Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

~5

Un chico salió entre la maleza. Vestía con una camisa de manga corta, y aun así la manga derecha estaba arrancada, dejando ver una extraña marca que rodeaba su piel como si fuese un brazalete. Tenía un aspecto descuidado, con varios agujeros en los pantalones y unas deportivas que parecía que se fuesen a romper en cualquier momento. Tenía las manos levantadas, pero con un gesto rápido se apartó el pelo de la cara.

–Alba, soy yo. No me ataques–repitió con tranquilidad. Ella bajó el hacha del todo.

–¿Dónde estás?–preguntó. Él se acercó.

–Aquí, delante tuya.

Desde atrás, los demás observaban. Al estuvo a punto de decir «¿quién es este tío? », pero Luke la detuvo. Se quedaron callados, mirando qué pasaba.

–Por todos los dioses–exclamó Alba. El tal Julio le había cogido la mano y ella le estaba palpando la cara–, ¿qué haces aquí?

Julio soltó una risita nerviosa.

–Vaya, no esperaba esa reacción.

Alba negó con la cabeza.

–No es que no me alegre de verte, Julio, tan sólo es que... ¿Cómo has llegado al continente?–de pronto se calló, parecía que hubiese palidecido–, ¿te han traído ellos?

–Eh, sí, pero...

Ella retrocedió un par de pasos y le hizo darse la vuelta.

–No veo nada...–murmuró, algo que a los que la oyeron les pareció un poco obvio–. ¡Al!–la llamó–, dime, ¿detectas algo?

–¿A qué te refieres?–preguntó Al.

–Metal, dioses. ¿Tiene algo metálico?

–Ay, me siento detector de metales–dijo la chica fingiendo abatimiento. Extendió el brazo en dirección a Julio y esperó unos segundos–. No, nada.

–Pero si no has hecho nada–comentó Gael.

–¡Pos eso! Si hubiese algo metálico ahora mismo estaría flotando encima de su cabeza.

–Esto pinta mal...–murmuró Alba–, ¡Julio! Dioses, Julio, ¿por qué han venido? ¿Por qué te han traído? ¿Sabes algo?

El chico parecía confundido.

–Yo... No mucho.

–No mucho significa que algo sabes, ¿verdad?

–Eso creo. Mira, estaba en la isla y pasé al lado de la sala en la que se reúnen y decidí fingir que estaba limpiando para disimular y oírles. Estaban diciendo no sé qué de que necesitaban presionar a alguien, no dijeron quién, y que para eso necesitaban a una chica. Bueno, dijeron "la chica". Y una mujer, creo que era Zoe, pero no la vi, le dijo que no podían, que todavía no la habían encontrado. Es un milagro que siga viva. La cosa es que me distraje porque creí que quizá hablaban de ti y me pillaron.

–¡Mierda!–exclamó Alba llevándose una mano a la frente. Luego agarró a Julio por los hombros–¿¡te dijo algo!? ¡Esto es importante, joder!

El chico se quedó parado antes de contestar balbuceando.

–Creía que me iban a dar una paliza... Creo que era su idea original... Pero Marcus se quedó quieto y dijo que le había dado una idea. Luego llegaron unos guardias y se me llevaron. ¿Qué pasa, Alba?

Ella se alejó, pensativa.

–Era una trampa...–se giró hacia el grupo de semidioses–, ¡rápido, recoged! ¡Hay que irse de aquí y rápido!

Julio le cogió del brazo, logrando que ella se separara bruscamente.

–Alba, ¿qué está pasando?

–Que eres un puto cebo, idiota.

El chico se quedó parado. Los demás no entendían del todo qué estaba pasando, tan solo que algo iba mal.

–¡Alba!–exclamó Al, pero antes de que le diese tiempo a continuar Alba le ordenó que apagase el fuego. Ella le hizo caso, aun confusa.

Alba cerró los ojos. Tenía cara de concentración.

–Están cerca...–susurró–. Necesito localizarlos...

A partir de ahí todo se volvió aun más confuso. Hojas secas, ramas golpeando y rompiéndose, toda clase de sonidos les rodearon.

–¡Es una emboscada!–exclamó Gael con la voz temblorosa, retrocediendo un par de pasos hacia el centro del claro. Alex se acercó a él, con un extraño instinto protector.

–Alba, decías que veías la magia, ¿verdad?–preguntó y su voz salió extrañamente firme. Ella asintió con la cabeza–, bien, pues si necesitas localizarlos...

Movió el brazo como si lanzase una fila de cuchillos, y una honda de oscuridad salió en círculo de él, como un sonar.

–¡Rápido!–dijo entre dientes.

–Bobo, te has descubierto–murmuró Alba, en el fondo agradecida. Giró sobre sí misma para ver todo el perímetro, localizando árboles, animales nocturnos espantados por el ruido y unas diez personas rodeándoles. Pronto salieron entre la maleza y los cuatro semidioses juntaron espaldas. Alba se quedó adelantada.

–Marcus–dijo, y no se distinguió muy bien si era una pregunta o una afirmación.

Uno de ellos, un hombre alto y de pelo rubio oscuro, sonrió. El claro se iluminó gracias a unos hechizos de luz que hicieron algunos de ellos. Con la luz se distinguió mejor a Marcus y su sonrisa de condescendencia; tenía la piel morena del sol y los ojos claros característicos de la Zona Clara. Alex notó un nudo en el estómago. Le había visto antes, seguro... El medallón plateado de birkebeiner no hacía más que reafirmar aquello.

–Al fin nos reencontramos, Alba–dijo. Su voz era firme y dejaba ver que allí él era el jefe–, ha pasado mucho tiempo.

Alba chasqueó la lengua.

–No el suficiente. Habría preferido que fuese, no sé, hasta el Ragnarok, por ejemplo–, tenía el hacha tras la espalda, y la apretó con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos–, bueno, no tenemos tiempo de ponernos a charlar. Suelta a Julio y nos largamos.

Con la confusión y la velocidad a la que había pasado todo, una chica de pelo negro y ojos rasgados había logrado atrapar a Julio. El chico había palidecido y no trataba de resistirse, mientras que ella le sujetaba con fuerza del brazo. Alex se preguntó cómo sabía Alba que le habían cogido.

–Venga ya, Alba–dijo Marcus. Avanzó un paso y Alba hizo el amago de retroceder, pero logró mantenerse firme–, no voy a hacerte nada, tan solo quiero una... Reunión familiar.

Por un segundo Alba flanqueó. Aflojó el agarre de su hacha.

–¿Qué...?–se le escapó. Marcus avanzó otro paso, consciente de que sus palabras estaban surtiendo efecto.

–Lo que oyes. ¿Acaso no quieres volver a ver a tu padre?

Tras unos segundos de duda, Alba volvió a apretar el mango de su arma. Bajó la mano con velocidad, dispuesta a atacar. «Palabras equivocadas» murmuró Al.

–¡MIENTES!–gritó Alba.

–¡ALBA, NO!–chilló Julio cuando la mujer le pegó más a ella. Alba se disponía a atacar, mientras de la mano de Marcus salía una luz cegadora. Ella echó la mano hacia atrás...

–¡NO!–gritó Gael–. ¡Agarraos, nos vamos!

Al, en un acto reflejo, les dio la mano a Luke y Alex, quien estuvo a punto de caerse hacia delante al adelantarse para sujetar a Gael, que de apenas una o dos zancadas llegó donde Alba y la sujetó del brazo.

Dos segundos después todo era oscuridad.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro