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«UN DÍA BLANCO» (Pt. 2)



II



La batalla había comenzado.

En cuanto escucharon la señal, y de acuerdo a las reglas de ese juego, los dos equipos corrieron veinte pasos en direcciones opuestas. Al detenerse, Elliot y «Snake» se dedicaron a recolectar nieve suficiente para construir un muro que los protegiera mientras que Alejandra formaba bolas y las acumulaba.

—¡Está listo! ¡Ahora ayudaré a Alejandra a preparar más munición! —clamó el pequeño Elliot una vez que terminaron de levantar el fuerte.

«Snake» asintió, y de inmediato inició su ataque. Arrojaba las bolas de nieve ya formadas hacia el otro fuerte, y su blanco principal era Bruno.

Este último se dio cuenta de ello, por lo que le hizo algunas señas a Benjamin, quien asintió y de inmediato se escabulló por la derecha sin que Elliot y su equipo se percataran de ello.

Y mientras Elliot, Alejandra y «Snake» enfocaban sus esfuerzos en atacar el fuerte enemigo, Benjamin acumulaba nieve y construía un segundo fuerte más pequeño a una distancia cercana al de su equipo.

Una vez que terminó, le hizo una señal a Bruno quien asintió y, de manera furtiva, cambió su lugar con el del niño. Allí, desde su nueva ubicación, esperó el momento adecuado para lanzar su contraataque, por lo que se abasteció de una cantidad suficiente de bolas de nieve.

Conforme esto sucedía, Alejandra fue la primera en aventurarse fuera de su fuerte para atacar y, por desgracia para ella fue alcanzada por varios de los tiros de sus rivales Benjamin y Brenda, lo que significaba una inmediata descalificación y que ya no podía seguir en el juego.

—¡Alejandra! —clamó Elliot con sumo dramatismo.

—Lo siento, he quedado fuera —indicó, y se encogió de hombros para después retirarse del campo de juego.

—¡Voy a vengar tu caída! —exclamó de nueva cuenta el jovencito a la vez que levantaba su mano, en la que sostenía una bola de nieve.

En cuando Elliot dijo esto, Bruno comenzó a arrojar bolas de nieve desde su escondite, lo que sacó de balance a Elliot y «Snake».

—¿Qué es lo que ocurre? —averiguó «Snake».

—Se dividieron —señaló Elliot—. Será más difícil acabar con ellos.

—¡No te preocupes! ¡Enfoca tus esfuerzos en ese chiquillo petulante! ¡Yo me haré cargo de los otros dos! —indicó, y Elliot asintió.

«Snake» no daba tregua a su ataque. Sin compasión y sin detenerse un momento, lanzaba un proyectil tras otro, y no les daba a sus rivales demasiadas oportunidades de responder. Bruno entonces les hizo una seña a sus compañeros de equipo y ellos se mudaron de fuerte hacia el suyo, lo que sirvió como distracción pues «Snake» se concentró en atacar el fuerte principal. De hecho, lo hizo sentir tan lleno de confianza que incluso se animó a abandonar la seguridad de su fuerte, avanzó un poco hacia terreno enemigo y comenzó a atacar desprotegido.

Otra seña, ahora de Brenda, les indicó a sus compañeros que era el momento de atacar en conjunto desde su nueva ubicación. Así lo hicieron, y el pequeño Elliot se llevó una terrible sorpresa al ver que los tres chicos salían también de su fuerte y, al unísono, se lanzaron a correr hacia este con las manos llenas de bolas de nieve listas para arrojarlas al jovencito.

Sorprendido, Elliot dejó la seguridad de su fuerte y comenzó a correr mientras sus adversarios lo perseguían. «Snake» se dio cuenta de ello, por lo que, preocupado, corrió a toda prisa hacia donde se encontraba su compañero.

Durante su huida, Elliot se tropezó y cayó, lo que lo convirtió en blanco fácil para Bruno y su equipo. Sin embargo, «Snake» llegó hasta donde él se encontraba y se colocó frente a él con sus brazos extendidos hacia los lados.

—¡Yo te protegeré, amiguito! —clamó «Snake» enérgico.

Bruno y su equipo arrojaron su ataque, y cuál fue la sorpresa de «Snake» cuando ni una sola de las bolas de nieve lo tocó, pues todas ellas le pasaron por un lado. Sus ojos se abrieron enormes y su gesto se llenó de preocupación, por lo que se dio la media vuelta y ahí estaba su compañero cubierto por completo de nieve.

—Ugh... Lo siento —dijo con una sonrisa nerviosa.

En respuesta, Elliot se retiró un poco de nieve de encima y la arrojó a «Snake» con tal fuerza que lo hizo caer de espaldas.

—¡Buen tiro! —comentó con su mano levantada a la vez que mostraba su pulgar en alto.

—Bien, creo que hemos ganado —expresó Bruno, y él y su equipo se dieron la vuelta para marcharse.

De repente, una enorme bola de nieve golpeó a Benjamin con tal intensidad que el niño cayó de bruces.

