Capítulo 22: El Príncipe Caído
– ¿Mañana? – repitió Hilda. – ¿Al mediodía?
– Eso es correcto. – respondió Salamandinay. – Finalmente recibimos noticias de Lizardia ayer. Ya ha localizado dónde tienen prisionera a Aura, en la costa de la Dinastía Velda. En este momento, los diferentes clanes se están reuniendo para el asalto.
Era muy temprano por la mañana, antes del desayuno, y Salamandinay había venido a sus aposentos en el templo para invitar a Ange y Hilda a unírsele en las aguas termales. Colgando del borde de la cascada, el baño daba una vista panorámica del valle y la ciudad debajo de ellas.
– ¿Por qué nos dices esto? – se preguntó Ange. – ¿Es otro de tus planes para ganarte mi ayuda?
– Para nada. – dijo Sala. – Puedes hacer lo que te plazca. Puedes quedarte aquí, o regresar a tu mundo. Simplemente deseaba informarles a todos ustedes de la situación. Por supuesto, debo admitir que contigo y tus amigos de nuestro lado... nuestras oportunidades de victoria se verían incrementadas.
Ange no le respondió.
– Lo entiendo. Es mucho a considerar. No tienes que darme una respuesta ahora. Ahora, necesito pedirles un favor. Hilda, ¿podrías prestarme a Sir Rio por el día de hoy?
– ¿Prestártelo? – preguntó Hilda, cuya voz dejaba ver claramente su suspicacia.
– No tienes de qué preocuparte, no tengo ningún deseo de tomarlo para mí. – le aseguró Sala. – Hay algo que me gustaría darle. Algo que creo que encontrará de gran utilidad.
– ¿Qué cosa exactamente? – preguntó Ange, a lo que Sala se puso de pie para salir del baño termal.
– Antes de responder a eso, hay algo sobre Rio que creo que ustedes dos deberían saber.
...
Arriba de la espalda del Goleta, Rio seguía de cerca a Salamandinay mientras la tierra debajo abría paso al azul infinito del océano. Todavía no estaba seguro de qué estaba haciendo aquí. Él y Tusk acababan de terminar una sesión de entrenamiento ligero y se sentaron a desayunar, cuando Sala y las chicas entraron. Hilda le dijo que tenía que ir con Sala, pero no le explicó nada excepto que "tenía algo que mostrarle".
– ¿Falta mucho para que lleguemos? – le preguntó a través del auricular que le dio para comunicarse.
– Sólo unos pocos minutos más. – le aseguró Sala. – Ya envié un aviso de nuestra llegada. Y Gila está muy impaciente por conocerte.
Eso no sirvió exactamente para tranquilizarle la mente. Si esta tal Gila era similar a la Dra. Gecko, entonces cabía esperar cualquier cosa desde ser disecado hasta lo que hicieron pasar a Tusk. Además, había otras cosas que esperaba hacer hoy, siendo la primordial saber cuál era esa energía de ayer. No era la Luz de Mana. Aparte del hecho de que Embryo extrajo el mana de raíz, tampoco se sentía igual. La Luz de Mana fluía desde afuera, o más bien chupaba de Aura, como ahora lo sabía. Pero la energía que utilizó para salvar a Lamia no era de una fuente externa. Más bien, se sentía como si hubiera venido de su interior. Así que ¿de dónde habría venido?
– Y bien, dime algo. – dijo de repente Sala. – ¿Cómo obtuviste tu nombre?
– ¿Huh?
– Tu nombre. Rio... ¿qué significa? – le preguntó. Rio no estaba preparado para eso. ¿Cómo le explicaría de una forma en que pudiera entenderlo?
– Bueno, tradicionalmente es una palabra antigua que se refiere al agua que fluye por la tierra. Sin embargo, lo tomé de Rio Starr.
– ¿Rio...Starr? – repitió ella.
– Rio Starr era un personaje en un anime que solía ver cuando era niño. Era un mercenario que viajaba por el espacio sin rumbo. A veces un criminal, a veces un héroe. Vivía por su propio código en lugar de lo que la sociedad dijera que era lo correcto. Cuando me uní a la Network, no pude evitar trazar paralelos entre él y yo, así que pensé ¿por qué no?
Sala no le respondió.
– Ya sé que soy un friki. Me lo han dicho muchas veces.
– No entiendo, ¿qué es eso de "friki"?
– Ya sabes. – explicó Rio. – Un desadaptado, un nerd, un perdedor.
– ¿Por qué te haría eso un perdedor? – preguntó ella. – Claramente tú admirabas a este Rio Starr y los ideales que tenía. Y sin duda jugó un papel en ayudarte a romper el control que nuestro enemigo tenía sobre ti. Si es posible, me gustaría oír más de él, si deseas contarme. Ah, ya hemos llegado.
Mirando hacia arriba, Rio vio una isla que se hacía visible en el horizonte. Igual que la isla de Tusk, estaba dominada por una montaña de baja altura cubierta por una jungla, aunque esta era unas diez veces más grande. En el centro de la costa que estaba de cara a ellos, había una ensenada en forma de semicírculo casi perfecto que había sido cavada en la roca. Algo en dicha ensenada le pareció familiar, aunque no lograba ponerle el dedo encima. En cuanto sobrevolaron encima de ella, tanto Enryugo como su montura descendieron hacia los riscos rocosos que se alzaban sobre la parte trasera de la ensenada, donde se había construido un panel de aterrizaje sobre la piedra. Apenas habían desembarcado, una puerta cercana se abrió, y una mujer DRAGON salió a toda prisa para recibirlos. Tenía cabello largo y negro, y usaba gafas sobre unos ojos grandes y oscuros. Mientras iba corriendo, Rio tampoco pudo evitar notar su bastante prominente pecho, que rebotaba con cada paso que daba.
– ¡Lady Salamandinay! – exclamó con voz excitada. – ¡He esperado muy ansiosa su llegada!
– Hola, Gila. – la saludó Salamandinay. – ¿Está todo preparado?
– Por supuesto, justo ahora acabábamos de calibrar los sensores.
«¿Sensores?» se preguntó Rio. En ese momento, la mujer DRAGON con anteojos lo notó. Dio una vuelta alrededor de él, mirándolo de pies a cabeza con el mismo entusiasmo que Gecko lo había hecho con Tusk.
– ¿Este es él? ¡Qué fascinante! Nunca creí que llegaría a ver con mis propios ojos a un humano masculino en etapa madura. Cuéntame, ¿qué pruebas te han hecho? ¿Han tomado algunas muestras? ¿Lo han sondeado lo suficiente?
