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«PRESUNTOS CULPABLES» (Pt. 3)

III


«¿En dónde me encuentro?».

Eso fue lo primero que pensó Jack una vez abrió su ojo derecho y lo primero que vio fue un techo blanco con algunas lámparas. Dirigió su mirada hacia la derecha y se encontró con una ventana, y en la izquierda solo vio una puerta de madera de color verde oscuro y una mesa pequeña.

Intentó incorporarse, pero un dolor intenso en su costado izquierdo se lo impidió. Llevó su mano derecha hacia esa zona de su cuerpo y se recostó de nuevo. Entonces se dio cuenta de que estaba cubierto con una gruesa y cálida manta de color blanco y que la ropa que usaba no era la suya, pues solo traía puesto un largo camisón de color azul celeste además de su ropa interior.

Otros dolores punzantes en diversas partes de su cuerpo lo invadieron de repente. Palpó con su mano y sintió los vendajes y bandas que cubrían sus heridas, uno sobre su nariz, uno sobre su ojo, y el que se encontraba alrededor de su cabeza. Revisó el resto de su cuerpo y logró ver marcas oscuras de golpes que había recibido.

La puerta se abrió de pronto y una enfermera joven fue quien ingresó.

—Es bueno ver que ha despertado. ¿Cómo se siente? —consultó ella.

—Estoy... confundido... y lleno de dolor. No sé qué sucedió, o dónde me encuentro... ¡Mi hermana! ¡No he visto a mi hermana! ¿Sabe algo de ella?

—Claro. Permítame llamar primero al doctor Lang. Él vendrá en un momento y le dirá todo lo que necesita saber —respondió la joven para después abrir la puerta—. Doctor Lang... —llamó conforme salía.

—Un momento... ¿Doctor?... ¿Una enfermera? ¡Estoy en un hospital! —exclamó sorprendido el muchacho una vez que su mente logró aclararse un poco, y se llevó las manos a la cabeza —¡¿Cómo terminé en un hospital?!

Entonces intentó levantarse de su cama, pero el dolor en su costado izquierdo era muy fuerte y debilitante y se sentía un poco mareado. Jack trató de ignorar el dolor y se puso de pie con gran esfuerzo, pero al intentar dar un paso sus piernas cedieron y cayó al suelo, primero de rodillas y luego sobre su lado derecho mientras sujetaba su costado izquierdo con su mano derecha.

La puerta se volvió a abrir, y por ella ingresaron la misma enfermera y un hombre de impresionante altura y complexión robusta cuyo físico se veía muy trabajado, como si se ejercitara a diario. Por la apariencia de su rostro parecía de cincuenta años, con el cabello oscuro cubierto por algunas canas. Usaba gafas redondas, y tenía bigote y una espesa barba oscura con algunos destellos grises en ella. De su indumentaria solo se alcanzaba a percibir su camisa de color azul pálido, su corbata de color azul oscuro, un chaleco de color negro y pantalones oscuros, el resto lo cubría su larga bata médica en la que portaba algunas de sus herramientas en sus bolsillos.

—Lo lamento, señor, yo...

—¡Señor Lancaster! —llamó sorprendido el hombre al ver al joven en el suelo—. Permítame, lo ayudaré —indicó, luego se colocó a espaldas de Jack con sus rodillas flexionadas y pasó sus manos por debajo del brazo y la pierna derecha del joven con mucho cuidado mientras la enfermera le daba vuelta a su cuerpo con calma hasta dejarlo rostro arriba. Una vez que lo tenía sujeto con firmeza, pasó a levantarse con lentitud con el chico en brazos, situación que dejó perplejo a Jack pues aquél individuo lo había levantado del suelo sin demasiada dificultad, como quien carga en sus brazos a un niño—. Señorita Thompson, por favor arregle la cama —pidió, orden que ella acató. Hecho esto, lo colocó de nuevo en el lecho—. No debería levantarse de su cama por ahora, señor Lancaster; sino guardar reposo y sanar sus heridas —ordenó al tiempo que lo cubría con su manta.

—Perón por las molestias, señor...

—Cumplir mi deber no es ninguna molestia. Permita que me presente. Soy el doctor Alfred Lang —señaló, y extendió su mano derecha hacia él.

—Johann, Johann S. Lancaster, pero algunos me llaman Jack de manera afectuosa —estrechó su mano—. Esto... disculpe, señor... doctor... ¿por qué estoy aquí?

—Usted y su hermana fueron traídos a mi consultorio particular por una familia de buenos samaritanos debido a que fueron atacados por un grupo de ladrones violentos —leyó de un documento dentro de una carpeta que se encontraba en la mesita junto a la cama.

—¡¿Mi hermana fue qué?! —preguntó sorprendido e intentó incorporarse de nuevo, solo para recibir de nuevo el intenso dolor en su costado.

