«MISIÓN: ¡RECUPERAR LA MÚSICA!» (Pt. 5)
V
Ahora bien, mientras ocurrían los hechos narrados con anterioridad, tres jóvenes se encontraban a orillas de las plácidas aguas de un estanque. Dos de ellos, los hermanos Castlegar, conversaban en voz baja mientras que la tercera, la menor de los Lancaster, apenas estaba por despertar de su siesta.
Y su despertar no fue nada tranquilo.
En el momento que abrió sus ojos y miró al estanque, se dibujó un gesto de confusión en su rostro.
«¿Me quedé dormida?», pensó; entonces miró sobre su hombro y notó la presencia de un abrigo que desconocía y que cubría su cuerpo, lo que la inquietó todavía más.
—Veo que ha despertado —comentó Eleanor luego de percibir que la muchacha se había movido un poco, y al ver a su rostro notó que tenía los ojos abiertos y una mirada confundida.
—Buenos días —bromeó Erick con una sonrisa tenue y serena.
Lily se volvió de inmediato hacia él y entonces se alarmó sobremanera.
—No puede ser... —musitó, y se incorporó de inmediato con sus manos sobre su rostro mientras los Castlegar la miraban con calma.
El rostro de la menor de los Lancaster se tornó de un color que las cerezas envidiarían poseer; entonces se levantó del suelo de golpe y dejó caer el abrigo de Erick. Se apresuró a tomarlo y, con un poco de incomodidad y vergüenza, lo limpió y se lo entregó a su propietario.
—Señorita Lancaster, ¿se encuentra usted bien? —averiguó Eleanor, quien se mostraba intranquila ante la reacción de la muchacha.
—¡Ay, no...! ¡Qué pena! ¡Cuánto lo siento, en verdad se los digo! —expresó a la vez que inclinaba su cuerpo con sus manos juntas a la altura del pecho para después retroceder un par de pasos.
Eleanor y Erick no tuvieron que pensar demasiado en el motivo del curioso comportamiento de la joven, por lo que se miraron con gesto comprensivo y lleno de compasión el uno al otro y pasaron a levantarse del suelo mientras ella daba otros pasos más hacia atrás con su mirada hacia el suelo.
—Señorita Lancaster, no tiene nada de qué preocuparse —señaló Eleanor.
—Lo lamento, es que... he abusado de su confianza —respondió nerviosa mientras frotaba con sus manos un mechón del cabello que le caía por el hombro—. No... No es el comportamiento adecuado que una señorita deba tener, y mucho menos cuando no formo parte de la misma familia ni soy alguien allegado a ustedes. Les ruego, por favor, me disculpen por mi indiscreción —añadió.
Eleanor pasó a acercarse con calma hacia Lily, como quien se aproxima a un cachorro herido y temeroso, y luego extendió su mano derecha para tomar la izquierda de la joven.
—Insisto, señorita Lancaster: no tiene nada de qué alarmarse, ni mucho menos motivo alguno para sentir remordimientos —mencionó Eleanor—. No se preocupe por lo sucedido. Puede sentirse en confianza con nosotros, como si fuéramos de la misma familia. No vemos con malos ojos su comportamiento. Por el contrario, es natural y comprensible que sucediera, y a decir verdad era necesario para usted. De hecho, a mi hermano no le molestó en lo mínimo —añadió mientras Erick solo cerraba sus ojos con rostro serio, y luego agitó su mano izquierda de lado a lado con tranquilidad para después posarla sobre su mano derecha con la que sujetaba su bastón—. Además, puede confiar en él. Es un caballero cortés y educado, dispuesto en todo momento a dar su apoyo a quien lo requiera —recalcó.
Erick también se acercó y pasó a tomar a la muchacha de la otra mano. Sin embargo, no dijo nada, sino que se limitó a mostrar una ligera sonrisa confiable y amistosa.
Lily cerró sus ojos, respiró hondo por su nariz y exhaló con calma para después sonreír con ternura.
—De acuerdo —respondió.
Luego de esto, los tres se dirigieron de nuevo a la orilla del estanque y, como vieron que ya era un poco tarde, decidieron recoger las cosas, limpiar un poco y regresar a casa.
Resultó la casualidad que, justo en el momento en que Elliot y sus padres regresaron a la vivienda, se encontraron con Eleanor, Erick y Lily, quienes ingresaban por la puerta trasera.
—¡Ya volvimos! —avisó Eleanor efusiva, y se desconcertó al ver a sus padres y sus hermanos con los estuches en manos—. ¿Qué es lo que llevan en sus manos? ¿Fueron a alguna parte? —curioseó.
Lily, llena de curiosidad, quiso ver de qué hablaba la joven, y cuando puso los ojos en el estuche que el señor Castlegar portaba, llevó sus manos al rostro, luego lanzó un grito lleno de emoción y pasó a acercarse a toda prisa hacia él.
—¡No puedo creerlo! —exclamó maravillada una vez tuvo ambos estuches en sus manos, y al abrirlos comprobó que ambos instrumentos musicales se encontraban en perfectas condiciones—. ¡Es el piano orphica de Jack! ¡Y mi violín de bolsillo! ¿Cómo los consiguieron? —preguntó la joven quien no lograba contener su dicha.
—Créanme cuando les digo que no será una historia fácil de escuchar —mencionó la señora Castlegar, y Elliot solo sonrió de nuevo con nerviosismo al tiempo que tiraba del cuello de su camisa, lo que ocasionó que sus hermanos lo miraran con curiosidad.
—Elliot, ¿qué fue lo que sucedió? —indagó Eleanor.
—Verán, todo comenzó con...
Elliot pasó a narrar los eventos acontecidos esa tarde con lujo de detalle y sin ahorrar en descripciones como era su costumbre. La reacción de sus oyentes no se hizo esperar, y no fue muy diferente de la del matrimonio Castlegar. Conforme lo hacía, los rostros de los hermanos Castlegar y el de Lily evidenciaban una severa mortificación, y al finalizar, Lily no pudo evitar llevarse las manos al rostro al enterarse del final que sufrió el que era su medio de transporte y refugio temporal, además del resto de sus pertenencias.
—Pobre del hombre en el autwagen —se lamentó Eleanor.
—No creo que vuelva a tener una noche de sueño placentero dentro de un largo tiempo —comentó Lily.
—Lo que en verdad importa es que Elliot se encuentra sano y salvo —comentó el señor Castlegar, quien pasó a acercarse al niño y colocar sus manos sobre los hombros del pequeño—. Sin embargo, quisiera hablar con él en privado por un momento —añadió.
Esas palabras del señor Castlegar no sonaban alentadoras para el pequeño, quien mutó su rostro en uno que denotaba suma inquietud, y volvió la mirada hacia sus hermanos como si buscara ayuda de su parte. Ellos, por otro lado, solo se limitaron a verlo con rostro compasivo.
—Acompáñame —indicó Eleanor a Lily, y la invitó a acompañarla hasta su habitación.
Lily tomó el estuche con el piano orphica de su hermano y Eleanor llevó el del violín de bolsillo. Erick no dijo nada, solo cerró sus ojos y se retiró silencioso y con calma.
En cuanto los jóvenes se marcharon, el señor y la señora Castlegar llevaron a su hijo a la sala de estar y cerraron la puerta que comunicaba este espacio con el resto de la casa.
—De acuerdo, hijo, debo admitir que actuaste con heroísmo y valor, y defendiste una causa justa y noble —habló orgulloso el señor Castlegar, lo que hizo que se dibujara una sonrisa tranquila en el rostro del niño—; por desgracia —habló ahora en tono severo y duro, lo que derribó el ánimo del pequeño—, no nos dijiste nada al respecto de lo que tenías pensado hacer. ¡Fuiste a una zona apartada de la ciudad en la compañía de ese sujeto y te expusiste a riesgos innecesarios! ¡Pudiste salir herido, o perder la vida! ¿¡Qué en toda la tierra habitada te hizo creer que era una buena idea!? ¿¡Acaso pensabas que se trataba de otro de tus juegos!?
