anillos la tenían suspendida en el aire, y montados en una formación de estrella de siete puntas en el anillo inferior estaban los Ragna-mails, incluyendo a Villkiss.

– Así es. – replicó Embryo. – La progenitora de los DRAGONs. La misma a quien Riza y los suyos han estado buscando. – Levantando su mano, Embryo señaló hacia una serie de cilindros que bombeaban una sustancia roja brillante dentro de ella. – Y eso es Dracunium refinado. La Luz de Mana originalmente era producida únicamente por el Pilar del Amanecer. Pero a medida que la sociedad humana creció, se volvió insuficiente. No podía arriesgarme a construir otros reactores, o de lo contrario los humanos podrían repetir los errores que destruyeron la antigua Tierra. Así que recluté a Aura para ayudarme a llenar la deficiencia.

– Querrás decir que la secuestraste. – gruñó Ange. – ¿Todo esto sólo para utilizarla como una fábrica de Mana?

– La alternativa era permitir que la prosperidad de este mundo estuviera disponible sólo para unos cuantos en lugar de para toda la humanidad.

«Excepto por las Normas,» pensó Ange con amargura. Finalmente, la plataforma se detuvo sobre una depresión en el piso de la cámara, y Embryo desembarcó donde una serie de pantallas de Mana desplegaban diversos datos.

– Gracias a la cooperación de Riza, interceptamos la invasión de los DRAGONs y logramos cosechar un gran cargamento de Dracunium. Suficiente para comenzar a... – Embryo se detuvo cuando algo de repente hizo click detrás de él.

– Realmente te encanta oírte hablar, ¿verdad? – preguntó Ange, presionando el barril de la pistola detrás de su cabeza. – Ahora, vas a liberar a Aura, ¡o que el cielo te libre de que pinte las paredes con tus sesos!

Embryo se rio. – ¿Eso crees?

– ¿Crees que estoy fanfarroneando? – gruñó Ange. – Mi familia, todos los DRAGONs y las Normas que han muerto por culpa tuya. Incluso intentaste matar a Tusk. Tengo razones de sobra para matarte.

– Entonces adelante, hazlo.

*¡BANG!*

El disparo hizo eco por las paredes de la cámara, mientras un salpicón de sangre y sesos salía brotando del cráneo de Embryo. Colapsó de frente y Ange suspiró antes de volver a deslizar la pistola dentro de su corsé. Fue su propia culpa por no tomarla con seriedad.

– Ahora – dijo pensando en voz alta mientras se giraba hacia Aura – ¿cómo se supone que te sacaré de aquí?

– ¿Eso te hizo sentir mejor? – Ange se giró y no pudo creer lo que vio. Embryo estaba parado detrás de ella, vivo e ileso. No sólo eso, sino que el Embryo al que le disparó había desaparecido, incluso no había rastro de sangre. Ange volvió a dispararle, esta vez dándole en el corazón y volvió a colapsar una vez más.

– Esto se está volviendo estúpido muy rápido. – Ange volvió a girarse, y una vez más vio a Embryo parado frente a ella.

– ¿Qué demonios eres? – susurró ella. Embryo sonrió y se frotó la mejilla.

– Me imaginaba que Jill ya te lo había explicado.

– ¿En verdad eres un dios? – preguntó Ange. Embryo frunció el ceño con disgusto.

– Esa clase de títulos me resultan de mal gusto. Yo diría que más bien soy... el afinador.

– ¿Afinador?

– Soy el que ajusta el ritmo y tono de todo el mundo. Permíteme mostrártelo. – El aire a su alrededor se volvió más ligero, y Ange de pronto se encontró de pie sobre un risco que se alzaba sobre el mar. Había una pagoda blanca sobre ellos, mientras en el cielo sobre el agua, unas cascadas cristalinas vertían agua desde islas flotantes. – Dime, ¿qué es lo que esperas lograr? ¿Qué puedes ganar al deshacerte de mí?

– ¿Qué no es obvio? – respondió Ange. – Quiero destruir este mundo que creaste y liberar a las Normas.

– Supongo que puedo entender eso. – se rio él. – Pero dime, ¿cómo sabes que eso es lo que más les conviene?

– ¿De qué diablos estás hablando?