– Gila, por favor. – interrumpió Sala, viendo lo incómodo que se estaba poniendo Rio. – Ya has recibido toda la información relevante. Ahora vamos a enseñarle el hangar.
– Oh sí, por supuesto. – dijo ella. – Perdón, es que me sentí muy emocionada. Nunca creí que lo vería en acción. Por aquí, por favor.
Con Sala y Rio siguiéndola, Gila los llevó hacia la entrada, que resultó ser un elevador.
– ¿No crees que ya es hora de que me digas qué estamos haciendo aquí? – preguntó Rio, mientras el carro descendía hacia el subterráneo. – ¿Y qué es este lugar exactamente?
– Toda esta isla solía ser una instalación de investigaciones del gobierno del viejo mundo. – explicó Sala. – La mayoría de ella se perdió en un accidente, pero el ala de manufacturas sobrevivió. Aquí fue donde descubrimos la información que nos permitió hacer ingeniería reversa para crear a los Ryu-shin-ki. Gila ha estado a cargo de esta instalación desde que fue restaurada.
– ¿Así que aquí es donde construyeron sus máquinas? – En ese momento comenzó a conectar los puntos en su cabeza. – Pero, son iguales a los Ragna-mails. Eso significa que...
– Eso es correcto. – dijo Gila. – Hace cinco siglos, esta isla era el laboratorio de Embryo. Fue aquí donde manufacturó a los Ragna-mails antes de enviarlos a castigar al viejo mundo por sus pecados.
Rio miró alrededor del espacio de tres por tres metros, y no pudo creerlo. Así que fue aquí donde todo comenzó. Pensar que estaba parado en el mismo lugar donde una vez también estuvo su odiado enemigo.
– Entonces, ¿por qué estamos aquí? De hecho, ¿por qué estoy yo aquí? – preguntó. Sala lo miró y le sonrió.
– Ya ahora conoces la verdadera historia en relación a ambos mundos, el tuyo y el nuestro, ¿verdad? Entonces sabes que cuando destruyó el viejo mundo, Embryo y sus seguidores se llevaron a los Ragna-mails y emigraron al otro.
– Eso fue lo que me dijeron Kaname y Naga.
– Pero hay más en esa historia que no te contaron. Verás, cuando Embryo abandonó este mundo, dejó algo atrás. Algo que nos ha sido de gran utilidad a nosotros, pero ahora creo que simplemente lo estábamos cuidando hasta que su legítimo portador llegara por él.
Apenas Sala dijo estas palabras, el elevador llegó a su destino, y las puertas se abrieron dando acceso a un hangar. Arriba de ellos, una fila de luces se encendió haciendo una serie de ruidos secos, para revelar una enorme silueta que estaba oculta en las sombras, apoyada contra la pared trasera.
– Whoah... – murmuró Rio.
Frente a ellos estaba un Para-mail blanco con líneas azules, pero no se parecía a ningún otro que hubiese visto antes. Era al menos más alto por una cabeza que una unidad normal, su diseño también era más robusto y fornido. La cabina tenía forma de cuña ancha, muy diferente a la punta simplificada usual, mientras que los engranes neumáticos usados para simular movimientos musculares eran considerablemente más gruesos, dándole un perfil más masculino en contraste con los modelos delgados y de apariencia femenina con los que estaba familiarizado. Un par de motores con forma de punta de flecha sobresalían de su espalda, y un cuerno solitario se alzaba sobre su frente, similar a las máquinas de Naga y Kaname. Un par de puertos circulares se abrían en los hombros, mientras que en cada antebrazo había un dispositivo que parecía una barra de metal envuelta en una manga con forma de caja.
– ¿Ese es un Para-mail? ¿O es un Ragna-mail?
– Ninguno. – respondió Gila. – Esta unidad es el ancestro común de las tres máquinas. Embryo simplemente lo llamaba el Prototipo. Nosotros sin embargo le dimos el nombre de Susano'o, el Príncipe Caído.
– Susano'o... – repitió Rio observando a la antigua máquina, Rio tuvo que admitir que estaba impresionado. Su diseño más pesado se veía definitivamente menos avanzado que el de un verdadero Ragna-mail, pero incluso en su estado desactivado, podía sentir un inmenso poder irradiando de él. – ¿Por qué los Fásers de Discordia están expuestos así?
– No lo están. – replicó Sala. – Parte de la tecnología estaba más allá de nuestras capacidades para duplicarla, así que transferimos los Fásers de Discordia del Susano'o al Enryugo.
– Al final resultó ser una bendición. – añadió Gila. – Con los fásers removidos, pude instalarle puertos de recarga para el arma principal.
– ¿Entonces por qué no lo usaron en su ataque? ¿No funciona?
– Sí funciona. – dijo Gila. – Pero Susano'o tiene requerimientos muy específicos para su piloto.
– ¿Como cuáles?
– Durante los días del antiguo mundo, los gobiernos competían en la creación de armas nuevas y más destructivas, incluyendo la alteración de sus propios soldados. – explicó Sala.
– ¿Alteración?
– Alteración genética, implantes cibernéticos, condicionamiento mental, todo en busca de crear al soldado perfecto. Tras el gran cataclismo, Aura fue capaz de utilizar ese mismo conocimiento para cambiar a los sobrevivientes a las formas que tenemos hoy en día. También le sirvió de base a Embryo para crear una raza de humanos que fueran capaces de absorber y manipular la Luz de Mana.
– De los registros que pudimos recuperar, Embryo obtuvo los fondos para su proyecto Ragna-mail diciendo que el Susano'o estaba destinado a ser el arma de estos soldados. – interrumpió Gila. – Se conectarían con él usando su propia energía interna usando un transmisor especialmente construido para ese propósito.
– ¿Algo como los anillos de los Ragna-mails? – preguntó Rio.
– O nuestras diademas. – dijo Sala, separando su flequillo para revelar la joya que colgaba de su frente. – Como probablemente habrás notado, mis aliadas y yo no requerimos los trajes de piloto que los tuyos llevan para controlar sus máquinas. Al enfocar la Luz de Aura a través de ellos, podemos conectarnos directamente con el sistema operativo de los Ryu-shinn-ki. Igual que lo harías tú, si llevaras uno.
Rio bajó la mirada, y flexionó su mano. Todavía sentía el subidón de energía junto con el repentino bajón de peso en la moto de Iaria.
– Entonces, ustedes ya saben sobre eso. ¿Qué es este poder exactamente? ¿Y por qué lo tengo?
