«PROMESA» (Pt. 4)
IV
—¿Cuál será el plan de acción? —averiguó Brenda.
—Primero, necesitaremos dinero para la apuesta. ¿Tienen algo ahorrado? —dijo Elliot.
—¿Por qué la pregunta? —preguntó Bruno.
—Todos daremos una parte para que Jack apueste —aclaró—. Necesitaremos, como mínimo, unos dos mil mongelds. Yo tengo conmigo 100 mongelds.
—250. Es lo que he ahorrado —dijo Alejandra.
—«350 MONGELDS DE MI PARTE»—, escribió Benjamin.
—Con esto van 700 mongelds. Solo necesitamos 1300 más.
—Podemos aportar esa cantidad —comentó Brenda—. 650 mongelds cada uno. Tenemos mucho más que eso en nuestros ahorros.
—Excelente. Mañana iremos a la taberna. Nos veremos en el centro de la ciudad, así que no olviden su parte —dijo Elliot—. ¿Están de acuerdo?
—Por mi parte, está bien —dijo Brenda.
—Todo sea por ayudar a nuestro amigo —opinó Alejandra.
—De acuerdo —rezongó Bruno, y Brenda solo le palmoteó el hombro.
—¿Es necesario que aportemos algo? —preguntó Jack.
—No. solo tus habilidades —aclaró Elliot, y el joven pianista solo exhaló.
—De acuerdo —dijo algo resignado.
Finalizado el acuerdo, los chicos procedieron a retirarse de la cabaña, aunque decidieron pasar un momento junto al estanque mientras efectuaban otras actividades diferentes.
Jack, por otro lado, se veía un tanto mortificado, reacción que para Lily era entendible debido a que la decisión que había tomado no fue sencilla, en particular por lo que ambos sabían al respecto. Una vez que Lily lo calmó un poco, Jack pasó a buscar de nuevo su piano orphica y comenzó a interpretar una pieza en la que trabajaba.
El día siguiente llevaron a cabo el plan para recuperar el dinero, y tanto Elliot como su grupo de amigos acompañaron al joven Lancaster hasta el lugar donde se ocultaba la casa de apuestas.
—Este sitio ya lo conozco —comentó Jack una vez que llegaron al mencionado bar, para sorpresa de los pequeños que con él iban.
—¿En verdad? —curioseó Brenda, y Bruno solo lo miró con gesto un tanto despectivo.
—Así es. En una ocasión, el señor Cotton habló con el dueño y me permitieron interpretar algunos temas en el piano del bar.
—Entonces de seguro ya tienes idea de quién es la persona a la que William le debe dinero —dijo Elliot.
—Y, ¿qué debo hacer para...?
—¡Jackie! ¡Mi querido pianista! —se escuchó en la distancia, lo que hizo a todos volverse y encontrarse con «Snake»—. ¡Qué deleite encontrarte por acá! ¿Quieres que el señor Adams te brinde la oportunidad de interpretar música?
—De hecho, hoy... he venido con otras intenciones —mencionó el joven un tanto vacilante.
—¿De qué hablas?
—Escuché que aquí hay una casa de apuestas y...
—¡Por fin aceptaste mi invitación a una partida de póker! —exclamó eufórico— ¡Ven! ¡Sígueme! Estás por pasar la mejor de tus tardes —añadió mientras lo rodeaba del cuello con su brazo para disgusto del joven Lancaster. Acto seguido, lo guió por la taberna hasta la puerta contigua a la barra, y de allí se dirigieron al armario que ocultaba la entrada secreta a la casa de apuestas.
Al llegar abajo, «Snake» lo invitó a sentarse en una de las mesas en la que se encontraban varios otros jugadores, con quienes lo presentó.
—Veo que has decidido vaciar tu caja fuerte. Espero que la señorita Lancaster no se haya molestado —comentó «Snake» al ver que Jack sacaba de su bolsillo un sobre con dos mil mongelds.