—Lo sé, y lo lamento mucho. No medí el peligro, ni pensé demasiado en las consecuencias de mis acciones. Quería vivir conforme al lema familiar y obrar el bien para mi prójimo después de... bueno, era mi manera de volver a tener paz interior y reconciliarme con aquellos a los que pude haber ofendido —expresó con convicción—. No es propio de un caballero el lanzar acusaciones sin fundamento, y créeme cuando te digo que mi corazón no sentía descanso por ese insulto que había lanzado hacia ellos, y quería deshacerme de esa carga. No fue mi intención el involucrarme en ese tipo de situaciones que le corresponden solo a personas con la capacidad de llevarlas a cabo, pero fue el calor del momento lo que me llevó a buscar la aventura —masculló con sumo pesar—. En verdad estoy arrepentido. Perdónenme, por favor —añadió con sus manos alzadas a la altura de su rostro.
Después de que el pequeño dijo estas palabras, guardó silencio con su mirada puesta sobre los ojos de su padre, y el señor Castlegar pudo percibir la sinceridad con la que su hijo hablaba. Él y su esposa se vieron el uno al otro y una mirada seria y llena de seguridad.
—Actuaste de forma imprudente, pero fuiste maduro al aceptar la responsabilidad de tus acciones, y aunque tus motivos eran nobles, podrías haberse resuelto la situación de una forma que conllevara menos riesgo —señaló, lo que le recordó las palabras de «Snake»—. Además, no nos dijiste la verdad de lo que pensabas hacer, Por esa razón, solo te daremos un correctivo menor. Harás las labores de tu hermano hasta que comiencen las clases, y no podrás salir de casa hasta entonces ni recibirás el dinero para tu semana de nuestra parte. ¿Está claro?
—Entiendo, padre, y lo considero justo —mencionó con calma.
—Ahora, a tú habitación —indicó la señora Castlegar, y el pequeño se retiró.
Silencioso y muy tranquilo, Elliot pasó a subir hasta su cuarto. En el momento que cerró la puerta de su cuarto, Eleanor y Erick salieron de sus habitaciones y se dirigieron a la de su hermano menor.
—¿Podemos pasar? —preguntó la joven Eleanor luego de tocar.
—Claro, adelante —respondió él después de haber abierto la puerta.
—Y, ¿qué sucedió?
Elliot entonces pasó a contar a sus hermanos la conversación que tuvo con sus padres.
—No voy a negar que, aunque lo tengas merecido por actuar a escondidas de nuestros padres y te expusieras a peligros, en retrospectiva, y por curioso que parezca esa coincidencia, fue adecuado que las cosas marcharan de esa manera —señaló Erick, a lo que Eleanor y Elliot lo miraron con confusión—. Si tú y «Snake» no hubieran estado allí, no se hubieran salvado los instrumentos, el medio con el los Lancaster se ganan la vida —agregó, lo que provocó que Elliot y su hermana compartieran una mirada llena de asombro.
—No lo había pensado de esa manera —comentó Elliot—. ¡Oh! ¡Es verdad! ¡Lo había olvidado! No solo los instrumentos se salvaron, también el reloj —añadió el niño para pasar a tomar del bolsillo de su chaqueta el reloj que le pertenecía a Jack—. ¿Se encuentra ella en tu habitación? Quiero entregárselo, y de una vez disculparme.
—¿Disculparte? ¿Por qué? —averiguó Eleanor.
—Porque el joven Elliot Castlegar pensaba que nosotros éramos los ladrones —interrumpió Lily, quien se encontraba en ese momento en el umbral de la habitación, lo que causó que los tres jóvenes dieran un leve salto por la sorpresa y se volvieran hacia ella—. Les ruego disculpen mi intromisión; solo deseaba agradecer al joven Elliot Castlegar por su arrojo al rescatar nuestras posesiones materiales y no pude evitar escuchar su conversación.
—No tiene nada de qué disculparse; de hecho, si alguien le debe la disculpa, ese soy yo —expresó el pequeño con sumo arrepentimiento en sus palabras.
—Espera, un segundo. ¿Cómo es que ella tenía conocimiento sobre tu absurda teoría? —interrogó Eleanor.
