«ESPERANZA» (Pt. 3)
Ahora bien, eran cerca de las once de la mañana de ese día cuando la puerta de la tienda de la familia Hernández García se abrió.
—¡Buen día, Eleanor! —saludó Esperanza a la recién llegada—. ¿Qué podemos hacer por ti hoy?
—Hola, Esperanza, y buen día. Necesito una lata de frijoles guisados —respondió la muchacha.
Lily, quien en ese momento acomodaba algunos productos en los anaqueles, se asomó para cerciorarse de que se tratara de ella y, al ver la inconfundible y pequeña figura de la jovencita, dibujó una sonrisa entusiasmada en sus labios.
—A la orden. ¡Lily! ¿Puedes traerme una lata de frijoles guisados? Están en el anaquel de la derecha —señaló.
—¿Lily? —preguntó Eleanor.
—Es una empleada temporal. La contratamos esta mañana.
Eleanor se volvió y se percató de la presencia de la menor de los Lancaster, quien la saludó animosa desde la distancia.
—¡Aquí los tengo! —dijo mientras sostenía una lata de gran tamaño en sus manos; entonces pasó a acercarse a paso alegre y danzante mientras mantenía la misma sonrisa dibujada en el rostro.
—¡Lily! Qué dicha ver que has encontrado el empleo que deseabas encontrar. Y te felicito, porque has llegado a uno de los mejores establecimientos de Kaptstadt.
—¡Muchas gracias por ese cumplido! —dijo Esperanza halagada—. A propósito, ¿ustedes se conocen? —averiguó con sumo interés.
—Sí. Olvidé mencionarlo; me hospedo con los Castlegar por una temporada, mientras mi hermano se recupera —señaló Lily.
—Apenas lleva unos días con nosotros, pero ya siento que es como de la familia —mencionó Eleanor—. Y créeme cuando te digo que Lily es una muchacha muy diligente y eficiente en lo que hace. Has contratado a una estupenda empleada.
—Es algo alentador de escuchar —opinó Esperanza—; y permíteme añadir que los Castlegar son una familia maravillosa conocidos por dar todo para ayudar al prójimo cuando lo necesita. Has llegado a un hogar lleno de amor —comentó, y ambas sonrieron con gran dicha—. Por cierto, hay algo que deseo preguntar —habló Esperanza a Lily.
—Adelante, con confianza —respondió la muchacha.
—Ese hermano hospitalizado del que has hablado, ¿se trata acaso del joven forastero? Un muchacho alto, muy esbelto y un poco pálido, de cabello oscuro con algunas canas y ojos de color esmeralda. Mi abuelita le obsequió un tamal hace poco más de una semana, antes de dejar la tienda.
—¡Sí! ¡Ese es Jack, mi hermano! —respondió efusiva.
—¡Lo sabía! —resolvió a la vez que chasqueaba sus dedos—. Estabas en el carrito de carga del que él tiraba.
—En efecto. En ese momento tomaba un breve descanso después de un largo día de viaje.
—Si no es mucha molestia, y espero no sea un atrevimiento que lo pregunte, ¿puedo saber qué fue lo que le sucedió? —curioseó, lo que hizo que Lily solo desviara un poco la mirada hacia el suelo y su gesto se llenó de pesar.
—Bueno... él... —comenzó a narrar, luego suspiró hondo y continuó—... Sufrimos un ataque a manos de delincuentes hace unos días. Yo solo recibí una herida menor, pero él fue herido al intentar protegerme, y tuvo que ser hospitalizado —respondió con amargura.
Las palabras de la muchacha hicieron que Esperanza se llevara la mano al pecho y tomara aire con dificultad debido a que comenzó a sentirse invadida por la aflicción.
—Lo siento... No... No lo sabía. ¿Cuál es su condición? —averiguó consternada.
—Tiene algunas fracturas —indicó sobre su costado izquierdo— y golpes en el rostro y la cabeza. Padece mucho dolor, y está un poco melancólico —explicó.
En el momento que escuchó sobre esto, los ojos de Esperanza comenzaron a brillar, pues se humedecieron un poco, y su labio inferior tembló. Entonces se acercó a Lily con presteza y le dio un abrazo tan fuerte y cariñoso que tomó a la muchacha por sorpresa e hizo que la joven Lancaster llegara a sentir como sus ojos se humedecían un poco.
