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capítulo 2: Los Rivera en tierras desconocidas

Narra Anthony

Alguna vez pensaron que ya habían visto todo y de la nada vez algo que lo supera.
Pues despertarme en una habitación que todo lo que tenía de lujosa lo tenía de lúgubre, la cama era de dos plazas con sabanas negras, había una puerta de madera oscura y en la pared del frente un gran ventanal con gruesas cortinas de color negro, los pisos las paredes y el techo eran de piedra al mejor estilo medieval, había una pequeña mesa de luz a un lado de la cama con un velador, en la pared enfrente una puerta y un gran armario además de una biblioteca.

Me paré de la cama mirando el lugar con clara confusión, no lo conocía ni siquiera me sonaba haber estado allí. Por pura curiosidad me acerqué al armario y encontré varios trajes negros, algunos azul muy oscuro y otros grises pero que dé todas formas parecían negros.
-Y yo que pensé que tenía una obsesión con ese color- me burle de mi mismo, me acerqué a la ventana moviendo un poco la cortina para ver a fuera había un pequeño balcón que daba a un muy grande jardín muy bien cuidado, varios sirvientes se movían de un lado a otro, mire al cielo descubriendo que no había sol, parecía de noche pero después de observarlo unos segundos me di cuenta que más bien era como si una gran capa de oscuridad lo cubriera.
Sin saber donde mierda estaba o como volver a casa, salí del cuarto encontrandome con un gran pasillo todo de piedra. Camine unos instantes hasta que vi a dos chicos que se acercaron a mi, la chica mostraba una sonrisa amable como si supiera quien era, mientra el muchacho me miraba con desconfianza.
-Anthony Rivera, es un placer conocerte al fin- hablo ella a mi lado.
-Sin ofender pero ¿Quienes son ustedes y donde estoy exactamente?- no fui muy amable pero no estaba del mejor humor. Mire al chico de arriba a bajo sus ojos eran marrones, su tez palida, su cabello caoba y su cuerpo estaba bien formada,tenía un traje negro que parecía hecho a medida con camisa blanca y sin corbata, por su parte la chica tenia el Cabello violeta con leves ondas que le llegaba casi hasta la cintura, su piel blanca y sus ojos eran rojos. Vestia un más que elegante vestido negro largo hasta los pies con un corte a un lado y de mangas largas en sus pies unos muy altos zapatos negros de los cuales mi hermana se hubiera quejado seguro, pero ella se movía como si fuera descalza.
-Disculpa mis modales... él es Damián el rey de estas tierras y yo soy Enara su esposa.
-¿Qué hago aquí?- indague- ¿Y donde se supone que estoy?
-Pues estas en el Reino del Caos, larga historia Y no hay demasiado tiempo para explicar, ¿Qué haces aquí? Exactamente no lo se...- antes de que pudiera investigar más un sirviente llegó hasta nosotros ignorandome por completo y dirigiéndose a la pareja.
-El carruaje está listo, Majestad.
-Iremos en seguida- aseguró Damián y sin nada más que decir se fue con una reverencia- Vamos tenemos que ir por tu hermano antes de que mi cuñado mate a tu Hermana...
-¿Mis hermanos están aquí?- Inquirí.
-No están aquí, tu hermano está en el Reino de la Luna no muy lejos de donde estamos pero tu hermana está en las tierras de mi hermano y debemos llegar allí antes de que anochesca y es un largo camino- explicó ella, quería quejarme pero ella se adelanto- te explicaré todo con más detalle cuando estemos en camino; yo asentí rendido y me deje guiar.

