«DISCÍPULO»
—Señor Johann Lancaster, quiero hacerle una proposición.
El joven Lancaster, un tanto sorprendido debido a ello, pasó a acomodarse en su camilla, tomó su reloj de bolsillo y comenzó a frotar la cadenilla con sus dedos índice y pulgar.
—Lo escucho con suma atención—respondió.
La mañana de aquel día, el décimo tercero en el décimo segundo mes de ese año, se había vuelto bastante interesante para el joven Lancaster, en especial por la inesperada visita del caballero con el que mantenía la conversación.
Sucedió que, una vez Lily y el señor y la señora Castlegar partieron a sus respectivos lugares de empleo, y mientras Eleanor y Elliot llevaban a cabo las actividades correspondientes a la limpieza del hogar, Erick se encontraba en su cuarto mientras preparaba algunos de sus efectos personales. En un pequeño maletín que colgaba de su hombro por una correa colocó algunos frascos de su medicamento para el dolor, además de algunos artículos como el libro oscuro al que había dedicado tiempo para analizar durante esos días, tomó un bastón de madera oscura con una empuñadura metálica, su largo abrigo de color verde, y entonces dejó su habitación a paso calmado.
Al llegar al piso inferior, se encontró con un extrañado Elliot, quien llevaba en sus manos un sacudidor de plumas y usaba una mascarilla de tela blanca.
Antes de que el chico pudiera decir algo, Erick le hizo una seña con su dedo índice sobre sus labios para pedirle que guardara silencio, y entonces revisó a su alrededor con la mirada.
—Vuelvo enseguida. Encúbreme, por favor —susurró.
Elliot asintió tranquilo, y Erick pasó a salir de su casa con sumo silencio, luego se colocó su abrigo y comenzó a caminar con rumbo al consultorio del doctor Lang.
Media hora después a eso de las nueve de la mañana, arribó hasta su destino, justo en el momento que el horario de visitas daba inicio. Al llegar, en la acera frente a la clínica, se percató de la presencia de una persona conocida por él y su familia, misma que le dedicó una sonrisa amistosa y un saludo con sus dedos índice y medio en el ala de su retorcido sombrero de copa seguido del graznido de su cuervo acompañante, a lo que Erick asintió y pasó a ingresar en la clínica.
—¡Joven Erick! —lo saludó una mujer de mediana edad con los rasgos faciales de una persona proveniente de las tierras orientales, con su cabello oscuro recogido en un rodete y ataviada en un largo vestido de color rojo con grabados dorados y mangas anchas.
—Buen día, señora Lang —respondió Erick.
—Es un gusto verte por aquí. ¿Cómo te ha ido?
—Todo marcha con normalidad, dentro de lo que cabe —señaló.
—Entiendo. ¿Qué te trae por aquí esta mañana?
—De visita a un paciente. Se apellida Lancaster.
—¡Oh, el joven músico! Vaya que es un paciente que goza de popularidad en nuestra clínica. Su música resulta estimulante y tranquilizadora para los demás pacientes, y con frecuencia suelen pedirle que interprete algunas melodías. Se encuentra en la habitación cinco.
—De acuerdo. Pasaré entonces a visitar al señor Lancaster. Muchas gracias, señora Lang.
—Un placer, Erick.
Erick realizó una pequeña reverencia, misma a la que la señora Lang respondió con otra pequeña reverencia, y acto seguido se dirigió al cuarto del músico.
Al llegar, informó a la enfermera en turno sobre su intención de ingresar al cuarto del paciente, así ella podía avisarle de antemano, y entonces le concedió el pase al cuarto de Jack.
Allí lo encontró, sentado sobre su cama con su piano orphica sobre sus muslos, mismo al que Erick miró con suma atención al ingresar.
—Buen día, señor Lancaster —saludó Erick.
—Buen día —respondió—. Me informaron que tendría una visita, pero no me imaginaba que se tratara de usted. Es el hermano mayor de la señorita Castlegar, el joven Erick Castlegar, ¿no es así?
