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114. Rosa Príncipe Negro




GRACIAS DE ANTEMANO POR SUS VOTOS Y COMENTARIOS c': *la rosa Príncipe Negro en multimedia*

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Rosa Príncipe Negro

—Recuerdo la conmoción con la que viste ese día Reginam —dice Gio—. Pero me dije que se debía a que era la primera vez.

—Gavrel se percató de eso y le sorprendió, pero cuando volví la vista de nuevo hacia él otra vez ya no me estaba mirando a mí.

»Esa fue la primera vez que fuimos conscientes uno del otro.

»Durante la reunión en el velo parecía incomodarle mi presencia, me dio la impresión de estar enfadado cuando nos detuvimos hablar con él e Isobel y concluí que se debía a la molestia que mostré al ver Reginam. Pero cambió cuando salí a defender a mi vecino —digo y Gio no parece entender. Él, en aquel entonces ocupado socializando con gente de la Gran isla, no recuerda eso—. Un capataz lo castigaba injustamente y Gavrel lo defendió —explico.

»Nunca le agradecí eso.

»Era su deber. Pero es claro que no lo hizo solo por mi vecino.

—Más tarde esa noche, cuando platiqué la historia en el Callado, Garay no permitió que les dijera que fue Gavrel quien nos ayudó. Ahí debí empezar a darme cuenta de todo.

»Comprendo los motivos de Garay —rio sin humor—: avivar la revolución aumentando el odio hacia los Abularach. 

»La noche que escapé del rey Jorge me volvió a ayudar. Él, Isobel y Marta me libraron del infierno esa noche. Gavrel echó a los soldados que me perseguían, enfrentó a Jorge y le mintió a Eleanor para que no me castigara.

—De nuevo, en parte fue su culpa lo que pasó —dice Gio—, algo de responsabilidad tiene, al menos por no detener a Jorge a tiempo —Pero enseguida se responde así mismo—: Aunque, ahora que sabemos lo que sabemos de Jorge, pudiera querer mantenerlo distraído.

—Permitiendo que abuse de campesinas —digo, triste—. Una tras otra. ¿Crees que Gavrel tenga una explicación para eso?

—Presumiblemente similar a la del por qué está permitiendo que gente de Bitania pase hambre.

Una vez más Gio se pierde entre sus propios pensamientos:

—Aunque tampoco debemos subestimar el poder que Jorge tenía en la corte. Sabía ningunear al Burgo, al obispo y Eleanor, y Gavrel no estaba por encima de Eleanor. Por ejemplo, ¿sabías que Jorge no debía ser llamado «Rey Jorge»? —Ladeo la cabeza hacia un lado con sorpresa—. Por ser hombre, ni siquiera «Rey consorte», pues siendo Eleanor mujer se debía marcar la diferencia jerárquica entre ellos. No son iguales. Por lo tanto, a él le correspondía el titulo de príncipe o duque. Pero amenazó a Eleanor con revelarlo «todo» si no le decían «Rey».

»Cuando lo supe no tenía idea de qué era ese «todo», y creo que Mina no me lo dijo por proteger a Gavrel. Pero ahora sospecho que es de lo de Wes y que... Gavrel no es su hijo.

»Que mejor manera de chantajear a la reina y hacer lo que te dé la gana.

Me deslizo fuera de la cama para ir a la ventana, apartar la cortina y seguir escuchando los sonidos de la calle.

—Gavrel no es hijo de Jorge —repito, pensativa—. Entonces... a lo mejor el heredero legítimo al trono es Sasha.

—No es hijo de Jorge, pero lo es de Eleanor —dice Gio—, su primogénito; y es ella la de la sangre Abularach.

Me vuelvo otra vez hacia Gio.

—Y está Garay, hijo de la princesa Imelda, la primogénita del rey Fabio.

Gio niega con la cabeza.

—Imelda fue sacada de la línea de sucesión antes de morir, y, por tanto, deja de importar su primogenitura. El rey Fabio la echó del Castillo gris cuando supo que frecuentaba el Callado.

Frunzo mi ceño recordando lo que me contó Adre la noche que la conocí:

—Pero fue injusto sacarla de la línea de sucesión. Por eso, según Adre, Eleanor temía que reclamara el trono.

«Y por eso la mandó a matar».

—¿Y si...?

—Si tu duda tiene que ver con la profecía —me interrumpe Gio, del mismo modo procurando ordenar sus propios pensamientos al hablar—, según Sasha, esta menciona a un heredero, pero es ambiguo. Puede ser el primer heredero, o el segundo, o el tercero... Así que, si bien puede ser Gavrel; también pueden ser Garay, Sasha, Isobel o Baron... o tú hijo no nacido, aunque él o ella, por lo mismo que no nació, no fue bautizado ni reconocido por Gavrel dentro de un matrimonio, y eso no lo hace un heredero legítimo.

»Aunque, por una de las últimas cartas de Sasha sé que Gavrel pidió que metieran tu vestido ensangrentado dentro de una de las criptas de los Abularach —Mis ojos saltan al escuchar eso— y no sé si eso... Ah, no lo sabías.

Por el rostro compungido de Gio sé que le preocupa haber hablado de más.

«No, no lo sabía».

Y tengo que sentarme otra vez.

