99. No todas las manzanas caen cerca del árbol
Segundo capítulo del día.
Capítulo dedicado a ChocoGirl00. ¡Gracias por dejar comentarios!
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No todas las manzanas caen cerca del árbol
MACABEOS
Hay morbo en ver caer a una persona que, en apariencia, lo tenía todo; disfrutamos bajar del pedestal a los héroes para pasarlos por fuego.
Lo digo porque pese a que Duardo Garay no era un privilegiado, no gozaba de los beneficios que se otorga a quien tiene sangre real, si era adorado por las multitudes.
Era una promesa. Creían en él con la seguridad de que al finalizar el día llega la noche.
Ahora está ahí, tirado sobre las escaleras que conducen al último piso del castillo, con una botella en la mano y, de vuelta, su discernimiento lejos. No quiere escuchar consejo ni saber los planes que tiene para él su padre. Ratón lo acompaña, los dos con pena, los dos bebiendo. Lo mismo Micah, un muchacho insolente que, por lo que escuché, es hijo de Viktor Novak y creció con Duardo.
Eso en primer lugar llamó mi atención al verlo unirse a la juerga. ¿No debería representar una amenaza tener en el Castillo gris al hijo de Viktor? No obstante, al escucharlo hablar, comprendí que no todas las manzanas caen cerca del árbol.
Es un timador.
Está a cargo de repartir las reservas de alimento que Alastor quitó al Monasterio y no lo da todo, se queda con una parte y lo trapichea entre los vendedores que, sin permiso, todavía ofrecen sus productos en la Plaza de la Moneda. Esto se lo platicó en voz baja a Ratón cuando Duardo enteraba a Alastor de lo sucedido en el Callado. Del mismo modo fue Micah quien trajo la bebida a Duardo y lo «consoló». Sus palabras fueron «La gente del Callado es malagradecida».
Y es hijo de Viktor.
Y es campesino.
—Podríamos llevarle de esa comida a las prostitutas de Amarantus —propone a Ratón, cubriendo su boca para no hacer ruido al reír; y también susurra, no quiere que Duardo escuche.
Pero el otro se halla tan ebrio que no está aquí. Ni siquiera le puso atención antes. Desde hace horas Duardo es un títere sin consciencia. Ha bebido más de lo que ha comido.
—Y después haremos que se porten lindas con nosotros.
—Es buena idea.
—No la están pasando bien allí.
—¿Has ido?
—Sí.
—Ellas me preocupen —comenta con seriedad Ratón y a medida que habla me percato de que no se encuentra tan ebrio como aparentó al principio—. Y también me preocupa Elena.
—Es divertido que menciones a mi hermana cuando hablamos de prostitutas —ríe Micah.
Habla de la campesina que enfrentó a Eleanor. Ella también es hija de Viktor.
—Perdón. —Ratón baja la mirada.
—¡No! —Micah, con la misma actitud burlona, da palmaditas al hombro del crío—. Se lo dije a mi padre: tremenda mujerzuela debe ser Elena como para haber terminado en la cama del príncipe Gavrel.
»Porque rumores aseguran que él no la forzó. El mismo Garay se lo dijo a mi padre. Hasta la preñó, ¿no? ¡Uf! Siempre supe que esa carne terminaría en un buen plato. Solía espiarla cuando se bañaba.
A ratos, Ratón mira de Micah a Duardo con preocupación; parece querer que este escuche lo que Micah dice:
—Yo mismo le dije a miembros del Partido que podíamos negociar con los Abularach dejarles en el poder a cambio de que Gavrel despose a Elena. Imagina mi posición como hermano de la reina.
—¿Le dijiste eso a miembros del Partido?
—Pero no hablaba en serio —Micah coloca sus dedos en comillas al decir «en serio» y de nuevo ríe—. Aunque creo que lo tomaron de esa manera. O por lo menos Alastor lo hizo.
Micah deja caer sus hombros.
—¿Por tu culpa echaron a tu padre?
—No. Yo ni siquiera tuve voz y voto ahí. Mi padre me mantuvo ocupado, se enfadó conmigo desde que llamé mujerzuela a Elena... como si no se lo mereciera . Pero gracias a eso me encuentro a salvo. Me quedé con Alastor y Garay. Por lo demás, ¡no! Yo hice una mera suposición, no di ideas a Alastor —El mismo Micah parece dudar de su declaración—. Y, en cualquier caso, Alastor y mi padre ya tenían sus desacuerdos.
—¿Ah sí?
La seriedad con la que Ratón escucha a Micah me confirma que el crío, a diferencia de Duardo y Micah, no bebió lo suficiente como para terminar ebrio.
—Acabas de llegar al castillo. Pon atención —Micah coge la botella para darle otro trago largo—. Alastor prepara una bienvenida.
«¿Una bienvenida?»
—¿Para quién?
Antes de responder, para darse importancia y adicionar suspenso, la mirada colgada de Micah se gira hacia la oscuridad que recubre el final del pasillo y... repara en mí.
—¿Llevas mucho tiempo ahí, anciano? —Hay enojo en su voz.
—Considero oportuno llevar a Duardo a su alcoba —digo, evitando responder, y, ya descubierto, salgo de las sombras.
Micah y Ratón se miran, pero es Micah quien vuelve a dejar en evidencia lo maleducado que es:
—¿Por qué habla como si tuviera un palo atorado en el ano?
La cortesía no es para todos.
—Es solo un anciano —le contesta Ratón y entre los dos proceden a levantar a Duardo para devolverlo a la alcoba de su madre.
Entretanto pienso en «la bienvenida». ¿Es para el aliado que ansioso espera Alastor?
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¿Impresiones? Nada más, para hacer memoria, Elena (en los primeros capítulos de Reginam) ya había dicho lo que opina de Micah y su participación en el Partido :)
Gracias por votar.
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