—¡Lo lamento tanto! —expresó afligida y llena de compasión conforme la sujetaba entre sus brazos—. Espero se recupere pronto —le dijo momentos después, cuando se apartaron luego del abrazo y mientras Esperanza sostenía a Lily de los hombros.
—Gracias; yo también lo espero —respondió Lily.
—Y yo —añadió Eleanor, quien se sonrojó un poco al mencionar esto, a lo que Lily solo le dedicó una sonrisa llena de ternura.
Esperanza miró con dulzura a la joven Castlegar, y le hizo una seña para que se acercara a ambas. Eleanor se acercó con lentitud y paso vacilante, y entonces Esperanza la rodeó con su brazo derecho y a Lily con el izquierdo para, de esta forma, compartir todo su afecto y mejores deseos con las dos muchachas.
—Muchas gracias —susurró Lily conmovida.
—Para eso estamos, para apoyarte —respondió Esperanza.
—No olvides que puedes contar con nosotros —añadió Eleanor, y Lily asintió con su dulce sonrisa dibujada en su rostro.
Luego de ese afectuoso gesto, las doncellas se miraron entre ellas con sonrisas cálidas y ojos húmedos, y entonces comenzaron a reír un poco.
Fue en ese momento que Eleanor dirigió su mirada al mostrador, y su rostro se volvió serio.
—¡Los frijoles! ¡Había olvidado que venía a comprarlos! —exclamó—. Lamento tener que retirarme, pero debo continuar en la preparación del almuerzo de esta tarde —señaló la muchacha presurosa.
—Está bien —dijo Esperanza, y ambas jóvenes pasaron al mostrador.
Una vez que efectuó la compra, Eleanor y Lily acordaron verse en casa de los Castlegar para de allí dirigirse a la clínica y visitar a Jack, y acto seguido, la joven Eleanor se retiró para continuar con sus labores mientras que esperanza y Lily hacían lo mismo en la tienda.
Ahora bien, cerca de las doce del mediodía, antes de que Lily saliera para tomar el descanso que sus empleadores le habían asignado, Esperanza y la abuela Consuelo se acercaron a ella, y la primera le ofreció algunos recipientes pequeños de metal con alimentos servidos en su interior.
Lily pasó a abrir uno de ellos y encontró un guisado que atrapó su atención.
—Se ve delicioso, y huele estupendo. ¿Qué es? —preguntó.
—Es pollo con mole —respondió Esperanza—. Ella lo preparó, y le pregunté si podía ofrecerte un poco. También incluyó un poco de arroz y tortillas de maíz —indicó en referencia a uno de los recipientes.
—Vaya, es... bastante comida —señaló sorprendida.
—Es para usted, mi niña, y para su hermano que está malito —indicó la abuelita.
—Le conté lo que le ocurrió a tu hermano, y decidió hacerle un pequeño obsequio para ambos.
—Oh, entiendo. Muchas gracias, 'seniora' —expresó, e hizo una leve reverencia.
—Provecho, mi niña; y que su hermano se alivie pronto —dijo la abuela Consuelo.
—Envíale mis saludos —habló ahora Esperanza—. Dile que haremos muchas oraciones por su bienestar.
—Gracias. Le haré llegar sus saludos y buenos deseos —dijo y, luego de hacer otra reverencia, pasó a retirarse.
¡Buen día, excelente tarde o agradable noche tengan ustedes, mis amados y estimados Travenders!
¿Cómo se encuentran? Espero que todo bien.
Yo, por el momento, todo bien gracias a Jah, con uno que otro problemita que se me ha puesto enfrente; pequeños inconvenientes que pueden sortearse sin dificultad.
En fin, ya dejemos de deprimir a nuestros lectores con detalles sobre mi vida, y mejor hablemos de cosas más alegres, como esta nueva parte.
¿Qué les ha parecido? ¿Qué tal la interacción entre las damas? ¿Qué opinión tienen al respecto de la mexicanita Esperanza? ¿Hay teorías? ¿Shippeos? Quiero conocer lo que piensan al respecto.
Por mi parte, es todo lo que puedo decir. Solo me queda desearles que disfruten del fin de semana, lean mucho y hasta la siguiente entrega.
¡Que tengan paz, y un excelente día!
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