—Por favor, no se mueva de forma brusca o no se recuperará pronto —indicó con amabilidad a la vez que lo ayudaba a acostarse de nuevo—. Su hermana recibió un golpe en la nariz, pero ya se encuentra mejor. Usted, por otro lado, sufrió una lesión en su cabeza, en su ojo izquierdo y su nariz, y tiene contusiones en el abdomen, la espalda y en su brazo izquierdo. También tiene daños en algunas costillas —señaló a la vez que tomaba una placa similar a las que se usan para revelar fotografías y en la que se mostraban sus huesos—. No están fracturadas por completo, solo fisuradas, por lo que deberá permanecer en reposo por algún tiempo, tal vez algunas semanas, para que sane de forma correcta.

—Espere... ¡¿Reposar?! ¡¿Por semanas?! —reclamó el joven—. Pero... ¡No tengo...! ¿Cómo se supone que voy a mantenerme? ¿Cómo cuidaré de mi hermana? ¡¿Y cómo piensa que voy a pagar por todo esto?! —añadió con excesiva preocupación en sus palabras y gestos dramáticos con sus manos para luego llevar su mano a su cabeza y mesar sus cabellos debido a la tensión que lo invadía.

—No pierda la calma, señor Lancaster —solicitó el médico. Movió la mano del chico a su pecho y lo sostuvo de su mano con gentileza—. No se preocupe por eso último; podemos llegar a un acuerdo respecto a mis honorarios. En cuanto a lo demás, tal vez las personas que los trajeron aquí puedan ayudarlos de alguna forma —sugirió—. A propósito, ellos y su hermana están deseosos de recibir noticias sobre usted y su condición. Les daré la oportunidad de pasar a verlo.

El doctor Lang salió de la habitación mientras la señorita Thompson lo vigilaba. En breve, la puerta se abrió, y por ella ingresó Lily a toda prisa. Detrás de ella entró Eleanor, aunque mantuvo su distancia un poco, y el resto de los Castlegar se quedaron asomados en el umbral.

—¡Hermano! —exclamó Lily llena de alivio, y entonces corrió a abrazarlo.

—Con cuidado, señorita Lancaster; está en recuperación de sus heridas —informó la enfermera.

—De acuerdo —dijo ella, quien solo tomo la mano izquierda del joven con ambas manos.

Jack intentó dibujar una sonrisa en su rostro, pero una sensación de dolor le hizo cambiar su gesto por una mueca.

—Hasta expresar felicidad me duele —comentó a modo de broma—. ¿Ellos son los que nos trajeron aquí?

—Así es, hermano. Son la familia Castlegar. A Eleanor ya la conocemos —mencionó, y la aludida sonrió y se sonrojó un poco—. El pequeño se llama Elliot, y el mayor es Erick —señaló Lily. Elliot saludó retraído mientras que Erick hizo una leve reverencia con su mano izquierda sobre su pecho—. Ellos son sus padres, el señor y la señora Castlegar —añadió, y ellos saludaron.

—¡Usted! —expresó sorprendido Jack.

—¿Lo conoces, querido? —averiguó la señora Castlegar.

—Es una graciosa historia que les contaré después —señaló.

—En verdad lo lamento por si les he causado algún inconveniente —expresó el chico.

—¡En lo absoluto! —respondió Eleanor, a quien se le unió el resto de los miembros de su familia.

—Es lo menos que pudimos hacer —recalcó el señor Castlegar.

—Se los agradecemos, con sinceridad y de todo corazón —mencionó Jack, e intentó esbozar otra sonrisa de nuevo. Su hermana se unió e hizo una leve reverencia en señal de conformidad con lo que su hermano dijo.

—Los dejaré por un momento para que puedan pasar tiempo con él. Solo sean cuidadosos —indicó el facultativo.

—De acuerdo —accedió el señor Castlegar.

Lily y los Castlegar permanecieron con Jack por espacio de una hora, y durante ese tiempo le informaron al joven los detalles respecto a lo que había sucedido en el callejón. Le hicieron saber que ya habían reportado el robo con la policía y que Lily pasaría un tiempo en casa de los Castlegar, al menos hasta que Jack se recuperara lo suficiente. Asimismo, trataron de hacer placentera la estadía del muchacho y fue atendido cuando así lo requería. Sin embargo, como el joven comenzó a exhibir signos de malestar físico, el médico debió suministrarle un medicamento para calmar su dolor, mismo que provocó en el muchacho un efecto sedante, y debido a ello Lily y los Castlegar se despidieron de Jack para pasar a retirarse al hogar de la familia Castlegar, mismo que, de forma conveniente, se encontraba a menos de diez minutos de camino a pie, o unos cuantos minutos en autwagen.

Una vez que llegaron, hicieron los preparativos para alojar a la joven Lancaster. Decidieron que se quedara en la habitación de Eleanor debido a que era la única mujer joven con un cuarto propio. Allí le hicieron un espacio en un diván que el señor Castlegar y Elliot se encargaron de subir desde la sala de estar hasta la alcoba de la chica. También hubo necesidad de prestarle algunas prendas de vestir puesto que las que usaba estaban llenas de suciedad y los ladrones se habían llevado el resto de ellas en el carrito, y como Lily era más alta que Eleanor y usaba una talla diferente, fue la señora Castlegar quien se ocupó de ello.

