«ENTRE CELOS Y SECRETOS» (Pt. 1)
I
La tarde del tercer día en el tercer mes del año 1872 los Castlegar habían salido de paseo al malecón de Kaptstadt. Tenían como objetivo recorrerlo desde un extremo hasta donde ellos pudieran continuar, una actividad que los Castlegar llevaban a cabo con mayor frecuencia cuando la condición física del mayor de los hermanos era favorable.
En esta ocasión disfrutaban de la amena compañía de sus amigos los Hart, los mellizos Warren y las hermanas Hernández García, quienes hicieron arreglos especiales en su lugar de trabajo para tener la tarde libre. Habían invitado también a los Lancaster, sin embargo, ellos tenían planes para esa tarde.
Caminaban a paso tranquilo debido a que Erick tenía que descansar con frecuencia a causa de su pierna, y en cada descanso aprovechaban para visitar los comercios y las atracciones cercanas mientras que Elliot escribía y recitaba algunas frases de sus historias y poemas.
Cuando eran las tres de la tarde, los jóvenes se detuvieron en una de las áreas donde se concentraban algunos puestos que vendían alimentos y bebidas alrededor de una pequeña fuente, por lo que se tomaron el tiempo para tomar un pequeño refrigerio, y se dispusieron a continuar su paseo en cuanto terminaran. Por sorpresa para ellos sucedió que, pasados treinta minutos después de las tres de la tarde, un sonido familiar capturó su atención. Se trataba de una melodía tocada por un piano y acompañada de un violín, lo que les dio una pista de lo que estaba por suceder.
No tardaron demasiado en aparecer en escena un par de músicos que ellos conocían a la perfección. Se trataba de Jack y Lily, ataviados en elegantes prendas de vestir formales. Jack llevaba un sobrio conjunto que incluía un largo abrigo, una chaqueta larga, camisa, pantalones y chaleco en color negro, acompañado de su sombrero de copa, una corbata de color blanco, sus botas altas con hebillas y la bufanda que le obsequió la señora Anderson, mientras que Lily usaba un vestido hermoso de diseño similar al que vestía el día que llegó a la ciudad, con la diferencia de que su color era azul con encajes negros, acompañado por un tierno y pequeño sombrero de copa de color oscuro adornado con una cinta y plumas de color azul brillante.
El dulce sonido de los instrumentos provocó que tres corazones latieran con intensidad, y al ver llegar al joven músico los rostros de dos de las jóvenes allí presentes irradiaron brillo y emoción.
Luego de que Jack se quitara su abrigo y su bufanda y los colocara en una de las sillas que se encontraba junto a la fuente, los hermanos iniciaron su acto con su presentación, y Eleanor, Esperanza y Amanda se sentaron en una de las mesas cercanas para disfrutar mejor de su música.
—De acuerdo, creo que ahora tenemos que continuar sin ellas —anunció Elliot al resto de los niños—. ¿Estás listo, hermano? —averiguó, pero no recibió respuesta de él. Entonces se volvió y lo encontró sentado en la misma mesa que las jóvenes, lo que le hizo cubrir su rostro con su mano.
—Supongo que hasta aquí llegó el recorrido —dijo Alejandra.
—¿No podemos continuar por nuestra cuenta? —preguntó Bruno.
—Necesitamos de alguien mayor para que nos acompañe —explicó Brenda, y el joven bufó frustrado.
—«BUSQUEMOS A WILLIAM. DIJO QUE VENDRÍA AQUÍ A BUSCAR A UN AMIGO SUYO» —sugirió Benjamin, quien tomó de su chaqueta un cuaderno pequeño y escribió ese mensaje en ella.
—¿William? ¿Quién es William? —preguntó Elliot.
—«ES MI HERMANO MAYOR» —explicó el pequeño.
—¿Tienes otro hermano?
—«EN EFECTO. ÉL ESTUDIA EN LA UNIVERSIDAD DE KAPTSTADT Y TRABAJA POR LAS NOCHES PARA PAGAR SUS ESTUDIOS, POR ESO ES QUE NO HAN TENIDO LA OPORTUNIDAD DE CONOCERLO» —volvió a explicar.
