Aquel coche parecía caro, pero eso no importaba. Recordaba el pañuelo sobre su boca, como todo se volvía negro...

»¿Alba?

¿Eh? Oh, perdonad. Yo... Buf, no son recuerdos agradables.

»¿Seguro que quieres seguir con esto?

¡No digas bobadas, Gael! No puedo dejaros con el suspenso. Resumiendo, me llevaron a las Islas del Sur.

»¿Las Islas del Sur? ¿En serio? Creía que eran como el Jottun azul, un cuento para asustar a los niños.

»Según mi madre es turquesa.

»Por todos los dioses, Gael. ¡A nadie le importa que tu madre quiera hacerle más "chic"!

No seas borde, Luke. A ver, ¡claro que son reales! ¿De dónde creías que salía todo el café y el cacao, eh? El sitio ese que pone en casi todos los paquetes, Maldea creo, no es más que un pedrusco en medio del mar. Si yo os contara... Oh, esperad, que precisamente pretendéis que os cuente.

Bueno, las islas son peores de lo que la gente cree. Hay tres, la más grande la del centro. Y es enorme, la verdad. Es la única en la que estuve yo, y la maldita está llena de caserones de gente rica, mafiosos, ex-provincales y un largo etcétera de gente despreciable. Lo único bueno que tiene es el paisaje.

En un principio estuve encerrada en una casa. Tenía ocho años, claro, tampoco era muy útil que digamos. Ni siquiera sabía cuánto tiempo iba a estar allí, tampoco sé si ellos lo sabían. Algo así como un año después debieron pensar que iba a quedarme algún tiempo y que era mejor darme alguna utilidad, así que empezaron a darme tareas sencillas en la casa, yendo cada vez a más.

Y el sitio, para el colmo, era propiedad del tío que me había secuestrado... Marcus. Como tenía las manos pequeñas me sacó de la vida doméstica y empezó con cosas que los mayores no podían hacer al tener manos grandes. Por eso las tengo llenas de cicatrices.

A los doce años me pusieron esta marca en el brazo. Todos los esclavos la llevan.

»¡Pero la esclavitud está prohibida!

Claro Alex, tú sigue viviendo en el mundo de yupi.

Debería ser sincera: los esclavos son idiotas. Si no te tienen currando como a una mula en las plantaciones, estás trabajando en una casa haciendo tooodas las cosas aburridas que nadie haría si pudiese no hacerlo, limpiar básicamente. Si te tenían en una casa eras considerado "afortunado" porque tan solo te tocaba aburrirte hasta la muerte limpiando ventanas o haciendo camas, aunque se te considere un objeto y tus "amos" puedan hacer contigo lo que les venga en gana. Aunque era pequeña sabía lo que pasaba en esas casas, y prefería mil veces estar en las plantaciones cogiendo café o azúcar, estando descalza o con zapatos de mierda y con el sol dando fuerte.

Ah, esa es otra. La marca de las narices. Se supone que siempre debes mostrarla para "demostrar lo que eres", así que ya puede estar nevando que ni loco te vas a llevar manga larga. Me acuerdo de un chico que cogió un jersey, se lo puso a su hermana y le arrancó una manga. Luego le dieron una paliza, claro, pero era el mayor acto de rebeldía que veía en mucho tiempo.

Porque esa es otra de las razones por las que pienso que son todos estúpidos: aceptan su condición así sin más. Como si fuesen objetos o incluso menos. Como si realmente les pertenecieran a un par de imbéciles. ¡Y ellos lo aceptaban! Habían crecido toda su vida siendo así, y sus padres igual que ellos. Supongo que lo tenían interiorizado. Pero yo no; mi padre me había enseñado lo que es la dignidad. Que los humanos no somos objetos, y que no puedo hacer de menos a nadie ni dejar que nadie me haga de menos a mí.

Ni una palabra, Luke.

»¡Si yo no iba a decir nada!

Por si acaso.

A ver, lo que estaba diciendo: yo sabía que no era menos que ellos, y eso les suponía todo un problema.

