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«LÁGRIMAS FRÍAS» (Pt. 1)



 I



Algunos minutos más tarde apareció Eleanor, quien llevaba consigo los patines de su familia.

—¡Aquí los tengo! —anunció, y le entregó a Elliot sus respectivos patines—. Lily, debido a que Erick no puede patinar, podrás usar los suyos —indicó.

—¡De acuerdo! —expresó, y tomó los patines.

—¿Sabes cómo patinar? —preguntó.

—¡Por supuesto! Participaba en competencias dentro del instituto donde estudiaba cuando era niña, y en más de una ocasión terminé como finalista —aclaró.

—¿En verdad? ¡Seguro debes ser una patinadora impresionante! Yo no soy talentosa, pero disfruto hacerlo cuando tengo la oportunidad.

—Eso es lo que en verdad importa —expresó la muchacha, y Eleanor asintió con una leve sonrisa—. Será una grata experiencia patinar juntas.

—¡Sin duda!

Solo unos minutos después apareció «Snake», quien sorprendió a todos pues llevaba sobre su hombro un saco enorme.

—¡Aquí tienen! —anunció, y pasó a vaciar el contenido del costal. Se trataba de varios pares de patines de distintos tamaños, tanto para niño como para joven y adulto.

—Impresionante —comentó Alejandra.

—¿Cómo los conseguiste? —inquirió Elliot.

—No son robados, ¿verdad? —cuestionó Bruno.

—¡Por supuesto que no! Bueno, al menos yo no lo hice —aclaró, lo que alarmó un poco a los niños—. ¡Es broma! —añadió a la vez que frotaba su nuca—. Son del sujeto que renta patines en el parque «Starerne». Como mencioné, él tenía una deuda, y digamos que acabo de cobrarla. En fin, ¡disfruten, niños! —exclamó, y ellos se acercaron para elegir sus patines y colocárselos.

—A propósito, ¿cómo sabremos que el estanque está por completo congelado y es seguro para patinar? —preguntó de nuevo Bruno.

—Sencillo —respondió «Snake», y entonces se acercó al cuerpo de agua. Colocó con mucho cuidado un pie sobre este y luego el otro. Acto seguido, dio algunos pasos y comprobó que el hielo resistía su peso—. Sí, es resistente, y está congelado —señaló—. ¡Adelante! —invitó.

El primero en ingresar al estanque fue el menor de los Castlegar, quien sin temor comenzó a deslizarse con calma sobre el hielo. A él le siguió Alejandra, quien se mostraba un poco temerosa e insegura.

—Toma mi mano —pidió Elliot, y ella lo sujetó. Acto seguido, los dos pasaron a avanzar juntos sobre el estanque.

Eleanor y Lily se unieron a ellos, y después lo hicieron Brenda y Benjamin. Los últimos en comenzar a patinar fueron «Snake» y Bruno, el primero porque todavía no se calzaba sus patines, y el segundo porque le preocupaba su seguridad, aunque luego cogió algo de valor y se animó a unirse al grupo.

Todos ellos dieron muestra de sus habilidades sobre el hielo. Los menos habilidosos eran Bruno, Benjamin y Alejandra, quienes se limitaban a deslizarse de forma un tanto tímida y rígida. «Snake», Elliot y Eleanor, por otro lado, tenían una gran soltura sobre el hielo, aunque no llegaban a niveles extraordinarios como sí lo hacían Brenda y Lily, quien se movía con la misma gracilidad que una bailarina de ballet.

—¡Eres una patinadora impresionante! —elogió Elliot a su amiga Brenda.

—¡Gracias! Tomé lecciones hace años, y suelo practicar en la pista del parque «Starerne».

—Pues debo admitir que esas lecciones han sido aprovechadas en gran medida —agregó, lo que le hizo sonreír con suma dulzura, de lo que Alejandra se percató, por lo que meneó su cabeza de lado a lado.

Mientras ellos disfrutaban del hielo, desde afuera, sentado sobre una roca, Erick los observaba con aires nostálgicos, fascinado con las habilidades de Lily para el patinaje. De vez en cuando ellos cruzaban miradas y se sonreían. Eleanor se daba cuenta de esto, lo que le hacía sonreír llena de ternura y suspirar.

Quien no se veía por ninguna parte era Jack. Esto se debía a que el joven Lancaster se encontraba en el interior de la cabaña asomado a la ventana. Miraba a los jóvenes y a «Snake» pasar un momento grato en la nieve y patinar en el hielo, y esto le hacía soltar hondos suspiros lastimeros.

Fue en ese momento que sintió en su pecho una presión que lo agobiaba, le quitaba la respiración y lo hacía ahogarse. Entonces su rostro comenzó mutar en un gesto lleno de pesar y sus ojos se aguaron un poco.

Jack llevó su mano a su pecho y suspiró con pesadez. Acto seguido, se apartó de la ventana y se dirigió a un rincón de la cabaña donde se acostó con el rostro pegado a la pared y el cuerpo encogido. Entonces comenzó a sollozar y a gemir con gran dolor.

Ahora bien, mientras daban una vuelta por el estanque, Eleanor se percató de la ausencia del joven Castlegar, lo que la dejó un poco desconcertada.

— ¿En dónde se encuentra Jack? —averiguó Eleanor.

Lily se volvió en dirección a la cabaña para buscarlo, y al no encontrarlo colocó un gesto serio en su rostro,

—Es verdad. Creo que no ha salido de la cabaña en todo este tiempo, aunque esto no me sorprendería —respondió Lily.

—¿Por qué lo mencionas? —volvió a preguntar Eleanor.

—A mi hermano no le agradan mucho los días nevados —comentó la menor de los Lancaster—; sin embargo, jamás me ha mencionado con exactitud la razón de ello, y por lo general evade responder a esa pregunta.

La respuesta de Lily, además de su reacción, le parecieron algo curioso e inusual a la joven Castlegar, y la idea de desconocer el motivo de ello ahora había anidado en su cabeza, por lo que no dejó de pensar en ello mientras patinaban.

No eran todavía las once de la mañana cuando el señor y la señora Castlegar hicieron aparición en el estanque. Llevaban con ellos algunos implementos de cocina además de ingredientes para preparar alimentos.

—¿Tus padres también han venido? —preguntó Lily.

—¡Cierto! ¡Olvidé mencionarlo! —respondió Eleanor—. Se suponía que mi hermano y sus amigos almorzarían en casa, pero como han decidido venir aquí, le dijo a nuestros padres que vinieran para preparar el almuerzo. Por lo tanto, creo que tendremos una especie de día de campo nevado; claro, eso si no encuentras inconveniente en que nos prestes un momento tu hogar temporal.

—¡Por supuesto! De hecho, lo considero un privilegio. Pueden usarlo en cualquier momento que lo necesiten.

—¡Perfecto, y muchas gracias! —dijo. Lily ladeó un poco su cabeza y sonrió con calidez ante las palabras de su amiga—. A propósito, debo retirarme y ayudarlos a preparar el almuerzo —indicó.

—¿No habrá problema si los ayudo?

—No creo que haya algún inconveniente —respondió Eleanor. Lily asintió, y entonces las muchachas salieron del estanque congelado y se quitaron sus patines para dirigirse a la cabaña.

Al llegar allí, y luego de saludar de forma efusiva a los Castlegar, Lily abrió la puerta para permitirles ingresar.

En el momento que escuchó el sonido de la puerta abrirse, Jack dio un respingo alterado con su respiración agitada y sus ojos abiertos sin mesura, se levantó del suelo con presteza y limpió sus prendas de vestir y las lágrimas de su rostro.

La puerta se abrió y allí estaba el joven Lancaster, de pie para recibirlos.

—Esto... Hola, buen día señor y señora Castlegar —saludó.

—Buen día, señor Lancaster —respondió sonriente el señor Castlegar

—¿También han venido a visitarnos?

—De hecho, hemos venido para preparar el almuerzo para ustedes —indicó la señora Castlegar.

—Oh, bien —comentó Jack a la vez que frotaba un poco la cadenilla de su reloj de bolsillo—. ¿Puedo...? ¿Puedo ayudarles en algo?