—Ella no tiene idea al respecto —mintió el chico.
—Entonces espero que te vaya bien en la partida.
—Haré el intento —respondió, y acto seguido comenzaron la primera partida, misma que terminó algunos minutos después en favor del joven Lancaster.
Las partidas continuaron durante algunas horas. Jack logró ganar un gran número de ellas, por lo que poco a poco la cantidad de jugadores se redujo.
Hacia el final ya solo quedaban dos jugadores: Jack y un sujeto reconocido en las mesas de apuestas del señor Adams cuyo nombre era Nick, quien ganaba las partidas que Jack no lograba ganar o en las que se retiraba.
La última mano que jugaron fue impresionante. La partida se extendió por largo tiempo, y sostuvieron sus apuestas hasta que el montículo de billetes y monedas creció.
En torno a la mesa se había reunido un gran número de jugadores de otras mesas, quienes a su vez hacían sus propias apuestas sobre quién de ellos sería el ganador.
Fue entonces que mostraron sus manos. Nick tenía tres ases y dos reinas, una jugada alta; pero entonces Jack mostró su mano y había una escalera real de diamantes.
El público clamó eufórico. Hasta ese momento, Nick era uno de los jugadores imbatibles, pero ahora había aparecido este sujeto desconocido que en una tarde logró limpiar la mesa.
Jack se fue con un premio de casi treinta mil mongelds en la bolsa y las felicitaciones de todos los demás jugadores tanto de su mesa como de las otras. Sin embargo, antes de que lograra retirarse del lugar, fue abordado por un grupo de empleados del señor Adams. Estos le dijeron algo en secreto, algo que hizo que los ojos de Jack se abrieran en gran medida y debido a ello asintió frenético.
Hecho esto, Jack y «Snake» pasaron a dejar el recinto.
—Me pregunto qué hora será —dijo para sí, luego revisó su reloj de bolsillo y su expresión se llenó de asombro—. ¡Son casi las cinco de la tarde! —exclamó.
—El tiempo vuela en el interior de ese sitio, ¡en especial cuando vives la más épica de tus tardes! —comentó «Snake»—. ¡Y ahora tienes contigo una bolsa de dinero enorme! Creo que la señorita Lancaster no se molestará cuando se entere —añadió, y Jack solo mostró una tenue sonrisa.
—De acuerdo... Esto... Creo que aquí se separan nuestros caminos. Yo volveré a la cabaña antes de que oscurezca.
—Yo iré al Paseo del Malecón. Me espera un pequeño negocio que debo atender. Nos veremos luego, querido pianista, ¡y disfruta con sabiduría de tu pequeña fortuna!
—Claro —murmuró Jack.
«Snake» se removió el sombrero y se retiró con las manos en sus bolsillos mientras que Jack se dirigía de regreso a la cabaña.
Al llegar, se encontró con el grupo de amigos y un visitante sorpresa.
—Joven Hart.
—Señor Lancaster. Me enteré de lo que hicieron para ayudarme a salir de de mi problema. En un principio me ofendí demasiado, pero entiendo que mi hermano menor me tiene demasiada estima, y se preocupa demasiado por lo que me sucede. Comprendo que lo mío es un problema que amerita ser tratado, por lo que buscaré ayuda en cuanto pague mi deuda.
—Perfecto. De esa manera evitaré pasar de nuevo por esta clase de disgusto —expresó Jack un tanto ofendido.
—¿A qué se refiere?
—¿Cree que fue sencillo tener que hacer frente a esta situación? ¡Debido a usted debí romper una promesa que hice hace años! —clamó molesto.
—No puede ser...