—En efecto.
—Su hermana habla mucho sobre usted, y por lo que ha mencionado, le tiene gran admiración y respeto —señaló, aunque Erick solo permaneció silente y muy serio ante el comentario del joven Lancaster, lo que lo intrigó un poco—. A todo esto —dijo ahora, en un intento por romper el incómodo silencio que se había creado—, ¿cuál es el propósito de su visita?
Erick, con suma seriedad, tomó una de las sillas que se encontraban en la habitación y se sentó en ella mientras frotaba su pierna un poco. Entonces echó un vistazo a la mesa en el cuarto y miró una jarra con agua y un vaso de cristal junto a ella.
—¿Me permite? —inquirió.
—Adelante.
Erick se sirvió un vaso de agua, luego tomó del maletín que llevaba un frasco que contenía un poco de su medicamento, lo disolvió y lo bebió. Hecho esto, exhaló con placer y se sentó con ambas manos sobre la empuñadura de su bastón. Entonces pronunció las palabras mencionadas al inicio de esta parte, y luego de recibir la respuesta de Jack, comenzó a hablar.
—Permítame explicar. Dentro de unas semanas ingresaré al primer grado del Instituto de Educación Media-Superior «Erick Everwood». Como parte de las actividades para el desarrollo del estudiante, y de acuerdo con las experiencias narradas por anteriores compañeros de clase que ahora estudian allí, se requiere elegir una clase extracurricular de carácter obligatorio si deseas graduarte y obtener tu diploma, y debido a mis particulares circunstancias —señaló en referencia a su pierna—, debo descartar un gran número de las actividades que tienen para elegir, en especial las relacionadas al deporte, la danza, el club de teatro, o cualquier otra que involucre actividad física.
»Sin embargo, existen unas cuántas en las que puedo desempeñarme; por desgracia, no poseo entrenamiento formal para algunas de ellas, excepto por una —señaló, e hizo una breve pausa para después indicar con su mano al piano orphica de Jack.
El joven Lancaster miró la hacia dónde señalaba la mano de Erick, y entonces su rostro se iluminó.
—¿Habla de la música? ¿Es usted músico, joven Castlegar? —curioseó.
—Para ser preciso, no. Solo tengo nociones básicas de piano; lecciones que tomé en algún momento de mi vida pero que jamás retomé debido a que encontré otra actividad en la que me deleitaba y me desempeñaba mejor: el deporte. Sin embargo, debido al cambio en mis circunstancias, y por razones personales que he preferido guardar para mí, he decidido volver a ese camino y hacer el intento de formar parte de la orquesta estudiantil del instituto.
»Ahora bien, a la hora de seleccionar integrantes, el profesor asignado como director de la orquesta toma en cuenta a los alumnos que considera más prometedores en el aspecto musical, sin importar si son virtuosos en su instrumento o solo aprendices. Asimismo, uno puede acudir a tutores particulares para reforzar sus conocimientos y habilidades musicales, entre ellos varios que se encuentran en las listas de instructores aprobados por el instituto. Por desgracia, no me encuentro preparado de manera adecuada en ese aspecto, y mis insuficientes recursos económicos no me permiten pagar un instructor.
»Allí es donde usted entra en escena —explicó—. Mi intención es solicitar de su parte entrenamiento en el área musical, como enseñarme a leer partituras, a practicar escalas, interpretar piezas, lo que sea necesario. Le aseguro que daré lo mejor que tengo de mí para aprender y convertirme en un gran aprendiz, y prometo pagarle si...
En el momento que Erick mencionó esto, Jack le hizo una seña con su mano para que se detuviera, y lo miraba nervioso y un poco alarmado.