—¡Claro! —expresó la señora Castlegar—. ¿Podrías cortar algunos vegetales?

—¿Bromea? ¡Mi hermano tiene grandes talentos en la cocina! —exclamó Lily llena de entusiasmo, lo que hizo que Jack bajara el rostro un tanto cohibido.

—¿De verdad? —Preguntó Eleanor, quien en ese momento había comenzado a pelar unas patatas.

—Deberías probar su sopa de pato. ¡Es exquisita! —afirmó Lily con una barra de pan en su mano, a lo que Jack miró a su hermana nervioso y un poco preocupado.

—Entonces esperemos que algún día nos deleite con alguno de sus platillos, señor Lancaster —expresó ahora el señor Castlegar.

—Por... supuesto, señor. Estaré... encantado —habló el chico lleno de inseguridad.

—Excelente. Por cierto, ¿cómo la han pasado este día? —averiguó el señor Castlegar.

—Hemos tenido una mañana muy grata y entretenida —habló Lily.

—Es un gusto escucharlo. Bien, estaré afuera con los muchachos. Si necesitan algo, pueden llamarme —dijo ahora el señor Castlegar, y pasó a salir de la cabaña.

—De acuerdo, cariño —respondió la señora Castlegar—. ¡Pásala bien! —añadió.

Una vez que el señor Castlegar dejó el lugar, los cuatro comenzaron a preparar los ingredientes necesarios para el almuerzo. Tenían pensado cocinar una sopa caliente para contrarrestar un poco el frio de ese día, además de algunos emparedados. Asimismo, llevaban un poco de frutas para complementar y algunas bebidas echas con frutas, además de un poco de vino para los adultos presentes y bizcochos como postre.

Conforme los cuatro preparaban los alimentos que serían servidos, Eleanor todavía no cesaba de darle vueltas a lo que Lily le había dicho respecto a Jack, y sentía enormes deseos de preguntarle y salir de esa duda que la embargaba.

Quince minutos después de las doce del mediodía, el almuerzo ya estaba listo, por lo que llamaron a los niños, a Elliot, el señor Castlegar y «Snake», para que pasaran a comer. Para este propósito, y debido a que la cabaña no tenía tanto espacio como para albergar a todos los presentes, el señor Castlegar y Erick prepararon un espacio afuera de la cabaña para que pudieran sentarse. Resultó que allí cerca había unos troncos que hicieron rodar y los acomodaron para que sirvieran para dicho propósito. Además, levantaron y encendieron una pequeña fogata que ayudaría a mantener tanto la sopa como a ellos calientes y cómodos. Asimismo, una vez que terminaron de cocinar, Lily, Eleanor y sus padres trasladaron afuera la mesa y las sillas del comedor para colocar allí algunos de los alimentos que serían servidos.

Uno a uno, los niños dejaron la improvisada pista de hielo y tomaron su lugar alrededor de la fogata, y recibió cada uno su respectivo emparedado y un tazón de sopa caliente. Lo mismo sucedió para el señor y la señora Castlegar, los jóvenes Erick, Eleanor y Lily y «Snake», quien compartió un poco de su alimento con su fiel compañero «Alan». Sin embargo, quien todavía permanecía dentro de la cabaña era el joven Lancaster.

Intranquilas por la actitud del muchacho, misma que preocupaba un poco a los presentes, Eleanor y Lily se levantaron de sus asientos y se acercaron a él para conversar en privado.

—¿No vas a unirte a nosotros, hermano? —inquirió Lily.

—Esto... Yo... Estoy bien aquí —excusó el joven a la vez que desviaba su mirada al suelo.

—¿Qué es lo que sucede? ¿Por qué no quieres salir, no solo en este momento, sino cada vez que nieva? —interrogó Lily.

Jack permaneció en silencio por un momento mientras frotaba la cadena de su reloj entre sus dedos a la vez que mantenía su mirada en el suelo. Su gesto se veía en lo sumo mortificado, lo que causó mayor inquietud en Eleanor.

—Verán... No... No me agrada mucho... No tolero el frío —excusó.