– Mientras la Dra. Gecko examinaba tu brazo, le pedí que hiciera algunas pruebas adicionales. Me disculpo por el engaño, pero tenía que probar una teoría. ¿Recuerdas cuando peleaste contra Lizardia en Misurugi?
– Vagamente. Recuerdo que casi se me había agotado casi todo el Mana cuando ella me atacó y luego... – Rio hizo una pausa al recordar lo que pasó a continuación. – Hubo un destello dorado cuando su energía chocó contra mi Mana... y ella salió despedida hacia atrás.
– Ese destello era la Luz de Aura. – continuó Sala. – Realmente fue impactante escuchar que un humano falso poseyera la misma energía que nosotros. Mi teoría es que Aura alteró tu estructura genética. No al mismo extremo que las nuestras, pero sí lo suficiente para que pudieras convertir tu propia energía interna en Luz de Aura. Pero mientras siguieras poseyendo la Luz de Mana, esta permanecería dormida dentro de ti. Ya no eres un humano falso, pero tampoco naciste como un hijo de Aura. Más bien, eres un hijo adoptivo.
Rio frunció el ceño, mientras pensaba en lo que acababan de decirle. El hecho de que Aura hubiese alterado su cuerpo sin su consentimiento no le caía exactamente bien, pero ciertamente explicaba muchas cosas. Como por ejemplo el haber sanado inmediatamente luego de su pelea contra la máquina de Kaname. Igual que cuando rescató a Ange, había agotado sus reservas de Mana, por lo que la Luz de Aura probablemente se había filtrado.
– ¿Pero por qué yo? – preguntó.
– Probablemente no hayas sido sólo tú. – respondió Gila. – Si tú y tus aliados realmente han rechazado el control de Embryo, entonces es posible que Aura haya utilizado el poco poder que tiene para alterar las estructuras genéticas a todos. Probablemente esperaba que, de alguna manera, uno de ustedes se pusiera en contacto con nosotros y nos ayudara a guiarnos a ella.
– Supongo que eso tiene sentido. Pero si todos ustedes tienen la Luz de Aura, ¿por qué no pueden utilizar esta cosa?
– Porque igual que con los Ragna-mails, Embryo colocó un seguro en el Susano'o. – explicó Sala. – No tan avanzado como el de ellos, pero sigue evitando que podamos utilizarlo. Para hacerlo funcionar, se requiere un genotipo exactamente igual al de su primer piloto de pruebas. En otras palabras... se requiere de un hombre.
Rio se giró de vuelta hacia Susano'o, y todas las piezas finalmente se juntaron.
– Es decir que... ¿me lo están dando a mí?
– Tú cumples con todos los requerimientos para pilotearlo. – dijo Sala. – Y si no lo hiciéramos, simplemente se quedaría aquí acumulando polvo, cuando podría servir para ayudar a vencer a nuestro enemigo.
Rio de pronto sintió muy seca la boca.
– Yo... no sé si realmente pueda aceptar esto. – les dijo. – Quiero decir... incluso si están en lo correcto... yo sólo soy un agente. Algo como esto deberían dárselo a alguien como Tusk.
Sala sonrió y le puso una mano sobre el hombro.
– Tú deseas proteger a Hilda, ¿o no? Con esto, podrás apoyarla en el campo de batalla. Y Tusk desafortunadamente no lleva en su interior la Luz de Aura. Creo que viniste aquí por una razón, y esta máquina es parte de ella. Si Aura cree en ti, entonces es toda la confirmación que necesito.
Sala le hizo un gesto a Gila, y la científica sacó algo de su bata de laboratorio, una caja del tamaño de un estuche para una lupa. La abrió, y adentro estaba un brazalete, cuya pieza central tenía una gema de unos dos centímetros y medio de largo. Rio intercambió miradas entre las dos mujeres DRAGON y el Susano'o antes de coger el brazalete para ponérselo en la muñeca.
– Es un poco grande. – dijo.
– Bueno, es un modelo muy antiguo. – le recordó Gila.
...
De pie afuera de la puerta de la casa de Vivian, Hilda respiró profundamente antes de tocar, con una bolsa del mercado en su mano libre. Seguía sin estar acostumbrada a hacer cosas como esta, pero si no lo hacía simplemente seguiría pesándole en la conciencia.
«Las cosas eran mucho más simples antes de conocer a Rio,» pensó mientras se abría la puerta.
– Oh, Hilda. – dijo Lamia una vez que vio quien llamaba. Tenía vendajes enrollados alrededor de su pierna derecha, luego de recibir tratamiento por una fractura en la pantorrilla y un tobillo torcido, forzándola a caminar con ayuda de un bastón. – Mii no se encuentra ahora. La envié a hacer algunos encargos.
– Está bien, en realidad vine a verla a usted. – Lamia ladeó su cabeza con curiosidad, mientras Hilda se preparaba. – Quería disculparme por lo que pasó ayer. Fui muy grosera y le falté al respeto después que usted nos recibió a mí y a Rio, así que...
– Está bien. Rio ya me lo explicó, así que lo entiendo. – interrumpió Lamia. Hilda frunció el ceño, ya que seguía sin sentirse cómoda con que revelaran su pasado a otros, y esperaba que Rio al menos hubiese sido discreto. – ¿Por qué no pasas y tomamos algo de té?
– No se preocupe. – le aseguró Hilda. – No quiero molestarla.
– Oh, no será ningún problema. De todos modos, necesito un descanso ahora.
Preguntándose a qué se refería, Hilda entró y vio que, aunque la singularidad se detuvo antes de llegar al hogar de Vivian, el apartamento no había escapado ileso. Los temblores habían tirado las fotos de las paredes, y los jarrones de sus estantes. En una esquina de la habitación, una papelera estaba repleta hasta el tope con trozos de vidrio y cerámica.
– ¡¿Quiere decir que ha estado caminando con esa pierna todo el día?! – chilló Hilda.
– Está bien. – dijo Lamia mientras cojeaba hacia la cocina. – Mii me ayudó a limpiar la mayor parte antes de irse, y puedo...
Antes que la mujer pudiese agarrar la tetera, Hilda había cruzado la habitación para agarrarla de la cintura.
– Yo prepararé el té. – le dijo. – Usted siéntese y descanse esa pierna.
Lamia empezó a protestar, pero otra mirada de Hilda le dijo que era inútil seguir discutiendo. Mientras la tetera comenzaba a hervir, Hilda se puso a limpiar lo que quedaba de los escombros. Desde el sofá donde descansaba, Lamia la observaba con atención y sonreía.