—¡Así es! Hace años prometí a mi abuelo y a Lily que jamás volvería a apostar en mi vida —aclaró, lo que sorprendió a los niños y al joven Hart—. Al igual que usted, tuve un problema severo de apuestas. Me volví un experto en los juegos de azar cuando ni siquiera tenía dieciséis años. Aposté de manera clandestina aunque era un menor, y al principio ganaba la mayoría de las veces. Por desgracia, llegó el momento en que tuve un exceso de confianza, y hubo ocasiones en las que tuve malas noches y perdía grandes cantidades. Llegó el momento en que se convirtió en un problema severo de deudas. Muchas veces salí herido debido al juego, o pasé noches en la calle. Fue cuando mi abuelo se enteró de esto y acudió en mi rescate. Entonces le prometí que jamás volvería a jugar por dinero. Si mi abuelo se enterara de que he roto mi promesa, de seguro moriría una vez más. ¡Y yo deseo ahora ser pasado por las llamas de un bongerfeuer gracias a usted!
—Lo lamento, señor... —dijo William.
—No teníamos idea de ello, señor Lancaster —dijo ahora Elliot, en cuyo rostro había signos de un enorme remordimiento.
—¡Pues ahora lo saben! ¡Y no tienen idea de cuánto pesa en mi conciencia! —se lamentó.
De repente, las piernas de Jack temblaron y él cayó de rodillas al suelo, lo que alarmó a los presentes.
—¡Hermano! —exclamó Lily, quien se acercó de inmediato para ayudarlo a ponerse en pie.
—Estoy bien —susurró.
—Señor, en verdad lo lamento —se disculpó William.
—No hay nada qué disculpar. Tome su dinero, y pague su deuda —le dijo, y le entregó el sobre con el dinero ganado—. Hermanos Warren, sus ahorros —les dijo a Brenda y Bruno, y les entregó los dos mil mongelds.
—Aquí hay más de veinte mil mongelds —señaló.
—Lo sé.
—Tome al menos una parte para...
—¡No tomaré un solo centavo de ese dinero mal habido! —reclamó—. Guarde el resto. Tal vez le sirva para pagar la ayuda que necesite.
Las palabras de Jack le cayeron como un balde de agua fría al muchacho, quien se retiró lleno de pena del lugar.
—«MUCHAS GRACIAS POR SU AYUDA, SEÑOR LANCASTER»— escribió Benjamin.
—Sí, señor Lancaster. Lamentamos mucho lo que sucedió, si lo ha ofendido, y le agradecemos por su apoyo.
—No se inquieten. Trataré de estar bien —dijo el joven, y acto seguido los niños salieron de la cabaña.
El plan había sido un completo éxito, pero por alguna razón parecía una victoria agridulce. Al menos así era como Elliot la sentía, y en ello meditaba durante esa noche cuando se encontraba en la privacidad de su habitación.
Jack, por otro lado, no lograba descanso para su corazón. Lily estaba consciente de ello, así que trató de brindarle todo su apoyo y consuelo, cosa que no parecía suficiente para el muchacho, quien por la noche, una vez que su hermana descansaba, dejó la comodidad de la cabaña para dirigirse al estanque, y una vez allí sintió de nuevo esa sensación que lo oprimía y le hacía perder la respiración.
Se tiró de rodillas al suelo y comenzó a gemir en silencio mientras golpeaba el suelo con ambas manos, y luego de dejar salir toda su pena por varios minutos, se sentó en la grama con sus rodillas flexionadas contra su pecho y frotaba con intensidad su reloj de bolsillo.
—Lo lamento —se le escuchó susurrar antes de regresar a la cabaña.
Buen día, excelente tarde o agradable noche tengan ustedes, mis amados Travenders y demás gente bonita que nos lee.
¿Cómo se la han pasado esta semana? Espero que bien.
En mi caso, fue una semana estable, con un pequeño momento bajo, pero al parecer gracias a Jehová las cosas marchan un poco mejor.
Pero ya dejemos las cosas depresivas de lado y cuéntenme, ¿qué les han parecido estas partes?
¿Fue un buen mini arco?
¿Les gustó?
Espero leer sus comentarios.
Que tengan paz y un excelente día.
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