Serena

Me habia encerrado en el único lugar donde nunca me encontrarían o al menos no inmediatamente, la biblioteca del castillo y no por ocultarme, Si no porque necesitaba información. Busque entre las grandes estanterías todo aquel libro que tuviera al menos un párrafo sobre Cronos y/o Apofis. Si debíamos luchar tendríamos que saber a qué nos enfrentamos.

Anthony

Estaba recostado en la cama de mi habitación, con la vista fija en el techo. No entendía cuál era el plan de mi hermana, no sabía si realmente había renunciado, y si no era así, como se iban a enfrentar a los dioses. No eramos más que niños.
Me gire aún en la cama para ver a Emily Estaba recostada en la pared junto a la puerta con sus ojos fijos en la ventana, se veía hermosa, con sus jeans ajustados, remera blanca y chaqueta de cuero negra que combinaba perfectamente con sus botas altas del mismo color y material. Ella giró su mirada hasta posarla sobre la mía.
-¿Qué tienes?
- Tengo miedo de que sea el último segundo en que pueda verte...- ella rodo los ojos apartando nuevamente la mirada.
-Eso no importa siempre que estés a salvo.
-Desde que te vi supe que eras un peligro para mi- confesé con seriedad, ella me miro confundida, aún más cuando me paré apareciendo frente a ella para acorralarla contra la pared.
-Anthony, sueltame...
- No se me antojó- ella se tenso ante mis palabras, tome sus muñecas para retenerlas sobre su cabeza. Desde que había vuelto del infierno, se negaba a que nuestra relación sea más que "laboral" ella era mi guardiana y no quería ser más que eso.
-Anthony... No es momento para tus juegos, No quiero- se quejó intentando safarse de mi agarre; si dijera que no me gustaba verla así, mentiría.
-No importa eso ¿o si? Debes hacer lo que yo quiera- ella no dijo nada, porque no había nada que decir ante tal verdad.

Mordí su cuello sin delicadeza, aún así ella soltó un pequeño gemido de placer que no pudo contener, después de apartarme de ella limpie los rastros de sangre que quedaban en mis labios, observandola, el odio era latente en sus ojos, sabía que podía adivinar el millón de cosas que pasaban por mi mente para hacer con ella y lo mejor es que no podía negarse, su cuerpo acataba mis órdenes sin importa cual fuera y eso hacia que sacarle grititos de placer fuera mucho muy sencillo.
-Anthony, no quiero jugar contigo- soltó cruzandose de brazos.
-Eso dices ahora, pero espera unos segundos- comenté con burla mientras volvia a acorralarla para quitarle la ropa mientras besaba su cuello, al principio intento resistirse pero basto con una simple orden para que se quedara quieta; bese sus labios a la vez que me quitaba mi chaqueta de cuero, normalmente me hubiera apresurado a hacerla mia, pero en ese momento prefería algo diferente.

Sin dejar de besarla baje mis pantalones y mi boxer, antes de apartarme un poco de ella para hacer una leve presión sobre sus hombros; Ella entendió y a regañadientes se arrodillo metiendo mi miembro entero en su boca, haciendo que se activará un poco más. Antes que la tomará por el cabello para follar su boca, hasta correrme en ella, lo que se sintió genial.
-¿Feliz?- inquirió cuando la libere, pero si creía que con eso me iba a conformar estaba muy equivocada, me desvesti en unos pocos segundos, antes de cargarla para rostarla en la cama, antes de apartarme,ella intento levantarse pero no se lo permití.
-Quieta- su cuerpo obedeció al instante, quedando completamente quieto, yo me aparte y fui hasta el pequeño minibar donde tome una botella de sangre y me serví una copa antes de volver a acercarme a ella, observandola de arriba a abajo.
-¿Te gusta lo que ves?
-Sabes que me encanta- conteste sonriendo con picardía haciendo que ella se tensara, Antes de subirme sobre ella- ahora bebe, te quiero fuerte- coloque el borde de la copa en sus labios para que ella de la acabara, Antes de dejarla sobre la mesa de luz y volver mi atención a ella- que empiece el juego- y sin esperar respuesta la bese.

Diana

Sin darme cuenta, Nicolás y yo habíamos accedido a que nuestro hijo viniera con nosotros. Lo que no era bueno para el futuro, si habíamos accedido tan fácil siendo sólo un bebé, que pasaría cuando fuera mayor.

Después de llegar a nueva York, una limusina, nos esperaba en el aeropuerto para llevarnos a un hotel de lujo.

Nicolás y yo ni bien llegar comenzamos a instalarnos, no sabía realmente si todo eso era necesario. Perder tanto tiempo, no me parecía correcto pero preferí no decir nada mi esposo estaba lo suficientemente tenso como para evitar alterarlo.

Serena

Me perdí de tal manera en la lectura que el paso de las horas se hizo imperceptible para mi y el hecho de que nadie molestará era un gran apoyo.

Después de varias horas el aroma a café acercándose me distrajo por completo haciendo que girar hipnotizada por el olor.
-Pensé que te gustaría- comentó Walter dejando la taza entre mis manos.
-Eres el mejor- asegure mientras se sentaba a mi lado en el sofá de la gran biblioteca.
-¿Qué haces aquí?- inquirió él mientras yo bebía un poco de café.
-Pensé que podría aprovechar el tiempo para saber algo sobre nuestros enemigos- respondí.
-¿Piensas ayudarles?
-Tarde o temprano vamos a tener que enfrentarnos a ellos, ¿no? Mejor estar preparada- explique con algo de frustración en mi vos.
-¿Qué tienes bonita?- interrogó preocupado.
- No lo sé, es que me preocupa, no se si somos tan fuertes para enfrentarnos a ellos...
-Claro que lo son...- asenti no muy convencidas con sus palabras, antes de sentir su brazo sobre mis hombros, sin perder tiempo coloque mi cabeza en su hombro respirando su aroma, para calmarme al menos lo suficiente para no perder la cordura.
-No quiero perderte, eres el único que me calma Y me hace sentir mejor- una solitaria lágrima se escapó de mis ojos. Él tomo mi rostro entre sus manos.
-Sh.... No empieces, sabes que te hace daño- asenti débilmente tratando de controlar mis lágrimas- vamos Cuéntame que has averiguado.

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