– Realmente eres muy dulce. Algún día serás una buena esposa para alguien. – le dijo. Hilda casi saltó fuera de su propia piel.
– Qué... ¿qué está diciendo? – tartamudeó. – ¡No haga esa clase de bromas!
– Lo digo en serio. Por lo que Mii me ha contado, ya tu corazón tiene en la mira a alguien.
«¡Maldición, Vivian!» Hilda estaba echando vapor.
– Perdóname. – se rio Lamia. – No debería decir esas cosas. Especialmente cuando estás sacrificando tu propio tiempo para ayudarme. Si no te importa que te pregunte, ¿qué hay en tu bolsa?
– ¿Huh? Oh, sólo algunos ingredientes que recogí en el mercado. Sala tuvo la amabilidad de dejarme ponerlos a su cuenta. Quería hacer algo para disculparme con Rio por como actué ayer.
– Ya veo. Bueno, si gustas eres bienvenida de utilizar mi cocina. Es lo menos que puedo hacer después de todo lo que hiciste ayer. Y no te preocupes, Mii no volverá en un rato, así que no arruinarás la sorpresa.
Hilda miró por la ventana, y vio que ya era media tarde. Ya se había quedado más de lo que había planeado, y por lo que sabía Rio ya habría vuelto de su viaje con Sala.
– Supongo que puedo hacer eso. – Regresando a la cocina, Hilda extrajo los contenidos de su bolsa y los dejó sobre la mesa. Buscando rápidamente entre los gabinetes encontró algunos objetos lo bastante cercanos a lo que necesitaba y se puso a trabajar. En un enorme tazón vertió la harina, azúcar y sal, seguida de unas cuantas rebanadas de mantequilla, que Hilda empezó a agregar a la mezcla una pieza a la vez. Gradualmente fue agregando agua fría hasta que la mezcla adquirió una textura suave pero flexible. Dividiéndola en dos secciones, Hilda esparció algo de la harina que sobró encima de una tabla de bambú, y espolvoreó ambas masas antes de usar el rodillo y aplanarlas en un par de discos. Estaba tan enfocada en su pequeño proyecto culinario, que no se dio cuenta de que Lamia estaba parada detrás de ella hasta que le habló.
– Qué interesante. No creo conocer esta receta.
– Es algo que mi madre solía hacer. – respondió Hilda, un poco sorprendida al darse cuenta que ya no le dolía tanto pensar en su mamá como antes.
– Ya veo. Si no te importa que te pregunte, ¿cómo murió? – preguntó Lamia. Hilda se volteó a verla con una mirada perpleja. – Rio me contó que la habías perdido recientemente, y durante la perturbación, dijiste que alguien llamado Embryo te la arrebató.
Así que eso fue lo que Rio le había dicho. – Probablemente habría sido mejor que hubiese muerto. – murmuró.
Cuando quedó claro que Lamia no entendió, Hilda se apoyó contra la mesa y le contó todo. Cómo las Normas eran segregadas de los humanos en el mundo, cómo escapó de Arzenal, y cómo su mamá la había reemplazado.
– Lo último que me dijo fue que deseaba nunca haberme dado a luz. – Al levantar la mirada, Hilda vio que Lamia se había cubierto la boca de horror. – Está bien. Eso me abrió los ojos a la verdad y...
Antes que pudiera terminar, Lamia había cerrado la distancia y la atrapó en un abrazo.
– Hey, ¿qué está...?
– Pobre de ti. – susurró Lamia. – Nadie merece que le digan eso, especialmente de boca de su propia madre. – Soltándola, Lamia le colocó la mano a Hilda en su mejilla. – Escúchame bien. Tú ayudaste a cuidar de Mii cuando estaba perdida, y arriesgaste tu vida para salvar la mía. En lo que a mí concierne, tú eres parte de mi familia y siempre serás bienvenida aquí.
Hilda se quedó sin habla. Aquí estaba una persona que apenas días atrás había sido su enemiga, ¿y ahora la estaba abrazando como si fuera una de los suyos? La visión de Hilda se tornó borrosa, y se avergonzó al darse cuenta que estaba al borde de las lágrimas.
– Lo siento. – se disculpó Lamia. – Probablemente crucé una línea.
– Está bien. – le aseguró Hilda, limpiándose los ojos. – Yo... aprecio el gesto. En serio que sí.
Lamia asintió, y miró las dos piezas de masa encima de la mesa. – Ahora, ¿cuál es el siguiente paso?
– Hay que dejarlos enfriar más o menos una hora. Luego hacemos el relleno.
– Ya veo. Bueno, en ese caso, ¿por qué no usamos el tiempo para prepararnos? Para agradecerles a ti y a tus amigos, mis vecinos están haciendo una pequeña fiesta esta noche. Y creo que tengo un vestido viejo que se te verá bien.
...
Sentado sobre la cabina de Susano'o, Rio iba sobre el elevador mientras los llevaba a él y a la máquina antigua desde la bahía de almacenamiento al hangar de despegue. Sala había tomado el elevador del personal adelante de él, para preparar a Enryugo en caso de que algo saliera mal. Se sentía un poco raro no llevar un traje de piloto mientras manejaba un Para-mail. Pero si Gila y Sala tenían razón, entonces el brazalete sería todo lo que necesitaba. Sin embargo, sí le dieron un casco para proteger su cara del viento. Echando una mirada a su muñeca, Rio observó cómo la joya reflejaba las luces del pasaje.
«No soy humano,» pensó. «Pero tampoco soy una Norma o un DRAGON. Entonces, ¿qué es lo que soy?»
Como si le respondiera, el sombrero que Hilda encontró para ella se sacudió sobre su regazo.
«Es cierto. Soy el Caballero de Hilda.» Esa parte no había cambiado. Tal vez fuera el destino, o tal vez tuvo la buena suerte de llegar aquí primero. Como fuera, tenía un trabajo que hacer y gente esperándole. «Cuando regrese, lo primero que haré será encontrar a quienes queden, y les contaré todo lo que he aprendido.»
Justo entonces, el elevador se detuvo con un golpe metálico, y Rio se quedó mirando hacia un túnel.
– ¿Sr. Rio? – sonó la voz de Gila por la radio. – ¿Está todo bien?
– Poder en línea. – le respondió. – Todos los sistemas están funcionando.
– Excelente. Abriré las puertas de la bahía ahora. Puedes despegar cuando estés listo.
Una grieta apareció al final del túnel, y este se llenó con la luz cegadora del día. Una vez que sus ojos se ajustaron, Rio se pasó el cordón de su sombrero por encima del casco para que colgara detrás de su cabeza, antes de respirar profundamente y activar los motores de aterrizaje para levantar a Susano'o de la plataforma.