– Es cierto. Yo decreté que las Normas debían ser aisladas del resto de la humanidad. Pero ¿realmente es tan malo? Al hacerlo, les di significado a sus vidas. A pesar del desprecio que reciben, todo el mundo depende de las Normas que matan a los DRAGONs para proveerles con Mana. Con un lugar al cual pertenecer y un propósito que cumplir, ¿qué más podría necesitar una persona?

La mente de Ange daba vueltas tratando de encontrarle sentido a su lógica, y de repente se sintió mareada.

– Algunos sin embargo no saben apreciar esta verdad. Prefieren imponer su propia lógica al mundo que aceptar la verdad de la realidad. Toma por ejemplo a los de la Network. Su meta de proteger a las Normas de ser explotadas es admirable en principio, pero mira las consecuencias de su disidencia. Caos, anarquía, asesinado de su prójimo. Sin importar lo nobles que sean sus razones, los seres queridos de aquellos a quienes matan siempre nutrirán un odio ardiente en sus corazones. Con el tiempo, buscarán venganza en el nombre de la justicia y el ciclo continuará, escalándose eternamente. Es algo que he visto ocurrir una y otra vez. – Mientras hablaba, la visión de Ange se tornó borrosa, y se le hizo cada vez más difícil mantenerse concentrada. – Todo esto ocurre por el deseo de pensar por sí mismos, y en los humanos, eso no causa más que sufrimiento.

– Qué... ¿qué es esto? ¿Qué fue lo que hiciste? – exigió saber ella, y su voz sonaba muy distante. Ange se tambaleó y disparó por reflejo, pero falló.

– Mírate, por ejemplo. – se jactó. – Todos tus impulsos violentos provienen de tu miedo y ansiedad. Traición, decepción, todo el dolor que te has visto obligada a soportar. Y debido a ese miedo sacas tus colmillos.

– Sólo... ¡cállate de una vez! – gritó Ange.

– Yo puedo liberarte de ese miedo. – le prometió. – Afecto, seguridad, amistad, confianza, pertenencia. Puedo darte todo eso y más. Todo lo que tienes que hacer... es entregarte a mí. En mente, alma y cuerpo.

– Entregar... mi cuerpo... – dijo Ange con voz arrastrada. Soltando su pistola, Ange se llevó las manos atrás para desabrochar su corsé y dejarlo deslizarse por sus piernas. «Detente...» se ordenó a sí misma mientras se quitaba el vestido para dejarlo caer hacia sus tobillos. Pero su cuerpo se rehusaba a obedecerle, moviéndose como si fuese una marioneta movida por cuerdas. Finalmente, se quitó sus bragas también y quedó de pie desnuda frente a él.

– Qué hermosa. – dijo él mientras le acariciaba la mejilla. – Tu cabello dorado, tus ojos ardientes, tu exquisito cuerpo. He estado enamorado desde que te vi en esa horca por primera vez. Despojada de todo y golpeada, pero aún así orgullosa y desafiante. Una dignidad que ni siquiera esa turba rabiosa te pudo quitar. Realmente eres única, Ange.

Se inclinó hacia ella, y Ange sintió un escalofrío mental en cuanto la besó.

«No,» suplicó. «No puedo. Estoy traicionando a Tusk. Tusk. ¡Tusk!»

El recuerdo de cuando ella y Tusk se besaron en aquel hotel abandonado vino a ella rápidamente, y cualquiera que fuese el hechizo que le había echado encima se rompió. Con su furia reencendida, le mordió el labio a Embryo tan duro como pudo, causándole que lanzara un grito ahogado de dolor y saltara hacia atrás. Tras escupir la sangre que se coló dentro de su boca, Ange se arrodilló para recoger el vestido y la pistola, cubriéndose con el primero mientras con la segunda le apuntaba al asqueroso pervertido que casi la había violado.

– Lo siento, pero no me podrás comprar como hiciste con las otras. Puede que seas un dios, un afinador o lo que sea, pero te voy a matar todas las veces que sea necesario hasta que te quedes bien muerto. – Ange estaba preparada para cualquier reacción, pero nunca se habría anticipado a lo que pasó después. La cara de Embryo se tornó en una sonrisa mientras comenzaba a reírse a carcajadas.

– ¡Qué alegría siento! – exclamó.

«Esperen, ¿qué?» Ange se quedó boquiabierta mientras Embryo se arrodillaba frente a ella.