Podría pasarme toda la noche, o incluso toda la semana, contándoos historietas. Pero no tenemos tanto tiempo...

»Si eras una esclava, ¿cómo es que manejas tan bien el hacha? ¿No deberías haber perdido práctica?

Esa es una buena pregunta, Alex. Ahí tenéis a un chico observador.

Estaba yo volviendo de la plantación en uno de mis primeros días. ¿Quién iba a decirme a mí que trabajar en el campo era tan agotador? Todavía no había logrado mi fama, así que cuando un tipo con pinta de estar agobiado me vió se acercó en seguida.

Llevaba un hacha de leñador y me preguntó si sabía cortar leña. Yo vi una oportunidad y le asentí a pesar de que en ese momento tenía las piernas como si fuesen gelatina. Ese tipo me dio el hacha y me mandó al bosque a llevarle leña, dándome diez minutos para llevársela porque tenía que hacer no sé qué cosa, ¡diez malditos minutos!

La verdad es que no había recogido leña en mi vida, pero traté de hacer la cosa rápido para así practicar con el hacha. Cumplí justo con el plazo. El hombre quedó contento y me lo pidió muchas más veces.

La primera vez que intenté escaparme fue cuando lo descubrieron. Me cayó una buena, pero ni sé qué le pasó al tipo que me había dado el hacha. ¡Ja! A partir de ese momento todos sabían quién era yo. Todos sabían que, supuestamente (me niego a decirlo en serio), era de Marcus. Y nadie bromea con un birkebeiner, y mucho menos con él.

Hablando de idiotas... Tenía unos catorce años. Todavía podía ver, ¿vale? Estaba limpiando un porche solo con un estúpido trapo y un cubo de agua, consecuencia de intentar escaparme (otra vez). En esto se acerca un chico, más o menos de mi edad, y empieza a intentar hablar conmigo.

Yo no hacía más que darle largas. Si me pillaban hablando con alguien la iba a cagar, y tenía que esperar un poco a que las cosas se calmasen para hacer otro intento de fuga (eso lo aprendí a la fuerza). Un par de frases después me di cuenta de que intentaba ligar conmigo. Me dio bastante asco, porque ya ha llegado un punto en que cualquiera que no sea un esclavo en esas islas me cae mal. Y que uno de esos intentase ligar conmigo era realmente asqueroso.

Y entonces dijo LA frase:

–Venga, deja eso y hablemos. Ya lo hará algún esclavo.

Antes de que me diese tiempo a mandarle a la mierda, me cogió del brazo y me giró. Entonces vio mi marca, y no sé si se dio cuenta de que la había cagado o lo interpretó como una señal divina. Pero se quedó ahí, parado, mirándome fijamente.

Fue la primera vez en mi vida en la que me alegré de ver a Marcus. Tiró del chico este, Iván, hacia atrás y le preguntó que demonios hacía distrayéndome. El tío se cagó al reconocerme, y al ver que "era" de Marcus. Ojalá hubiese servido para que me dejase en paz, pero siguió dándome la lata.

»Dices que en ese momento veías, ¿cuándo te quedaste ciega?

»¡No seas tan maleducado, Luke! Alba, ¿cómo conociste a Julio? ¿Él era de allí?

Sí, él había nacido en esas islas. Y tampoco regañes a Luke, Al... Después de todo, las dos historias están relacionadas.

N.A.: hola!

No entiendo porque me cuesta tanto escribir la historia de Alba si ya la tenía planeada, hasta cosas que no van a salir ;-;

Sí, ella va a tener tres capítulos. Es que si lo ponía todo en este se iba a hacer eterno, y para esta historia prefiero hacer capítulos cortos.

Ah, sí, un pequeño detalle: Alba menciona a provincales. Ahora mismo no tengo el cuaderno así que no os puedo decir su posición exacta en la pirámide, pero es un tipo de "político", como podrían serlo nobles o barones. Teniendo en cuenta que todo el mundo es un imperio, para poder controlarlo todo bien necesitan un montón de subclases políticas y bla bla bla...

En fin, os esperábais esto para Alba?

~EOB_BOE