– Equipo de seguridad liberado. Rio en Susano'o... despegando ahora. – Rio movió el acelerador, y casi salió despedido de su asiento, ya que los motores hicieron volar con fuerza al prototipo de los Ragna-mails fuera del túnel, y atravesando el mar.
«¡Santa mierda, esta cosa de verdad se mueve!»
– ¡Sir Rio! – llamó Sala por la radio. – Suelta un poco el acelerador antes de que te desmayes.
Con sus pulmones luchando por respirar, Rio redujo la velocidad y se relajó cuando las fuerzas G disminuyeron. Una vez que recuperó el control, Rio giró hacia babor y se dirigió de vuelta hacia la isla. Su radar detectó algo moviéndose a sus 9 en punto, y Rio miró para ver a Enryugo volando a su lado.
– ¿Sir Rio?
– ¡Estoy bien! – jadeó. – Para ser una máquina de más de quinientos años, esta cosa responde muy bien.
– Tenemos que agradecérselo a Gila. Ella ha trabajado sin descanso para mejorar y mantener los sistemas de Susano'o. Ahora, probemos algo de vuelo básico. Sígueme y has exactamente lo mismo que yo.
Con un destello de fuego en el motor, Enryugo salió disparado y Rio la siguió.
– Vamos a circundar la isla primero. Intenta mantener la altitud.
«Pan comido,» pensó. Manteniendo el altímetro en su visión periférica, Rio giró hacia estribor y siguió el rastro que dejaba Sala, mientras sobrevolaban el antiguo laboratorio de Embryo.
– Muy bien. Ahora, probemos con un descenso vertical. Incrementa la potencia, pero ten cuidado con la velocidad. Si aceleras demasiado, no tendrás tiempo antes de estrellarte. Si vas demasiado lento, no tendrás suficiente fuerza para volver a elevarte.
Enryugo se lanzó en picada de narices y se zambulló hacia el mar. Rio hizo lo mismo y Susano'o se lanzó en picada tras de ella.
«Cuida tu descenso,» se dijo a sí mismo. «Si el ángulo es demasiado alto o bajo, perderás el control.»
Ahora, el mar se había acercado tanto que podía ver las rayas blancas sobre las olas.
– ¡Elévate! – ordenó Sala, y el escape de Enryugo abrió una trinchera en el agua mientras parecía deslizarse sobre la superficie. Antes que las aguas volvieran a su lugar, Susano'o también voló a lo largo, abriendo una brecha aún más amplia antes de volver a subir hacia el cielo. – Excelente. Parece ser que has logrado adaptarte bien a los controles de Susano'o. – lo felicitó Sala.
– El repaso anual en vuelo y combate de Para-mails es requerimiento para todos los agentes de la Network. – explicó Rio. – En caso de que se declare alguna ofensiva mayor.
– En ese caso, ¿qué tal si probamos algo más avanzado? Gila, iniciemos una simulación de combate.
– Como desee, Lady Salamandinay. – Desde la cima de la montaña, tres tubos emergieron desde el pico, antes de descargar enjambres de objetos familiares en el cielo.
– Creo que Embryo se refirió a estas máquinas como "pyrethroides". – dijo Sala. – Han sido equipados con lásers de objetivo. No te harán daño, pero la computadora de Susano'o los registrará como golpes. Probemos primero con el Buster Rifle.
– Entendido.
Bajo la cabina del Susano'o, Gila había instalado un rifle que se parecía más a una versión compacta del arma principal del Ryu-shinn-ki. Era un arma de rayos de partículas comprimidas, o más conocido como Buster Rifle. Por lo que Gila le había contado en la reunión después del vuelo, en lugar de un generador de energía, el arma era impulsada por una serie de celdas de poder en un cilindro rotatorio justo al frente del gatillo. Cada carga producía un impacto cinco veces más fuerte que el disparo de un rifle de rayos de calibre similar. El arma había sido considerada impráctica durante las pruebas iniciales, y había sido reemplazada con el rifle estándar de rayos para los Ragna-mails. Seleccionando un objetivo, Rio tiró del gatillo y un rayo de energía carmesí salió del arma, incinerando el dron con forma de disco en una nube de llamas.
«Muy bien,» pensó, mientras la cámara rotaba para insertar una carga nueva. «Vamos a ponernos cercanos y personales.»
Jalando las palancas de control, Rio las movió hasta una posición vertical, y el Susano'o comenzó a cerrarse alrededor de él, extendiendo el torso mientras las piernas bajaban y los hombros se plegaban a su alrededor. Ahora en Modo Destructor, Rio desenganchó el Buster Rifle sujetándolo en la mano derecha, mientras los pyrethroides comenzaban a aglomerarse a su alrededor. Comenzó a disparar una y otra vez, pero los drones evadían sus disparos como si se anticiparan a ellos. Y luego, tras un quinto intento, una luz roja comenzó a destellar en su consola, seguida de múltiples impactos siendo registrados en el Susano'o.
– Rio, sal de allí. – le advirtió Sala. – Te están sobrepasando.
«Dime algo que no sepa,» pensó mientras hacía una mueca. Los motores rugieron y el Susano'o se libró del enjambre, y los pyrethroides se lanzaron a perseguirlo. – ¿Alguien quiere decirme qué salió mal?
– Por desgracia, el Buster Rifle no fue diseñado para combate a corta distancia. – le informó Gila. – Y cuando es desacoplado de los seguros, sólo tiene una carga de cinco disparos. Por eso fue que instalé los puertos de recarga en los hombros. Engánchalo a cualquiera de ellos y utiliza los cañones escudos como defensa.
– ¡Entendido!
Girando de vuelta hacia la horda, Rio colocó el Buster Rifle en el hombro izquierdo. Una pantalla confirmó el contacto con el puerto de recarga, y un contador empezó a sonar. Entretanto, Rio levantó el brazo izquierdo del Susano'o's sobre el cual estaba montado un escudo. Dicho escudo tenía la forma de un pentágono alargado, diseñado para encajar en el dispositivo instalado en el antebrazo, mientras que por el lado inferior había dos cañones de rayos similares a los disparadores en los brazos de los Ryu-shinn-ki. En cuanto el enjambre se acercó, Rio abrió fuego, y un salvo de disparos de plasma rojo llovieron sobre los drones.
