«UN DÍA BLANCO» (Pt. 1)
I
—¿Qué sucede, niño? ¿Acaso me tienes miedo? —habló «Snake» con tono amenazante a la vez que mostraba una sonrisa
—¡No le temo a un vago sucio como usted! —respondió despectivo, a lo que los jóvenes reaccionaron con gesto indignado.
La mañana de ese día, el décimo día en el segundo mes en el año 1872, la capital de Couland amaneció cubierta de un manto de nieve, lo que sucedía en pocas ocasiones durante la temporada invernal en esa ciudad. Si bien ocurrían algunas nevadas, estas eran mínimas. Por lo general solía haber más lluvias invernales que nieve en esa ciudad, aunque no sucedía lo mismo en las ciudades y poblaciones más al norte de Couland, donde grandes tormentas de nieve eran frecuentes.
Las noticias del fenómeno meteorológico fueron recibidas con poco entusiasmo por gran parte de los habitantes de la ciudad, debido a que las calles cubiertas de nieve provocaban estragos en el tráfico, además del esfuerzo que requería limpiar tanto calles como patios y jardines.
Sin embargo, había algunas personas que disfrutaban de esta clase de eventos, y uno de ellos residía en el hogar de los Castlegar.
En el momento que despertó y miró todo el patio cubierto por una gruesa capa de nieve, el menor de los Castlegar saltó lleno de gozo.
—¡Día nevado! —clamó con éxtasis y en volumen tan alto que sus padres saltaron de sus camas sorprendidos y un poco alarmados, Erick se cubrió el rostro con una almohada y Eleanor solo despertó con una expresión tranquila en su rostro.
—Despertó lleno de energía —comentó la señora Castlegar a la vez que se cubría con una manta y se giraba sobre la cama.
—Menos mal, así podrá recoger la nieve —respondió su esposo a la vez que se frotaba el rostro con las manos.
Poco tiempo después de que dijo esto, se escuchó que Elliot cerraba la puerta de su cuarto y después abría la puerta del patio trasero, y poco después, entró de nuevo y ahora se dirigió hacia la entrada principal, por donde se escuchó que salió una vez más, lo que dejó un poco perpleja a la familia entera.
Para el momento en que los Castlegar se levantaron de sus camas y se prepararon para dirigirse al piso inferior ya vestidos y listos para iniciar el día, el pequeño ya se encontraba en el jardín de enfrente, bien vestido y abrigado, con una gran pala, y la mayor parte de la nieve del jardín frontal ya estaba recogida y amontonada.
—Asombroso... —opinó el señor Castlegar luego de salir para ver lo que Elliot hacía.
—Es mejor iniciar temprano, para aprovechar el resto del día —declaró el niño.
—De acuerdo. Si lo deseas puedes tomarte un descanso, pues el desayuno estará listo dentro de poco.
—¡Excelente! ¡El alimento más importante para comenzar un día maravilloso! —exclamó, y entonces dejó la pala para entrar y unirse a su familia en el desayuno.
Una vez que terminaron, lavaron sus trastes sucios y ayudar a limpiar, Elliot mencionó que esperaría a sus compañeros de clases Brenda, Bruno, Benjamin y Alejandra, pues quedaron de verse para realizar una tarea escolar juntos. Eleanor, por otro lado, decidió que visitaría a los Lancaster, y Erick se ofreció para acompañarla.
Así, mientras el niño aguardaba la llegada de sus amigos, Eleanor y Erick se vistieron con prendas abrigadas, tomaron algunas de sus pertenencias que podrían resultarle necesarias y partieron rumbo a la cabaña.
El trayecto fue un poco accidentado debido a la gran cantidad de nieve y hielo que cubría el suelo, por lo que debieron caminar con cuidado; pero al llegar, se toparon con una escena arrobadora. Todo en derredor se veía blanco, hermoso, y el estanque vuelto un espejo de hielo.
—¡Mira! —señaló Eleanor—. El estanque se congeló por completo. Creo que sería perfecto para patinar un poco —comentó.
—Es un buen punto; lástima que olvidamos los patines —dijo Erick.
—Puedo ir por ellos y regresar con prontitud; pero antes, vayamos a ver cómo se encuentran nuestros amigos.
Eleanor y Erick se acercaron a la cabaña y llamaron a la puerta. Quien respondió fue Lily, ataviada con un vestido verde claro y cubierta con su abrigo azul celeste.
—¡Eleanor! ¡Joven Castlegar! ¡Es una grata sorpresa tenerlos por acá! —dijo la muchacha.
—Buen día, Lily —saludó Eleanor afectuosa.
—Buen día, señorita Lancaster —dijo ahora Erick para después efectuar una leve reverencia a la que Lily respondió.
—Solo hemos decidido pasar a saludar para ver cómo se encuentran —aclaró Eleanor.
