Narra Diana

Cuando lleguemos a mi habitación me encontré a mi esposo a punto de matar a una chica que por su olor y la reacción de Walter supe que ella era Serena.
Suspire frustrada antes de aparecer detrás de él abrazandolo por la espalda me acerqué a su oido mientras lo envolvía con mis alas.
-No puedes matarla- él se tenso un instante pero hizo desaparecer la espada antes de poder herirme a mi, se giró de forma torpe hasta quedar frente a mí.
-¿Donde estabas?
-Es una larga historia, pero te lo explicaré todo, te lo prometo- él asintió y me beso, correspondi a la vez que guardaba mis alas, cuando nos separamos vi a Tristán entregarme a mi bebé que al verme dejo de llorar- Hola bebé hermosos- por el rabillo del ojo vi a Walter tratando de calmar a Serena y antes de que alguien más dijera algo Jacobs entró a la habitación.
-¿Qué sucede padre?- interrogó mi esposo mirando a todos los presenten con curiosidad.
-Acaba de llegar Damián con tu hermana, tu sobrina y Dos chicos más- explicó, antes de que dijera algo mis hermanos desaparecieron.
-¿Qué les parece si vamos a tomar una taza de te? Podemos buscar una explicación a todo esto- hablé mirando a nuestros invitados, Nicolás me miro casi con molestia, suspire algo cansada al notar la actitud de mi esposo era siempre lo mismo, ya me habia acustumbrado a que él  pareciera querer controlar todo- Nicolás ellos Serena Rivera, Walter, Emily y Jace N'Dah. Chicos él es mi esposo Nicolás- Serena y mi compañero se miraron con odio puro antes de asentir de acuerdo- genial ¿Quieres llevarlos a la sala?- Nicolás beso mi mejilla con una sonrisa forzada.
-Te veré allí, no tardes- yo asenti.
-Le cambió el pañal y voy- le asegure, él asintió y salió de la habitación con todos los demás, me apresure a limpiar a mi bebé e ir a la sala no era mi plan molestar a Nicolás mucho más de lo que ya estaba, cuando pudiera yo misma mataría a Serena por poner a mi esposo de tan mal humor.

Cuando entre los tres N'Dah estaban sentados En uno de los dos sofás con la chica que estaba en mi habitación y había dos chicos más, al igual que Serena los dos tenían el cabellos muy negro y cuerpos bien formados, mientras que los ojos de ella eran rojos como la sangre, los de ellos eran de un negro profundo. Lo único que diferenciaba a ambos chicos era que el que estaba molestando a Jace tenía un anillo de compromiso, por lo demás eran exactamente iguales.
En otro de los sillones estaba Damián con mi cuñada y en el otro mis hermanos con su pequeña.
Les sonreí a todos antes de sentarme junto a mi esposo con mi bebé en mi regazo.
-Entonces... ¿Alguien tiene alguna idea de que susece aquí?- inquirió Walter, todos negaron menos los Reyes del caos.
-¿Porque no me sorprende?- Indago Nicolás.
-La verdadera pregunta es ¿Quien permitió que estos dos se casarán? Ya no hay privacidad en ninguna parte de los 13 reinos- se quejó Tomás, sacándole una sonrisa a esos dos.
-No entiendo nada- Aseguró el chico que estaba con Emily.
-Es que eres muy lento- lo acusó Damián.
-A ver señor sabelotodo, iluminame- el rey del caos le sonrió como el gato de Alicia, muecas de preocupación surcaron los rostros de mis hermanos, Nicolás y el mío.
-¿Qué les pasa a ustedes?
-Esa sonrisa nunca es algo bueno- explique.
-No se preocupen, yo vi que todos estaban bien y podían solucionar el problema- tranquilizó Enara.
-¿Cual es la amenaza?- inquirió Emily.
-Nada del otro mundo, sólo que Cronos se unió con Apofis y atacaran nuestras tierras- le resto importancia Damián.
-¿Cuando te refieres a nuestras tierras, a que haces referencia?
-En primer lugar a las del caos y la Luna luego ya de ahí al rasto de nuestro mundo, para finalmente ir por la tierra. ¿Entienden la gravedad del asunto?- mire a Nicolás algo preocupada, las guerras nos habían lastimado mucho, en particular a mi. Y mi Niño me necesitaba.
-Tranquila mi amor todo estará bien- aseguró abrazandome por los hombros. Yo asenti débilmente recostando mi cabeza en su pecho.
-¿Qué tenemos que ver nosotros aqui?- indago Serena molesta.
-Son sus dioses, es su deber detenerlos- Le respondió Damián manteniendo la compostura.
-Pues son sus tierras es su deber protegerlas- Serena y mi queridísimo esposo se dieron una de esas miradas de que alguien va a morir pronto.
-Nicolás- llame, él me miro unos segundo y yo sólo negué. Él no parecía de acuerdo conmigo, sabía que estaba dispuesto a matar a alguien pero no era algo bueno, al menos no por el momento.

Walter tomo a Serena y se la llevó fuera de la sala, los otros cuatro la siguieron. Nicolás se puso de pie y comenzó a caminar por la sala, todos estaban en silencio, expectantes y alerta. Cuando una ventana estalló mi hermano tomo a mi bebé dos segundos antes de que la sala quedará vacia.

Corrí hasta él, su cuerpo estaba lleno de pequeñas heridas causada por los fragmentos de vidrio que habían sido ventana pocos segundos antes. Normalmente habría quitado los fragmentos de su muñeca para que Sanara más rápido pero él necesitaba poner los pies en la tierra o todos moririamos y si ellos estaban aquí era por algo, necesitábamos su ayuda no conocíamos a nuestros enemigos como ellos. Tome su muñeca entre mis manos y la presione para que los fragmentos se introducirán más en su piel.
-Diana ya basta- se quejó quitando mi mano, antes de apartarse de mi para quitarse el mismo el vidrio de su piel- ¿crees que Enara tenga razón?
-Ella nunca se equivoca.
-No quiero otra guerra- el vino hasta mi acariciando mi mejilla- no quiero perderte- yo sonreí débilmente.
-Esta vez no me alejare de ti, pase lo que pase estaremos juntos ¿Si?- él me beso con necesidad con la misma que le correspondi.
-¿Me prometes que no harás nada estúpido?- yo asenti. Esta vez había una vida que debía cuidar y proteger.
-No podemos dejar que destruyan nuestros reinos- él asintió de acuerdo conmigo.