– Así se hace. – dijo Gila. – Los barriles dobles tienen capacidad de fuego totalmente automático. Úsalos para derribar a los enemigos a corta distancia. Luego, una vez que el Buster Rifle se haya recargado por completo, usa los cañones escudos para obligar a los enemigos a cerrar su formación antes de acabarlos.
No bien había terminado de hablar cuando el contador señaló que la carga estaba completa. Haciendo lo que ella le dijo, Rio viró alrededor de una sección del enjambre, usando su escudo para abrirse paso entre ellos y obligando a los pyrethroides a cerrarse antes de levantar el buster rifle y destruirlos a todos de un solo disparo.
– Lo estás haciendo grandioso. – lo halagó Gila. – Ahora veamos cómo te manejas en combate cuerpo a cuerpo. Engancha el buster rifle al seguro detrás de la cintura y activa los sables de pulso.
Rio obedeció, y una vez que ambas manos quedaron libres, una vara se extendió desde cada una de las mangas en sus brazos, antes de extender una hoja de energía roja ardiente. Ajustando el escudo para bloquear las miras de los lásers, Rio se lanzó hacia el enjambre, usando los sables para acuchillar a través de los drones como un cuchillo caliente cortando la mantequilla. Un grupo trató de rodear a Rio por todos lados al mismo tiempo, pero en lugar de intentar evitarlos, se lanzó para enfrentarlos directamente, enviando a Susano'o en un giro que hizo trizas a sus agresores como una turbina giratoria.
– Todos los objetivos han sido destruidos. – anunció Gila. – Por favor regresa para hacer un último diagnóstico antes de enviarte de vuelta.
Tomando un profundo respiro, Rio colocó a Susano'o en modo de flotación y se echó atrás para relajarse.
– Y bien, Sala, ¿qué tal lo hice? – le preguntó.
– Bueno, eres un poco imprudente, pero aprendes rápido. – admitió la princesa DRAGON. – Creo que Susano'o estará en buenas manos para ti.
Cambiando su máquina de vuelta a modo vuelo, Rio se conectó con la baliza de aterrizaje y dirigió a Susano'o de vuelta a la isla.
– Susano'o. – dijo en voz alta. – A partir de hoy, tú y yo somos compañeros.
...
Ange había esperado hablar un poco más con Sala, pero a medida que la luz del día daba paso al resplandor tenue del atardecer, seguía sin volver de lo que estuviera haciendo con Rio. En el patio del templo, se encontró con Tusk jugueteando con su skyhook, y le contó todo lo que Sala había averiguado sobre Aura.
– Sabes, tal vez aliarnos con los DRAGONS no sea una mala idea. – musitó. – Piénsalo, si podemos rescatar a Aura, será un golpe muy serio para Embryo. Los humanos a los que creó perderán la Luz de Mana y las Normas serán libres.
– No lo sé. – suspiró Ange. – No me fío de ello.
– Creí que tú y Sala habían llegado a un acuerdo. – le recordó Tusk.
– Estoy hablando de todo en general. Lo de los DRAGONS atacando nuestro mundo resultó ser una mentira. Igual que lo era lo de sacrificar a las Normas por el bien de la paz del mundo. Estoy harta de todas las mentiras. Incluso si nos uniéramos a los DRAGONS ¿qué tal si eso también resulta ser la decisión equivocada? – Pateó una piedrita que estaba cerca de su pie, y se rio sardónicamente. – Además, ¿una princesa imperial desterrada liderando un asalto en el mundo que la rechazó? Eso suena como la trama para una mala serie dramática. Ya no sé qué es lo correcto.
– Mi papá solía tener un dicho. Nadie sabe realmente lo que está bien o mal. Todo lo que podemos hacer es esperar lo mejor. – dijo Tusk. Ange se giró hacia él mientras lo veía meter su caja de herramientas en el compartimiento de carga de su Skyhook. – Así que, haz lo que creas que es lo mejor, y confía en tus instintos. Yo te apoyaré sin importar lo que decidas.
Ange se quedó mirando a Tusk, y no podía creer que realmente estuviera hablando en serio.
– Oh, vamos. – le dijo. – ¿Qué clase de lógica tonta es esa?
– Bueno...
– Aunque no me molesta. – le sonrió. – Me gusta que seas tan despreocupado.
Tusk juntó sus talones e hizo una reverencia. – Tu caballero es indigno de tales...
Pero antes de poder terminar, el rugido de un motor resonó sobre ellos, y una sombra oscura de repente se alzó encima de donde estaban.
– ¡Cuidado! – gritó Tusk, empujando a Ange hacia el suelo, mientras un enorme Para-mail blanco venía acercándose, y el calor de sus motores les rozó la piel en cuanto pasó volando.
«¡¿Qué demonios fue eso?!» se preguntó.
– ¡Hey Ange! – la llamó una voz familiar. Desde la escalera que llevaba al templo desde la aldea, Vivian llegó saltando al patio. – ¡Te he estado buscando por todos lados! Mi mamá quiere... ¡oh cielos!
En cuanto Ange vio a su alrededor, miró hacia abajo y, para su desconcierto, vio que Tusk otra vez había metido la cara entre sus piernas. Lo peor de todo, de alguna manera enredó su cabeza dentro de su tanga.
– ¡Otra vez! – gritó. – ¡A la próxima te voy a castrar!
Y el grito de Tusk llegó hasta abajo, al río que corría por el fondo del barranco. Entretanto, la extraña máquina blanca flotó sobre el patio antes de tocar tierra, y su piloto se puso de pie para quitarse el casco.
– ¡Hey chicos, miren mi nuevo juguete! – dijo Rio. – Esperen... ¿a dónde se fue Tusk? ¿No estaba por aquí justo ahora?
...
Al caer de la noche, una esquina en la aldea de los DRAGONS estaba particularmente viva. Mujeres y niños estaban reunidos alrededor de enormes asadores donde había grandes trozos de carne, vegetales y demás hirviendo y cocinándose. A pesar del daño que recibió la aldea, el número total de víctimas fatales fue de sólo unas cuantas docenas, y aunque lloraban a los que se perdieron, se sentían agradecidos con los visitantes del otro mundo que arriesgaron sus vidas para salvarlos. Por lo tanto, habían organizado esta celebración para honrarlos.
Uno de dichos salvadores, sin embargo, permanecía separado de las festividades. Con sus brazos y torso envueltos en vendajes debido a su caída, Tusk no podía exactamente cocinar, así que se sentó a observar desde una escalera. A través de la multitud, el segundo de los dos únicos hombres de la fiesta se abrió paso a la fuerza entre la multitud de chicas que querían invitarlo a comer con ellas.