Narra Marcos

El blanco definitivamente no era mi color y despertar en una habitación toda blanca, no fue realmente de mi agrado.
El lugar donde me desperté era demasiado, angelical.
La cama de dos plazas era demasiado esponjos y con sabanas blancas, contaba con una mesa de luz en cada extremo una ventana a un lado que daba a un balcón, junto a esta una cuna vacía, en la pared de enfrente una puerta un par de sillones y una biblioteca pequeña, una puerta estaba enfrente a la cama a un lado un placar de 8 puertas y del otro un tocador y un espejo de cuerpo entero, antes de poder si quiera sacar una hipótesis de porque estaba allí un hombre entró al cuarto con una bebé en brazos. La bebé parecía tener poco menos de un año, tenía un poco de cabellos negro y unos muy lindos ojos plateado como si fueran lunas. El sujeto tenía los mismos ojos plateados una piel blanca sin una sola arruga o marca y el cabello largo casi hasta la cintura y con un traje de color blanco, me miro con curiosidad. Parecía de esos dibujos raros que le gustaban a mi hermano.
-¿Quien eres?- pregunto con curiosidad.
-Marcos Rivera, Hijo de Horus Dios egipcio de la guerra- él me miro confundido- ¿ Y tu?
-Lord Marcus Hamilton, pero puedes decirme Marcus. Supongo que tu eres el extranjero del que advirtió Enara- lo mire algo confundido.
-¿Donde se supone que estoy?
-En el Reino de la Luna, Claro esta- Dijo con una sonrisa, antes de que pudiera agregar algo un sirviente apareció.
-Mi lord, El rey y la reina del caos están aquí... dijeron que venían por Marcos Rivera- mire al Sirviente como si fuera un extraterestre, Marcus sonrió.
-Tu hermano debe de estar con ellos, debes apurarte tienen un largo camino por delante hasta el castillo de Nicolás- yo asentí no muy seguro mientras comenzaba a seguirlo, llegamos a un gran jardín donde había una limusina, antes de que me diera cuenta de algo Anthony salió corriendo del auto y me abrazo dejandome completamente sorprendido.
-No me digas que me extrañabas- me burle.
-Este mundo es muy raro- se queja- y esa chica me da miedo- señala disimuladamente al automóvil.
-Deben apresurarse- dijo Marcus, Thony lo miro de arriba a bajo.
-Gracias por todo- le sonreí.
-¿Me harías un favor?
-Claro...- y al instante me arrepentí, él me entregó a la bebé que cuando estuvo en los brazos me entregó una bonita sonrisa.
-Llevenla con ustedes, estoy segura que mi hija querra verla...- yo asenti antes de que el fijará toda su atención en la bebé- él te llevará con tu mamá así que comportate- la bebé le sonrió, Marcus dejo un beso en su frente y mi hermano y yo fuimos al auto.

Cuando llegamos al Castillo de la oscuridad todo estaba algo caótico por decirlo de alguna manera.

Narra Serena.

Odiaba de sobremanera despertarme antes de que mi sueño se acabara y más cuando era a la fuerza en lugares extraños, con personas extrañas.

Aquella vez Me desperto el grito de un hombre en la habitación, que claramente no conocía.
-¿Quien eres tu?- inquirió un sujeto en la habitación, lo mire de arriba a bajo no aparentaba más de 25 años, vestía unos jeans ajustados y una camisa negra, su cabello era negro como el carbón, de piel palida y ojos grises, una barba de no más de dos días decoraba su cara.
-¿Qué te importa?- le grité.
-Me importa porque estas en mi Castillo y peor estas en mi habitación, donde debería estar mi esposa- me respondió en el mismo tono, un bebé que estaba en sus brazos comenzó a llorar desesperandome demasiado, el sujeto me dio una mirada cargada de ira antes de mirar al bebé con amor- Mamá vendra pronto...
-¿Cómo mierda salgo de aquí?
-Deja de gritar, asustas a mi hijo- me regaño y antes de que le gritara un chico entro a la habitación aparentaba 25 años con el pelo castaño, la barba apenas era de un día, su cuerpo estaba muy bien formado su piel era blanca y sus ojos azules zafiro.
-Nicolás ¿Qué sucede?
-Diana no está, Nabu mojo el pañal y no se quien es ella- explicó él que supuse que era Nicolas al recién llegado.
-Soy Serena por si te interesa saber, ahora como salgo de aqui...
-No te irás a ningún lado, Tristán por favor- el sujeto le entregó el bebé al otro chico y antes de darme cuenta su mano estaba en mi cuello, presionando con fuerza.
-Sueltame- le pegué una patada en el pecho que lo sorprendió lo suficiente para que me pudiera soltar.

Estuvimos varios minutos peleando el llanto del bebé no se había detenido y me irritaba, el olor a sangre que entraba desde el balcón me Daba hambre y que aquel sujero no dejara de golpearme, diría que no era mi mejor dia.
Cuando pude me aparte de él Sacando mi arco y le dispare varias veces, pero él esquivo cada flecha que le lancé.
Saco una espada y yo lo imite, al instante el ruido de ambos metales chocando entre si una y otra vez se hizo presente.
De alguna extraña manera el logro vencerme, tirarme al suelo y colocar su espada en mi garganta mirándome a los ojos mientras su pie me inmovilizaba colocado en mi pecho.
Cerré levemente los ojos cuando el filo toco mi garganta cortandola antes de que sea un corte mortal él se detuvo y vi como Nicolás estaba envuelto en un par de alas gigantes, lo cual ya era demasiado para mi.

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