—Bueno, además del frio de la mañana y el blanco obsequio que la naturaleza nos ha dado, todo perfecto, gracias por preguntar. ¿Y ustedes? ¿Cómo se encuentran?
—En perfecto estado, gracias —contestó Eleanor—. ¿Y tu hermano?
—Allí —indicó la muchacha para después abrir la puerta y mostrarle a Jack de pie junto a la ventana. Se le veía con gesto serio, absorto en sus pensamientos, y sostenía en sus manos una taza con café caliente de la que sorbía de tanto en tanto—. Hermano... —Llamó la joven, pero este no respondió de inmediato, lo que dejó un tanto extrañados a los tres.
Lily pasó a acercarse a Jack y le tocó el hombro para llamar su atención, lo que le hizo dar un pequeño salto y volverse hacia ella.
—¿Qué ocurre? —inquirió alarmado.
—Tenemos visitas. Son los Castlegar —avisó la joven.
—¡Oh! Vaya... Esto... Lo lamento. Estaba un poco... distraído —dijo él, y colocó su taza sobre la pequeña mesa—. Buen día, señorita y joven Castlegar —saludó, e hizo una sentida reverencia, a la que ellos respondieron—. ¿Qué...? ¿Qué los trae por acá? —curioseó.
—Solo es una visita amistosa. Queríamos averiguar cómo les ha ido con este clima —anunció Eleanor.
—Oh... Bueno... De acuerdo. Sí, estamos bien; gracias por preguntar. En verdad que la cabaña ha resistido, y casi no se siente el frio del exterior.
—Es bueno saberlo. Pueden agradecer a mi hermano, quien se encargó de los detalles —explicó Eleanor, y Erick solo sonrió con levedad y guiñó su ojo.
—Excelente. ¿Gustan pasar y tomar una taza de café?
—Yo estoy bien —aclaró Eleanor.
—Yo sí, si no es mucha molestia —dijo Erick.
—De acuerdo. Estará lista en un momento —respondió Jack, y pasó a preparar la bebida de Erick.
—Yo quiero salir a pasear un poco por los alrededores en compañía de Eleanor —mencionó Lily.
—De acuerdo. Vayan con cuidado —dijo Jack.
Las muchachas asintieron y entonces se retiraron mientras los dos jóvenes disfrutaban de sus bebidas calientes en el interior.
Conforme esto ocurría, los amigos de Elliot habían llegado a la residencia Castlegar para realizar su tarea escolar, tal como lo habían planeado. No les tomó demasiado tiempo culminarlo debido a que contaban con la ayuda de Elliot y Brenda, dos de los alumnos más avanzados en la clase, por lo que pasaron a tomar un refigerio y decidieron planificar lo que harían ese día.
En ese momento, a Elliot le llegó una idea y su rostro se iluminó.
—¡Lo tengo! ¡Sé lo que podemos hacer y a dónde ir! —declaró el menor de los Castlegar, y el resto de ellos lo miraron con atención—. Mi familia tiene una pequeña propiedad cerca de aquí, una cabaña junto a un estanque, aunque ahora está habitada por unos amigos. Mis hermanos están allá, así que podríamos unirnos a ellos y realizar alguna actividad juntos.
—¿Una cabaña junto a un estanque? Interesante. No nos habías hablado de ella —comentó Alejandra.
—Es algo que me gusta mantener en privado —explicó el niño con aires de grandeza, lo que hizo sonreír a la pequeña—. En fin, ¿qué opinan? ¿Quieren conocerla? —preguntó, y en respuesta, Benjamin sonrió y asintió entusiasmado para después tomar una tarjeta de su bolsillo que decía «APOYO ESA IDEA».
—Mi hermano y yo estamos de acuerdo —declaró Brenda.
—¡Vayamos! —dijo ahora Alejandra, a quien el entusiasmo la colmaba en gran medida.
Con los cinco en común acuerdo, pasaron a abastecerse de algunos implementos que necesitarían, además de algunos bocadillos, y se dirigieron a la cabaña en el estanque.
Al llegar, los niños se encontraron con un paisaje invernal que los dejó con la boca abierta.
—¡Se ve precioso! —exclamó Alejandra.
—Deberían verlo en primavera, es mucho más deslumbrante —declaró Elliot.
—Seguro debe ser un panorama espléndido —opinó Brenda—. ¿Esa es la cabaña? ¡Es adorable!
—Gracias. Mis hermanos deben estar allí dentro con nuestros amigos —mencionó, y los invitó a seguirlo.
Al llegar, llamó a la puerta, y una sorprendida Eleanor, quien había regresado de su paseo por los alrededores, fue quien respondió.
—¡Elliot! No esperaba verte por acá.