– ¿Muy duro? – preguntó Tusk cuando Rio finalmente llegó con él.
– Podría decirse. – dijo Rio antes de desplomarse junto a él. En las manos llevaba un plato y un vaso con una pajilla. – ¿Tienes hambre?
– Sí, gracias. – Tusk le echó un mordisco a la carne que Rio le ofreció, y aunque estaba un poco demasiado sazonada para su gusto, no planeaba rechazar la hospitalidad de Rio. – Realmente aprecio que hagas esto. – agregó mientras tomaba un sorbo del vaso en la otra mano de Rio.
– Es lo menos que puedo hacer, después de todo fue mi culpa que salieras lastimado. Aunque todavía sigo sin entender cómo metiste la cabeza entre la tanga de Ange.
Antes que Tusk pudiera responderle, más compañía se hizo presente en la forma de un cuarteto de chicas DRAGON.
– ¡Qué lindo! – chilló una de ellas. – ¡Se están alimentando entre ellos!
«Oh cielos,» pensó Tusk. «Lo que menos necesitaba en este momento.»
– ¡Déjame hacerlo a mí! – dijo una chica con túnica y taparrabos rojo. Cogiendo un trozo de carne de su propio plato, se lo extendió a Tusk. – ¡Di ah!
Bueno, Tusk no quería ser grosero, así que abrió la boca y aceptó la oferta.
– ¡Se lo comió todo!
– ¿Todos los hombres en su mundo son tan guapos como ustedes dos? – preguntó otra.
– Bueno, uh... – Tusk se rio nervioso. – No lo creo.
– ¿Te estás divirtiendo? – preguntó alguien. El grupo miró atrás, y a quién iban a ver sino a Ange. Para la fiesta, se había puesto una túnica y falda azules que le prestó la madre de Vivian. Tenía una mirada muy enojada en su rostro y levantó su brocheta para morder violentamente el hongo que estaba en la punta, rompiéndolo por la mitad.
– ¡Oh Dios! – Tanto él como Rio dieron un respingo mientras las chicas DRAGON salían corriendo instantáneamente de terror. Ange se aclaró la garganta mientras miraba a Rio, que rápidamente se apartó de su camino, y ella se sentó donde antes estaba para extenderle la brocheta.
– Vamos, di ah. – le dijo a Tusk. – ¿Qué pasa, no quieres?
– No es eso. Es sólo que...
– Bueno, estás muy lastimado y... y... me pasé de mano.
Tusk no pudo evitar sonreír al ver su expresión apenada.
– No te preocupes. Soy el Caballero de Ange, así que algo como esto no es nada. – Se le acercó, y le echó un gran mordisco a la brocheta. – Hmm, contigo sirviéndomelo hace que sepa mejor.
Ange se quedó mirándolo, pero finalmente le sonrió también.
– Eres muy raro. – le dijo. Y como si supiera que su presencia no era necesaria, Rio dejó a los dos a solas, mientras Ange y Tusk continuaban las festividades.
– Me gusta este lugar. – dijo Tusk. Ange simplemente sonrió de lado.
– Tú y Rio se han hecho bastante populares.
– ¿Huh? No quise...
– Está bien, sé lo que quieres decir. – Ange se rio. – No pueden usar el Mana para evitar que ocurran cosas malas. Pero se ven felices.
Ange se tensó, y Tusk vio que su rostro parecía haber tomado una expresión de realización.
– ¿Qué te pasa?
– Eso es. Fue igual que en la base. – Frotándose la barbilla, Ange se levantó de su asiento. – Tengo que volver. Momoka está esperándome. No puedo dejarla esperar más tiempo.
– Supongo que no puedes. – asintió Tusk.
– Ya veo. – dijo una voz familiar detrás de ellos. – Entonces ¿estás segura de que eso es lo que deseas?
...
«Bueno, tres son multitud,» pensó Rio mientras dejaba a Ange y Tusk por su lado.
Subiendo al siguiente nivel, Rio terminó de bajarse lo que quedaba de su trago y miró a la multitud. Dentro de su rango de visión, las ruinas de lo que antes había sido casi un cuarto de la ciudad quedaron vacías y destruidas. Aunque las bajas fatales podrían haber sido peores, todavía sentía que no debía haber sucedido.
«Cuando volvamos, me aseguraré de que Embryo responda por todo lo que ha hecho,» se juró. Hablando de los otros, había una persona que Rio todavía no encontraba.
– Allí estás. – dijo una voz familiar. Rio se giró, y vio nada más y nada menos que a Lamia.
– Oh hey. ¿Sabe en dónde está Hilda? No la he visto desde esta mañana.
– Qué gracioso que preguntes. – Señalando hacia un pasaje, Lamia le indicó a alguien que saliera. – Ahora, no lo hagas esperar más.
La persona gruñó antes de salir a la vista, y Rio no pudo evitar quedársele viendo. Igual que Ange, Hilda se había cambiado, poniéndose la misma ropa en el estilo de los DRAGONs, excepto que la suya era rosa. Pero lo que realmente le impactó fue su cabello. En lugar de sus usuales coletas gemelas, se había amarrado el pelo en un moño salvo por dos tiras que le colgaban por los lados de la cara. Y en sus manos llevaba algo envuelto en una tela.
– ¿Y bien? – preguntó Lamia, dándole un empujoncito a Hilda. – ¿No crees que se ve hermosa?
– Sí, por supuesto.
– ¿Ya lo ves? – sonrió Lamia. – Te dije que le iba a gustar. Ahora, diviértanse mucho, ustedes dos.
Los dejó a ambos a solas, aunque Rio se encontró inseguro de qué decir.
«Vamos, dile algo, idiota,» se dijo a sí mismo. – La mamá de Vivian realmente se parece mucho a ella, ¿no?
Qué profesional.
– Bueno... – Hilda empezó a juguetear con los dedos. – ¿Realmente lo decías en serio?
– ¿Huh? Oh, sí, claro que sí. Especialmente lo que hiciste con tu cabello. Se te ve muy bien así.
Hilda se sonrojó, y se tocó el moño con la mano. – ¿En serio lo crees?
– Claro. Pero ¿qué hay en esa bolsa?
Colocando el pequeño paquete en el borde del balcón, Hilda desenvolvió la tela, revelando un pequeño pie de manzana, a juzgar por el olor.
– Quise hacer algo para compensar mi forma de actuar de ayer. Lamia tuvo la amabilidad de dejarme utilizar su cocina. Sé que no es hora del desayuno, pero...