Brenda y Bruno se volvieron extrañados, y de repente ella recibió varias bolas de nieve que la hicieron caer sentada.

Asombrado, Bruno miró a «Snake», el perpetrador de dicho ataque, al rostro. Se le veía molesto, con su respiración agitada, y tenía un gesto provocador, lo que le hizo sentir un escalofrío que le subió por la espalda.

—¡Todavía quedo yo en pie! —clamó enérgico.

—¡Pero ya estás fuera! —reclamó Bruno.

—¡El fuego amigo no cuenta! —aclaró.

—Él tiene razón —habló Brenda—. De acuerdo con las reglas, un jugador solo queda fuera si es eliminado por el equipo contrario —explicó, para mayor fastidio de Bruno.

—¡Argh, de acuerdo! —refunfuñó el niño.

—Solo quedamos tú y yo. Resolvamos esto con un duelo, uno contra uno —retó «Snake».

—Acepto —respondió el niño con gesto serio.

«Snake» y Bruno se quedaron de pie uno frente al otro. Se miraban fijo, sin desviarse la mirada ni un segundo. Se percibía gran tensión en el aire, y ni siquiera el frio del ambiente parecía alterarlo. Mientras, a su alrededor, Alejandra, Brenda, Benjamin y Elliot observaban contagiados por la ansiedad del momento.

Entonces la puerta de la cabaña se abrió y de ella salieron Eleanor, Erick y Lily, a quienes les atrajo tanta controversia y discusión proveniente de los muchachos y de «Snake». Fue entonces que se toparon con la escena del duelo, situación que atrapó su atención de inmediato, por lo que se quedaron como espectadores del suceso.

De pronto, de la rama de uno de los árboles cayó un poco de nieve y hielo. Esa fue la señal que los duelistas tomaron, y entonces entraron en acción. Del suelo tomaron nieve suficiente y formaron una bola con la mayor rapidez posible.

Bruno fue el primero en terminar, y presuroso lanzó su ataque. Sin embargo, «Snake» fue más ágil que el niño, pues en el momento que vio la bola de nieve acercarse, se giró y torció su cuerpo con rapidez, por lo que logró evitar el helado proyectil. Entonces, con la misma agilidad, arrojó la bola de nieve que había preparado directo al jovencito.

Fue tan veloz el ataque que Bruno ni siquiera tuvo la oportunidad de reaccionar. Entonces, la bola de nieve impactó en su rostro, lo que lo derribó al instante.

La audiencia observaba boquiabierta y con sus ojos abiertos sin mesura. Nadie podía creer lo que acababa de ocurrir. Al ver a su contrincante caído, «Snake» levantó ambas manos al aire con intensidad y lanzó un aullido emocionado. Acto seguido, pasó a efectuar una curiosa danza de la victoria a la vez que se jactaba de su logro.

—¡Lo hizo! ¡«Snake» lo logró! —gritó Elliot a la vez que Snake terminaba su baile vigoroso con el puño en el aire.

—¡Sí! —exclamó «Snake» gozoso, y una vez concluyó, se acercó a Bruno, quien continuaba tendido sobre la nieve con rostro incrédulo, y le tendió la mano para ayudarle a levantarse. Este tomó su mano casi a regañadientes y se puso de pie.

—No estuvo nada mal, muchachito. Diste una buena batalla —opinó «Snake».

—Usted también. Es muy bueno para tratarse de un vago —respondió.

—Gracias —dijo «Snake» sonriente para después retirarse el sombrero a manera de saludo—. ¿Qué les parece si ahora patinamos un poco en el estanque? —sugirió.

—Es una idea adecuada —habló Elliot—; por desgracia, nadie trajo sus patines.

—No se preocupen por ello; conozco a un sujeto que me debe algunos favores —argumentó—. Solo esperen un momento mientras regreso —añadió.

—De acuerdo —dijo Elliot.

—¿Y si nos unimos a ellos? Puedo ir a casa por nuestros patines en un santiamén —preguntó Eleanor

—¡Perfecto! —habló Lily.

Acto seguido, Eleanor y «Snake» partieron en busca de patines para ellos y sus amigos, y mientras esperaban, Elliot y compañía, además de Lily y Erick, construían muñecos de nieve y otras figuras. Ese blanco día era muy joven, y el grupo de amigos deseaba aprovecharlo por completo, sin embargo, ni siquiera imaginaba la gran cantidad de sorpresas que todavía les aguardaban.  

Buen día, excelente tarde o agradable noche tengan ustedes, mis amados Travenders y gente bonita que nos lee.

¿Cómo se encuentran este fin de semana? Espero que todo se encuentre bien con ustedes y disfruten estos días.

No me gusta exteriorizar mi situación o hablar de temas personales, pero solo diré que no tengo demasiados ánimos de escribir una nota efusiva como en otros días.

Sin más que agregar, me gustaría leer sus opiniones sobre esta parte, con la esperanza de que la hayan disfrutado en gran medida, y continúen en sintonía para ver más de esta historia.

Que tengan paz, y un excelente día.


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