Eleanor sabía que el joven no era por completo sincero en sus palabras. Había visto a su hermano menor mentir o excusarse en otras ocasiones, por lo que conocía a la perfección cuando alguien ocultaba otros motivos en su corazón, y el hecho de que Jack no quería decir la verdad respecto a la razón del por qué no se unía a los demás le indicaba que algo andaba mal con él. Lily también notó que la respiración del joven se agitó un poco y se percibió que temblaba un poco, además de que su mirada era amarga, reacciones que la inquietaron un poco

Las dos jóvenes se miraron entre ellas y percibieron que compartían el mismo sentimiento respecto al joven Lancaster, por lo que ambas asintieron con levedad, y luego Eleanor se dirigió hacia el resto del grupo.

—Queremos que nos disculpen un momento —indicó.

—De acuerdo —habló el señor Castlegar, y los demás asintieron.

—Hermano, ¿podemos hablar un momento contigo a solas? —preguntó Lily.

—De... acuerdo —contestó inseguro.

Lily indicó a su hermano que pasaran al interior de la cabaña y cerraron la puerta detrás de ellos, lo que dejó extrañado al muchacho.

—Hermano, necesito que seas honesto conmigo —solicitó la menor de los Lancaster una vez que se encontraban en la privacidad de la cabaña.

—¿Sobre qué? —preguntó él.

—Sabemos que hay algo que lastima tu corazón, algo que no quieres decirnos. Por favor, no ocultes más la verdad y dime: ¿por qué nunca sales durante los días nevados? ¿Es porque te recuerdan a lo ocurrido hace un año? —averiguó.

La sola mención de esto hizo que un escalofrío recorriera la espalda de Jack y lo dejara helado, y en la expresión de su rostro podía percibirse cuánto le afectaba el solo recuerdo de dicho suceso. Y quien también se mostraba intranquila era Eleanor, pues no tenía idea de lo que ella hablaba.

—¿Qué les ocurrió? —indagó Eleanor en lo bajo.

—Tuvimos un percance —respondió Lily, lo que llevó a la mente de Jack vívidas imágenes de ese evento. Incluso podía sentir la nieve bajo sus pies, el frío del ambiente y el temor a perder a su hermana que lo invadieron esa tarde.

Jack estaba tan estresado que incluso comenzó a frotar con gran intensidad no solo la cadenilla, sino el reloj completo entre sus dedos. Su respiración se agitó sobremanera, y su cuerpo se sobrecogió de temor al grado que podía verse cómo temblaba.

El muchacho tragó saliva con pesadez y volvió sus ojos hacia su hermana, a quien veía lleno de sufrimiento.

—No... No es solo debido a ello —habló tembloroso, lo que dejó perpleja a su hermana—. Los días nevados... Siempre ocurre algo oscuro durante un día nevado —explicó.

—¿A qué te refieres? —preguntó su hermana intrigada.

Jack permaneció en silencio por varios segundos; entonces suspiró hondo y lastimero y dijo:

—Lily, hay algo importante que tienes qué saber; algo relacionado a ti.


Buen día, excelente tarde o agradable noche tengan ustedes, mis amados Travenders y gente preciosa que nos visita.

Les saludo con cordialidad, con la esperanza de que se encuentren bien y en buen estado de salud y ánimo, y que hayan disfrutado de un maravilloso fin de semana.

En mi caso, fue una semana un tanto agobiante, a pesar de haber tenido un día de asueto. Solo espero que los próximos días sean mejores.

En fin, pasemos a cosas mejores y más alegres. 

Cuéntenme, ¿qué les pareció esta parte?

¿Qué opinan de las relaciones entre los personajes?

¿Cuál creen que sea el secreto que guarda Jack, y por qué tiene que ver con Lily?

Si quieren descubrirlo, no se pierdan la siguiente entrega.

Por cierto, seguro se han dado cuenta que esta parte tiene el mismo nombre que tenía la anterior. Sucede que decidí cambiarlo, pues estas partes que estoy por actualizar tienen más relación con el título que las anteriores.

Esto es todo lo que tenía por decir. 

¡Que tengan paz, y un excelente día!

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