I

La mañana del décimo primer día de ese mes, Eleanor despertó de un gran humor, llena de entusiasmo y con una grata sonrisa que iluminaba su rostro, además de que tarareaba y danzaba al compás de algunos de los temas originales del joven Lancaster, lo que tenía más que sorprendidos a sus hermanos. Su actitud animosa era un alivio para la señora Castlegar, quien recordaba cuán decaída se mostraba la muchacha en días anteriores.

—Veo que hoy amanecimos con gran amor por la vida —expresó la señora Castlegar.

—¡Y por qué no! Es un día hermoso próximo a la primavera, el clima se siente menos fresco, y el cielo amaneció despejado. No cabe duda de que nos esperan tiempos llenos de dicha —expresó la muchacha luego de sentarse a la mesa y tomar de la bandeja de los panes una rebanada que pasó a untar con mermelada, mismo que mordió con gran apetito.

—Sea lo que sea que trames ahora, haré un esfuerzo por ponerme de rodillas e implorar para que no me incluyas —pidió el mayor de los hermanos Castlegar, cuyo semblante era similar al de un ebrio que atravesaba la peor resaca de su vida.

—¿Mal día, hijo? —averiguó ahora el señor Castlegar un tanto alarmado.

—Oscuro. Brillará el sol en cuanto el medicamento haga efecto —aclaró con su cabeza sobre la mesa.

—De acuerdo. Tranquilo, que todo mejorará pronto —comentó compasivo el señor Castlegar.

—Y no te inquietes; tu colaboración no será necesaria en esta ocasión —informó Eleanor, para tomar otro bocado de su desayuno, a lo que él exhaló aliviado.

Culminado el alimento más importante del día, y luego de limpiar los trastes y el comedor, los Castlegar partieron a sus labores cotidianas de ese día.

La primera orden del día era dejar a Eleanor y Erick en el instituto, en cuyos jardines exteriores aguardaba su llegada una doncella de piel oscura.

—¡Amanda! ¡Qué dicha de estos ojos que se deleitan con tu presencia! —exclamó la joven Castlegar.

—También me da mucho gusto verte. Echaba de menos tu presencia después de todo este tiempo sin vernos —bromeó la joven Hart.

—A propósito, tengo algo importante de qué hablar contigo —indicó.

—De acuerdo. Escucho con atención.

—Esto no es nada sencillo de explicar —comentó, y su piel se tornó del color rojizo de su cabello—. Verás, hay una persona especial por la que tengo afectos desde hace algún tiempo, y me encantaría organizar una tarde especial con esa persona —explicó.

—¡Uy! ¡Eso es tan romántico! Me parece una grandiosa y bellísima idea —opinó—. Por cierto, y espero disculpes mi atrevimiento, ¿se puede saber de quién se trata? —habló ahora en susurros, lo que hizo que Eleanor se pusiera todavía más roja y sonreía debido a la pena.

—No te preocupes, no es una pregunta atrevida; después de todo tenías que saberlo en su debido momento. Se trata de Jack, Jack Lancaster —respondió con un poco de timidez para mayor sorpresa de su amiga.

Fue en ese momento cuando la muchacha comprendió por qué el día anterior Eleanor le preguntó respecto a sus sentimientos para con el músico, por lo que asintió y sonrió con afecto.

—Estaré encantada de ayudarte en lo que sea necesario para que tu tarde especial sea un éxito —expresó.

—¡Mil gracias! —exclamó Eleanor mientras tomaba sus manos con fuerza.

—Entonces, ¿cuál es el plan para ese día? —preguntó, y Eleanor pasó a buscar en su maletín una pieza de papel que extrajo y le mostró a la muchacha.

—Comenzaré con un almuerzo en la cabaña y le serviré su comida y bebida favoritos —indicó—. Seguiremos con un paseo por el parque «Starerne». Esa tarde se llevará a cabo un festival musical. Habrá orquestas, intérpretes, y cantantes invitados, con la participación del músico Ibrahim Sawyer. Al terminar, cenaremos en el restaurante de tu familia. Allí necesitaré de tu apoyo para reservar una de las mesas, en particular una de la sección oeste.

—Conozco la mesa adecuada para dicho propósito —comentó Amanda—. Si el joven Lancaster acepta tu invitación, la reservaré.

—Me parece excelente. Por último, pediré a mi padre que nos lleve de regreso a casa, y lo acompañaré hasta la cabaña, y tal vez conversemos un poco más antes de volver

—Me parece un plan espléndido, si me permites decirlo. Estoy segura que amará la invitación al festival, y sus afectos crecerán cuando vea los alimentos que le servirás. Auguro un éxito seguro, y ganarás su corazón —aclaró.

Eleanor sonrió con ternura ante las palabras de su amiga, y asintió.

—Solo nos falta agregar a una cómplice, pero debemos buscarla después de clases. Por ahora, entremos al salón, que se nos hace tarde —señaló. Acto seguido, se dirigieron al interior del edificio escolar debido a que el día de clases estaba por comenzar.

Al salir de clases esa tarde y volver a casa, Eleanor se dirigió presurosa a la cabaña para buscar a Lily, y tuvo éxito en ello pues la encontró mientras practicaba con su violín de bolsillo.

—¡Hola Eleanor! —saludó la joven al verla pasar por la puerta.

—Hola Lily. ¿Eso que ensayas es una nueva canción? —averiguó.

—Así es. Una nueva composición de mi hermano.

—Suena hermosa. A propósito, ¿se encuentra él aquí?

—No. Salió a trabajar desde la mañana y no ha regresado. Con toda seguridad no lo hará sino hasta después del anochecer, como acostumbra hacerlo —señaló.

—Entiendo. Está bien, porque quiero hablar contigo a solas —explicó.

—Adelante; puedes decirme lo que desees.

—Verás, tengo la intención de pasar una tarde especial con tu hermano este fin de semana. He realizado algunos planes y voy a necesitar de tu apoyo.

—De acuerdo. ¿Qué es lo que requieres de mi parte? —averiguó, y entonces Eleanor pasó a contarle los pormenores de la cita, además del propósito que jugaría la joven Lancaster en ella.

Con cada palabra de la joven Castlegar, a Lily se le dibujaba una sonrisa soñadora y romántica en su rostro, y miraba con ternura a la muchacha.

—¿Qué te parece? —preguntó Eleanor.

—Cuenta con mi apoyo.

—De acuerdo. Vendré en el transcurso de la semana para invitar a tu hermano.

—Bien. Haré lo posible para ayudarte a convencerlo —confirmó Lily.

—Excelente. Bueno, tengo deberes escolares y domésticos que atender, así que me retiraré. ¡Pasa una buena tarde! —deseó.

—¡Tú igual! —expresó Lily con una gran sonrisa amable, y acto seguido Eleanor se retiró.

En cuanto quedó a solas, el gesto de Lily se atenuó un poco, y entonces suspiró y meneó su cabeza de lado a lado.

—Oh, amiga. En verdad espero que tus planes sean bendecidos —comentó para ella misma, y entonces volvió a su práctica con el violín.

Buen día, excelente tarde o agradable noche tengan ustedes, mis amados Travenders y lectores que nos visitan.

¿Cómo han estado? Por acá las cosas no han mejorado como quisiera, pero seguimos en la lucha y en el esfuerzo. Con el favor de Jehová todo saldrá bien.

Ahora, cuéntenme: ¿qué les ha parecido esta parte?

¿Cómo le irá a Eleanor con sus planes?

Si quieren averiguar lo que sucederá, no se pierdan las actualizaciones que vendrán pronto.

¡Saludos! 

¡Que tengan paz, y un excelente día!