—Hola, hermana. Vine de visita con mis amigos para que conozcan el lugar —explicó.
—¡Espléndido! ¡Pasen, por favor!
Elliot y el grupo de niños ingresaron al lugar y saludaron a los presentes. Acto seguido, comenzaron a deambular por la cabaña y revisaban cada detalle de ella mientras que Elliot les explicaba la historia detrás de la misma.
Cuando terminaron, se pusieron a dialogar respecto a lo que harían para aprovechar el día y, luego de un momento de deliberación, decidieron que sería buena idea salir a divertirse un poco en la nieve y efectuar actividades como pasear en trineo, hacer muñecos de nieve o incluso una pequeña batalla de bolas de nieve.
Fue en el momento que salieron de la cabaña y comenzaron a organizarse cuando Benjamin le hizo un gesto a Elliot y tiró de la manga de su abrigo para llamar su atención.
—¿Sucede algo, amigo? —inquirió Elliot, y Benjamin tomó de su chaqueta un par de tarjetas que decían «ALERTA» y «ESCUCHÉ ALGO»—. Oh —dijo él, y puso atención a sus alrededores.
—¿Qué ocurre? —averiguó Alejandra, y Elliot le hizo una seña para pedirle que guardara silencio.
—Benjamin detectó a alguien en las cercanías —susurró, y el aludido asintió alarmado y con sus ojos abiertos en gran medida.
—Tiene razón; se escucha como si alguien se acercara —comentó la niña en voz baja.
—Y viene de por allá, por los arbustos —susurró Bruno.
—Prepárense —indicó Elliot; entonces todos ellos pasaron a tomar del suelo nevado varias bolas de nieve y se prepararon para arrojarlas a quien se acercara.
Los arbustos se movieron, y de entre ellos emergió una persona.
—¡Attangreff! —gritó Elliot, y de pronto el recién llegado estaba cubierto de nieve por todas partes.
—¡Cricketty crack! —clamó el sujeto—. ¿Esa es la forma en la que recibes a tus amigos? —espetó.
—¡Un momento! ¡Alto! ¡Deténganse! ¡Sé quién es! —indicó pues, en efecto, se trataba de una persona que los Castlegar conocían bien—. ¿«Snake»? ¿Qué haces aquí? —averiguó.
—Solo pasaba por el lugar y percibí su algarabía, por lo que decidí acercarme un poco; sin embargo, no esperaba este frío recibimiento de su parte —respondió con sorna mientras se sacudía la nieve de su cuerpo.
—Me disculpo por lo ocurrido. Supusimos que se trataba de alguien peligroso —excusó Elliot—. Amigos, les presento a John Cotton, también conocido como «Snake». Es un amigo de la familia —dijo, y todos ellos, con la excepción de Bruno, quien miraba a «Snake» con aire de desconfianza y se mostraba un tanto reacio a hacerlo, lo saludaron, cosa que no le preocupó demasiado pero que hizo sentir incómodo a sus amigos y su hermana.
—Es un gusto conocerlos, pequeños. Por cierto, ¿qué era lo que planeaban hacer?
—Teníamos pensada una batalla de bolas de nieve —respondió Elliot.
—¡Espléndido! Si ese es el caso, ¡considérenme dentro! —exclamó.
—De acuerdo —accedió el menor de los Castlegar.
—¿En verdad vas a permitirle participar en esto? —averiguó Bruno Warren, y en reacción Brenda se llevó la mano a la frente.
Fue entonces que ocurrió la interacción mencionada, y la respuesta del joven Warren hizo que se dibujara una sonrisa desafiante en el rostro de «Snake».
—¡Acepto tu reto, muchachito! —expresó con su voz áspera.
—De acuerdo. Estarás en mi equipo —indicó Elliot, y el sujeto sonrió gustoso—. También tú, Alejandra —señaló.
—Bien, seremos tres contra tres —recalcó Bruno—. ¿Qué tal si comenzamos de una vez?
—Me parece perfecto, niño —dijo «Snake»—. ¿A la cuenta de tres?
—Bien. ¡Uno!
—¡Dos!
—¡TRES!
¡Hola! ¡Buen día, excelente tarde o agradable noche tengan ustedes, mis amados TRAVENDERS y personitas hermosas que nos visitan!
¿Cómo se encuentran este domingo? Espero encontrarlos con bien, descansados y que disfruten de este día.
Para quienes regresaron a clases, ¿cómo les fue?
Para quienes apenas inician, ¿qué tal su primer día o semana?
Y para quienes han llegado hasta aquí, ¿qué les ha parecido esta parte? ¿La disfrutaron?
¿Cómo creen que terminará esta guerra de bolas de nieve?
Espero sus comentarios, y no olviden permanecer en sintonía para la siguiente entrega.
¡Que tengan paz, y un excelente día!
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