– Hey, no me quejo. – dijo él. Hilda sonrió, y usando un cuchillo para pasteles que había envuelto junto con el pie, cortó una rebanada para él. Rio le echó una mordida, y su boca explotó en un subidón de dulzura mantequillosa y picante.
– ¿Y bien? – preguntó ella. – ¿Qué tal está?
– Increíble. – respondió él. – Creo que este es el mejor pie que he probado.
– No tienes por qué ser tan educado.
– Lo digo en serio. Aunque probablemente sería mejor si tuviera a alguien con quien compartirlo. – le dijo. Hilda tarareó pensativa antes de coger el cuchillo y cortar otra rebanada para sí misma. Él se quedó mirándola mientras comía. – Bueno, mírate nada más. Creí que no te gustaban las manzanas.
– Bueno... tal algunas manzanas no son tan malas. – admitió Hilda. – Y tal vez haya algunas que... me gustan.
– ¿Oh sí? ¿Alguna en particular? – preguntó él. Hilda se acercó más, y se quedó mirándole sus hermosos ojos violetas. Rio sintió que el corazón le saltaba a la garganta cuando Hilda alargó la mano para limpiarle un trozo de pastel en la comisura de los labios y se lo comió.
– Tal vez... – susurró ella. De nuevo, Rio sintió como si una fuerza invisible lo estuviese atrayendo a ella, cuando notó de repente que Hilda miraba algo detrás de él.
– ¿Qué pasa? – preguntó él.
– Algo está pasando. – señaló ella. Rio siguió la línea de visión de Hilda, y vio a Sala y a sus dos subordinadas hablando con Ange y Tusk. Por lo visto el tiempo nunca se ponía de su lado.
– Vamos, veamos qué sucede. – le dijo. Juntos, él y Hilda bajaron por las escaleras, justo cuando Naga dio un paso al frente con una mano en su espada.
– No lo voy a permitir. – dijo la chica DRAGON de cabello oscuro. – Ellos saben demasiado sobre nosotros y cómo operamos.
– ¿Qué pasa aquí? – dijo Rio, mientras Tusk se giraba para encararlos.
– Chicos, vamos a volver a nuestro mundo.
– ¿En serio? – preguntó Hilda.
– Si ella regresa, nos estaremos poniendo en riesgo. – continuó Naga.
– Tal vez. – señaló Kaname. – Pero le debemos a Ange por haber salvado a nuestra ciudad, ¿no?
– Eso no cambia el hecho de que su especie no nos ha mostrado otra cosa que animosidad. – contraatacó Naga. – Ella y los otros deben ser contenidos.
– No te preocupes. – dijo Ange. – Ya no voy a pelear más con ustedes.
– ¿Lo ven? – señaló Naga. – Dice que planea... espera, ¿qué?
– No soy su enemiga. – continuó Ange. – Eso ya se terminó.
– Lo mismo para mí. – añadió Hilda. – De ahora en adelante, ese bastardo de Embryo puede pelear sus propias batallas.
– Muy bien. – dijo Sala. – Cuando se abra la singularidad, ustedes podrán cruzar. Si gustan, incluso les pediré a Naga y Kaname que los escolten.
– ¡Pero Lady Salamandinay! – protestó Naga.
– Estoy demostrando mi confianza. – replicó la princesa DRAGON. – Como lo hacen los amigos.
– Gracias, Sala. – dijo Ange. Dando un paso al frente, Sala le ofreció la mano, que Ange aceptó de buen grado.
– Viaja a salvo, Ange. Espero que un día nos encontremos de nuevo, para que terminemos con nuestra competencia.
– Lo mismo digo. – Ange estuvo de acuerdo. – Haremos una competencia de karaoke.
...
Luego que la fiesta terminó, Ange y los demás se reunieron en la casa de Vivian para discutir sus planes al día siguiente. Con ayuda de Hilda, Lamia había preparado algo de té y galletas en la sala.
– Entonces, ¿se marcharán con el resto a mediodía? – preguntó Lamia.
– Asombroso. – dijo Vivian. – He estado muy preocupada por Ersha, Salia, y el resto. No puedo esperar para verlos y contarles todo lo que ha pasado.
– Vivian. – dijo Ange.
– ¿Qué pasa, Ange?
– Vivian, tú tienes que quedarte. – le dijo Hilda.
– ¿Huh? ¿Pero por qué?
– ¿Estás bromeando? – gritó Hilda. – ¿Es que te olvidaste de tu madre? Te ha estado esperando todo este tiempo, ¡y ahora estás hablando de volver a dejarla!
Dejando de lado su taza, Lamia se levantó de su silla, y abandonó la sala. Vivian se quedó observando cómo se iba y bajó la cabeza avergonzada.
«No había necesidad de ser tan dura, Hilda,» pensó Ange. «Vivian sólo está preocupada por el resto.»
– Una pregunta para ustedes. – Todos levantaron la mirada y vieron que Lamia había regresado, con una túnica infantil en las manos. – ¿Qué estoy sosteniendo? ¿Se dan por vencidos? Es un poco de tu ropa cuando eras niña.
Vivian se levantó y cruzó la habitación para mirar mejor.
– Has crecido mucho. Ha pasado un largo tiempo desde que eras lo bastante pequeña para llevar esto. Pero desde entonces, has crecido mucho, y has conocido a muchas personas con quienes has hecho muchos recuerdos. Ahora ellas son parte de tu familia también, ¿verdad? – Vivian asintió, y Lamia le sonrió a su hija. – Entonces deberías volver. Ve y ayuda a tus amigos. Y no te preocupes por mí. Tu madre es mucho más fuerte de lo que parece.
– ¿E... estás segura? – Apenas lo preguntó, Lamia atrapó a su hija en un abrazo.
– Me alegro que hayas vuelto a casa, Mii. No puedo describir lo feliz que estoy de tenerte de vuelta en mis brazos. Sólo prométeme una cosa. – Mientras hablaba, las lágrimas se empezaron a acumular en los ojos de Lamia. – Dame otra oportunidad para decir bienvenida a casa algún día. ¿De acuerdo?
– Claro. – dijo Vivian con la voz ahogada. – Volveré antes de que te des cuenta. Y traeré al resto de mis amigas para que puedas conocerlas.
Desde el sofá, Ange las observaba y sonrió. Tenía que asegurarse de que Vivian cumpliera su promesa. Sintiendo algo en su mano, Ange miró que Tusk la estaba sujetando, con su propia mano envuelta en vendajes. El chico asintió, y eso era todo lo que necesitaba decir.
Era tiempo de volver a casa.
Esta historia continuará...
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