—Esto... Joven Castlegar, le ruego me disculpe, pero no me considero la persona adecuada para llevar a cabo esa labor —excusó Jack con su mirada baja al tiempo que se ponía de pie y frotaba entre sus manos la cadenilla de su reloj de bolsillo—. Verá, no soy un instructor certificado; además existen personas mucho más talentosas que pueden ayudarle, como por ejemplo mi hermana Lily. Seguro que ella estará deseosa de apoyarlo en su misión —añadió, y por alguna razón la forma en la que el músico se expresaba sobre sí mismo le parecía un tanto intrigante al mayor de los hermanos Castlegar.
—Es curioso que lo diga, porque ella siempre se refiere a usted como la persona que le enseñó todo lo que sabe, y habla maravillas sobre su talento musical —señaló Erick, y Jack se volvió hacia él—. Supongo que la modestia forma parte de las características de su familia —agregó, por lo que Jack bajó un poco la mirada.
—¿Ella le aconsejó que me buscara?
—No; de hecho, ni siquiera tiene la menor idea de que he venido aquí. Fueron sus referencias, y el hecho de que he atestiguado sus habilidades, las razones por las que decidí acudir a usted —aclaró.
Jack, quien había puesto su atención en Erick cuando expresó su respuesta, desvió de nuevo la mirada hacia un lado mientras frotaba su brazo izquierdo y su costado.
—Está bien, joven Castlegar; aceptaré su propuesta —respondió un poco nervioso y todavía inseguro.
—Perfecto —dijo Erick con una sonrisa triunfante en su rostro—. Trataré de venir a partir de mañana por las mañanas, a esta misma hora, y si no me resulta posible, entonces vendré por las tardes, a eso de las tres —avisó.
—Me parece adecuado.
—Ahora, respecto a su paga...
—No es necesario que me pague por ello —interrumpió el joven músico—; usted y su familia le ofrecen a mi hermana un sitio dónde hospedarse, y eso es recompensa más que suficiente para mí, pues es más de lo que he podido darle durante todo este tiempo.
—Entiendo. De acuerdo, nos veremos mañana, señor Lancaster —indicó para después ponerse de pie y dirigirse hacia la salida.
—Hasta entonces, joven Castlegar.
—Por cierto —dijo, y Erick se giró sobre sus talones—, me parece curioso que haya venido usted solo, sin la compañía de su hermana y de Lily, en un horario muy diferente al que ellas acostumbran —señaló.
—Como mencioné antes, tengo mis razones particulares —explicó con seriedad y una mirada llena de convicción, a lo que Jack solo reaccionó con una mirada llena de incertidumbre—. Además, supongo que a ambos nos conviene un poco de interacción. Y, por favor, no se sienta intranquilo al respecto. No voy a juzgarlo en base a sus habilidades, ni mucho menos espero perfección de su parte. Tenga más confianza en sí mismo, estoy seguro que será un gran instructor —recalcó, y el joven Lancaster mostró una mueca que intentaba convertirse en una sonrisa.
—De acuerdo —musitó Jack.
—Con su permiso, señor Lancaster —dijo, y pasó a retirarse.
Erick se dirigió a casa, resuelto y con un nuevo objetivo en su mente. Mientras tanto, Jack solo se quedó de pie mientras frotaba entre sus dedos la cadenilla de su reloj de bolsillo y la miraba con cierto aire de pesadumbre
—Espero no decepcionarlo, joven Castlegar —susurró para sí mismo, y después exhaló con pesadez y angustia.
¡BUEN DÍA, EXCELENTE TARDE O AGRADABLE NOCHE TENGAN USTEDES, MIS AMADOS TRAVENDERS!
¿Cómo les ha ido esta semana? Espero que todo bien. Por acá las cosas marchan de buena manera.
Les traigo esta actualización, un poco más tarde que de costumbre debido a que he estado un poco ocupado, pero al fin aquí.
Y lo que hemos visto se ve intrigante.
¿Cómo le irá a Erick en sus clases musicales?
¿Lo descubrirán sus hermanos?
Hay que leer para descubrirlo.
Espero sus comentarios.
Por mi parte es todo. Que tengan paz, y un excelente día.
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