¡En todos estos siglos jamás he encontrado a una mujer como tú! ¡Siento como si hubiera vivido todo este tiempo solo para poder conocerte!

...

Saliendo de su cápsula de simulación, Rosalie se secó con una toalla mientras las novatas salían de las suyas. La sesión había sido larga y dura, pero sus chicas la habían soportado sin quejarse.

– De acuerdo, ese fue un buen entrenamiento, chicas. Vayan a limpiarse y luego al comedor.

– Sí, Srta. Rose. – dijeron todas a la vez. Srta. Rose. Le daba una sensación de orgullo que la llamaran así. Quizás no fuese la mejor de su escuadrón, pero Rosalie estaba determinada a no perder ante nadie más. Por eso empujaba a las tres tan duro como podía. Qué lástima que Hilda no se sintiera de la misma forma.

– ¿Srta. Rose? – dijo de repente Marika.

– ¿Sí, qué pasa?

– ¿Es verdad lo que dicen? ¿Eso de que la Srta. Ange traicionó a la Comandante?

– Mira, no tengo idea de lo que pasó. – le dijo. – Esperemos a que vuelva y luego decidiremos si estaba justificada o no.

– ¿Y la Capitana Hilda? – preguntó Nonna. – Escuchamos que se fugó con aquel hombre. ¿Es por eso que no la hemos visto desde esta mañana?

– No, es porque la confinaron a sus cuarteles.

– ¿Pero qué pasará con Libertus? – exclamó Mary. – Algunas de las armeras dijeron que no tendremos ninguna oportunidad sin Villkiss.

– Entonces tendremos que arreglárnoslas. Miren, no se preocupen por lo que podría o no suceder. Sólo preocúpense por el problema frente a ustedes. Ahora váyanse, salgan de aquí.

Las tres hicieron el saludo militar sin más argumentos. Rosalie sin embargo se apoyó contra una de las cápsulas y maldijo por lo bajo. Qué desastre.

– ¿Estás bien? – preguntó alguien. Rosalie levantó la mirada, y vio a Mei parada frente a ella.

– Sí, sólo algo cabreada. Oye, Mei, tú estuviste en esa reunión cuando Ange se descontroló. ¿Qué pasó exactamente?

Mei frunció el ceño, y Rosalie supo que no iba a darle una respuesta.

– No puedo decírtelo. – dijo la joven mecánica. – Jill me juró que guardaría el secreto.

– Bien, como sea. Iré a cenar algo.

– Hey, mientras vas de camino, ¿podrías dejar esto en los cuarteles de Jill? Es el resumen de reparaciones para cuando nos hayamos reabastecido en Arzenal.

– Sí, ¿por qué no?

Aceptando la carpeta, Rosalie fue a las duchas y se cambió de su uniforme de piloto antes de dirigirse al cuarto de la comandante. A diferencia de la mayor parte del resto de la tripulación, las del personal de comando tenían cada una su propia habitación privada. A Rosalie realmente le vendría bien una de esas. Luego de lo que Hilda le hizo, le vendría bien algo de tiempo a solas.

– Comandante... tengo algo para usted. – le llamó nerviosa.

No hubo respuesta, así que pegó la oreja contra la puerta. Podía escuchar una respiración agitada, así que alguien estaba adentro. Pero algo del ritmo de la respiración le dio un mal presentimiento. Rosalie cogió la manija de la puerta, pero dudó. Entrar sin permiso de la Comandante era como pelear contra un Clase Galeón sin un Para-mail. Era buscarse problemas.

Pero ¿y si algo andaba mal? Gruñendo de fastidio, Rosalie abrió la puerta tan quedamente como pudo y se asomó adentro. La Comandante estaba dormida en su cama. No era tan tarde, pero Rosalie supuso que todo lo que había pasado la dejó muy cansada. Y parecía que estaba teniendo una horrible pesadilla. Se agitaba y daba vueltas en su cama, y su cabello estaba empapado de sudor.

«¿Debería hacer algo?» se preguntó Rosalie. «Si la despierto tal vez se enfade.»

Quizás debería ir a buscar a Jasmine o a Maggie. Ellas no le tenían miedo al temperamento de la Comandante. Pero nada podría haberla preparado para lo que Jill dijo a continuación.

– Lo siento. Por favor perdóname... Maestro Embryo.

Esta historia continuará...

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