Luego de asearse y vestirse, Lily se reunió con el resto de la familia en el comedor para disfrutar de la cena que habían comprado en el restaurante «Jamie's». Erick y Eleanor compartieron parte de sus alimentos con ella pues en el mencionado restaurante tenían la costumbre de servir porciones de mayor tamaño que en otros sitios, en especial con ciertos platillos como el guisado de carne de res con patatas y arroz y la sopa de carne de res que los muchachos habían pedido, por lo que fue un gusto para ellos compartirlo con otra persona.

Sentada a la mesa, la joven Lancaster permaneció un tiempo en silencio mientras miraba con gran seriedad en su rostro los platos que se le habían servido.

—¿Sucede algo malo, querida? —averiguó la señora Castlegar un tanto intranquila.

—¿No te gustan estos platillos? —preguntó Eleanor.

—No es eso... Es solo que... —Su mirada se volvió nostálgica—... hace mucho tiempo que no tenía esto —señaló con su mano sobre la mesa—: una comida caliente, estar reunida a la mesa en un sitio cálido y acogedor junto a una familia... Hay muchas emociones en conflicto. Mi ser entero se inunda de dicha y tranquilidad, pero todavía me agobia la angustia de lo que ha sido este día... No estoy segura si sea normal que me sienta un poco abrumada y a la vez tan agradecida por encontrarlos y por lo que han hecho por nosotros. Estamos en una deuda muy grande con ustedes. Espero que mis agradecimientos sean suficientes por el momento, ya después veremos la forma de retribuirles.

—No es necesario que lo hagan —mencionó el señor Castlegar—; después de todo, es lo que dice el lema de nuestra familia, y tratamos de vivir lo sumo posible en concordancia con él.

—«Vounser besander four vounser greighbar» [4] —citó Elliot, quien desde que los encontraron en el callejón hasta ese momento había permanecido en silencio y con gesto muy serio, mismo de lo que se habían percatado sus hermanos y sus padres.

—Tal vez no tengamos lo mejor para ofrecer, pero hubiera sido una deshonra para nuestro linaje el hacer oídos sordos a quien pide socorro —agregó de nuevo el señor Castlegar.

Lily sonrió con dulzura al escuchar las palabras del cabeza de familia y anfitrión. Su pecho, antes cargado de pesar y dolor, ahora se sentía ligero, entonces exhaló con tranquilidad y llena de paz.

—Gracias, mil gracias por todo —expresó, y entonces pasó a probar un poco del guisado—. Exquisito —comentó con una tenue sonrisa sincera, y después de eso los demás también comieron.

Durante la cena, los Castlegar trataron de entablar conversación con la huésped con la intención de conocerla un poco mejor, mitigar un poco su preocupación por su hermano y hacerla sentir más confortable en ese sitio, cosa en lo que no hubo demasiado éxito, aunque no se abandonó la posibilidad de que esto sucediera en otra ocasión.

Transcurrida la cena, se dirigieron cada uno a sus alcobas a descansar y ocuparse de algunos asuntos pendientes. Una de esas personas era el señor Castlegar, quien buscó un libro en el librero de su habitación. Al encontrarlo, lo abrió, y en una de sus páginas se encontraba un sobre amarillento, mismo que pasó a abrir. Del interior del sobre extrajo una carta y una fotografía que le arrancó una sonrisa llena de nostalgia. Acto seguido, introdujo de nuevo el contenido dentro del sobre y lo guardó en un cajón de su mesa de noche.

—Estoy seguro de que son ellos —dijo para sí mientras cerraba el cajón—, y solo existe una forma de averiguarlo. Sin embargo, voy a esperar a que el momento resulte apropiado —concluyó.

NOTAS: 

[4]: «Vounser besander four vounser greighbar» se traduce como «Nuestras manos para nuestro prójimo».

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¡Buen día, excelente tarde o agradable noche tengan ustedes, mis amados, apreciados y siempre estimados Travenders!

Les doy las gracias por haber pasado a visitar esta historia. Espero se encuentren con bien en este momento.

Sin duda, este cierre de "arco" ha dejado un par de dudas interesantes que deben resolverse.

¿Encontrarán a los ladrones?

¿Qué sucederá con Lily y Jack?

¿Qué es lo que miraba con interés el señor Castlegar?

¿Y qué opinan del personaje introducido en esta ocasión? Porque les menciono de una vez que será un personaje recurrente, y conoceremos más del doctor Lang en esta historia.

No tengo mucho qué decir, solo agradecerles por su apoyo incondicional e invitarlos a compartir sus opiniones sobre la historia, tanto aquí como en sus redes sociales si así lo desean.

Sin más qué agregar, me despido de ustedes. Hasta la siguiente semana. Lean mucho, escriban, y que tengan paz y un excelente día y fin de semana.




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