—¿Y qué esperamos? ¡Hay que encontrarlo! —invitó animoso el menor de los Castlegar y se preparó para ponerse en marcha de inmediato, pero de pronto se detuvo y se dirigió hacia William—. Esto, ¿te dijo dónde estaría? —preguntó de nuevo, lo que hizo al pequeño y sus acompañantes llevar sus manos hacia su rostro en frustración.
—«ESCUCHÉ QUE SE ENCONTRARÍA CON UNA PERSONA EN LA FUENTE QUE SE ENCUENTRA HACIA EL SUR» —aclaró.
—Pasamos por allí hace un momento, pero la única persona que vimos y que conocíamos era «Snake» —aclaró Brenda, lo que dejó un tanto pensativo a Elliot.
—De igual manera ese sitio no se encuentra muy lejos. De hecho, si no encontramos al hermano de Benjamin, podríamos pedirle a «Snake» que nos acompañe; después de todo, sabemos que es un adulto confiable —indicó Elliot—. ¡Vamos! —invitó, y ellos accedieron.
Luego de avisar a Eleanor que irían a la fuente que se encontraba al sur de ese sitio, los cinco niños se retiraron y se dirigieron al mencionado lugar.
Tal como lo señaló Brenda, sentado en las escaleras de la fuente se encontraba «Snake» en la compañía de un muchacho de estatura mediana y físico fuerte, de piel oscura y cabello corto ataviado con una chaqueta de color verde y pantalones oscuros, además de un chaleco gris, camisa blanca y corbata oscura con estampados en color gris brillante.
Al ver al joven, Benjamin sonrió dichoso y se volvió en dirección a sus amigos.
—«¡ÉL ES MI HERMANO!» —se apresuró a escribir Benjamin y señaló al joven que hablaba con «Snake».
De pronto, «Snake» y William se levantaron y se dirigieron hacia un área apartada de donde se encontraban, lo que desconcertó un poco a los niños, por lo que decidieron seguirlos desde la distancia.
Conforme se acercaban, notaron que «Snake» y William mantenían una charla un tanto acalorada, cosa que llamó su atención. Entonces Elliot les dio una indicación y les pidió que se mantuvieran lejos de la vista de ambos para poder escuchar acerca de lo que hablaban, así que se ocultaron en las cercanías y entonces escucharon algunas partes de la conversación.
—¡Te lo ruego, dame más tiempo! —imploró William.
—El señor Adams ya te ha dado demasiadas prórrogas, muchachito, y sabes lo que sucederá si no pagas —respondió «Snake» al tiempo que le mostraba la hoja de su cuchillo, lo que intimidó al mayor de los hermanos Hart—. Si por mi cuenta corriera, te perdonaría y te daría oportunidades para pagar, pero no soy yo a quien le debes.
—¿Señor Adams? —musitó Elliot, y llevó su mano a su barbilla—. ¿Por qué ese nombre me resulta conocido? —añadió.
—Lo sé, lo sé —respondió William un tanto molesto, y entonces tomó de sus bolsillos un sobre de papel del que extrajo una gran cantidad de billetes—. Tenía este dinero reservado para pagar algunas cuotas de la universidad —señaló, y le entregó los billetes con suma resignación, lo que intrigó en gran medida a su hermano menor—; pero no me agradaría tener problemas con el señor Adams.
—Es un sabio proceder —mencionó «Snake» con seriedad, y acto seguido tomó el dinero del muchacho—. No es sensato tener deudas con el señor Adams; después de todo, sabemos que él puede cobrarse, y no solo con dinero, sino con piel y sangre —indicó, y los ojos de William se abrieron en gran medida debido a que conocía la reputación del señor Adams y su historia en los círculos más peligrosos de Kaptstadt.
«Snake» entonces contó el dinero recibido, y una vez que confirmó que se trataba de la cantidad adecuada, lo guardó en el bolsillo de su abrigo. Luego, tomó un pequeño bloque de madera del bolsillo externo de su abrigo y con su cuchillo le dio la forma de un ave.
—Esto te servirá como comprobante de pago —señaló—. Lleva esto al señor Adams en cuanto tengas la oportunidad, así él sabrá que ya recibí el dinero.