Escojo una silla cerca de la cama y al dejarme caer sobre esta mantengo la mirada perdida.

—Es el mismo caso con hijos bastardos que pudiera tener algún Abularach, no son herederos legítimos —continúa Gio—. Por otro lado, también según Sasha, la profecía ya se cumplió el día que Eleanor mandó a matar a su hermana. Ya sea que entonces Eleanor haya sido tomada como la reina e Imelda como la heredera, o viceversa.

»Y que lo mismo pudo cumplirse mucho antes, cuando la reina Evelyn, esposa del rey Fabio, murió de forma misteriosa por ayudar a Teruel e Imelda, su primogénita, cayera en desgracia.

»Pero lo más probable es que se cumpliera con Imelda y Eleanor, porque el Partido Rebelde, es decir: todo lo de las serpientes, comenzó después de morir Evelyn... o tal vez no. Por eso te digo que todo es ambiguo.

»Y Sasha, del mismo modo piensa, que la profecía pudo cumplirse contigo, pues cuando Eleanor supo de tu embarazo te dio caza y al acabar con ese heredero enojó a Gavrel, que prácticamente la obligó a abdicar y siguió cayendo en desgracia. Pero Gavrel no lo cree así, para él la profecía se empezará a cumplir al morir Eleanor y caer la misma Bitania en desgracia a causa de la traición de Jorge, hijo de Cadamosti, el saqueador de Teruel. Porque, según él, no tiene sentido que Bitania haya seguido de pie después de que... ¿Elena?

Gio por fin se percata de que no le estoy poniendo mucha atención.

Sigo pensando en lo de la cripta.

—La primera vez que lo hicimos ya consideraba la idea de sacarle información, así que a pesar de mis dudas decidí dejarme llevar —Gio suelta un sonoro «¡Elena!» al mismo tiempo que sus manos vuelan a su boca, pero él mismo se obliga a callar para continuar escuchando— y lo animé a seguir.

»Fue brusco, torpe... claramente estaba desesperado.

—Elena, Gavrel fue obligado a guardar voto de castidad, tiene veintitrés años y seguramente venía pensando en ese momento desde los trece. Fue un milagro que no se viniera con tan solo tocarte una teta —dice Gio y suprimo una risa—. Debió practicar mucho con su mano.

De nuevo alzo mis cejas.

—Pero aprende rápido, te lo aseguro.

—Mientras que la mayoría de jovencitos de Bitania comienzan en Amarantus —asegura Gio soltando un suspiro—. Pobre Gavrel... Pero debe tener mucha fuerza en su mano derecha.

—Desde el principio fue un arma de dos filos —continúo—. Me halagó sentirme deseada por él, un príncipe, un... futuro rey —repito, casi musitándolo—. Recuerdo pensar «¿Cómo es posible que un príncipe esté a mis pies», y eso me ayudó a...

—Te excitó —termina por mí Gio y con un asentimiento de cabeza casi imperceptible le doy la razón.

—Me sentí como si tuviera poder sobre él. Me tocaba... Me besaba...

—Y no es precisamente feo.

—Cuando dejó de doler fue inexplicable, comparé lo que sentí a tener revoloteando dentro de mí a un colibrí y él lo escuchó.

»Pero terminamos y cambió por completo... No me daba la cara y parecía querer marcharse lo antes posible.

—Luego, por él mismo, supe que tu Sasha le dijo que yo no era virgen —conteniendo mi enojo le reclamo a Gio como si él tuviera la culpa—; que, por el contrario, estaba acostumbrada a llevar a muchos hombres a mi cama, que por ser hija de Viktor Novak era algo así como una mujer intrépida y que conmigo no debía ir despacio.

—Sasha odiaba la idea de que su hermano perdiera la virginidad con una mujer como Farrah, dijo que eso lo haría odiar el sexo y vivir amargado. Le hizo un favor.

»E imagina lo incómodo que debe ser la noche de bodas de un matrimonio arreglado.

»Él quería para Gavrel algo más... —Gio finge tener en sus manos algo suculento que está por comerse.

»Además, Gavrel ya había demostrado estar interesado en ti.

—¿Y cómo se supone que deba sentirme yo al respecto? —inquiero.

—Halagada por ser Sasha. Y seguiste adelante —me hace ver—. Al final, resultó bien, ¿no?

Inclino hacia un lado mi cabeza lo más que puedo al mismo tiempo que esbozó un claro gesto de «¿Es en serio?».

—Sí, pero no —regreso a mi posición para seguir contando—: De nuevo me dije que gracias a eso podría conseguir información para el movimiento rebelde, quise... pensar que manejaría bien la situación. Madre Luna. Sí, como no —me río de mí misma—. Yo controlando al heredero al trono de Bitania.

Gio vuelve a fingir que tiene en las manos algo suculento y lo reprendo con mi mirada.

—Sé que para Gavrel tampoco fue fácil —dice, y antes de que pregunte por qué él mismo agrega—: Dijo que estaba olvidando el camino hacia su propia habitación.

—Así que solo me quería para eso: sexo.

—No —Gio de nuevo se muestra serio—. Porque de ser así te hubiera ofrecido dinero en lugar de una rosa Príncipe Negro. 



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Como ya saben, la Rosa Príncipe Negro existe ↓


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