—Lo escuché hablar acerca de ese tema en la madrugada —mencionó con suma tranquilidad, sin verse ni escucharse ofendida al respecto, y al enterarse de esto, los ojos de sus hermanos se abrieron desmesurados. Se volvieron hacia Elliot, y el niño solo asintió avergonzado y con la boca fruncida—. Tenía problemas para dormir, así que me levanté para ir abajo a tomar un poco de agua, y al pasar por su habitación pude oír cómo discutía consigo mismo teorías sobre la verdadera identidad de los criminales, y cómo nos descartaba a nosotros como sospechosos, además de una loca apuesta que había hecho contigo.
—Supuse que usted me había escuchado en el momento que volví mi atención y logré percibir que usted se alejaba con velocidad hacia la alcoba de mi hermana, por lo que no pude evitar sentirme atribulado debido a ello —señaló Elliot.
Ni uno solo de los otros hermanos Castlegar dijo una sola palabra después de eso. Ambos permanecieron en silencio a la vez que se veían el uno al otro con incomodidad, pues lo que ellos consideraban un secreto ahora era del dominio de la persona afectada.
—Le pido disculpas por la forma de pensar de mi hermano —expresó Erick con gran sinceridad y pesar en su persona.
—No se preocupe, joven Castlegar. Podría decirse que es algo a lo que mi hermano y yo estamos acostumbrados, pues ya hemos recibido esa clase de acusaciones en otras ocasiones, incluso otras mucho peores, y no fue la única que recibimos en esta ciudad —señaló la jovencita, lo que no hizo otra cosa sino que sintieran sus corazones encogidos de pesadumbre y conmiseración por ellos.
—De cualquier manera, no es algo apropiado ni digno de un jovencito con educación el pensar así de su semejante sin fundamento alguno —recalcó el pequeño. Acto seguido, Elliot pasó a entregar el reloj a Lily para después sujetar su pecho con su mano derecha, luego de esto colocó la izquierda en su espalda y se inclinó frente a la joven con su rodilla derecha en el suelo y la mirada agachada—. Por eso me quiero disculpar con usted —habló, y extendió su mano hacia Lily.
Ella sonrió con ternura y ladeó un poco su cabeza hacia la derecha para después hacer una pequeña pose en la que inclinaba un poco su cuerpo hacia Elliot, colocó su mano derecha en el pecho para después llevarla a su boca, la besó y luego la colocó en la del niño ante la mirada llena de sorpresa de sus hermanos mayores, no debido a que la joven había sido compasiva con el pequeño por sus locas teorías, sino porque ambos conocían la reverencia de disculpa que usaban los miembros de los clanes de la alta sociedad de Couland.
Una vez efectuó esta reverencia, el niño miró sus ojos y percibió sinceridad en su expresión, lo que le hizo sentir aliviado y le decía que las cosas habían quedado arregladas entre ellos, lo mismo que percibieron sus hermanos.
Después de enmendar los asuntos entre ellos, Lily se dirigió de nuevo a la alcoba de Eleanor. En su camino, presionó la corona del reloj y la tapa se abrió. Al ver el interior, los ojos de la joven se abrieron en gran medida y su gesto se ensombreció un poco. Recordó de pronto lo que Elliot había mencionado respecto a lo que los ladrones planeaban hacer con algunas de las pertenencias robadas, lo que le llevó a lanzar un suspiro colmado de amargura y resignación; luego procedió a cerrar la tapa del reloj y cerró sus ojos.
—No será sencillo, pero tendré que hacérselo saber —susurró para ella misma.
¡Buen día, excelente tarde o agradable noche tengan ustedes, mis estimados Travenders!
¡Un nuevo viernes ha llegado, y una nueva actualización ha sido traída hasta ustedes!
¿Qué les pareció este capítulo? ¿Merecía ese castigo el menor de los Castlegar?
¿Qué habrá sucedido con el reloj de Jack que provocó que Lily se preocupara tanto?
¿Qué sucederá entre Lily y Erick?
¡Si quieren descubrirlo, permanezcan en sintonía y no se pierdan las entregas semanales de esta historia!
¡Hasta luego! ¡Que tengan paz, y un excelente día!
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