—Entiendo.
De pronto «Alan», el cuervo, hizo acto de presencia en el lugar y se posó sobre el hombro de «Snake».
—Hola, amigo —lo saludó, y el cuervo emitió algunos graznidos—. ¿En serio? —preguntó, y el cuervo graznó una vez más.
Entonces se volvió hacia la dirección en la que se encontraban los niños y ellos, al ver que los habían detectado, se ocultaron de inmediato.
—Ya veo —dijo—. Vengan aquí, pequeños; no sean tímidos —invitó «Snake», por lo que los niños salieron de su escondite y se acercaron a ambos.
William se volvió en la dirección a la que «Snake» hablaba y entonces miró a su hermano menor acompañado de sus amigos, lo que le hizo sentir un leve escalofrío.
—Ben... Yo...
—«¿QUÉ ES LO QUE SUCEDE, HERMANO?» —preguntó Benjamin preocupado.
—Tranquilo, pequeño. Todo está bien entre «Snake» y yo.
—¿PARA QUÉ ERA TODO ESE DINERO?» —interrogó.
—Es... solo un préstamo —excusó.
—Así es, niño —dijo «Snake» como una forma de seguirle la corriente.
—«¿QUIÉN ERA ESE SEÑOR ADAMS DEL QUE HABLABAN? —cuestionó una tercera ocasión.
En ese momento, William se sintió helado y una gran pesadez invadía su corazón. No le agradaba demasiado el hecho de tener que mentirle a su hermano, y entendió que lo mejor era tratar de explicar la situación. Sin embargo, consideró que el momento no era el apropiado, por lo que colocó su mano sobre el hombro del niño y le mostró una sonrisa leve.
—Ben... Hablaremos de esto cuando lleguemos a casa. ¿Te parece bien?
Benjamin lo miró dubitativo, y luego se volvió hacia Elliot, quien asintió.
—«DE ACUERDO» —escribió en su libreta.
—Bien. «Snake», nos veremos después.
—¡Por supuesto, jovencito! ¡Hasta luego, niños! —se despidió, y comenzó a retirarse.
—A propósito, ¿dónde se encuentra Amanda? —averiguó.
—«POR ALLÁ» —escribió, e indicó la dirección con su mano.
—¿Qué es lo que hace?
—Escucha a los hermanos Lancaster junto a Eleanor, Erick, su hermana la señorita Hart y la señorita Hernández García —respondió Elliot
En cuanto Elliot dijo esto, «Snake» se devolvió a paso raudo con una gran sonrisa radiante dibujada en su rostro.
—¿Es verdad? —averiguó «Snake».
—Así es, señor —confirmó Elliot.
—¿Dónde están ellos ahora? —preguntó eufórico.
—Están en una fuente no muy lejos de este sitio —indicó el niño.
Ni bien terminó de hablar, «Snake» corrió veloz como el viento ante la atónita mirada de William.
—¿Pero qué en toda la Tierra habitada es lo que acaba de ocurrir? —preguntó William.
—«Snake» es un gran admirador del joven músico —aclaró Elliot.
—Ya veo. Igual que Amanda.
—Y por esa razón lo buscábamos. Paseábamos por el malecón, pero ellos se quedaron a escucharlos, y necesitamos de alguien mayor que nos acompañe —explicó Elliot.
—«¿PUEDES HACERLO, HERMANO?» —inquirió Benjamin.
—Por supuesto —respondió William, lo que iluminó los rostros de los niños con sonrisas llenas de ternura, y así el pequeño grupo continuó con su paseo.
Aunque ya era un poco avanzado el día, para el pequeño grupo de amigos la tarde apenas iniciaba, y no se imaginaban las sorpresas que les aguardaban.
Buen día, excelente tarde o agradable noche tengan ustedes, mis amados Travenders y gente bonita que nos visita.
¿Cómo se la han pasado esta semana? ¿La han disfrutado? Espero que sí.
Hoy no hablaré demasiado, me siento exhausto y no muy bien en sentido anímico, así que solo les dejaré esta pequeña nota para saludarlos.
Espero sus comentarios, y nos veremos la semana entrante.
Que tengan paz, y un excelente día.
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